viernes, 29 de abril de 2022

Arqueología en el Canal. Zona de Sopeña, Valladolid

 

Buscaba información sobre el acueducto de Sopeña y me topé con un trabajo de Germán Delibes y otros sobre el hallazgo de dos brazaletes de la Edad de Bronce en 1832, durante las obras del Canal de Castilla a su paso por Cigales (1). Según los autores del trabajo, uno de los detalles importante del hallazgo de 1832 es su más que probable relación con el yacimiento prehistórico que, según el Inventario Arqueológico de Castilla y León y con el mismo nombre de «Sopeña», existe en esta zona. Se trata, con casi un siglo de antelación, del primer hallazgo prehistórico del que se tiene noticia en tierras vallisoletanas.

En dicho trabajo, los autores se sirven de dos documentos del Archivo de la CHD para la contextualización del descubrimiento. Precisamente, algunas de las fechas contenidas en el primero de ellos ponen en cuestión que, en 1832, año en que se fija el hallazgo de los brazaletes, se hubiera iniciado la excavación en la zona de Sopeña.



Por este motivo y por la información sobre la canal contenida en ellos, considero interesante resumir dichos documentos a los que he tenido acceso, completada con otros a los que se hará referencia. Uno de ellos está fechado el 2 de octubre de 1833 y contiene dos oficios. El primero es de Gaspar Remisa, uno de los directores de la empresa, y va dirigido a D. José Berdonces, juez privativo del Real Canal, en el que le adjunta otro oficio destinado a Epifanio Esteban. En este último Remisa recrimina a Esteban que haya variado por su cuenta el trazado del canal con respeto al plano y perfiles presentados al Gobierno. En la respuesta de Berdonces se informa de que a principios de 1833 se hallaba trazada la dirección del canal por la ladera de Sopeña, aunque se indicaba que la decisión aún no era definitiva. A principios de mayo se vieron fijadas las estacas e iniciado el acopio de materiales necesarios para asegurar la caja del canal. La proximidad del río, la mala calidad del terreno y lo pendiente de la ladera convertían, el proyecto en algo muy expuesto y aventurado. Por esta razón el marqués de Casa Irujo hizo llegar un oficio a Esteban en el que le pedía explicaciones por su decisión de variar sin consentimiento la traza del canal. Como respuesta al oficio de Casa-Irujo, Esteban renunció a llevar el trazado por la ladera y lo desplazó hacia el páramo, a unas 20 varas del punto anterior, pero lejos todavía del lugar fijado en el plano y perfiles presentados al Gobierno (2).

Antes de que concluyeran completamente las obras de prolongación, se inició el reconocimiento preceptivo para la recepción de las mismas por el Gobierno. Los ingenieros comisionados para tal desempeño, una vez finalizado el reconocimiento recogieron en su informe, fechado el 31 de octubre de 1835, que «el trozo de Sopeña podría acaso conservarse siempre que el agua del Canal no penetre alguna veta de aquel terreno heterogéneo y facilite filtraciones abundantes. Repetido este caso que ya se ha verificado o que aumente la continua acción del río sobre la parte inferior del terreno insistimos que no habrá otro remedio sino variar la dirección del Canal por el otro lado de la cuesta con una excavación profundísima» (3).

Fuente: Plan Regional del Canal de Castilla


A mediados de diciembre de 1836 se estaban realizando todavía trabajos de reparación en la zona de Sopeña, lo que impedía echar las aguas y poner en navegación el canal. Y con fecha del 29 se notificaba al nuevo director facultativo del canal, Echanove Guinea, que en la proximidad del acueducto de Sopeña se había producido un derrumbe de tierra y cascajo que impedía el paso por la parva derecha (4).

Los problemas y los intentos infructuosos de atajarlos continuaron hasta que finalmente, en 1858, el ingeniero Leopoldo Brockmann, en aquel momento director de las obras del canal de Castilla, hubo de proyectar la reparación de los daños que el río y las filtraciones produjeron en el punto de Sopeña. Entre las posibles soluciones, variar el curso del Pisuerga, reforzar con un dique la ladera de su margen derecha o modificar el trazado del canal alejándolo del cauce del río, Brockmann consideraba que esta última era la mejor opción porque cortaba el mal más radicalmente pues libraba al Canal de los ataques del río y de las filtraciones interiores. Lógicamente, esta fue la opción adoptada (5).  

 


Referencias

1. Delibes De Castro, Germán, Escudero Navarro, Zoa, Montero Ruiz, Ignacio. (2019-2020): «Hallazgo de dos brazaletes de la Edad del Bronce en 1832, durante las obras del Canal de Castilla a su paso por Cigales (Valladolid)». BSAA arqueología, LXXXV-LXXXVI,  2019-2020, pp. 119-148.

DOI: https://doi.org/10.24197/ba.0.2020.119-148                                                                  

 

Archivo de la Confederación Hidrográfica del Duero

2.  CCHC0048/01

Gaspar Remisa, director de la Empresa (1833): Comunicado a Epifanio Esteban en el que se desautoriza el cambio de trazado del Canal en la zona de Sopeña.

 

3. CCHC0084/33.

Francisco Javier van Baumberghen, comisario de caminos y canales e intendente (1835): Expediente de reconocimiento de las obras del Canal de Castilla en el ramal Sur, desde Soto Albúrez hasta Valladolid y los puentes canales de Berrocal y Fuensaldaña.

4. CCHC0085/19

Josef Cruz Muller, director local de la empresa (1836): Correspondencia sobre el presidio y terminación en las obras del ramal Sur.


5.  CCHC0044/21.

Leopoldo Brockmann, director de las obras del Canal de Castilla (1858): Proyecto para reparar los daños que el río y las filtraciones producen en el Canal en el punto de Sopeña, planteando la variación del Canal como la solución más económica y de mejores resultados.

 


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