viernes, 23 de junio de 2023

El Canal de Castilla: 1804-1831

 

1804- 1808

Los problemas financieros de la Real Hacienda acabaron provocando la interrupción definitiva de los trabajos hacia mediados de 1804. Poco después, según Juan Helguera, Homar «fue jubilado como director de los Canales de Castilla, al tiempo que su hijo José María…» (1). Helguera apoya este dato en un documento del archivo de la CHD en el que no aparece dicha información.  Supongo que fue un error al transcribir la nota. En todo caso, Homar seguía siendo director de los canales de Castilla a principios de octubre de 1804, según consta en el expediente del alumno de la Escuela de ingenieros de Caminos, Julián Rodríguez Medina (2). También Helguera informa que Juan López de Peñalver sustituyó a Homar como director de los canales de Castilla.  Pues bien, en la Gaceta de Madrid de 1.o de mayo de 1807 se puede leer: «Por fallecimiento de. D. Francisco Xavier La-Ripa, del consejo real, director de los canales imperial y real de Tauste en los reynos de Aragón y Navarra, se ha servido S. M. encargar la dirección general de los mismos y de los de Castilla la vieja, a D. Juan de Peñalver…» (3). En las distintas referencias biográficas de Peñalver a las que he tenido acceso no he encontrado ninguna información de que pudiera haber sido nombrado director de los canales de Castilla con anterioridad a enero de 1807.

Ante la falta de dotación por parte de la Real Hacienda, el canal tuvo que autofinanciarse con los ingresos proporcionados por la navegación, el principal ramo que dejaba grandes intereses, el canon de regadío y el arriendo de molinos y paradores, limitando la actividad a trabajos de conservación y mantenimiento.


 

1808-1820

Los recursos del canal se vieron gravemente afectados por los efectos de la Guerra de Independencia: los paradores o posadas, que daban en arriendo de tres a cuatro mil reales anuales, fueron incendiados en el mes de noviembre de 1808, a la entrada de los ejércitos por Alar del Rey y Herrera; las fábricas y los molinos interrumpieron muchas veces su trabajo y  sufrieron repetidos saqueos; de sus manufacturas se dieron porciones de consideración para surtir a las tropas nacionales y extranjeras, y con el mismo fin se entregaron más de 3 mil fanegas de trigo y otros efectos de bastante valor; la navegación estuvo enteramente paralizada; los parques que se hallaban provistos de cuantos efectos podían necesitar las obras sufrieron un terrible menoscabo; de suerte que todo cuanto pudo contribuir a la decadencia del canal  tuvo lugar (4) .

No obstante, según un artículo de la primera secretaría de Estado recogido en la Gaceta de Madrid de 8 de junio de 1815, el Canal de Castilla fue uno de los establecimientos que acaso se resintiera menos de los estragos de la guerra, y en la provincia de Palencia «la navegación, que tardó poco en habilitarse en gran parte, y hacerse útil al estado en el transporte de granos y otros artículos para el ejército que se hallaba entonces en Guipúzcoa y Navarra, se halla en el día expedita y en la mejor disposición de repetir servicios tan importantes con un ahorro inmenso de gastos de conducción, y evitando los perjuicios que de hacerla por acarreo o a lomo se ocasionan a la agricultura, ocupando en ella brazos y ganado en el tiempo que más escasean» (5).



Después de la guerra la navegación siguió en activo como se recoge en el documento indicado en la nota número cuatro: «La felicidad de este Canal ha consistido, muy principalmente, en que en los cuatro últimos años se han transportado con las barcas crecidas porciones de granos y harinas, con dirección al Puerto de Santander. Por consiguiente, se han aplicado sus productos a la construcción de puertas de esclusas y otras obras de igual necesidad».

Fernando VII había mandado que se promoviesen las obras del Canal y se desecase la Laguna de la Nava ganándose para la agricultura, de esta manera, cerca de 9.000 obradas (R.O. de 27 de enero de 1815). Sin embargo, como se recoge en el preámbulo de la Real Cedula de 1831, los deseos reales no se vieron cumplidos por el estado de la Hacienda y la independencia de las posesiones americanas.

De todas formas, el abandono sufrido por el canal durante años se deja sentir en los contrafosos y acueductos que no son capaces de dar salida a las aguas que bajan de las cuestas e invaden, a veces, el canal y amenazan con romper los diques.  La quiebra sufrida en el derrame de Calahorra con motivo de la terrible avenida de aguas del río Carrión exigía que el Gobierno aplicase los fondos necesarios para repararla y que dispensara una singular protección a estas interesantes obras prefiriendo su conservación por el momento al adelantamiento de ellas.


 

1820-1823

Durante el Trienio Liberal, a pesar de los esfuerzos del gobierno por mejorar la situación, la persistencia de las dificultades de la Hacienda los frustró. Por Real decreto de 14 de junio de 1820 se creó una comisión para formar un sistema general de comunicaciones interiores del reino, integrada por cuatro prestigiosos ingenieros y presidida por José Agustín de Larramendi. Esta comisión elaboró una memoria que se adjuntó a una propuesta de ley en la que se incluían parte de los planes diseñados en dicha memoria. En la propuesta de ley también se incluían la intención de «destinar al canal de Castilla dos millones de reales, por lo menos, a fin de poder continuar el cauce de dicho canal en lo que resta del presente año económico» (6).

La Comisión hizo suyo el contenido del informe particular de Agustín de Betancourt (de 30 de noviembre de 1803), sobre la prolongación del ramal Sur hasta Valladolid y de cara al año 1821 planteó las siguientes previsiones: «la dotación de este canal desde el año de 1785 era de 200.000 reales mensuales, y con 100.000 más que quería Betancourt serían 300.000 reales. Considerando la suma importancia de que el Canal alcanzara Valladolid cuanto antes, y las dificultades que había que vencer en el paso de Dueñas, se podrían emplearse útilmente en el año 4 millones de reales» (7).

Con estos proyectos de la Comisión deberá relacionarse el informe que Agustín de Larramendi, nombrado director general de Caminos y Canales el 1.o de agosto de 1821, elaboró a raíz del reconocimiento realizado al Canal en ese mismo año para su puesta en marcha (8).



A pesar de la propuesta de la Comisión, el Gobierno reconoce que sus dificultades económicas no le permitirán dedicar fondos al Canal, por lo que invita a las Diputaciones y a los particulares a financiar las obras, según consta en la real orden de 15 de agosto de 1821, mediante «la formación por acciones, o de otro modo, de una compañía o empresa que se quiera encargar de la continuación de estas obras, con la obligación de concluirlas en tiempo determinado. A este fin se le concederán todas las ventajas y seguridades que concilien sus intereses y los del Estado» (9).

De conformidad con esta real orden, las Diputaciones se reúnen en Palencia y acuerdan repartir cuatro millones y medio de reales entre las seis provincias de la demarcación como medio para financiar la continuidad del Canal de Castilla. Pero la Diputación de Valladolid no está de acuerdo con las conclusiones de la Junta y presenta como una posible solución de financiación: «… destinar los descubiertos de la contribución que con cualquier motivo tengan todos los pueblos de las seis provincias y por los años desde 1814 hasta el 1820, ambos inclusive» (10). De esta propuesta de la Diputación de Valladolid se hacen eco las Cortes que, por la Orden de 29 de junio de 1822, resuelven «que de los atrasos correspondientes a las contribuciones territoriales y de consumo de los años 1820 y 21, que deban los pueblos de las provincias de Valladolid, Zamora, Burgos, Santander, León, Salamanca, Palencia, Ávila y Segovia, se destine la cantidad que corresponda al Canal de Castilla en los presupuestos de dichos dos años a las obras de dicho canal» (11)

Mientras tanto, se hace necesario efectuar labores de mantenimiento y conservación en los tramos ya realizados. Las obras más urgentes para la rehabilitación del «Canal Nacional de Castilla» eran: la reedificación de la parte arruinada del derrame de Calahorra, el arreglo de diques, la limpia de contrafosos y acueductos en toda la extensión del canal y la construcción de varias compuertas de esclusas de los departamentos de Herrera y de Campos, aprovechando los herrajes de las que se desmontan.  Aunque sería necesario también construir las compuertas de las ocho esclusas que hay en la parte navegable del ramal Sur, se pospuso su ejecución dada el poco uso de la navegación en este corto trecho.

La llegada de los «Cien mil hijos de San Luis» y el restablecimiento del absolutismo pusieron fin a las expectativas creadas durante el Trienio Liberal.

 


1823-1831

En el preámbulo de la Real Cédula de 1831 se ofrece información de los antecedentes que condujeron a su aprobación. Al parecer, la continuación de las reparaciones del Canal con sus propios recursos, y una vez restablecida la navegación, posibilitó la llegada de los cereales de Tierra de Campos a los mercados de la costa española del Mediterráneo y a los de la isla de Cuba. Se hacía, pues, imprescindible la continuación de las obras del Canal, si se quería incrementar la riqueza del país. Con ese convencimiento, el rey Fernando VII dispuso que, tras una visita a las provincias catalanas (1827), el regreso a la Corte se realizara por Palencia y Valladolid para inspeccionar las obras personalmente y enterarse de los medios necesarios para completar el proyecto de la construcción del Canal.

En su estancia en Palencia, Fernando VII realizó un recorrido por el Canal desde Grijota a Villaumbrales a bordo del barco llamado San Fernando. Desembarcó en El Serrón para contemplar las maniobras en las esclusas y visitar los molinos, fábricas de harinas y almacenes. Embarcado de nuevo, llegó a Villaumbrales en donde reconoció el dique de carenar las barcas, las maderas de construcción y almacenes (12).

La visita al Canal reafirmó en el monarca la imperiosa necesidad de reanudar los trabajos, pero persistía la incapacidad del Erario público para hacer frente a los enormes gastos que suponía la continuidad del proyecto. Por aquella época, cierto espíritu de progreso administrativo y material comenzaba otra vez a elevarse en el mismo Consejo del monarca (13). Entonces se pensó, como ya se hiciera durante el Trienio Liberal, en encomendar el remate de la construcción del Canal de Castilla a una empresa de particulares.



Con este objetivo, la Real Orden de 10 de septiembre de 1828 dispone, a propuesta del Capitán general de Castilla la Vieja, la constitución de una junta preparatoria de la formación de un proyecto articulado de condiciones para que, conocido por los licitadores, hiciesen las proposiciones que creyesen oportunas.

Esta junta reunida en Valladolid estaba integrada por el siguiente grupo de hacendados y hombres ilustres: Don José Verdonces, el marqués de Villatorre, D. José Díaz Ovejero, el Bailío Frey D. José Cabeza de Vaca, D. José Omar, D. Diego M. Nieto y D. Roque Delgado.

Por el Real Decreto de 27 de diciembre de 1829 se ordena al director facultativo del Real Canal de Castilla la Vieja, Antonio Prat (nombrado en enero de ese año), que expusiera su parecer sobre las bases presentadas por la Junta del Real Canal para la continuación de sus obras por la empresa particular. En el informe remitido por Antonio Prat, el 15 de enero de 1830, se confirma que «faltan los multiplicados planos que se levantaron a consecuencia de los repetidos reconocimientos y operaciones facultativas, y la Junta se ha visto en la necesidad de fundar sin ellos las bases que ha presentado para el conocimiento de los licitadores. No han tenido a la vista más que algunas memorias y simples copias de los presupuestos formados por Juan de Homar» (14).

Antonio Prat proponía que la condición primordial de las bases que debían darse al conocimiento de los licitadores era la siguiente: «todas las operaciones preliminares y fundamentales que deben preceder a la ejecución de las obras deben costearse por los empresarios y ejecutarse por facultativos de su confianza, bajo la inspección y satisfacción del ingeniero inspector gubernamental. No podrá darse principio a las obras sin que antes se presenten los planos particulares de cada uno de los tres ramales».

Ante el contenido de este informe que Prat dirigió a la Corte cabe preguntarse si se ocultó dicha información a los licitadores. En todo caso, el contenido del artículo 4.o de la Real cédula de marzo de 1831 dejaría las cosas claras: «Igualmente se obliga a verificar y rectificar a sus expensas los planos que existan en el archivo de la Junta, y a hacer levantar los que no existan y sean necesarios, todo ello con intervención y acuerdo del Ingeniero Inspector nombrado por Mí».



En la Real Cédula también se incluirían algunas otras propuestas recogidas en el informe de Antonio Prat que sería premiado con el nombramiento de ingeniero inspector de las obras del Canal en abril de 1831. Prat estimó que el presupuesto calculado por Homar de 35.925.356 reales y en los que la Junta fundó el coste total de la empresa, ascendería hasta aproximadamente los 40 millones de reales. Por otra parte, estableció, con cálculos precisos, que la duración de la concesión para cubrir los intereses del capital de 40 millones y la amortización progresiva del mismo alcanzara los 60 años, que se ampliaron en la Real Cédula a los 70 años.

Resulta interesante resumir el relato que hace en las Cortes el marqués de Casa Irujo sobre el modo en que se llegó a constituirse la empresa del Canal de Castilla. El ministro de Hacienda, Luis López Ballesteros, aprovechó la presencia en Madrid de Alejandro Aguado, marqués de las Marismas de Guadalquivir, para comunicarle el deseo del Rey de que participara con parte de los capitales obtenidos de los negocios desarrollados en España en la conclusión del Canal de Castilla. Aguado contestó que, no viviendo en España y no conociendo a fondo el negocio, aceptaría la propuesta del Rey siempre que capitalistas y personas notables quo residiesen en la capital se interesasen por la mitad de las acciones de la empresa. Con este motivo, el ministro reunió en su despacho a Gaspar Remisa, entonces director general del Real Tesoro, Javier de Burgos, vocal de la Junta de Fomento, y al marqués de Casa Irujo, que era entonces director del Banco español de San Fernando (15).

De esta forma, en la Real cédula de 17 de marzo de 1831, el Rey concedió a «D. Alejandro Aguado, Marques de las Marismas del Guadalquivir, y a la Compañía de accionistas que representa, la Empresa de los tres Canales que, reunidos en uno, llevan la denominación del de Castilla, y la del desagüe de la laguna de la Nava…»

 


La Real cédula de 17 de marzo de 1831

La Real cedula se compone de 45 artículos distribuidos en 4 capítulos, titulados de la siguiente manera: obligaciones de la compañía, concesiones temporales en favor de la compañía, concesiones perpetuas en favor de la compañía y disposiciones generales.

Se resumen a continuación los aspectos más relevantes del articulado.

La compañía se encarga de terminar por su cuenta y a sus expensas en el término de siete años los tres ramales del Real Canal de Castilla: el llamado del Sur, desde los prados de Albures a Valladolid, el llamado de Campos, desde Paredes de Nava hasta Rioseco y el llamado del Norte, desde Alar del Rey hasta Golmir (art. 1.o).

La compañía se obliga a construir en dichos tres ramales las obras de fábrica (puentes, acueductos, etc.) propuestos por la Junta directiva del Real Canal (art. 2.o). Se obliga asimismo a desaguar la laguna llamada de la Nava lindante con el Real Canal (art. 3.o).

Se cede a la compañía el Canal hoy abierto con todas sus exclusas, puentes, astilleros, almacenes, etc.  por tiempo y espacio de ochenta años contados desde el día en que se den por concluidas las obras (art. 14.o).



Pertenecerán a la compañía, por espacio de veinte y cinco años el impuesto de cuatro maravedís en cántara de vino que paga la provincia de Palencia y una consignación de trescientos mil reales anuales (art. 16.o).

Se pondrán a disposición de la compañía dos mil y cuatrocientos presidiarios sacados de los depósitos más cercanos (art. 20.o).

Si conviene a la compañía hacer un camino de hierro, sea desde Golrnir á Reinosa, o desde Reinosa al mar, o desde cualquiera punto intermedio de la línea del Canal á otro de la misma, podrá hacerlo sin concurrencia dentro del período de los siete años fijado para la conclusión de los trabajos (art. 27.o).

Serán propiedad perpetua de la compañía y de los hijos y sucesores las tres o cuatro mil obradas de tierra que deben resultar laborables por efecto de la desecación de la laguna de la Nava; los molinos u otros artefactos que la compañía haga construir en las nuevas esclusas o en aquellas cuyos saltos no se han aprovechado hasta el momento; los almacenes u otros edificios que la compañía haga construir para el más completo aprovechamiento de los beneficios del Canal (art. 33.o).



En un término, que no podrá exceder de tres meses después de expedida esta Real cédula, será organizada la compañía, instalada su dirección en Madrid, y hechos todos los preparativos para que desde el punto en que sean entregados al establecimiento los dos mil y cuatrocientos presidiarios en Santander, empiecen las obras, que no deberán interrumpirse desde entonces por ningún motivo (art. 44.o).

En virtud de lo establecido en el citado artículo 44, se conformó la compañía en escritura privada, en París, el 18 de abril de 1831, integrada por Alejandro Aguado, Banquero de París, Gaspar Remisa, Javier de Burgos y Marqués de Casa-Irujo, vecinos de Madrid. Alejandro Agnado se interesa por la mitad en los gastos y beneficios de la Empresa del Canal, Gaspar Remisa por un quinto, Javier de Burgos por un quinto y el marqués de Casa-Irujo por un diez. Se aprontarán por los socios dos millones de reales según la siguiente proporción: Por el Sr. Aguado un millón, por el Sr. Remisa cuatrocientos mil reales, por el Sr. Burgos cuatrocientos mil reales y por el Sr. Casa-Irujo doscientos mil reales. Esta suma se depositará en el Banco Español de S. Fernando, de donde por libramientos sucesivos de los Sres. Socios directores se irá pasando al Tesoro de la Empresa, que residirá cerca de la administración en Palencia o Valladolid (16).

A partir, pues, de la publicación de la Real cédula en la Gaceta de Madrid, el 26 de abril de 1801, se abría el plazo para reemprender las obras del Canal de Castilla en el ramal Sur.

 


Referencias

(1) Homar, Juan de (1992): El Canal de Castilla. Cartografía de un proyecto ilustrado. Estudio preliminar por Juan Helguera Quijada. Madrid: Ministerio de Obras Públicas y Transportes y Turner Libros S.A.

(2) Sáenz Ridruejo, Fernando (1987): «Comentarios al artículo “Agustín de Betancourt como pedagogo”, publicado en la ROP en septiembre de 1986.

(3) Gaceta de Madrid:  Gazeta, colección histórica.  Acceso en línea.

https://www.boe.es/buscar/gazeta.php

(4) Anónimo: «Manifiesto del origen del Canal de Castilla…» ACHD- CCHC0131/01

(5) Gaceta de Madrid:  Gazeta, colección histórica.  Acceso en línea.

(6 y 7) Cortes generales (1820):  Propuesta de ley que hace S.M. a las Cortes sobre caminos y canales del reino: mandada imprimir de orden de las Cortes: con los oficios del secretario de Estado y del despacho de la gobernación de la península; y juntamente la Memoria de la Comisión de Caminos y Canales. Imprenta que fue de García, Madrid: [s.n.]. Acceso en línea.

https://bvpb.mcu.es/gl/consulta/registro.do?control=CCPB000374763-8

(8) Sáenz Ridruejo, F.: Comentarios al artículo «Notas sobre Agustín de Larramendi» de Carlos Domínguez. ROP, 1991_septiembre_3305_5

(9) Real orden de 15 de agosto de 1821 sobre promover las obras y el canal de Campos en Castilla.  Colección de decretos y reales órdenes de la Secretaría de Despacho de la Gobernación de la Península. Años 1820 y 1821, Pág. 127. Ayuntamiento de Madrid, sig.: R/128.675

(10) Anta Muñoz, Antonio de (2012): La Diputación provincial de Valladolid en el siglo XIX. Tesis doctoral. Universidad de Valladolid.

(11) La Orden de 29 de junio de 1822 de las Cortes. Colección de decretos y órdenes generales de las Cortes. Tomo IX. Real Academia de Jurisprudencia y Legislación.

(12) Sevillano Calero, Francisco y Soler Pascual, Emilio (eds.) (2013), Diarios de viaje de Fernando VII (1823 y 1827-1828), estudio introductorio de Emilio La Parra López, Alicante, Publicaciones de la Universidad de Alicante.

(13) Madoz, Pascual (1850): Diccionario Geográfico-Estadístico-Histórico de España y sus posesiones de Ultramar. T.VI. Madrid. Est. Literario-Tipográfico de P. Madoz y L. Sagasti,

(14) Prat, Antonio (1830): Informe en virtud de la Real orden de 27 de diciembre de 1830 sobre las bases presentadas por la Junta del Canal. ACHD-CCHC0126/01

(15) Sesión 19-01-1839. Diario de sesiones. Serie histórica: Dictámenes e intervenciones. Acceso en línea. https://app.congreso.es/est_sesiones/

(16) «Convenio o declaración», en Fundación de una sociedad anónima por acciones Canal de Castilla. Biblioteca digital hispánica. Biblioteca Nacional de España.

viernes, 16 de junio de 2023

El Ramal Sur: 1789-1804

 

El proyecto de Juan de Homar

Las reales órdenes de 27 de febrero y 26 de mayo de 1789 dispusieron que Juan de Homar elaborara el proyecto del canal de navegación y riego desde el Canal de Campos, en el punto del Serrón, hasta la ciudad de Valladolid, con una distancia de 67 443 varas (1)

Homar sigue el modelo empleado por Fernando de Ulloa, en su proyecto del Canal del Norte, de establecer una serie de puntos importantes para determinar el nivel al que deberá atenerse la traza. El primer punto lo sitúa Homar en donde el canal atraviesa el desagüe de la laguna de la Nava, en el término de Grijota, a 4 202 varas del punto de unión con el de Campos. El segundo, cuando el canal atraviesa la calzada de Dueñas, a 23 592 varas del primer punto. El tercero lo sitúa Homar a la entrada de Valladolid, frente al espolón viejo, a la distancia de 39 648 varas desde el segundo punto.

Nacimiento del ramal Sur


Solo se describirá el detalle del primero y del segundo tramo, hasta Soto Albures, para ajustarse a la cronología.  

En el primer tramo, a unas 324 varas del punto de unión del nuevo canal con el de Campos el desnivel del terreno facilitará la construcción de tres esclusas unidas, la 25, 26 y 27, con 42 pies y medio de caída.

Siguiendo con el nivel bajo de la esclusa 27, continua el canal en línea recta por un terreno plano hacia el rollo de la villa de Grijota. A 372 varas de este rollo se localiza un desnivel que posibilita la construcción de una esclusa doble, la 28 y 29, con una caída de 24 pies y con desagüe para molinos y puente de comunicación para el camino real y para el uso de los habitantes de Grijota y sus heredades.

Continúa el canal con el nivel bajo de la esclusa 29 hasta el desagüe de la laguna de la Nava, en la distancia de 2506 varas y con una excavación de 5 a 6 pies. La diferencia de nivel del canal con el del desagüe, de 19 pies, se salvará con un puente-acueducto.

En el segundo tramo, el canal sigue con el nivel del puente-acueducto, con una excavación de 4 a 5 pies, hasta la distancia de 2303 varas donde se localiza un desnivel salvado por la esclusa 30, de 14 pies de caída.

Camino de la esclusa 30


Con el nivel del solado de la 30 continúa el canal por una ladera frente a la ciudad de Palencia, con una excavación media de 5 a 6 pies, y en la distancia de 4685 varas hay un desnivel que permite construir dos esclusas unidas, la 31 y la 32, de 26 pies de caída, con puente de comunicación y desagüe para molinos. Aguas arriba de las esclusas se construirá un puerto para el comercio de Palencia.

Con el nivel bajo de la esclusa 32 sigue el canal en la distancia de 7778 varas, con una excavación de 5 a 6 pies, y en las 3545 varas siguientes la excavación es de 4 a 5 pies, en cuyo punto hay una quebrada que se salva con tres esclusas unidas, la 33, la 34 y la 35, de 44 pies y medio de caída.

Sigue el canal con el nivel con el solado bajo de la esclusa 35 hasta que a las 1135 varas existe un estrecho que hace el terreno con el río Carrión en el Soto de Albures, en cuyo paraje se debe construir un muro de 191 varas de largo y 38 pies de alto. Para construir este muro se hace necesario cambiar al río de madre, lo que podrá hacerse fácilmente valiéndose de la madre antigua, haciendo en ella una excavación de 300 varas de largo, 6 de ancho y 1 y medio de profundo.

En la distancia de este segundo tramo se han de construir 5 acueductos, 2 puentes de comunicación además de los de las esclusas y un puente acueducto.

Proximidades de Viñalta


Observaciones al proyecto

En el mismo documento en el que se recoge el proyecto del Canal del Sur se añaden unas «observaciones sobre este proyecto» que ofrecen información importante sobre la ejecución de dicho proyecto. La excavación, según dichas observaciones, llegaba hasta el Camino real próximo a Dueñas. Se había modificado la ubicación de las últimas esclusas proyectadas: la esclusa 33, se situó aislada frente a Villamuriel, y las esclusas 34, 35 y 36 se situaron unidas en el barranco del soto de Albures, con la idea de evitar la gran excavación que había que realizar en el tramo desde Villamuriel al Soto de Albures.

 

El progreso en la ejecución de las obras

·       Las noticias más tempranas sobre la evolución de las obras las ofrecen el plano de Tomás Rifa y los Diarios de Jovellanos (2). En el plano de Rifa, fechado el 12 de abril de 1795, la excavación llega a la altura del desagüe de la Nava y se informa de que aún no se había iniciado ninguna de las obras proyectadas (3). Por su parte, Jovellanos, en el diario correspondiente al 6 de junio, ofrece bastante información tanto sobre el progreso de la excavación como de las obras de cantería y edificios proyectados. En cuanto a la excavación, indica que esta concluía en el término de Grijota y que se dirige hacia la falda de las colinas que pasan por el Oeste de Palencia. Sobre las esclusas proyectadas indica que ya está cortada la piedra para las cinco primeras esclusas y que se va a trabajar en ellas. «A su lado están proyectados molinos, batanes y, según me dijo un vecino, una tenería y una fábrica de harinas in hoc non laudo, pues dice que se trata de hacer la guerra a la de Monzón». Jovellanos también ofrece el dato de que en las obras trabajarán como quinientas personas en destajos.

Fuente: Archivo General Militar de Madrid


·  Juan de Homar ofrece precisa información sobre las obras ejecutadas en el documento que lleva su firma y que está fechado el 6 de abril de 1800: «Incluyo a V.S.S. la Relación adjunta. En ella se comprenden todos los edificios, máquinas y demás que tiene la Real Hacienda en estos Canales, y las obras emprendidas en ellos, de cuya dirección estoy encargado» (4). La excavación emprendida desde la unión del Canal Sur con el de Campos hasta el Soto de Abures cubre una distancia de 22 400 varas. En las primeras 10 500 varas de excavación concluidas se han construidos, como se verá, las esclusas previstas en el proyecto de Homar, así como el puente-acueducto de cinco arcos de 18 pies de diámetro sobre el desagüe de la Nava.

Junto a las tres esclusas unidas del Serrón está formada una fábrica completa de harinas integrada por los siguientes edificios: cuatro molinos harineros, sobre los que se colocarían las máquinas de ventiladores y cribas, un gran almacén y el edificio para los cedazos.

Las tres esclusas unidas del Serrón

En la doble esclusa de Grijota, dotada de puente comunicación y otro sobre el cauce de los molinos, se han instalaron tres molinos harineros.

Grijota

Al lado de la esclusa 30, con puente de comunicación y dos más sobre el cauce de derivación, se tiene previsto construir un batán de antes y curtidos sobre los cimientos ya realizados y con los materiales preparados para su levantamiento.

La esclusa 30


Antes de llegar a las esclusas unidas 31 y 32, se ha construido un pequeño acueducto (El Tesoro). La doble esclusa tiene puente de comunicación y dos sobre el cauce de derivación, a la entrada y salida de las aguas. Sobre dicho cauce se están construyendo los cimientos para un molino de papel. También hay un gran almacén con un puerto capaz de contener seis barcas y tres cargando o descargando.

Esclusas de Viñalta

Frente a Palencia se ha construido un gran puente de comunicación que al tiempo sirve para el paso de las cañerías de las fuentes de la ciudad. En el resto de la excavación emprendida deben construirse dos acueductos (de las Gatillas y del Cigarral) y una esclusa con su molino harinero. Esta última previsión indicaría que en 1800 ya se había modificado la ubicación de la esclusa 33, con respecto a la prevista en el proyecto de 1789.

Puente de las Arcas


·       Agustín de Betancourt y Juan López de Peñalver en el informe que dieron al gobierno sobre el canal de Castilla, con fechare 20 de setiembre de 1801, indican que «tres son los puntos en que en el día remata el canal, que son Paredes de Nava, Villamuriel, cerca de Palencia, y Alar del Rey» (5). También precisan que entre las principales obras realizadas hasta el momento en el Canal de Castilla están las treinta y dos esclusas comunes. Es decir, todavía no se había construido la esclusa número 33.

El canal en Villamuriel


·       Las observaciones al proyecto del Canal Sur de Juan de Homar reproducen la mayor parte de la información que se describe en la relación del citado ingeniero. No obstante, ofrecen algunos datos no señalados en dicha relación. En las esclusas del Serrón se menciona el embarcadero y en las esclusas 31 y 32 se precisa que «hasta cuyo punto llega la navegación por esta parte», así como que para facilitar la comunicación se construyó un ramal de camino en línea recta hasta la ciudad de Palencia. También se avanza información sobre el progreso de las obras al indicar que se han construido 9 esclusas y que se pueden dar por concluidas las obras proyectadas de este ramal hasta el barranco del Soto de Albures «que dista de Dueñas 4000 varas en las que está ejecutada la excavación para las cajas de las esclusas números 34, 35 y 36 del canal y construidos grandes porciones de diques, el solado de estas y casi toda la excavación del canal». Entre las obras concluidas estarían los acueductos de Prado Redondo y El Corral.

El canal sobre el acueducto del Corral


·       Juan de Homar elabora un plano parcial del Canal sur que lleva como título «Plano de una porción de canal desde el Soto de Albures hasta pasar el arroyo de Puertas de Villa en dueñas», con fecha de 6 de noviembre de 1803. Se reproduce el tramo del canal de Castilla dibujado en verde desde Villamuriel hasta las esclusas de Soto de Albures y en amarillo desde aquí hasta Dueñas.  En Villamuriel se rotula el lugar donde se ubica la esclusa 33. En el plano se incluyen también la planta y perfil longitudinal del acueducto de Puertas de Villa y el perfil transversal del canal por el barranco inmediato al Soto de Albures y por el escarpado de Dueñas (6).

·       Finalmente, en el «Perfil General de los Reales Canales de Castilla…» (7), con fecha de 22 de diciembre de 1806, Juan de Homar informa que la esclusa 33 se halla ya construida y que en la triple esclusa 34, 35 y 36 «está ya construido el solado y tres hiladas de los muros de esta inclusa».

 

Referencias

(1) Homar, Juan de: «Proyecto del canal de navegación y riego desde el Canal de Campos, en el punto del Serrón, hasta la ciudad de Valladolid». ACHD- CCHC0006/05.

(2) Jovellanos, Gaspar Melchor de: «Diarios (memorias íntimas): 1790-1801», Gijón: Instituto de Jovellanos, 1915 (Madrid: Imp. de los Sucesores de Hernando). Biblioteca virtual del Principado de Asturias.

(3) Rifa, Tomás de: Plano, «parte del Canal del Sur donde actualmente se trabaja en la excavación». AGMM-P-1/1

(4) Homar, Juan de: «Incluyo a V.S.S. la Relación adjunta. En ella se comprenden todos los edificios, máquinas y demás que tiene la Real Hacienda en estos Canales, y las obras emprendidas en ellos, de cuya dirección estoy encargado».

(5)  Betancourt, Agustín de y Peñalver López, Juan de: «informe dado en el año de 1801», extracto recogido en la Memoria de la comisión de Caminos y Canales sobre las comunicaciones generales de la Península. Apéndice I, págs. 180-234 de la Memoria sobre el estado de las obras públicas en España, 1856.

(6) Homar, Juan de: «Plano de una porción de canal desde el Soto de Albures hasta pasar el arroyo de Puertas de Villa en dueñas». Archivo general del MITMA, signatura: OH-525.

(7)  Homar, Juan de: El Canal de Castilla. Cartografía de un proyecto ilustrado. Estudio preliminar por Juan Helguera Quijada. Madrid: Ministerio de Obras Públicas y Transportes, y Turner Libros S.A. 

viernes, 2 de junio de 2023

Ramal de Campos (1753-1757)

 

Introducción

 

Las principales fuentes para el conocimiento de la historia de la construcción del primer tramo del llamado entonces Canal de Campos, entre julio de 1753 y diciembre de 1754, son tres documentos, cuyas referencias se exponen al final de este texto, uno de Carlos Lemaur y dos de Antonio de Ulloa. Antes de entrar en la descripción de los hechos más significativos ocurridos durante el proceso de construcción de este primer tramo del ramal de Campos, comentaré brevemente aspectos que me parecen importantes sobre el contenido de dichos documentos y sobre sus autores.

Toma de agua en el río Carrión

La primera parte del documento de Carlos Lemaur (1) se centra en la descripción de su extraordinario trabajo de campo para la elaboración de un proyecto de los canales de Castilla, llevada a cabo entre el mes de noviembre de 1751 hasta el 7 de junio de 1753, día en que recibió la orden de dejar todo lo que tuviera entre manos para empezar la traza del canal de Campos. El resto del documento, desde la última fecha indicada se dedicará preferentemente a cuestionar la cualificación técnica de Antonio de Ulloa, así como sus decisiones y actuaciones en la ejecución de las obras. Por esta razón, son escasos los datos concretos sobre las obras realizadas, salvo la enumeración de los fallos, en su opinión, cometidos por Antonio de Ulloa y la cuantificación económica de dichos errores. De la lectura detenida del documento manuscrito, no siempre fácil, se puede deducir que la animosidad de Lemaur con respecto a Ulloa comienza cuando este le muestra la instrucción en cuyo capítulo 56 se indicaba que a él «se le tiene encargada la Dirección e Inspección total de los canales de Castilla. Lemaur reacciona ante la noticia con sorpresa, pues hasta ese momento había recibido inmediatamente las órdenes del ministro. Si se tiene en consideración que el documento de Lemour tiene fecha de octubre de 1754, cuando ya se había producido el cese del Marqués de la Ensenada, principal apoyo de Ulloa, puede interpretarse como una especie de ajuste de cuentas.

Nacimiento del ramal de Campos

El documento de Antonio de Ulloa, de diciembre de 1754, es más preciso en los datos que aporta sobre las obras ejecutadas. Después expone unas interesantes consideraciones sobre la dirección que pudiera tomar la continuidad de las obras, y finalmente, considera que su misión en el canal está concluida y que por tanto pide su cese para poder continuar en su carrera en la Marina. Llama la atención que una de las razones que expone para solicitar el cese es la de evitar «el desaire notorio que el Cuerpo de ingenieros está padeciendo en que sus dependientes se hallen mandados en materias que son propias de su profesión por un oficial que no es de su cuerpo» (2). Si aceptó el encargo de la dirección del canal lo fue por un periodo corto, hasta que se hubiera asentado su comienzo, y rechazando la percepción de haberes por ello.



Ulloa no se refiere a Lemaur en ningún momento, aunque es posible que conociera el documento que este remitió a las nuevas autoridades. No obstante, Ulloa hace una reflexión sobre el regadío en Tierra de Campos que podría ser una respuesta indirecta al empeño de Lemour de darle preferencia. Según Ulloa el proyecto del Canal de Campos que pretenda fecundar las tierras mediante el regadío, sin atender a consideraciones generales, puede resultar perjudicial para este territorio. Campos dista mucho de todas las partes que puedan consumir lo que allí sobre. Por tanto, aumentar la producción sin asegurarse un mercado para la misma por medio del transporte resultará contraproducente para los intereses de los agricultores. Con la parte del canal ya concluida bastaría para regar la mitad de las tierras de Campos, aunque no se siga la excavación por el momento y si fuera necesario, con sacar una acequia desde donde concluye el canal se podría fertilizar con el riego toda la parte a donde no llega el canal: Fuentes, Abarca, Castromocho, Capillas y Castil de Vela. Pero, se pregunta Ulloa ¿qué haría Campos si le sobrasen uno o dos millones de fanegas de trigo si no los puede conducir, sin mucho coste, a los lugares donde hacen falta? La solución está en un canal de navegación que partiendo de Ribas llegase a Olea y el aprovechamiento del nuevo camino a Santander, lo que permitirá poner en el mar los granos y vinos de Campos.

 

En las proximidades de la retención

1753-1754

Calos Lemaur y Antonio de Ulloa


La apertura del Canal de Campos tuvo lugar el 16 de julio de 1753. Anteriormente, en concreto el 7 de junio de ese mismo año, Carlos Lamaur recibió la orden de que abandonara los trabajos que estuviera realizando en el proyecto del canal de Segovia al Duero y comenzara la traza del canal de Campos según el último proyecto que él mismo había elaborado. Al respecto, parece oportuno recordar que el primer proyecto de Lemour tomaba las aguas en Monzón, desde donde se dirigía a Grijota, pasando por las cercanías de Revilla, Pedraza, Vaquerín, Villería, Meneses, Villanueva de San Mancio y Medina de Rioseco, en una distancia de 55 mil varas frente a las 80 mil previstas en el nuevo proyecto, cuya ejecución se iba a iniciar. En 1876, Fernando de Ulloa planteaba la posibilidad de realizar el primer proyecto en vez de continuar con el nuevo, dado que «todavía hay 9 mil varas menos a Medina de Rioseco desde Grijota que desde Paredes de Nava» (3).

Fuente: Archivo Cartográfico de Estudios Geográficos del Centro Geográfico del Ejército. Signatura: Ar.E-T.5-C.2-22(2) 


Una vez que Lemour hubo llegado a Calahorra de Ribas, inició una nueva nivelación desde este lugar hasta Castil de Vela, que se concluyó en seis días. Después empezó a trazar formalmente el canal desde la presa de Calahorra. La primera parte fue una gran línea recta que tomaba como referencia el campanario del convento de Recoletos Franciscos, que tiene 5.000 varas de largo. Después trazó otro tramo, del que Lemaur no indica su longitud, formado por diferentes curvas, que se dirigía por la pendiente de la cuesta de Valdemudo.

Desde el puente de la retención


Tiempo después, sin poder determinar la fecha, se presentó Antonio de Ulloa a inspeccionar el trabajo realizado y puso al corriente a Lemaur de la instrucción que estaba elaborando, y que se publicó el 25 de agosto, en cuyo capítulo 56 se indica que a Ulloa «se le tiene encargada la Dirección e Inspección total de los canales de Castilla […] D. Carlos, los ingenieros sus subalternos, agrimensores, la tropa y cuanta gente se ocupare en las obras, estarán sujetos a sus órdenes …» (4). Lemaur reaccionó ante la noticia con sorpresa: «Hasta aquí había recibido inmediatamente las órdenes del ministro y no había conocido otro superior en el encargo».

La primera medida que adoptó Ulloa fue la de modificar la traza de Lemour en su segundo tramo, a quien ordenó cortar la cuesta de Valdemudo para evitar las curvas del anterior trazado, lo que supuso, según Lemaur, un gasto de 140.000 reales por encima de lo necesario.

Entrada en la cuesta de Valdemudo


A partir de ese momento, este abandonó la traza del canal y se centró en el gobierno de la obra y en el método económico establecidos en la Instrucción. El propio Lemour relata que Ulloa pretendía utilizar el sistema de asiento [contrato entre el gobierno y particulares] para la ejecución de las obras del canal y que él lo convenció para que utilizara el método de trabajo a destajo, que fue el que se incluyó en la instrucción.

La organización del trabajo y el precio que se debía pagar por el mismo, establecidos en la Instrucción, plantearon problemas a la hora de llevarlo a la práctica, tal y como lo describe Lemaur. Planteada la excavación a destajo, no se pagaba por día sino una vez que se hubieran concluidos los tramos y medido el trabajo realizado. Para que los trabajadores pudieran sobrevivir mientras tanto, se les proporcionaría, a cuenta, una porción de pan y de vino que «prudentemente necesiten para su consumo y seis cuartos en dinero (poco más de 1,5 reales) para cada persona» Por otra parte, el método que debería seguir Lemaur en la excavación consistía en dividir la traza del canal en tramos de 200 varas y a cada tramo se asignaría una compañía integrada por 25 trabajadores, uno de los cuales actuaría de capataz. Según el cálculo que se realiza en la Instrucción, si cada trabajador excava 4 varas cúbicas al día, en 40 días los 25 trabajadores de la compañía habrían excavado las 200 varas lineales.

El sistema de pago establecido no fue bien recibido por los trabajadores y los capataces se resistían a tener que reunir a número fijo de trabajadores y no aceptaban emprender una extensión superior a las 60 varas. Planteadas estas cuestiones, se decidió anticipar a los trabajadores dos reales y medio, a cuenta, y reducir el tramo para cada compañía de 200 a 100 varas, con lo que se reduciría el tiempo de espera para percibir el resto de la paga, según el trabajo realizado.

Valdemudo


Aunque la excavación se había iniciado el 16 de julio de, la escasez de mano de obra, ocupada en las tareas de la recolección de las cosechas, como señala Antonio de Ulloa, determinó que el trabajo en serio de la excavación empezara en octubre de 1753. Mientras tanto, el reducido número de trabajadores (27 inicialmente, que se fueron incrementando hasta los 500 en los meses de agosto y septiembre, pero que permanecieron pocos días en el trabajo) fue empleado en las obras para calibrar los precios justos que se debía pagar la vara cúbica de excavación en función de la mayor o menor dureza del terreno, así como en los preparativos.

Al finalizar el verano, concluidas las tareas del campo y asentado el método de cobro, los obreros llegaron en gran número para trabajar en la obra del canal, de manera que en poco tiempo hubo mil quinientos hombres trabajando, acelerando así los trabajos de excavación. Sin embargo, esta nueva situación acarreó un nuevo problema. Distribuidos los trabajadores de cien en cien varas de distancia, se extendió tanto la obra que el sobrestante encargado de elaborar la lista de quienes realizaban el trabajo apenas lo podía hacer en un día. Estas listas figuraban en el inventario de entrega de Lemaur desde septiembre de 1753 hasta el 15 de septiembre de 1755.

Hacia el acueducto de Valdemudo


A principios de septiembre Antonio de Ulloa se marchó a París dejando a uno de los ingenieros el encargo de cortar la madera necesaria para construir una barca y un Jac y para las puertas de una esclusa que se debía construir para la toma de las aguas. Por su parte, Lemour debería proseguir las obras del canal con el otro ingeniero y un sobrestante cuya ocupación continua, como se ha señalado, era hacer la lista de los trabajadores que en cada día se hallaban en la compañía de cada capataz, a fin de distribuirles los dos reales y medio previstos para el socorro.

En relación con el número de ingenieros que trabajaron en el canal en estas fechas, se ofrecen datos no concordantes en distintas fuentes. Tanto Ulloa como Lemaur fijan en dos los ingenieros subalternos, sin mencionar sus nombres. Sin embargo, hay otras fuentes que se refieren a cuatro ingenieros: Pedro Fernández de Ara, Juan Courtoy, Jorge Próspero de Sicre y Joaquín Casaviella.

En estas circunstancias, según Lemaur la calidad de las obras dejaba mucho que desear «por ser ejecutadas por hombres poco instruidos y a los que pocas personas cuidaban, de donde ha provenido que las tierras de los diques estén tan mal dispuestas y el gasto doble que se ha hecho en lograr la excavación de la cuesta de Valdemudo, por haberse puesto las tierras demasiado cerca del borde, que ha sido menester retirarlas»

Pasado el acueducto de Valdemudo


Por otro lado, el anticipo a cuenta de dos reales y medio (el llamado socorro) estaba creando situaciones en las que este pudiera ser superior a lo que debería percibir el trabajador. Para evitarlo, Lemour procedió a reducir en medio real el anticipo y contrató a otros dos sobrestantes para que con cuidado vigilasen que el socorro de cada compañía fuese correspondiente al número de hombres que en ella existía. El ministro desautorizó esta última decisión, ante lo que Lemour decidió contratarlos por su cuenta durante los meses de octubre, noviembre y diciembre.

A pesar de todos estos inconvenientes, cuando Antonio de Ulloa regresó de París, a finales de noviembre, las obras habían avanzado 6 000 varas más de lo que estaban cundo él marchó, con lo que la excavación habría llegado cerca del Serrón. Ulloa consideró que las excesivas curvas del último tramo se apartaban de lo que se establecía en el artículo cuarto de la Instrucción: «siempre que el nivel del terreno se lo permita procurará sacar el canal en distancias derechas y lo más largas que sea posible». Para evitar que esto se volviera a repetir, Ulloa ordenó a Lemaur que no colocara a los trabajadores en las nuevas partes trazadas hasta que no recibiera su expresa autorización.

Precisamente, el trazado sinuoso entre los acueductos de Valdemudo y Casablanca fue objeto de deliberación en la junta constituida por el conde de Valdeparaiso y cuyo resultado se recogió en el artículo 21 de la Instrucción de 1758: «Las revueltas que hace el canal desde el acueducto de Valdemudo al de Casablanca podrán quedar así hasta la unión de canales pues entonces se verá el modo de corregirlas con una línea recta…» (5).

Zona del acueducto de Casablanca


Informa Lemaur que, como lo que estaba trazado cuando llegó Ulloa estaba ocupado por las compañías, modificó la traza haciendo grandes líneas rectas que fue aprobada por este. Con la información que aporta Lemour en el documento de referencia resulta difícil fijar el punto en donde concluía la excavación en esa fecha y hasta dónde llegaba la traza aprobada por Antonio de Ulloa. La duda se resolvería fácilmente si se tuviera acceso a la documentación que integraba el inventario que Lemaur entregó el 21 de febrero de 1755, en el que figura una amplia relación de planos, documentos y enseres topográficos. En ese inventario hay un dato que permite esclarecer, en parte, la cronología del avance de las obras: en enero de 1754 estaba construido el acueducto de Cavarrosa [Corbejones]. En todo caso hay que tener en cuenta que la excavación iba siempre por delante que las obras de cantería.

Recto hacia El Serrón


Una vez que de nuevo se machó Antonio de Ulloa a los ocho días de haber llegado, Lemaur trató de resolver de una vez por todas el problema del socorro diario en varias compañías. El medio que encontró fue el de reducir dicho socorro a un solo pan en la primera semana, asegurando a los capataces que al fin de cada una de ellas se les mediría su obra y que el domingo se les daría una suma proporcionada a lo que hubieran devengado. Para calcular las obras realizadas por cada trabajador y lo que correspondía recibir por ello, Lemaur elaboró unas tablas tan útiles que permitieron remitir a la corte cada semana un estado de lo que cada uno había recibido sobre la obra emprendida y de la que estaba totalmente concluida. En el inventario de entrega de Lemaur (6) figuraban estas plantillas desde enero de 1754 hasta el 15 de febrero de 1755.

Al otro lado de la cuesta de El Serrón


Resuelto definitivamente el problema, Lemaur pudo poner toda su atención en la traza del canal, así como en los proyectos de puentes, acueductos y de la esclusa que se debía construir cerca de Calahorra.

Al llegar la primavera, la traza aprobada se fue llenando de trabajadores de manera que Lemaur consideró que debía realizar la traza del nuevo tramo de la que elaboró un plano que remitió a Ulloa. Pero como seguían llegando trabajadores y Ulloa tardaba en devolver el plano con su aprobación, decidió distribuir a las compañías en la nueva parte trazada, que en un solo día se llenó de trabajadores y que adelantaron mucho su obra. Entonces llegó el mapa en el que Ulloa había señalado tres derrotas para que Lemaur eligiera la que considerara más idónea.

Camino de Villaumbrales


Antonio de Ulloa llegó a principios de mayo y lo primero que hizo fue hacer parar la obra emprendida y mudar la dirección del canal, de modo que a los 7 mil reales ya gastados en la excavación terminada había que sumar los 9 mil que se emplearon en la nueva excavación. Por la información que suministra Lemaur se puede suponer que esta doble excavación se produjo en la zona anterior a Villaumbrales, en la que se incluiría el lugar donde más tarde se construiría el acueducto de las Palomas, según plano de Fernando de Ulloa.

Antonio de Ulloa se hizo cargo de la traza desde Villaumbrales hasta la ermita llamada de Trasmuro, en la que empleó ocho días y con una derrota cuya ejecución, siempre según Lemaur, costaría 34 mil reales en vez de los 10 mil que podría haber costado con una derrota no sujeta al trazado rectilíneo.


Pasado Villaumbrales


Por otra parte, Ulloa ordenó que desde este punto se diera a la excavación diez pies de modo que el canal, aunque no corriera el agua, tuviera siempre 10 pies de profundidad, con lo que se aseguraba la navegación. Según los cálculos de Lemaur, esta decisión de Ulloa supondría un incremento del gasto, entre la ermita de Trasmuro y Sahagún, de unos 486 mil reales.

En el mes de julio, tras el cese del marqués de la Ensenada, se recibió la orden de parar la excavación, aunque continuó hasta el final de lo trazado. Las dos razones para tomar la decisión fueron la de perfeccionar lo ya ejecutado, haciendo las obras de cantería que faltaban y levantando los diques en aquellos parajes que lo requirieran, y la de sacar provecho a lo ya ejecutado.

Puente de Valdemudo


La obra ejecutada durante 13 meses, según informa Antonio de Ulloa, fue la de 33 800 varas de excavación, que concluía a un cuarto de legua de Paredes de Nava. En esa distancia se cortaron las cuestas de Valdemudo, con 600 varas de longitud y 36 pies de altura, la de Grijota, con 200 varas de longitud y 36 de altura, y otras varias de menor altura. Además, debían ejecutarse 4 puentes de comunicación y varios acueductos, aunque de momento solo se había construido el puente de Valdemudo, así como los acueductos de Casablanca y el de Cavarrosa.

Acueducto de Casablanca


De cara a la navegación, en Villaumbrales había un puerto de forma cuadrada, en Becerril había otro, de forma circular, delante de la parroquia de San Juan. Por otra parte, en Becerrilejos se había construido un astillero para fabricar las embarcaciones y hacer todas las obras de carpintería que fueran necesarias. Delante, se encontraba un puerto de forma cuadrada preparado para conservación de madera.

Acueducto de Cavarrosa o Corbejones


En el mismo documento en el que informa de las obras indicadas en los párrafos precedentes, Antonio de Ulloa presenta la dimisión de su cargo el 24 de diciembre de 1754. A principios del mes de febrero del año siguiente fue cesado Carlos Lemaur.                                                                                                         

 

1755 – 1757

Silvestre Abarca

Curiosamente, en el mismo mes febrero en el que se cesó a Lerraur, Antonio de Ulloa elabora un dictamen en el que se inclina claramente por la construcción del «Canal del Norte», ya que era más corto que el del Sur, estaba menos expuesto a contingencias indeseadas y permitía dar salida por mar a los cereales de Castilla o importar los granos en caso de épocas de malas cosechas (7).

A tenor de lo expuesto en el dictamen de Antonio de Ulloa, la Reales Instrucciones de marzo de 1755 ordenan la apertura del Canal del Norte, tras los correspondientes reconocimientos y elaboración del proyecto. Mientras tanto, se continuarían las obras de cantería y diques que faltaban en el Canal de Campo. Al tiempo, según la propuesta realizada por Antonio de Ulloa en la memoria de diciembre de 1854, se nombraba a Juan de Miranda y Oquendo, fiscal de la Chancillería de Valladolid y juez privativo del Canal de Campos, como superintendente del Canal de Navegación de Castilla. Así mismo, se nombró a Silvestre Abarca, capitán e ingeniero en segunda, para que se encargase de la excavación y formación de los proyectos en lugar de Carlos Lemaur. Otros dos ingenieros, que estaban encargados el uno de la cantería y el otro de los diques y el revestimiento del canal, continuaron en sus encargos con dependencia de Silvestre Abarca como ingeniero principal y del detalle.

La única curva del primer tramo del ramal de Campos 


Abarca elaboró un informe, firmado en Villaumbrales el 22 de mayo de 1755, sobre el reconocimiento realizado al Canal de Campos el 30 de abril de ese mismo año. Lo primero que llama la atención de dicho informe es que en él plantea la conveniencia de reflexionar sobre la posibilidad de dedicar el Canal de Campos exclusivamente al riego, al menos hasta que estuviera concluido el proyecto del canal desde Olea hasta su unión con el de Campos (8).

En el informe se pueden diferenciar tres partes fundamentales. En la primera se hace un repaso de los principales defectos detectados en las obras efectuadas en el canal. En la segunda se ofrecen los datos del coste económico de dichas obras, y en la tercera se señalan las obras de cantería concluidas y los diques reparados.

Abarca considera que el origen de todos los errores que se detectan en la construcción del canal está en la precipitación y en la brevedad con la que se realizó. Se formaba la traza al paso que los obreros iban excavando y, como no se miraba más que a la brevedad, los trabajadores dejaron las tierras que sacaban del canal como les resultaba más cómodo, sin que nadie pensase en dirigirlos. Y como no tuvieron tiempo para examinar el terreno, la dirección fue por lugares tan bajos, que quedaron muchos necesitados de proteger con diques con greda, cuya recomposición tendría un coste de más de 300 mil reales. Y si se hubiera mirado con un poco de más atención, se pudiera haber abierto el canal más arriba con el mismo coste, con más rectitud, ganando mucho más terreno para regar y ahorrando algunos acueductos que costaron muchos caudales y tiempo.

Cuesta de El Serrón


No se construyeron contrafosos para dirigir las aguas de lluvia a los lugares donde hubiera acueductos, salvo en dos casos y, por lo demás, muy pequeños. Se contentaron con poner al borde del canal tierra sobrepuesta lo que provocó que las aguas se acumularan en las zonas bajas de forma que terminaron por romper el borde de las tierras sobrepuestas, afectando gravemente al canal, o que los propietarios de las heredades inundadas abrieran desaguaderos para conducir las aguas al canal, con lo que se podría cegar con la tierra que entrara en él o habría que limpiarlo cada año.

A los caminos de sirga se les dio poca extensión y en muchos lugares se destruyeron por las lluvias de forma que en poco tiempo no quedaría camino para tirar de las barcas. La ampliación de los caminos hasta los 14 pies y la construcción de los contrafosos necesarios requeriría remover las tierras sacadas del canal y extenderlas de forma que no fueran perjudiciales. Todo ello tendría un coste superior a la que había supuesto la apertura del canal. Por esta razón, Abarca pensaba que era mejor no tocar las tierras por el momento hasta que no estuviera concluido el canal que se proyectaba.

Zona del acueducto de Corbejones


Abarca consideraba que, por el contrario, debían construirse con la mayor brevedad posible los acueductos, con el objetivo de que el territorio disfrutara en el año siguiente del riego, recomponiendo solo los caminos necesarios para que los hombres pudieran tirar de las barcas que debían conducir los materiales para la mampostería y la greda para los diques, pues con ellas se ahorraba mucho en los transportes.

El coste de las obras del canal construido, desde su inicio hasta el día del reconocimiento, fue el siguiente:

- Excavación: 1 935 359 reales y 28 maravedíes
- Cantería: 337 661 reales y 25 y medio mds.
- Diques: 67 590 reales y 21 y medio mds.
- Astillero, fraguas, panaderías, tiendas, empleados y otros gastos: 1 430 269 reales y 10 mds.

Total: 3 770 881 reales y 20 mds.


En cuanto a las obras de cantería ejecutadas no se presentan novedades importantes con respecto a las indicadas por Antonio de Ulloa. En relación con los acueductos se indica que ya se habían realizado los cimientos del de Valdemudo y se cita otro del que no hay referencias: «de los Calzes». También se informa de que se habían concluidos los diques hasta el puente de Valdemudo.

Acueducto de Valdemudo


Una vez que Abarca dio las instrucciones de lo que había que hacer en las obras, se dirigió al Norte para iniciar el reconocimiento y formación del proyecto desde Olea a la unión con el Canal de Campos en el río Carrión. La elaboración del proyecto ocupó gran parte del año 1755, dada su extensión y las numerosas obras de cantería que contenía. Una vez concluido, Abarca marchó a Madrid para presentarlo a la secretaría de Estado, que no lo aprobó por su excesivo coste y las dificultades que habría que salvar en su ejecución. Se pospuso entonces la apertura del Canal del Norte y, de nuevo, se decidió la prolongación del canal de Campos hasta Castil de Vela, según consta en las instrucciones firmadas por el conde de Valdeparaíso el 26 de enero de 1756 (9).

 

Fernando de Ulloa

En el artículo tercero de las instrucciones señaladas se indican los nuevos nombramientos de los encargados de ejecutar las obras de continuación del Canal de Campos: a Francisco Ibarrola como ministro de Hacienda en el canal, a Fernando de Ulloa como ingeniero principal de la obra, a Joaquín Casaviella, Juan Courtoy y Jorge Próspero de Sicre como ingenieros ayudantes y a José Mozo de la Torre como tesorero. En las instrucciones también se establecía que antes de emprender la continuación del canal de Campos había que concluir las obras que faltaban en las 33 800 varas ya abiertas. Aunque hubo mucho que hacer, se dieron por concluidas dichas obras a finales del año 1757.


Acueducto de las Palomas


Mientras tanto, Ibarrola y el propio Ulloa reconocieron el curso del canal hasta Castil de Vela y la situación del terreno hasta Medina de Rioseco y de allí hasta León para tener una idea clara de lo se debía hacer. Sorprendentemente, realizaron otro viaje para reconocer el curso del canal desde Calahorra hasta Olea y de allí continuaron hasta Reinosa y Santander. Como resultado de estos reconocimientos a finales de 1757, una vez concluidas las obras del canal de Campos, Ibarrola y Ulloa resolvieron marchar a Madrid para comunicar su parecer de que sería más útil construir el canal del Norte que continuar el canal de Campos.

Puente de Villambrules


Las obras de cantería realizadas, desde que se iniciaron en 1753 hasta finales de 1757, fueron 13 acueductos, 3 puentes de sillería, y 5 casetas de regadío. También estaban terminadas las acequias principales para el riego de todo el territorio al que llegaban las aguas.

Acueducto de Antanillas


Estas obras se pueden contemplar en la actualidad, aunque las arquetas de riego se encuentran en muy mal estado. Entre Calahorra de Ribas y El Serrón es localizan el puente y el acueducto de Valdemudo, así como el acueducto de Casablanca; entre El Serrón y Villaumbrales, el acueducto y la arqueta de Corbejones, el acueducto de las Palomas, el puente de Villaumbrales y el acueducto del Serení o Tres Casas; entre Villaumbrales y Becerril, el acueducto y la arqueta de Antanillas, el acueducto de la Barquilla, el acueducto de San Pelayo, el puente de Becerril, la arqueta y el acueducto de Santa María; entre Becerril y Sahagún el Real, el acueducto de Santocilde, la arqueta y el acueducto de Arenales, el acueducto del Belloto, el acueducto del Real y la arqueta de Sahagún.

Puente de Becerril


Aunque las obras de continuación del Canal de Campos desde Paredes de Nava no llegaron a iniciarse, si tuvieron lugar otras actuaciones. En el año de 1767 se regaron unas 700 obradas de tierra [la obrada equivalía, según localidades, a unos 4000 metros cuadrados], consiguiendo una gran cosecha y lamentado no haber aplicado el riego más generalmente y con más tiempo.

Acueducto de Santa María


Años antes se iniciaron reclamaciones relacionadas con la toma de aguas del Canal de Campos en el río Carrión que no se cerraron hasta el 19 de mayo de 1778. En el artículo primero de la Instrucción de 26 de enero de 1756 se ordenaba que las aguas tomadas del Carrión se debían aprovechar para regar todo el territorio que se haya más bajo que los lugares por donde pasa que son Grijota, Villaumbrales, Becerril, Paredes, Fuentes de Nava, Capillas y Castrillo de Vela. A partir de esta manifiesta intención de poner en marcha los riegos, varios importantes propietarios de los molinos que también utilizaban las aguas del Carrión iniciaron un proceso de quejas y denuncias contra la toma de aguas por el Canal de Campos.

Acueducto del Belloto


El pleito más sonado fue el protagonizado por los propietarios de los molinos de la ribera de Perales. En mayo de 1769 tiene lugar la cesión voluntaria que el concejo, vecinos y comunidad eclesiástica de la villa de Paredes de Nava hicieron a S.M. para sacar las aguas del río Carrión para el recebo, riego y demás que necesitase el canal. Por la Real Resolución de septiembre de ese mismo año se ordena que se tomen las aguas que haya menester el Canal de Campos en el término de la villa de Paredes, colocándose en la parte que se considere más a propósito unas compuertas que las comunique al referido canal por la acequia que para este fin debería construirse.

Acueducto del Real


El 12 de marzo de 1770, José Mozo de la Torre y Fernando de Ulloa se reunieron para determinar el lugar donde realizar la toma de agua en el río Carrión para la acequia que conduciría las aguas desde el río Carrión hasta el Canal de Campos. Ulloa señaló como el lugar idóneo la parte inferior del molino de Paredes. Se inicio la nivelación y la traza del lugar para que dirigiéndola por todo el término de Paredes hasta entrar en la Cañada Real de donde seguía por los de Perales y los demás intermedios hasta introducirse en el Canal de Campos.

Almenara de Sahagún


Tras un largo proceso judicial, finalmente el Auto de 10 de septiembre de 1776 manda que es establezcan las compuertas en el puerto y sitio llamado de la Cocinilla, señalado por Fernando de Ulloa, director de los reales canales de Castilla. Sin embargo, el 10 de enero de 1777 José A. Mozo de la Torre comunica a Fernando de Ulloa que los apoderados de villa de Paredes y los dueños de las cuatro primeras casas de molinos de la ribera de Perales habían llegado a un acuerdo para surtir de aguas a dichos molinos. En virtud de ese acuerdo, Ulloa propone realizar la acequia desde el último molino llamado de Requejo al canal y, en consecuencia, ordena al capitán e ingeniero ordinario, Juan de Homar, encargado del detalle de las obras, para que iniciase la ejecución de dicha acequia (10).

 

El canal llega a Sahagún El Real

Referencias

(1) Carlos Lemaur: «Relación histórica del proyecto de los Canales de Castilla y de la ejecución del de Campos hasta hoy». Paredes de Nava, 22 de octubre de 1754. AGMM-Col. General de documentos- leg. 3-2-1-1, ff. 85-129.

(2) Antonio de Ulloa: «Representación y memoria sobre el estado actual del Canal de Campos…». Madrid, 24 de diciembre de 1754. AGMM-Col. General de documentos- leg. 3-2-1-1, ff. 75-84.

(3) Fernando de Ulloa, 1786: «Relación histórica de los Canales de Castilla». AGMM-Col. General de documentos- leg. 3-2-1-1, ff. 250-264.

(4)  Antonio de Ulloa: «Instrucción de lo que el ingeniero ordinario, Carlos Lemaur, deberá practicar en la ejecución del Canal de Campos…». Buen Retiro, 25 de agosto de 1753. CHD/CCHC0084-04

(5)  El Conde de Valparaiso. «Instrucción de lo que el Rey manda se observe en la apertura del Canal del Norte en Castilla...» Aranjuez, 7 de julio de 1758. CHD/CCHC0002-35.

(6) Cese de Carlos Lemaur: «inventario y entrega de los documentos y planos que estaban en su poder. 21 de febrero de 1755. CHD/CCHC0009-02

(7) Antonio de Ulloa: "Dictamen sobre la continuación de los Canales de Castilla, en que se exponen las razones que se ofrecen sobre esta determinación". Madrid, 13 de febrero de 1755. AGMM-Col. General de documentos-R-23-leg. 3-2-1-1_2, ff. 1-8

(8) Silvestre Abarca: «Relación de la situación del canal (…) y del estado en que se halló el día 30 de abril de 1755, en que se hizo el primer reconocimiento.» Villaumbrales, 22 de mayo de 1755. AGMM-Col. General de documentos- leg. 3-2-1-1, ff. 230-235.

(9) Fernando de Ulloa: «Copia de la Instrucción que el Rey manda se observe en la apertura del Canal de Campos en Castilla». Villaumbrales, 27 de febrero de 1756. AGMM-Col. General de documentos-R-23-leg. 3-2-1-1_2, ff. 9-16

(10) Documento sin autor ni fecha:  «Origen del Canal de Castilla» CHD/CCHC0085-36