sábado, 1 de junio de 2024

El ramal de Campos: 1753-1757


1 Carlos Lemaur y Antonio de Ulloa (1753-1754)

La apertura del Canal de Campos tuvo lugar el 16 de julio de 1753. Anteriormente, en concreto el 7 de junio de ese mismo año, Carlos Lemaur recibió la orden de que abandonara los trabajos que estaba realizando en el proyecto del canal de Segovia al Duero y comenzara la traza del canal de Campos según el último proyecto que él mismo había elaborado. Al respecto, parece oportuno recordar que el primer proyecto de Lemaur cubría una distancia de 55 mil varas frente a las 80 mil previstas en el nuevo proyecto, cuya ejecución se iba a iniciar. Por esta razón, en 1876, Fernando de Ulloa planteaba la posibilidad de continuar las obras en el canal de Campos tomando como referencia el primer proyecto en vez de hacerlo con el nuevo, dado que «todavía hay 9 mil varas menos a Medina de Rioseco desde Grijota que desde Paredes de Nava» [1].

Una vez que Lemaur hubo llegado a Calahorra de Ribas, inició una nueva nivelación desde este lugar hasta Castil de Vela, que se concluyó en seis días. Después empezó a trazar formalmente el canal desde la presa de Calahorra. La primera parte fue una gran línea recta, que tomaba como referencia el campanario del convento de Recoletos Franciscos, de 5000 varas de largo. Después trazó otro tramo, del que Lemaur no indica su longitud, formado por diferentes curvas, que se dirigía por la pendiente de la cuesta de Valdemudo. Antonio de Ulloa precisa que cuando se inicia la excavación el 16 de julio de 1753 se tenía ya trazado un tramo de canal de 8000 varas [2].


Camino de Valdemudo

Según Lemaur, una vez concluida la traza de la parte del canal indicada, se presentó Antonio de Ulloa a inspeccionar el trabajo realizado y le puso al corriente de la instrucción que estaba elaborando, y que se publicó el 25 de agosto, en cuyo capítulo 56 se indica que a Ulloa «se le tiene encargada la Dirección e Inspección total de los canales de Castilla […] D. Carlos, los ingenieros sus subalternos, agrimensores, la tropa y cuanta gente se ocupare en las obras, estarán sujetos a sus órdenes …» [3]. Lemaur se mostró contrariado ante la noticia pues «hasta aquí había recibido inmediatamente las órdenes del ministro y no había conocido otro superior en el encargo».

Ulloa hizo modificar la traza realizada por Lemaur en su segundo tramo, a quien ordenó cortar la cuesta de Valdemudo para evitar las curvas del anterior trazado, lo que supondría, según Lemaur, un gasto de 140 000 reales por encima de lo necesario. Por su parte, la percepción que tenía en esos momentos Ulloa de sus relaciones con Lemaur queda de manifiesto en el siguiente párrafo contenido en la carta dirigida a Ordeñana: «Amigo y señor: Las cosas hasta el presente van bien por aquí; Lemaur se va aviniendo a la razón y observa lo que le digo» [4].

A partir de ese momento, Lemaur abandonó la traza del canal y se centró en el gobierno de la obra y en el método económico establecidos en la instrucción. El propio Lemaur relata que Ulloa pretendía utilizar el sistema de asiento (contrato entre el gobierno y particulares) para la ejecución de las obras del canal y que él lo convenció para que utilizara el método de trabajo a destajo, que fue el que se incluyó en la instrucción.

La organización del trabajo y el precio que se debía pagar por el mismo, establecidos en la instrucción, plantearon problemas a la hora de llevarlo a la práctica, tal y como lo describe Lemaur. Concebida la excavación a destajo, no se pagaba por día sino una vez que se hubieran concluidos los tramos y medido el trabajo realizado. Para que los trabajadores pudieran sobrevivir mientras tanto, se les proporcionaría, a cuenta, una porción de pan y de vino que «prudentemente necesiten para su consumo y seis cuartos en dinero [poco más de 1,5 reales] para cada persona» Por otra parte, el método que debería seguir Lemaur en la excavación consistía en dividir la traza del canal en tramos de 200 varas y a cada tramo se asignaría una compañía integrada por 25 trabajadores, uno de los cuales actuaría de capataz. Según el cálculo que se realiza en la instrucción, si cada trabajador excava 4 varas cúbicas al día, en 40 días los 25 trabajadores de la compañía habrían excavado las 200 varas lineales.

El sistema de pago establecido no fue bien recibido por los trabajadores y los capataces se resistían a tener que reunir un número fijo de trabajadores y no aceptaban emprender una extensión superior a las 60 varas. Ante esta situación, se decidió anticipar a los trabajadores dos reales y medio, a cuenta, y reducir el tramo para cada compañía de 200 a 100 varas, con lo que se reduciría el tiempo de espera para percibir el resto de la paga, según el trabajo realizado.

Aunque la excavación se había iniciado el 16 de julio, la escasez de mano de obra, ocupada en las tareas de la recolección de las cosechas, como señala Antonio de Ulloa, determinó que el trabajo en serio de la excavación empezara en octubre de 1753. Mientras tanto, el reducido número de trabajadores (27 inicialmente, que se fueron incrementando hasta los 500 en los meses de agosto y septiembre, pero que permanecieron pocos días en el trabajo) fue empleado en las obras para calibrar los precios justos que se debía pagar la vara cúbica de excavación en función de la mayor o menor dureza del terreno, así como en los preparativos.


Zona de Valdemudo

Al finalizar el verano, concluidas las tareas del campo y asentado el método de cobro, los obreros llegaron en gran número para trabajar en la obra del canal, de manera que en poco tiempo hubo mil quinientos hombres trabajando, acelerando así los trabajos de excavación. Sin embargo, esta nueva situación acarreó un nuevo problema. Distribuidos los trabajadores de cien en cien varas de distancia, se extendió tanto la obra que el sobrestante encargado de elaborar la lista de quienes realizaban el trabajo apenas lo podía hacer en un día. Estas listas figuraban en el inventario de entrega de Lemaur desde septiembre de 1753 hasta el 15 de septiembre de 1754.

A principios de septiembre Antonio de Ulloa se marchó a París dejando a uno de los ingenieros el encargo de cortar la madera necesaria para construir una barca y un Jac y para las puertas de una esclusa que se debía construir para la toma de las aguas. Por su parte, Lemaur debería proseguir las obras del canal con el otro ingeniero y un sobrestante cuya ocupación continua, como se ha señalado, era hacer la lista de los trabajadores que en cada día se hallaban en la compañía de cada capataz, a fin de distribuirles los dos reales y medio previstos para el socorro. Estos dos ingenieros mencionados por Lemaur, cuyos nombres no indica, podrían ser Jorge Sicre y Juan Courtoy.

En estas circunstancias, según Lemaur la calidad de las obras dejaba mucho que desear «por ser ejecutadas por hombres poco instruidos y a los que pocas personas cuidan, de donde ha provenido que las tierras de los diques estén tan mal dispuestas y el gasto doble que se ha hecho en lograr la excavación de la cuesta de Valdemudo, por haberse puesto las tierras demasiado cerca del borde, que ha sido menester retirarlas». Es posible que esta queja de Lemaur esté detrás de la decisión de que el 10 de octubre de 1753 el ingeniero Joaquín Casaviella fuera también destinado al canal de Campos.

Por otro lado, el anticipo a cuenta de dos reales y medio (el llamado socorro) estaba creando situaciones en las que este pudiera ser superior a lo que debería percibir el trabajador. Para evitarlo, Lemaur procedió a reducir en medio real el anticipo y contrató a otros dos sobrestantes para que con cuidado vigilasen que el socorro de cada compañía fuese correspondiente al número de hombres que en ella existía. El ministro desautorizó esta última decisión, ante lo que Lemaur decidió contratarlos por su cuenta durante los meses de octubre, noviembre y diciembre.

A pesar de todos estos inconvenientes, cuando Antonio de Ulloa regresó de París, a finales de noviembre, las obras habían avanzado 6 000 varas más de lo que estaban cundo él marchó, con lo que la excavación habría llegado cerca del Serrón. Ulloa consideró que las excesivas curvas del último tramo se apartaban de lo que se establecía en el artículo cuarto de la instrucción: «siempre que el nivel del terreno se lo permita procurará sacar el canal en distancias derechas y lo más largas que sea posible». Para evitar que esto se volviera a repetir, Ulloa ordenó a Lemaur que no colocara a los trabajadores en las nuevas partes trazadas hasta que no recibiera su expresa autorización.


Camino de El Serrón

Informa Lemaur que, como todo lo que se había trazado cuando llegó Ulloa estaba ocupado por las compañías, continuó la traza más allá, pero haciendo grandes líneas rectas, de la que formó un plano con las nivelaciones, que fue aprobado. Con la información que aporta Lemaur en el documento de referencia resulta difícil fijar el punto en donde concluía la excavación en esa fecha y hasta dónde llegaba la traza aprobada por Antonio de Ulloa. La duda se resolvería fácilmente si se tuviera acceso a la documentación que integraba el inventario que Lemaur entregó el 21 de febrero de 1755, en el que figura una amplia relación de planos, documentos y enseres topográficos. En ese inventario hay un dato que permite esclarecer, en parte, la cronología del avance de las obras: en enero de 1754 estaba construido el acueducto de Cavarrosa [Corbejones], pasada la cuesta del Serrón.

Una vez que de nuevo se machó Antonio de Ulloa, a los ocho días de haber llegado, Lemaur trató de resolver de una vez por todas el problema del socorro diario en varias compañías. El medio que encontró fue el de reducir dicho socorro a un solo pan en la primera semana, asegurando a los capataces que al fin de cada una de ellas se les mediría su obra y que el domingo se les daría una suma proporcionada a lo que hubieran devengado. Para calcular las obras realizadas por cada trabajador y lo que correspondía recibir por ello, Lemaur elaboró unas tablas tan útiles que permitieron remitir a la corte cada semana un estado de lo que cada uno había recibido sobre la obra emprendida y de la que estaba totalmente concluida. En el inventario de entrega de Lemaur [5] figuraban estas plantillas desde enero de 1754 hasta el 15 de febrero de 1755.

Resuelto definitivamente el problema, Lemaur pudo poner toda su atención en la traza del canal, así como en los proyectos de puentes, acueductos y de la esclusa que se debía construir cerca de Calahorra.


Acueducto de Cavarrosa

Al llegar la primavera, la traza aprobada se fue llenando de trabajadores de manera que Lemaur consideró que debía realizar la traza del nuevo tramo de la que elaboró un plano que remitió a Ulloa. Pero como seguían llegando trabajadores y Ulloa tardaba en devolver el plano con su aprobación, decidió distribuir a las compañías en la nueva parte trazada, que en un solo día se llenó de trabajadores y que adelantaron mucho su obra. Entonces llegó el mapa en el que Ulloa había señalado tres derrotas para que Lemaur eligiera la que considerara más idónea.

Antonio de Ulloa llegó a principios de mayo y lo primero que hizo fue hacer parar la obra emprendida y mudar la dirección del canal, de modo que a los 7 mil reales ya gastados en la excavación terminada había que sumar los 9 mil que se emplearon en la nueva excavación. Por la información que suministra Lemaur se puede suponer que esta doble excavación se produjo en la zona anterior a Villaumbrales, en la que se incluiría el lugar donde más tarde se construiría el acueducto de las Palomas, según plano de Fernando de Ulloa.

Antonio de Ulloa se hizo cargo de la traza desde Villaumbrales hasta la ermita llamada de Trasmuro, en la que empleó ocho días y con una derrota cuya ejecución, siempre según Lemaur, costaría 34 mil reales en vez de los 10 mil que podría haber costado con una derrota no sujeta al trazado rectilíneo. Por las mismas fechas, Ulloa encargó al ingeniero Joaquín Casaviella el desvío de tierras, ensanche y escarpes de la cuesta de Valdemudo, así como la composición de diques.

Por otra parte, Ulloa ordenó que desde este punto se diera a la excavación diez pies de modo que el canal, aunque no corriera el agua, tuviera siempre 10 pies de profundidad, con lo que se aseguraba la navegación. Según los cálculos de Lemaur, esta decisión de Ulloa supondría un incremento del gasto, entre la ermita de Trasmuro y Sahagún, de unos 486 mil reales.


Al fondo, Villaumbrales

Informa Antonio de Ulloa en su «Representación y memoria» que, en el mes de julio, tras el cese del marqués de la Ensenada, se recibió la orden de parar la excavación. Las dos razones para tomar la decisión fueron la de perfeccionar lo ya ejecutado, haciendo las obras de cantería que faltaban y levantando los diques en aquellos parajes que lo requirieran, y la de sacar provecho a lo ya ejecutado. En relación con estas órdenes, el ingeniero Pedro Fernando de Ara fue destinado al canal de Campos para comandar las obras de cantería. En todo caso, la excavación continuó hasta finales de noviembre en que se llegó a su conclusión a un cuarto de legua de Paredes de Nava.

La obra ejecutada durante 13 meses, según informa Antonio de Ulloa, fue la de 33 800 varas de excavación. En esa distancia se cortaron las cuestas de Valdemudo, con 600 varas de longitud y 36 pies de altura, la de Grijota, con 200 varas de longitud y 36 de altura, y otras varias de menor altura. Además, debían ejecutarse 4 puentes de comunicación y varios acueductos, aunque de momento solo se había construido el puente de Valdemudo, así como los acueductos de Casablanca y el de Cavarrosa. 


Puente de Valdemudo

De cara a la navegación, en Villaumbrales había un puerto de forma cuadrada, en Becerril había otro, de forma circular, delante de la parroquia de San Juan.  Por otra parte, en Becerrilejos se había construido un astillero para fabricar las embarcaciones y hacer todas las obras de carpintería que fueran necesarias. Delante, se encontraba un puerto de forma cuadrada preparado para conservación de madera.

La excavación desde Villaumbrales se encamina hacia Becerril y lleva el curso por entre la parroquia de San Juan y la población; sigue contorneando la misma, próxima a sus casas, hasta la parroquia de Santa María desde donde, después de haber dado una vuelta de casi tres cuartos de legua a un gran valle, se encamina hacia Paredes y, a la distancia de un cuarto de legua de la población, se termina frente a ella lo ejecutado.

En el mismo documento en el que informa de las obras indicadas en los párrafos precedentes, Antonio de Ulloa presenta la dimisión de su cargo el 24 de diciembre de 1754.

En un documento escrito en 1771 [6], Lemaur da información, de forma poco precisa y con errores de fechas, sobre sus últimos enfrentamientos con Antonio de Ulloa. Según el autor del documento, escrito en tercera persona, a finales de 1754 Ulloa le hizo trazar el trozo de canal comprendido entre el término en que quedó lo ejecutado cerca de paredes de Nava hasta el arroyo Carropadilla, cuyo coste de excavación había de importar más de 1 400 000 reales, siendo así que dirigiéndose el canal según lo proyectado la parte correspondiente había de costar solo 140 000 reales y un centenar de varas más corto.

Siempre según Lemur, también Ulloa le dio la orden de cortar en línea recta un contorno cerca de Valdemudo cavando un nuevo canal. Lemaur denunció ante el conde de Valdeparaíso «la injusticia del proceder de Ulloa, así como la inutilidad del nuevo gasto».  Valdeparaíso pidió a Lemaur que justificase ante Ulloa la perfección y economía de la obra realizada anteriormente. Aquel lo ejecutó por escrito y, en consecuencia, Ulloa retiró la orden de proceder a la nueva excavación. Desde entonces, «este no paró hasta lograr la separación de Lemaur [del canal] que se ejecutó en febrero de 1755».

Precisamente, el trazado sinuoso entre los acueductos de Valdemudo y Casablanca fue objeto de deliberación en la junta constituida por el conde de Valdeparaiso y cuyo resultado se recogió en el artículo 21 de la Instrucción de 1758: «Las revueltas que hace el canal desde el acueducto de Valdemudo al de Casablanca podrán quedar así hasta la unión de canales pues entonces se verá el modo de corregirlas con una línea recta…» [7].


El canal a su paso por Becerril

 

2 Silvestre Abarca (1755)

Las Reales Instrucciones de marzo de 1755 ordenan la apertura del canal del Norte, tras los correspondientes reconocimientos y elaboración del proyecto. Mientras tanto, se continuarían las obras de cantería y diques que faltaban en el canal de Campos. Al tiempo, según la propuesta realizada por Antonio de Ulloa en la memoria de diciembre de 1854, se nombraba a Juan de Miranda y Oquendo, fiscal de la Chancillería de Valladolid y juez privativo del canal de Campos, como superintendente del Canal de Navegación de Castilla. Así mismo, se nombró a Silvestre Abarca, capitán e ingeniero en segunda, para que se encargase de la excavación y formación de los proyectos en lugar de Carlos Lemaur. Otros dos ingenieros, que estaban encargados el uno de la cantería y el otro de los diques y el revestimiento del canal, continuaron en sus encargos con dependencia de Silvestre Abarca como ingeniero principal y del detalle. A todos se les dio su instrucción particular para su gobierno como así mismo al teniente de Navío, Gaspar Rial, responsable del astillero y a José Mozo de la Torre, encargado de tesorería. La información del contenido de estas instrucciones procede de lo recogido en la «Relación histórica de los Canales de Castilla» de Fernando de Ulloa. En el fondo del AGMM se conservan las otras instrucciones específicas [8].     

Abarca elaboró un informe, firmado en Villaumbrales el 22 de mayo de 1755, sobre el reconocimiento realizado al canal de Campos el 30 de abril de ese mismo año. Lo primero que llama la atención de dicho informe es que en él plantea la conveniencia de reflexionar sobre la posibilidad de dedicar el canal de Campos exclusivamente al riego, al menos hasta que estuviera concluido el proyecto del canal desde Olea hasta su unión con el de Campos [9].

En el informe se pueden diferenciar tres partes fundamentales. En la primera se hace un repaso de los principales defectos detectados en las obras efectuadas en el canal. En la segunda se ofrecen los datos del coste económico de dichas obras, y en la tercera se señalan las obras de cantería concluidas y los diques reparados.

Abarca considera que el origen de todos los errores que se detectan en la construcción del canal está en la precipitación y en la brevedad con la que se realizó. Se formaba la traza al paso que los obreros iban excavando y, como no se miraba más que a la brevedad, los trabajadores dejaron las tierras que sacaban del canal como les resultaba más cómodo, sin que nadie pensase en dirigirlos. Y como no tuvieron tiempo para examinar el terreno, la dirección fue por lugares tan bajos, que quedaron muchos necesitados de proteger con diques con greda, cuya recomposición tendría un coste de más de 300 mil reales. Y si se hubiera mirado con un poco de más atención, se pudiera haber abierto el canal más arriba con el mismo coste, con más rectitud, ganando mucho más terreno para regar y ahorrando algunos acueductos que costaron muchos caudales y tiempo.


Acueducto de Casablanca

No se construyeron contrafosos para dirigir las aguas de lluvia a los lugares donde hubiera acueductos, salvo en dos casos y, por lo demás, muy pequeños. Se contentaron con poner al borde del canal tierra sobrepuesta lo que provocó que las aguas se acumularan en las zonas bajas de forma que terminaron por romper el borde de las tierras sobrepuestas, afectando gravemente al canal, o que los propietarios de las heredades inundadas abrieran desaguaderos para conducir las aguas al canal, con lo que se podría cegar con la tierra que entrara en él o habría que limpiarlo cada año.

A los caminos de sirga se les dio poca extensión y en muchos lugares se destruyeron por las lluvias de forma que en poco tiempo no quedaría camino para tirar de las barcas. La ampliación de los caminos hasta los 14 pies y la construcción de los contrafosos necesarios requeriría remover las tierras sacadas del canal y extenderlas de forma que no fueran perjudiciales. Todo ello tendría un coste superior a la que había supuesto la apertura del canal. Por esta razón, Abarca pensaba que era mejor no tocar las tierras por el momento hasta que no estuviera concluido el canal que se proyectaba.

Abarca consideraba que, por el contrario, debían construirse con la mayor brevedad posible los acueductos, con el objetivo de que el territorio disfrutara en el año siguiente del riego, recomponiendo solo los caminos necesarios para que los hombres pudieran tirar de las barcas que debían conducir los materiales para la mampostería y la greda para los diques, pues con ellas se ahorraba mucho en los transportes.

La mayor parte de las críticas formuladas por Abarca fueron puestas en cuestión por Fernando de Ulloa, quien también manifestó su desacuerdo con las propuestas realizadas por Abarca en su informe. Por otra parte, Ulloa defiende la labor de los ingenieros en este periodo: «En obsequio de la verdad diré que en aquel tiempo había aquí una porción de ingenieros tan impuestos y tan a propósito para todo lo correspondiente al Canal que sería de desear que en todas partes se encontrasen iguales» [10].

El coste de las obras del canal construido, desde su inicio hasta el día del reconocimiento, fue el siguiente:

-      Excavación: 1 935 359 reales y 28 maravedíes

-      Cantería: 337 661 reales y 25 y medio mds.

-      Diques: 67 590 reales y 21 y medio mds.

-      Astillero, fraguas, panaderías, tiendas, empleados y otros gastos: 1 430 269 reales y 10 mds.

Total: 3 770 881 reales y 20 mds.

En cuanto a las obras de cantería ejecutadas no se presentan novedades importantes con respecto a las indicadas por Antonio de Ulloa. En relación con los acueductos se indica que ya se habían realizado los cimientos del de Valdemudo y se cita otro del que no hay referencias: «de los Calzes». También se informa de que se habían concluidos los diques hasta el puente de Valdemudo.


Acueducto de Valdemudo

Una vez que Abarca dio las instrucciones de lo que había que hacer en las obras, se dirigió al Norte para iniciar el reconocimiento y formación del proyecto desde Olea a la unión con el canal de Campos en el río Carrión. El proyecto elaborado por Abarca, que se resumirá más adelante, no será aceptado por la secretaría de Estado y, según consta en las instrucciones firmadas por el conde de Valdeparaíso el 26 de enero de 1756 [11], se pospuso la apertura del canal del Norte y, de nuevo, se decidió la prolongación del canal de Campos hasta Castil de Vela.

 

3 Fernando de Ulloa (1756-1757)

En el artículo tercero de las instrucciones señaladas se indican los nuevos nombramientos de los encargados de ejecutar las obras de continuación del canal de Campos: a Francisco Ibarrola como ministro de Hacienda en el canal, a Fernando de Ulloa como ingeniero principal de la obra, a Joaquín Casaviella, Juan Courtoy y Jorge Próspero de Sicre como ingenieros ayudantes y a José Mozo de la Torre como tesorero. En las instrucciones también se establecía que antes de emprender la continuación del canal de Campos había que concluir las obras que faltaban en las 33 800 varas ya abiertas. Aunque hubo mucho que hacer, se dieron por concluidas dichas obras a finales del año de 1757.


Puente de Villaumbrales

Mientras tanto, Ibarrola y el propio Ulloa reconocieron el curso del canal hasta Castil de Vela y la situación del terreno hasta Medina de Rioseco y de allí hasta León para tener una idea clara de lo se debía hacer. Sorprendentemente, realizaron otro viaje para reconocer el curso del canal desde Calahorra hasta Olea y de allí continuaron hasta Reinosa y Santander. Como resultado de estos reconocimientos, a finales de 1757, una vez concluidas las obras del canal de Campos, Ibarrola y Ulloa resolvieron marchar a Madrid para comunicar su parecer de que sería más útil construir el canal del Norte que continuar el canal de Campos.

Las obras de cantería realizadas, desde que se iniciaron en 1753 hasta finales de 1757, fueron 13 acueductos (aunque Ulloa indica 17), 3 puentes de sillería y 5 casetas de regadío. También estaban terminadas las acequias principales para el riego de todo el territorio al que llegaban las aguas. De este conjunto de obras no se puede precisar cuáles de ellas se ejecutaron durante el año escaso en que Silvestre Abarca estuvo al frente de las mismas, pues no hay información al respecto. En todo caso, el plano del acueducto de las Palomas, que sigue al de Cavarrosa o Corbejones ya ejecutado en enero de 1754, está firmado por Fernando de Ulloa el 19 de marzo de 1756.

Estas obras se pueden contemplar en la actualidad, aunque las arquetas de riego se encuentran en muy mal estado. Entre Calahorra de Ribas y El Serrón se localizan el puente y el acueducto de Valdemudo, así como el acueducto de Casablanca; entre El Serrón y Villaumbrales, el acueducto y la arqueta de Corbejones, el acueducto de las Palomas, el puente de Villaumbrales y el acueducto del Serení o Tres Casas; entre Villaumbrales y Becerril, el acueducto y la arqueta de Antanillas, el acueducto de la Barquilla, el acueducto de San Pelayo, el puente de Becerril, la arqueta y el acueducto de Santa María; entre Becerril y Sahagún el Real, el acueducto de Santocilde, la arqueta y el acueducto de Arenales, el acueducto del Belloto, el acueducto del Real y la arqueta de Sahagún.


Puente de Becerril

Tras el reconocimiento realizado por el mariscal de Campo, Antonio Flobert, en compañía del coronel Carlos Devit, a las obras iniciadas en el ramal Norte y a las ya ejecutadas en el ramal de Campos, en el verano de 1761, Flobert valoró que las obras de cantería de este último ramal estaban «bastante bien trabajadas y en buen estado». Por el contrario, en cuanto a la traza de la excavación, se cometieron errores por no haber seguido la prescrita por Antonio de Ulloa «además de ser defectuosa por los muchos senos y vueltas, que son contrarios a la brevedad y conveniencias de la navegación» [12].

Aunque las obras de continuación del canal de Campos desde Paredes de Nava no llegaron a iniciarse, si tuvieron lugar otras actuaciones. En el año de 1767 se regaron unas 700 obradas de tierra (la obrada equivalía, según localidades, a unos 4000 metros cuadrados), consiguiendo una gran cosecha y lamentado no haber aplicado el riego más generalmente y con más tiempo.

Años antes se iniciaron reclamaciones relacionadas con la toma de aguas del canal de Campos en el río Carrión que no se cerraron hasta el 19 de mayo de 1778. En el artículo primero de la Instrucción de 26 de enero de 1756 se ordenaba que las aguas tomadas del Carrión se debían aprovechar para regar todo el territorio que se haya más bajo que los lugares por donde pasa que son Grijota, Villaumbrales, Becerril, Paredes, Fuentes de Nava, Capillas y Castrillo de Vela. A partir de esta manifiesta intención de poner en marcha los riegos, varios importantes propietarios de los molinos que también utilizaban las aguas del Carrión iniciaron un proceso de quejas y denuncias contra la toma de aguas por el canal de Campos.


Acueducto del Belloto

El pleito más sonado fue el protagonizado por los propietarios de los molinos de la ribera de Perales. En mayo de 1769 tiene lugar la cesión voluntaria que el concejo, vecinos y comunidad eclesiástica de la villa de Paredes de Nava hicieron a S.M. para sacar las aguas del río Carrión para el recebo, riego y demás que necesitase el canal.  Por la Real Resolución de septiembre de ese mismo año se ordena que se tomen las aguas que haya menester el canal de Campos en el término de la villa de Paredes, colocándose en la parte que se considere más a propósito unas compuertas que las comunique al referido canal por la acequia que para este fin debería construirse. 

El 12 de marzo de 1770, José Mozo de la Torre y Fernando de Ulloa se reunieron para determinar el lugar donde realizar la toma de agua en el río Carrión para la acequia que conduciría las aguas desde este río hasta el canal de Campos. Ulloa señaló como el lugar idóneo la parte inferior del molino de Paredes. Se inició la nivelación y la traza del lugar para que, dirigiéndola por todo el término de Paredes hasta entrar en la Cañada Real, de donde seguía por los de Perales y los demás intermedios hasta introducirse en el canal de Campos.

Tras un largo proceso judicial, finalmente el Auto de 10 de septiembre de 1776 manda que se establezcan las compuertas en el puerto y sitio llamado de la Cocinilla, señalado por Fernando de Ulloa, director de los reales canales de Castilla. Sin embargo, el 10 de enero de 1777 José A. Mozo de la Torre comunica a Fernando de Ulloa que los apoderados de la villa de Paredes y los dueños de las cuatro primeras casas de molinos de la ribera de Perales habían llegado a un acuerdo para surtir de aguas a dichos molinos. En virtud de ese acuerdo, Ulloa propone realizar la acequia desde el último molino llamado de Requejo al canal y, en consecuencia, ordena al capitán e ingeniero ordinario, Juan de Homar, encargado del detalle de las obras, para que iniciase la ejecución de dicha acequia [13].


Arqueta de riego de Sahagún

 

 Referencias

[1]         Ulloa, F. (1786): «Relación histórica de los Canales de Castilla», f.257. [AGMM. CGD. R.23. Sign. 3-2-1-1 (Parte 2), ff. 250-264].

[2]        Rodríguez Villa, A. (1878): Don Cenon de Somodevilla, Marqués de la Ensenada: ensayo biográfico…, pág. 359. Madrid: Librería de M. Murillo..., 1878. Enlace: Biblioteca Digital Hispánica.

[3]        Ulloa, A. (1753): «Instrucción de lo que el ingeniero ordinario, Carlos Lemaur, deberá practicar en la ejecución del Canal de Campos…», n.o 56. [CHD/CCHC0084-04].

[4]          Rodríguez Villa: Don Cenón de Somodevilla…, pág. 359.

[5]       Cese de Carlos Lemaur: «inventario y entrega de los documentos y planos que estaban en su poder. 21 de febrero de 1755. [CHD/CCHC0009-02].

[6]   Breve relación de las operaciones, sucesos y persecuciones que ha padecido el ingeniero Carlos Lemaur…  dirigida al secretario de Hacienda Miguel de Muzquiz en 14 de agosto de 1771. [Archivo de Campomanes, 19-14].

[7]          El Conde de Valparaiso. «Instrucción de lo que el Rey manda se observe en la apertura del Canal del Norte en Castilla...» Aranjuez, 7 de julio de 1758. [ACH/CCHC0002-35].

[8]          Buen Retiro, marzo de 1755: Instrucciones particulares…  [AGMM. CGD. R.28. Sign. 3-3-12-4, ff. 164-229, 290-309, 330-408].

[9]        Silvestre Abarca: «Relación de la situación del canal (…) y del estado en que se halló el día 30 de abril de 1755, en que se hizo el primer reconocimiento.» Villaumbrales, 22 de mayo de 1755. [AGMM. CGD. R.28. Sign. 3-3-12-4, ff. 230-235].

[10]       Fernando de Ulloa: «Relación de la situación del canal (…) y del estado en que se halló el 30 de abril de 1755, en que se hizo el primer reconocimiento». 20 de julio de 1780. [AGMM. CGD. R.23. Sign. 3-2-1-1 (parte 2), ff. 145-155].

[11]       Fernando de Ulloa: «Copia de la Instrucción que el Rey manda se observe en la apertura del Canal de Campos en Castilla». Villaumbrales, 27 de febrero de 1756. [AGMM. CGD. R.23. Sign. 3-2-1-1 (Parte 2), ff. 9-16].

[12]     Expediente sobre advertencias y prevenciones (…) presentadas al Rey por el mariscal de Campo Antonio Federico de Flobert tras el reconocimiento que hizo de las obras del Canal de Castilla. [CHD/CCHC0006-16].

[13]       Documento sin autor ni fecha: «Origen del Canal de Castilla» [CHD/CCHC0085-36].


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