Nacimiento del ramal Norte
En
el artículo segundo de la «Instrucción que el Rey manda se observe en la
abertura del Canal de Norte de castilla…», firmada por el conde de Valparaíso
el 7 de julio de 1758, se dice que se comenzará el trabajo del Canal del Norte
en las cercanías de Nogales donde se introducirán las aguas del río Pisuerga en
el canal. Las razones de esta decisión nos la ofrece Fernando de Ulloa, autor
de los proyectos general y parciales de la construcción de este Canal del
Norte: «determinado que fue que se debía empezar por la parte de Reinosa, lo
más conveniente era empezar la porción más inmediata al Canal de Campos…»
Aunque
el Proyecto General del Canal está fechado el 1 de diciembre de
1760, la excavación ya se había iniciado el 25 de septiembre de 1759.
La toma de agua para el canal se realiza aprovechando una presa que existía para un molino y un batán en el río Pisuerga, propiedad de las monjas Bernardas de San Andrés del Arroyo, como recogía Jovellanos en sus Diarios sobre su llegada a este lugar el 23 de septiembre de 1791.
En el punto donde el Canal toma sus aguas del río se colocó en 1991 un monolito conmemorativo de los 200 años de su nacimiento (1791) como vía de comunicación y navegación, una vez concluido el ramal Norte y conectado con el tramo inicial del ramal de Campos.
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La presa
La presa cumple la función de hacer refluir las aguas del Pisuerga, obligándolas a introducirse directamente en el Canal. Como indica en su «Memoria» de 1844 Fermín Pujol, Capitán profesor de la academia del Cuerpo de ingenieros del Ejército, «esta presa [...] por lo que se ve en la parte exterior es de cajones de escollera de piedras de río. Es oblicua esta presa formando un ángulo de 38 grados con la corriente. Está bastante deteriorada.»
Presa |
Cerca del nacimiento del canal lo cruzan dos puentes: el puente para camino asfaltado y el puente para las vías del tren, con arco muy rebajado, casi a ras de agua.
El Canal bajo el puente de la carretera |
El Canal bajo el puente del ferrocarril |
Primera retención
En su primer recorrido
realizado por el Canal de Castilla, Jovellanos llegó a este lugar el 23 de
septiembre de 1791 y nos dejó el siguiente testimonio: «Pasada la 1ª, hay una
esclusa de retención, ahora tapada, aunque entra alguna agua por una de las
casetas del lado.»
Esta retención se construyó en 1775 con el objetivo, como señala Juan de Homar, de contener en este punto las avenidas del río Pisuerga. Con anterioridad a su construcción, la función de contener las aguas ante las previsibles avenidas la cumplían las compuertas superiores de la primera esclusa localizada en Barrio de San Vicente, que para tal fin se subieron cinco pies más.
El Inventario de 1851 describe minuciosamente las características de la esclusa y nos informa de que «tiene forma rectangular y está formada por un muro circular con el que queda cerrada y dos casetas de regulación». Este muro, ya definitivo tras la renuncia de construir el tramo de Alar del Rey a Bolmir (cerca de Reinosa), se realizó en el lugar que irían las compuertas previstas, como lo atestiguan los rebajes de los muros para acogerlas, «guardacompuertas» o «encajes».
Las dos casetas tienen planta rectangular y cubierta a cuatro aguas; se cierran con sillería de piedra arenisca y la cubierta con lajas de piedra, en origen, sustituidas hoy con teja. La caseta de la margen derecha tiene adosada una vivienda ocupando parte de su estructura.
El puente, realizado con piedra arenisca, presenta un arco de medio punto y dos arquillos laterales. Los pretiles originales fueron sustituidos por otros de hormigón y barandilla metálica.
El nuevo poblamiento
El 19 de junio de 1792, Juan de Homar, ingeniero director del Canal de Castilla, y Juan Mozo, tesorero de dicho canal, remiten un oficio al secretario de despacho de Hacienda, Diego de Gardoqui, en el que exponen, entre otros asuntos, la conveniencia de convertir en una nueva población el despoblado de Alar. Dado que dicho término era propiedad de la comunidad de religiosas del monasterio de San Andrés de Arroyo convendría, para evitar los ulteriores recursos que pudiera plantear dicha comunidad, negociar con la misma la compra del despoblado de Alar con todos sus derechos. Tras recibir la autorización regia por la Real Orden del 2 de agosto del mismo año, se iniciaron las negociaciones que culminaron con la formalización de la escritura el 30 de octubre, por la que la abadesa y monjas del monasterio de San Andrés de Arroyo vendían a la Corona los derechos sobre el término de Alar a cambio de 200 000 reales. El 3 de enero de 1793, Gardoqui comunica a Juan de Homar y Juan Mozo que el rey había aprobado la escritura y sus acuerdos, si bien los 200 mil reales se pagarían a cuenta de la asignación recibida por los reales canales.
Por Orden de 28 de noviembre de 1793, a propuesta de Juan de Homar y Juan Mozo, el rey resuelve que la villa de Alar se denomine Alar del Rey.
Este fue el
punto de partida del establecimiento de la primera y única superviviente de las
nuevas poblaciones del Canal: Alar del Rey. Parece oportuno reproducir lo que
recoge al respecto Juan Homar en su Memoria de 1800: «En esta nueva
población […] tiene la Real Hacienda un molino harinero de 4 paradas, un batán
de paños con 8 pilas, dos casas para el batanero y el molinero, un mesón, tres
grandes almacenes, los dos contiguos al puerto con máquinas de economía para la
descarga, y el otro para maderas de compuertas, tres bodegas, ocho casas en las
que ya habitan 9 vecinos, un oratorio o capilla de la que me nombró S. M. Patrono,
una inclusa de retención para sujetar las avenidas del río Pisuerga, dos
puentes de comunicación y un tejar». En el Diccionario de
Miñano se precisa que en las tres bodegas había 21 cubas para descargar
el vino del transporte.
Este nuevo poblamiento sufrirá
las consecuencias de la guerra de Independencia y conflictos posteriores de
manera que, en 1845, en el Diccionario de Madoz se puede leer que la
población se había quedado reducida a «5 vecinos: 25 almas.»
El muelle viejo
Escribe el capitán Fermín
Pujol en su «Memoria» de 1844, que pasada la retención «hay una derivación que
forma como una ensenada y sirve de depósito a los barcos. Alrededor hay paneras
o almacenes de granos, harinas y demás efectos y son unos edificios sencillos,
de un solo piso a manera de grandes salas sin más divisiones».
En el muelle viejo, en la
margen derecha y junto a la pasarela, se conserva un almacén de 70 x 16 m, con
cerramiento de sillares de piedra arenisca. En su momento fue rehabilitado pero
el tejado necesita reparaciones.
Efectivamente, una vez
concluido el ramal Sur en 1835 se estableció la navegación regular desde
Valladolid a Alar del rey. El tráfico por el Canal experimentará una expansión
espectacular a partir de 1849, cuando se abrió al tráfico el ramal de Campos.
Todo ello se reflejará en el auge constructivo desarrollado en torno al muelle de Alar en las décadas de 1840 y 1850.
La nueva dársena
La incapacidad del muelle
viejo para dar cabida al incremento de embarcaciones que llegaban hasta él hizo
necesaria la construcción de una nueva dársena que se realizó entre 1857 y
1858. La dársena o muelle nuevo, realizada con sillería de piedra caliza,
conserva parte de las argollas para el atraque de las barcazas y de la vía de
ferrocarril existente entre la dársena y los almacenes.
En esta nueva dársena se
edificaron nuevos almacenes entre los que destacaron el de Santa Cruz y, sobre
todo, el «Almacén Grande». Este último, también conocido como «nave de los
Picos», se sitúa en la margen derecha de la dársena y fue construido a medias
con el Ferrocarril de Isabel II. El interior quedaba distribuido en 12 naves de
30 pies con cubierta a dos aguas, semejando dientes de sierra (Raúl Guerra
Garrido), que dan nombre al almacén. El edificio fue provisto de líneas férreas
en las fachadas de mayor longitud y en su interior.
La construcción fue objeto de
reforma en los años 20 del siglo pasado, una vez que se produjo la reversión
del Canal al Estado, cuyo proyecto de reforma fue redactado por el ingeniero
Eduardo Fungairiño en 1923.
A partir de 1959, con la
suspensión de la navegación por el Canal, se inicia un proceso de
deterioro del conjunto de la dársena e instalaciones que concluyen con su
entrada en la lista roja de patrimonio en peligro (27 marzo, 2008).
2006 |
A finales de ese mismo año, la Consejería de Fomento contrata las obras de rehabilitación de la «nave de picos». Sin embargo, todavía en enero de 2013 se publica en el Boletín Oficial de la Provincia la licitación de las obras de finalización del acondicionamiento de la Nave Picos del Canal de Castilla en Alar del Rey como centro de recepción de visitantes.
El proyecto de acondicionamiento de su
interior contemplaba un área con un punto de información turística; una zona de
exposición permanente y otra temporal; una cafetería, un espacio destinado a
tienda temática para la exposición y venta de productos de la provincia, y un
vivero de empresas vinculadas al turismo.
Enfrente, en la margen izquierda, se sitúa la bodega. Se trata de una construcción de piedra, con tres departamentos alargados con sus correspondientes portones flanqueados por contrafuertes y cubiertos con sendas bóvedas de cañón. La techumbre exterior se recubrió de una buena capa de tierra. En el Inventario de 18521 se indica que la bodega estaba precedida por un pórtico o tinglado «formado sobre cinco pies derechos de madera con sus piedras poyales... cubierto de buenas maderas y retejas».
Raúl Guerra Garrido escribe, en Castilla en canal, que el
espacio de esta construcción ha sido utilizado sucesivamente como mazmorra,
trastero, estercolero, cochiquera y para el cultivo de champiñones.
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