lunes, 24 de junio de 2024

Las obras de tierra en el Canal de Castilla

En la construcción del canal se distinguen dos tipos de obra: las obras de tierra y las de fábrica o de cantería. Aunque resultan más llamativas las primeras no olvidemos la relevancia que tienen las de tierra para la conformación del canal.

El mariscal de Campo Antonio de Flobert indica en el «papel n.o 3» de su cuaderno de advertencias y prevenciones que «las tierras del canal comprenden excavaciones, fondo, costados, diques, terraplenes, con sus declivios» [1].  

Las primeras directrices sobre este tipo de obras se encuentran en la instrucción redactada por Antonio de Ulloa [2] y aprobada el 25 de agosto de 1753. En los capítulos segundo y tercero de la misma se fijan las dimensiones y la forma de la caja del canal y los diques que la bordean. La anchura del canal debía ser de 30 pies, la profundidad de 6 pies como mínimo y el fondo de 20 pies, lo que originaba unos escarpes o declivios de 5 pies a cada lado. En el caso de encontrase con alguna zona rocosa se reduciría la anchura a flor de agua a los 21 pies.

Con las tierras sacadas de la excavación se formarían dos diques a los lados de canal cuya altura y anchura dependería de la cantidad de tierra extraída. Entre la base de los diques y el borde del canal se dejaría un espacio de cinco o seis pies para los caminos de sirga. En los costados exteriores de los diques se realizarían plantíos de árboles, cuyas raíces contribuirían a asegurar la construcción.

Zona de Antanillas. Villaumbrales


Las posteriores instrucciones que se aprobaron para el canal del Norte modificaron algunas de las dimensiones fijadas por Antonio de Ulloa para el canal de Campos. Así, las instrucciones firmadas por el conde de Valdeparaíso de marzo de 1755 mantienen las dimensiones de la profundidad y el fondo de la caja, pero aumentan la anchura de la superficie del agua a los 36 pies y los escarpes a 8 pies. También se incrementa la anchura de los caminos de sirga hasta los 8 pies. En los terrenos elevados se hará necesario aumentar la profundidad de la excavación que, cuando exceda de los 20 pies, la anchura a flor de agua será de 30 pies y la del fondo de 16 de pies [3].

La nueva instrucción del conde de Valdeparaíso, de 7 de julio de 1758, modifica ligeramente las dimensiones previstas para la caja del canal. En el artículo noveno de la misma se mantienen los 20 pies para el ancho del fondo del canal, pero se fijan 38 pies a flor del agua y, en partes, 40, con lo que el escarpe de cada lado tendrá 9 o 10 pies [4].

Tras el reconocimiento realizado por Antonio de Flobert, en julio de 1761, a la parte ya ejecutada del canal del Norte elabora un informe en el que precisa, en lo que se refiere a la excavación, lo siguiente: «En esta primera parte, respecto a las tierras, toda la excavación del canal está hecha, faltando solo que arreglar la colocación de las tierras del terraplén en la forma que se ha prevenido en el papel número 3.o». En este documento, ya citado, se desarrolla lo previsto en la Instrucción de 1758, diferenciando las dimensiones de la caja en terrenos llanos, montañosos o en valles.

Desde el puente de Herrera hacia la cuarta eclusa

En «terreno bueno y poco desigual» las dimensiones de la caja del canal son las ya fijadas en la Instrucción de 1758, aunque incluye los dos pies de la altura de las banquetas, de forma que la anchura entre los bordes de las banquetas será de 44 pies y los declivios tendrán 12 pies, resultando una excavación total de 256 pies cuadrados. Las banquetas tendrán 14 pies de cada lado del canal, cuya superficie «servirá para piso de los caballos y de la gente al servicio de los barcos». Bordeando las banquetas se levantarán sendos terraplenes de 3-4 pies de altura y con el ancho inferior de 47 pies, incluyendo los declivios, y el superior de 40 pies. El conjunto del canal tendrá pues una anchura de 166 pies.

Por su parte, en los terrenos montañosos, Antonio de Flobert propone alejar el centro del canal unos 300 o 400 pies de la ladera de la montaña, dar más altura al terraplén de ese lado, aunque reduciendo su grosor proporcionalmente, y elevando un sobre dique frente a la avenida de las aguas de lluvia.

Dentro de un valle, para que sea factible la construcción del canal, será imprescindible que los costados del valle estén lo suficientemente apartados como para permitir la anchura de 166 pies correspondiente al canal (caja, banquetas y terraplenes) como al espacio para los contrafosos indispensables en este caso.

Las instrucciones que se dictaron con posterioridad no entran tanto en el detalle como el «cuaderno» de Antonio de Flobert y dan un mayor margen de actuación a los ingenieros del canal. En la Instrucción Real de septiembre de 1785, dirigida a impulsar las obras del canal norte en ejecución y a la apertura, que finalmente no tendrá lugar, de «la porción de canal desde Quintanilla de las Torres hasta la unión con el actual en Alar», se precisa que el ancho del fondo del canal sea de 20 pies, salvo en los parajes donde se sostenga el canal con diques que podrá ser de 40 pies o más. En estos casos los escarpes tendrán de uno y medio a tres pies por uno de altura, según la calidad y consistencia del terreno. Por el contrario, en los terrenos altos y en las cuestas donde se hubieran de construir banquetas se daría a los diques, a partir de ellas, solamente un pie de escarpe, o a lo sumo uno y medio, por cada uno de altura [5].

En la cuesta de Cenizales

Es de suponer que estas instrucciones estuvieron vigentes hasta la conclusión de las obras en el ramal Norte y en el ramal Sur hasta el parón de las mismas. No obstante, cabe recordar que en el informe que Betancourt y Peñalver remitieron al secretario de Estado Pedro Cevallos en septiembre de 1801 se proponía rebajar las dimensiones del canal según los siguientes datos: fondo del canal, 16 pies; superficie del agua, 34, pies; escarpes, entre 32 y 35; y profundidad, 6 pies [6]. 

Por su parte, en la ejecución de canal Sur desde las esclusas de Soto Albúrez hasta la ciudad de Valladolid las dimensiones establecidas fueron las siguientes: fondo, 20 pies; superficie del agua, 48 pies; escarpes, 28 pies; altura o profundidad del agua, 7 pies. Sobre esta parte del canal se conservan planos que ofrecen varios perfiles de la excavación realizada en distintos lugares significativos [7]. 



Por último, las dimensiones para el canal de Campos aprobadas por Real Orden de 5 de febrero de 1834 fueron las que se indican: Solera, 16 pies; flor de agua, 37; profundidad de las aguas, 7 pies [8]. En el documento que cita dicha orden se ofrecen dos figuras con los perfiles de dos situaciones distintas. En el primer perfil se muestra la caja del canal excavada 5 pies y 8 pulgadas en el terreno y el resto formada con los diques que se sitúan a ambos lados. Los diques, compuestos con la tierra de la excavación, tienen 4 pies y 4 pulgadas de altura sobre el terreno y 3 pies sobre la superficie del agua. Su anchura en la base, incluyendo los escarpes, es 29 pies y 4 pulgadas y en la parte superior, que sirve de camino de sirga, es de 10 pies.

El segundo perfil ilustra el supuesto en que el conjunto del canal sea artificial. En este caso, se abrirá un foso a cada lado del futuro canal que tendrán de ancho 53 pies en la parte superior y 45 en la parte inferior, con una atura de 4 pies. Cada foso proporcionará 196 pies cúbicos de tierra con la que se formará el dique correspondiente, que tendrá unas dimensiones de 33 pies en la base, 8 pies en el camino de sirga y 10 pies de altura sobre el terreno natural,

En varios de los perfiles recogidos en distintos planos se comprueba la gran diversidad de situaciones que se dieron en la construcción de la caja y los terraplenes y diques del canal. En primer lugar, hay que distinguir los casos en los que el conjunto del canal, caja y terraplenes, está sobre el terreno natural, y los casos en los que el canal, en parte o en su totalidad, está excavado en el terreno. También se dan situaciones intermedias en las que la caja del canal está en parte excavada en el terreno y parte formada en los terraplenes. En cada uno de estos tres supuestos las múltiples soluciones adoptadas se acomodaron a las características del terreno [9].

Para ilustrar la importancia de los movimientos de tierra en el canal se ofrecen algunas cifras significativas. En el ramal Norte se señalan 6.026.013 varas cúbicas de excavación y 4.401.679 varas cúbicas de diques y terraplenes. Entre las excavaciones se destacan las realizadas en las cuestas de Cenizales y de Requena y las del páramo de Calahorra. En lo que se refiere a la construcción de diques y terraplenes se indican los levantados en la vega de Abánades, en la Ballarna y en la vega de Ucieza [10].    

 

Referencias

[1] Flobert, A. (1761): «Papel N.o3, de las tierras del Canal». [ACHD-CCHC0006-16].

[2] Ulloa, A. (1743): «Instrucciones para los ingenieros del Canal».  [ACHD-CCHC0084-04].

[3] Conde de Valdeparaíso (1755): «Instrucción que el Rey manda se observe por el ingeniero que se halle encargado de las proyecciones (…) del canal de navegación que debe abrirse desde las cercanías de Reinosa hasta el río Carrión…». [AGMM. CGD. R.28. Sign. 3-3-12-4, ff. 164-229].

[4] Conde de Valdeparaíso (1758): «Instrucción de lo que el rey manda se observe en la abertura del Canal del Norte…». [ACHD-CCHC0002-35].

[5] Flobert, obra citada.

[6] Cortes Generales (1820): «Memoria de la Comisión de Caminos y Canales». Imprenta que fue de García, Madrid: [s.n.].

[7] Planos. [Archivo General del MITMA. OH-355. OH.561]. 

[8] Canal de Castilla: Reglamento para las direcciones económicas y facultativas del Real Canal de Castilla y sus dependencias [y otros documentos] - Manuscrito -, folio 67. ¿1834? Biblioteca Digital Hispánica.

[9] Planos. [Archivo General del MITMA. OH-538. OH.548]. 

[10] «Los Reyes ordenan un vasto proyecto de canal en Castilla». Gaceta de Madrid: núm. 85, de 25/10/1791,             páginas 783 a 787.



lunes, 8 de abril de 2024

LOS INICIOS DE LA NAVEGACIÓN EN EL CANAL DE CASTILLA

La navegación al servicio de la construcción del canal

El ramal de Campos fue el primer lugar donde las barcas surcaron las aguas. El motivo no fue el de transportar mercancías sino greda y materiales de construcción. La primera noticia relacionada con el asunto la ofrece Carlos Lemaur cuando informa que Antonio de Ulloa, en septiembre de 1753, dejó a uno de los ingenieros «el encargo de cortar la madera para construir una barca y un Jac…» [1]. El propio Ulloa completa la información al indicar que «poco distante del origen en un llano que nombran de Bacerrilejos está el astillero donde se fabrican las embarcaciones y se hacen todas las obras de carpinterías que son necesarias para el uso de lo principal» [2]. Por su parte, en 1755, Silvestre Abarca precisa que en el astillero hay tres chalanas o barcas de transporte, muy útiles, una falúa, un navichuelo y bastante madera para construir otras barcas. Por ello recomienda recomponer los caminos de sirga «para que los hombres puedan tirar de las barcas que deben conducir materiales para la mampostería y greda para los diques, pues con ellas se ahorra mucho en los transportes». En relación con el astillero, Abarca propone que, al haberse hecho provisional con tapias de tierra en un terreno bajo y sin cimientos, no sirviendo en el día de utilidad alguna, se podría abandonar retirando la madera a donde pareciera más conveniente y que puedan ponerse a cubierto» [3]. En relación con las embarcaciones, Fernando Ulloa puntualiza que «se construyeron tres barcas de 200 quintales cada una para el transporte de los materiales, una balandra y un serení» [4]. 

Ramal de Campos: desde el puente de la tercera retención


En el canal del Norte, tanto las instrucciones de 1755 como las de 1758 instan a los ingenieros encargados de las obras a que aprovechen las aguas del río Pisuerga para conducir la tierra y los materiales por el canal según se vaya abriendo. Sin embargo, en la documentación consultada no he encontrado información del empleo de embarcaciones para el transporte de tierras hasta la llegada de la línea del canal al río Abánades. Para entonces, ya se había iniciado la construcción del parque con sus talleres de carpintería y herrería. «Sobre todo en el año de 1781 se realizaron muchos carretillos y carros de todas clases, puertas de diferentes dimensiones y todo tipo herrajes para el servicio de las obras y barcas destinadas a la conducción de tierra y greda para formar, consolidar y asegurar la permanencia de los elevados diques de aquel territorio de Abánades y los de la vega de Osorno» [5].    

Según Fernando Ulloa, en 1786 aún faltaban por hacer «850 varas de diques en la vega de Osorno en que se trabaja actualmente con doce barcas que conducen las tierras por el canal de las 530 varas que faltan de abrir en la cuesta de Cenizales…» [6]. Con el objetivo de acelerar las obras, a partir de ese mismo año se amplió la dotación económica del canal hasta los 200 mil reales mensuales y en la primavera de 1876 se destinaron a las obras del canal los regimientos de infantería de América y de León. Para el gobierno de esta tropa se nombró al brigadier José de Urrutia como inspector de la obra y visitador general. A la excavación de la cuesta de cenizales se destinó al regimiento de León y a una brigada de paisanos. Además, por el plan de operaciones que formaron José de Urrutia y la dirección e intendencia de las mismas se dotó al departamento de Abánades con el número de 20 barcas que habían de transportar la tierra, desde la cuesta de Cenizales, para continuar los diques de la vega de Osorno. Se incrementaba así la dotación de 12 barcas existentes hasta el momento [7].


El canal sobre el puente-acueducto de Abánades

La navegación comercial

Una vez que se realizó la unión de los canales del Norte y de Campos y la subsiguiente habilitación del tramo construido de canal de Campos para la navegación, había llegado el momento tan esperado de poner en marcha dicha navegación comercial entre Sahagún el Real y Alar del Rey. Sin embargo, aún quedaban dos asuntos por resolver. El despoblado de Alar y su territorio eran propiedad de la comunidad de monjas del monasterio de San Andrés de Arroyo. Era de suponer que en cuanto se comenzaran a construir las instalaciones necesarias para el tráfico de mercancías, la comunidad religiosa reclamara las rentas derivadas de toda la actividad económica que se pudiera desarrollar, así como las de la toma de las aguas para el canal.  Por otra parte, en ese momento aún no se habían instalado las compuertas en las primera seis esclusas entre Alar y la presa de San Andrés en Herrera.

Ambos problemas fueron planteados por Juan de Homar y Juan Mozo Mozo de la Torre, tesorero del canal, el 18 de junio de 1792, al secretario del despacho de Hacienda, Diego Gardoqui, sugiriéndole la necesidad de iniciar negociaciones con la comunidad del monasterio de San Andrés de Arroyo para la compra de la villa del despoblado de Alar con todos sus derechos.  Por Real Orden de 2 de agosto del mismo año se aprueba la habilitación de las once mil varas de canal que están abiertas desde la presa del río Pisuerga hasta el despoblado de la villa de Alar y que se construyan en su término los almacenes y demás edificios que se juzguen previstos para el servicio de estas reales obras [8] y se manda que se llegue con la comunidad del monasterio de San Andrés del Arroyo el acuerdo conveniente.

Poco después de que el rey ratificara la escritura de venta por parte de la comunidad del monasterio de San Andrés de Arroyo, en enero de 1793, Homar y Mozo firman un contrato con el comisionado de los Cinco gremios mayores de Madrid, José Mozo Mozo, para transportar por el Real Canal las partidas de trigo que fuese posible para el ejército y la armada.

Las ruinas del almacén en Valdemudo


El transporte se haría desde Valdemudo a la sexta esclusa pues, como ya se ha indicado, aún no se habían instalado las compuertas en las primeras seis esclusas. Sería obligación de José Mozo avisar a su corresponsal de Reinosa para que bajaran las carreterías suficientes con el objeto de recoger la carga. En Valdemudo se embarcaron 3200 fanegas en seis barcas habilitadas para este fin pues «solo carga cada una 400 fanegas por ser con las que se ha conducido tierra para los diques, pero se están construyendo las que deben servir para el transporte de géneros…».  El precio estipulado para el transporte era el de seis maravedíes por fanega y legua de las doce que hay entre Valdemudo y la sexta esclusa, que suman 72 maravedíes por fanega, frente a los 190 que se tendrían que pagar utilizando el transporte por tierra. Este contrato es uno de los «primeros ensayos dirigidos a fomentar la navegación» [9].

En los años noventa del siglo XVIII se fue impulsando la navegación hasta convertirse, en esos momentos, en «el principal ramo que deja grandes intereses…» [10]. El nuevo siglo comenzó con mal pie tanto para la continuidad de las obras de la construcción del canal como para su funcionamiento. En primer lugar, se suspendió la dotación económica al canal desde 1801, debido a las dificultadas de la hacienda pública derivadas de las implicaciones de España en los conflictos bélicos europeos.  Después, desde 1808, la guerra de independencia provocada por la invasión de los ejércitos napoleónicos destruyó gran parte de los recursos propios del canal y la navegación estuvo enteramente paralizada.

No obstante, según la Gaceta de Madrid del 6 de junio de 1815, cuando la provincia de Palencia se vio libre del enemigo, «la navegación, que tardó poco en habilitarse en gran parte, y hacerse útil al estado en el transporte de granos y otros artículos para el ejército que se hallaba entonces en Guipúzcoa y Navarra, se halla en el día expedita y en la mejor disposición de repetir servicios tan importantes con un ahorro inmenso de gastos de conducción, y evitando los perjuicios que de hacerla por acarreo o a lomo se ocasionan a la agricultura, ocupando en ella brazos y ganado en el tiempo que más escasean» [11]. Esta reactivación de la navegación es confirmada en el documento fechable a comienzo del trienio Liberal: «La felicidad de este Canal ha consistido, muy principalmente, en que en los cuatro últimos años se han transportado con las barcas crecidas porciones de granos y harinas, con dirección al Puerto de Santander» [12]. En este mismo documento se informa que se proyecta emplear 80 000 reales en la reposición de las compuertas de esclusa en los departamentos de Herrera y de Campos. Por el contrario, «aunque se necesitan construir las compuertas de las ocho esclusas que hay en el canal navegable del Sur, cuyo coste asciende a ciento veinte mil reales, no se incorporan en esta relación por no ser en el día absolutamente necesarias por motivo de hacerse poco uso de la navegación en este corto trecho y porque acaso no se hará hasta que se dé mayor extensión a las obras».

Ramal Norte: esclusa número 6 en Herrera de Pisuerga


 Una nueva referencia a la importancia de la navegación por el canal en las primeras décadas del siglo XIX aparece en el Real decreto del 10 de septiembre de 1828 por el se crea la junta que habría de elaborar el plan de condiciones para los licitadores de la continuación de las obras del canal: «mandé que se continuasen las reparaciones del Canal con sus propios recursos, por cuyo medio restablecida la navegación después de penosos desvelos, se ha empezado a lograr que los granos de las fértiles llanuras del país de Campos vuelvan a presentarse en los mercados de la costa española del Mediterráneo y en los de la Isla de Cuba, demostrando las ventajas incalculables que resultarán a todo el Reino  de la completa ejecución del plan aprobado, del que es solamente una cuarta parte el trozo concluido…» [13].

Habrá que esperar a que, una vez concluidas las obras de continuidad del canal desde Soto Albúrez a Valladolid en 1835, se abra a la navegación comercial en diciembre de 1836. Aunque ya en abril del mismo año se hizo un ensayo de navegación por el canal desde Herrera de Pisuerga hasta Valladolid con el transporte de 4000 fusiles [14]. Desde esta fecha se inicia una próspera etapa de navegación comercial que tendrá su máximo apogeo en la década de los años cincuenta del siglo XIX.

Dársena de Valladolid

Referencias

(1)          Lemaur, c (1754).: «Relación histórica del proyecto de los Canales de Castilla y de la ejecución del de Campos hasta hoy». AGMM. CGD. R.28. Sign. 3-3-12-4, ff. 85-129.

(2)          Ulloa, a. (1754): «Representación y memoria sobre el estado actual del Canal de Campos…». AGMM. CGD. R.28. Sign. 3-3-12-4, ff. 75-84.

(3)          Silvestre Abarca: «Relación de la situación del canal (…) y del estado en que se halló el día 30 de abril de 1755, en que se hizo el primer reconocimiento.» Villaumbrales, 22 de mayo de 1755. AGMM. CGD. R.28. Sign. 3-3-12-4, ff. 230-235.

(4)          Ulloa, F. (1786): «Relación histórica de los Canales de Castilla». AGMM. CGD. R.23. Sign. 3-2-1-1 (Parte 2), ff. 250-264.

(5)          Manuscrito sin autor ni fecha. ACHD-CCHC0093-02 

(6)          Documento citado en la referencia número 4

(7)          Documento citado en la referencia número 5

(8)          Correspondencia dirigida por Juan Mozo y Juan de Homar al ministro de Hacienda sobre la compra del territorio denominado el despoblado de Alar. ACHD-CCHC0002/08

(9)          Oficios y reales órdenes cruzadas por Juan de Homar y Juan Mozo Mozo de la Torre con Diego de Gardoqui. ACHD-CCHC0002/09

(10)       Manifiesto del origen del canal… (sin autor ni fecha). ACHD- CCHC0131/01

(11)       Artículo correspondiente a la primera secretaría de Estado. Gaceta de Madrid, núm. 69, de 08/06/1815

(12)       Documento citado en la referencia número 10

(13)       Real decreto de 10 de septiembre de 1828. Es copia impresa. AHN_FC- Mº_HACIENDA, 1544, Exp.33 

    (14)       Parte recibido en la secretaría de Estado y del Despacho de la Guerra. Gaceta de Madrid: n.o 493, 27 abril de                        1836. 

miércoles, 7 de febrero de 2024

APUNTES BIOGRÁFICOS DE JUAN DE HOMAR


Juan de Homar nació, cuando sus padres estaban de paso, en Tamarite de Litera (Huesca). En la misma localizad fue bautizado el día 17 de mayo de 1732, en la iglesia de Santa María de la Asunción. Sus padres eran Pedro Francisco Homar Balanzana, natural de Oleggio en el obispado de Novara, estado de Milán y Margarita Pascual Calders, natural de Arenys de Munt, obispado de Gerona en el Principado de Cataluña (1).

Según los datos que figuran en el Archivo General de Simancas (2), Pedro Francisco Homar llegó a España a principios del siglo XVIII como teniente de Caballería e integrado en el Regimiento de Caballería de Extremadura ascendió al grado de capitán en mayo de 1737, grado en el que se mantuvo hasta su muerte, producida el 17 de mayo de 1755. Pedro Francisco Homar consiguió que su hijo Juan ingresara a la edad de nueve años como cadete en el cuerpo de Caballería, el 20 de agosto de 1741. Fue destinado a participar en la campaña de Italia desde 1746 hasta la retirada del ejército, en cuyo tiempo estuvo en las funciones de Plasencia (16 de junio), y reencuentro sobre el río Tidone, afluente del Po (10 de agosto).

Juan de Homar ingresó en el cuerpo de Guardias de Corps el 19 de agosto de 1751 y cursó estudios en la Academia de Matemáticas de dicho cuerpo, creada por R.O. de 21 de diciembre de 1750. Tras ser examinado, obtuvo el empleo de alférez e ingeniero delineador, el 15 de enero de 1757, con destino a Cataluña y después al Canal de Castilla. En julio de 1760 asciende al empleo de teniente e ingeniero extraordinario (3).



Existen una serie de datos que confirman la participación de Juan de Homar en los asuntos vinculados al Canal de Castilla desde el año de 1759. El cuaderno de mediciones realizadas en las heredades que ocupa el ramal Norte en el término de Alar del Rey, en 1759, aparece firmado por Juan de Homar (4). Por otra parte, en el Archivo Parroquial de Herrera de Pisuerga, en los libros de bautismos y bodas, se localizan distintas referencias a Juan de Homar: en 1762 ejerce de padrino de la hija del interventor del canal de Campos y de testigo en la boda de Juan Courtoy, junto a otros ingenieros que trabajan en el canal (5).

El 13 de febrero de 1767 Fernando de Ulloa remitió al intendente Jorge Afraudi la orden de S.M. en la que se le ordenaba que antes de usar la licencia de acudir a la corte dejase arreglados los asuntos del canal. A propósito, Ulloa informa al intendente que ha dado instrucciones «al ingeniero encargado del detall de las obras, que lo era D. Juan de Homar, para que desempeñase las funciones que le correspondían, en la misma forma que con iguales motivos mandó S.M. el 28 de junio de 1763 y 29 de agosto de 1765» (6).  Dado que el anterior ingeniero encargado del detalle, Joaquín Casaviella, fue ordenado el 19 de febrero de 1762 pasar al ejército de Castilla para servir en la campaña de Portugal (7), cabe la posibilidad de que, desde esta última fecha, el encargado del detalle de las obras fuera Juan de Homar.

El año de 1770 fue importante para Juan de Homar. El día 6 de agosto es ascendido al grado de capitán e ingeniero ordinario y el 17 de diciembre obtiene la licencia para contraer matrimonio con María Manuela Vélez Ladrón de Guevara, natural de Herrera de Pisuerga. La ceremonia se celebró el 31 de diciembre, actuando como padrino Fernando de Ulloa.



Francisco de Sabatini, tras su toma de posesión como director y comandante del ramo de Caminos, Puentes, Edificios de Arquitectura civil y Canales de Riego y Navegación, designó a 29 ingenieros para que sirvieran en el ramo de Caminos el 1 de noviembre de 1774. Sabatini confirmó el destino en el Canal de Castilla a los ingenieros Fernando de Ulloa, Juan de Homar y Joaquín Issasi, a los que se unió Manuel Gispert como ingeniero ayudante (8).

El secretario de Estado Miguel de Múzquiz remite un oficio, el 24 de febrero de 1775, al intendente Jorge Astraudi informándole de que ha dado órdenes a Juan de Homar «para que con arreglo a las que tenga, o le comunique de nuevo Ulloa, disponga su ejecución y cumplimiento en la parte que le toca, durante la ausencia de este…» (9).

Con fecha de 16 de diciembre de 1776 Juan de Homar solicita que se le conceda la merced del hábito en una de las dos órdenes militares, de Santiago o Calatrava. Esta solicitud es apoyada por Sabatini. El 30 de enero de 1777 el rey concede la merced del hábito en la Orden de Calatrava, concesión que tendría que ser confirmada tras la realización de las pruebas de nobleza dirigida por el Consejo de Órdenes. En el caso de Juan de Homar las pruebas, tanto testificales como instrumentales, se desarrollaron desde el 27 de abril al 24 de junio de 1777. El resultado final de la probanza de nobleza fue que «en el expresado D. Juan Bautista concurren todas las circunstancias y calidades de legitimidad y nobleza que piden nuestras definiciones para ser admitido al Hábito de Caballero que pretende de nuestra Orden de Calatrava» (10)

El 12 de enero de 1777, en el contexto del contencioso de los dueños de los molinos de la ribera del río Perales con la Real Hacienda del Canal por la toma de aguas del río Carrión (iniciado tras la Real Resolución de 3 de septiembre de 1769), Fernando de Ulloa dio la correspondiente orden a Juan de Homar, encargado del detalle de las obras, para que asumiera la ejecución de la acequia provisional desde el último molino llamado de Requejo al canal de Campos (11).  



Silvestre Abarca, en relación con su plan para aumentar el cuerpo de ingenieros a la cifra de 300 para todos los dominios del imperio, elaboró el día 11 de febrero de 1778 una relación de los ingenieros que debían ascender.  En esa lista se incluye a Juan de Homar entre los «ingenieros ordinarios que por su antigüedad deben ascender a en segundo» (12), correspondiente con el grado de teniente coronel. En todo caso, el ascenso no se hará efectivo hasta enero de 1882 (Mercurio histórico y político).

En las hojas de servicio de Juan de Homar correspondientes a los años comprendidos entre 1778 y 1782 se informa que fue destinado al canal de Murcia (13). Esta información se complementa con la que suministra Joaquín Espín Rael (14). Según este autor, en relación con las obras del canal de Huéscar o de Murcia, «… por Real orden dada en San Ildefonso a 8 de Octubre de 1781 fueron mandadas examinar de nuevo, en vista de las dificultades que se iban tocando, por el coronel de Ingenieros D. Carlos Lemur y los que anteriormente habían entendido en el proyecto: D. Juan de Escofet, D. Fernando de Ulloa y D. Juan de Homar, ingenieros militares». El mismo autor se hace eco en su trabajo del oficio que el conde de Floridablanca dirige al arquitecto Martínez de Lara el 18 de noviembre de 1782 en el que le comunica que están en su poder los informes emitidos sobre las obras del canal de Murcia por el brigadier Juan Escofet, el coronel Fernando de Ulloa y el capitán Juan de Homar. En este mismo año de 1782 fue destinado Martínez de Lara, por Real orden, para que en unión del brigadier Escofet, del coronel Ulloa y del ya teniente coronel Homar, hiciesen el reconocimiento de las aguas de Daifontes y Real Acequia de la villa de Albolote, para regar con ellas parte de la vega de Granada.

El ascenso de Juan de Homar al grado de coronel lo recogen tanto la Gaceta de Madrid como el Mercurio histórico y político de enero de 1783. Sorprende el hecho de que Homar solo permaneciera un año en el grado de teniente coronel, cuando la media de permanencia se situaba en los ocho años (15). En otro orden de cosas, Homar figura como uno de los socios fundadores de la Sociedad Económica de los Amigos del País en Herrera de Pisuerga, en 1785, y en el Kalendario manual y guía de forasteros de Madrid aparece como director de dicha Sociedad, desde 1790 a 1808.



Fernando de Ulloa hace entrega, el 21 de julio de 1786, del inventario de los planos, perfiles y cartas órdenes, correspondiente a la dirección de las reales obras de los canales de Castilla, a Juan de Homar quien, en virtud de la Real orden de 23 de junio del mismo año, había quedado encargado de la dirección de las obras del canal, tras la retirada voluntaria de Ulloa (16). Homar se pondrá al frente de las obras proyectadas por Fernando de Ulloa que aún quedaban por completar en el canal del Norte. Para lo que podrá contar con el incremento de la dotación mensual a 200 mil reales y con el destino a las obras de los regimientos de infantería de América y de León (17). A propósito del regimiento de América, Homar tuvo que ser testigo directo de los conflictos surgidos entre el brigadier José Urrutia, nombrado inspector de las obras de canal de Norte y visitador general, y los mandos naturales del regimiento (18).

Ya antes de que finalizaran las obras del canal del Norte, las reales órdenes de 27 de febrero y 26 de mayo de 1789 dispusieron que Juan de Homar elaborara el proyecto del canal de navegación y riego desde el canal de Campos, en el punto del Serrón, hasta la ciudad de Valladolid (19).

La Gaceta de Madrid, en su número 85 de 25 de octubre de 1791, se hace eco de la siguiente noticia: «…dispuso el Ingeniero Director de estas obras D. Juan de Homar soltar el 25 de Agosto último, en obsequio de los días de la Reyna nuestra Señora, las [aguas] de la presa de la Villa de Herrera de Pisuerga, habiéndose conseguido la deseada unión, y por este medio la perfecta conclusión de un canal de navegación y riego de 125 900 varas lineales, útil a la nación en general, y a la Castilla en particular» (20). En el monumento conmemorativo de este acontecimiento, ubicado en Calahorra de Ribas, se puede leer la mención referida a Homar: «… dirigió la obra el coronel D. Juan de Homar Aguirre Echea Caballero de Calatrava»



Una vez concluido el canal del Norte, e incluso antes, Juan de Homar procedió a emprender los trabajos encaminados a habilitar para la navegación la parte construida del canal de Campos:  muelles en el punto de unión de los dos canales en el rio Carrión, un desagüe con bóvedas y compuertas para registro y limpia del canal, un derrame para dar salida a las aguas sobrantes del rio Carrión en tiempo de avenidas,  la llamada tercera esclusa de retención (21), la inclusa de precaución junto al puente de Valdemudo, el arreglo de los diques y márgenes del canal deteriorados, el dique o astillero de Villaumbrales para la elaboración de barcas y carretas y para labrar las maderas para las compuertas de inclusas y, finalmente, embarcaderos y almacenes en Paredes, Valdemudo y otros puntos (22).



Homar pone en marcha en 1792 la ejecución del proyecto del canal Sur que elaborara en 1789, tras le habilitación para la navegación del tramo construido del canal de Campos. El propio Homar ofrece precisa información sobre las obras ejecutadas en el documento que lleva su firma y que está fechado el 6 de abril de 1800 (23): En las primeras 10 500 varas de excavación concluidas se habían n construido las 9 esclusas previstas en el proyecto de Homar, así como el puente-acueducto de cinco arcos sobre el desagüe de la Nava, el pequeño acueducto del Tesoro y el puente de comunicación de las Arcas. El 12 de noviembre de ese mismo año, Juan de Homar remite un oficio al inspector general de Caminos y Canales, Conde de Guzmán, en el que le expresa que, al tiempo que se introduzcan las aguas del canal de Campos en el del Sur, se debe instalar una inscripción como se hizo en 1791, con ocasión de la unión de las aguas de los ríos Pisuerga y Carrión. En su contestación al oficio de Homar, el Conde de Guzmán propone el siguiente texto para la inscripción: «Reinado de Carlos IV. En este punto se unieron los dos canales, el de Campos y el de Sud. A expensas del Real Erario. Año de MDCCC» (24). Sin embargo, la crisis financiera que aquejaba al Estado imposibilitó culminar las obras para la apertura de la navegación en la parte construida del canal Sur.



La dedicación de Homar no solo se centró en la construcción del canal sino también, y de forma destacada, en el impulso a la creación de instalaciones industriales a su vera y a la repoblación de los lugares que cruzaba el canal. La propuesta que hiciera Francisco Sabatini, en 1775, al secretario de Estado, Miguel de Múzquiz, de construir siete u ocho molinos a orillas del canal (25) se fue haciendo realidad como lo atestigua Jovellanos en sus diarios (26). En su viaje realizado en septiembre de 1791 contabiliza en el canal Norte siete molinos harineros, un molino de papel y tres batanes.

Los distintos oficios intercambiados entre Juan de Homar y el tesorero Juan del Mozo Mozo de la Torre, por un lado, y el nuevo secretario de Estado, Diego de Gardoqui, por otro, recogen una pequeña muestra de la labor de Homar orientada a la explotación de las utilidades del canal.  Así, Gardoqui informa a Juan del Mozo, el 5 de abril de 1792 que Homar ha presentado la propuesta, bien acogida por el rey, de habilitar el ya construido batán de la esclusa 7.a en una fábrica de pieles de ante, gamuza y demás para conseguir dos objetivos: repoblar el despoblado de Néstar y conseguir una manufactura útil para el país y muy interesante a la Real Hacienda. En el oficio de 3 de noviembre de 1792, Mozo y Homar adjuntan a Gardoqui «la relación de los importes en que están arrendadas las 12 casas de molinos harineros de tres piedras cada una y las tres de batanes para ropa, cada una de dos ruedas y seis pilas continuándose administrando por ahora por cuenta de la Real Hacienda el molino de papel de cuatro ruedas y 24 pilas y el batán de antes de dos ruedas y cuatro pilas…». El arriendo total ascendía 76 325 reales anuales.  El 17 de marzo de 1793, Gardoqui comunica a Juan Mozo Mozo y a Juan de Homar que el rey ha aprobado el contrato firmado 24 de febrero de 1793 con Josef Mozo, comisionado de los gremios para el acopio y la conducción de granos destinados a las provisiones de los ejércitos y armada. En virtud de dicho contrato, se embarcaron 3200 fanegas en las seis barcas que se habilitaron para este fin. El transporte se realizó desde Valdemudo hasta la sexta esclusa. (27)



Una información más completa sobre los distintos molinos y batanes instalados en el canal del Norte y en la parte construida en el canal del Sur se recoge en la «Memoria de los edificios, máquinas, tierras y huertas que tiene la Real Hacienda en los canales de Castilla la Vieja» firmada por Juan de Homar el 6 de abril de 1800 (28).  En esa fecha se habían construido en el canal Norte doce molinos harineros, tres batanes, un martinete, un batán de antes y curtidos y un molino de papel. Se habían proyectado otros cinco establecimientos industriales que no llegaron a construirse. En el canal Sur se instalaron siete molinos harineros, un batán de antes y curtidos y un molino de papel. De todos estos establecimientos, Homar describe de forma especial el martinete de la primera esclusa, las proyectadas máquinas para barrenas de cañones en las esclusas tercera, cuarta, quinta y sexta, el batán de antes y curtidos de la séptima, el molino de papel de la esclusa unida 11 y 12 y los cuatro molinos unidos de El Serrón.



En cuanto a la repoblación de los despoblados Homar dice en su Memoria de abril de 1800 que en el paraje de la futura repoblación del Quintanilla la Real «se debe construir una pequeña iglesia para que se verifiquen las sabias intenciones de S.M. en las repoblaciones de todos los despoblados que corta el canal, como lo tiene aprobado». En virtud de ese mandato regio Homar ya había levantado los planos de estos despoblados en abril de 1792 y pretendía comenzar en proceso repoblador en el despoblado de Néstar, al tiempo que se habilitaba el batán de la 7.a esclusa en fábrica de antes y curtidos. Poco después cambió de idea y planteó la conveniencia de iniciar el proceso repoblador en el despoblado de Alar por ubicarse en su término la cabecera del canal del Norte (29). Aprobada la propuesta el 2 de agosto de 1792 se iniciaron las conversaciones con la comunidad del Real monasterio de religiosas bernardas de San Andrés de Arroyo, dueñas de aquel territorio, para llegar a un acuerdo de compra del mismo. El contrato de compraventa se cerró el 30 de octubre del mismo año y el 3 de enero el rey autoriza la ratificación de la escritura de compra del territorio de Alar por 200 mil reales (30).

En la ya citada Memoria de 1800, Homar muestra los avances que se dan en las distintas repoblaciones y nuevos poblamientos, con indicación de edificaciones instaladas y pobladores: Alar, Néstar, el entorno del molino de papel en Olmos, Abánades, Calahorra, Sahagún el Real, y El Serrón. También se señalan otros que quedaron en proyecto: Barrialba, Quintanilla la Real y Viñalta. Como único testimonio de todos lo que llegaron a constituirse solo queda Alar del Rey.



El nuevo siglo no comenzó con buen pie para el canal. Desde el mes de noviembre de 1800 hasta junio de 1801 la asignación de 200 mil reales mensuales se redujo a la cantidad de 40 mil reales (31). Si como señala Betancourt en 1803 los atrasos de los fondos del canal ascendían a unos cuatro millones de reales, a pesar de haber conseguido el ascenso de la dotación hasta los 1.216.119 rs. en todo el año de 1802, eso significaría que la dotación en el resto del año de 1801 se mantuvo en los 40 mil reales mensuales (32). De la asignación a partir de 1803 no se tienen datos.

La información más completa de la marcha de las obras del canal Sur en estos primeros años del siglo XIX la ofrecen las Observaciones sobre el proyecto que se añadieron al elaborado por Homar en 1789. Según dichas observaciones las obras de excavación llegan hasta el camino real próximo a Dueñas; en la parte ejecutada se han construido nueve esclusas; en el barranco de Soto de Albures se está ejecutado la excavación de las cajas de las esclusas 34,35 y 36, así como el solado de estas (33). Parte de estos datos se confirman en «Perfil General de los Reales Canales de Castilla…» (34) de 1806.

Juan de Homar seguía trabajando en la prolongación de las obras en el canal Sur y en el canal Norte tal como lo demuestra la elaboración de sendos planos: Plano de una porción de Canal desde el Soto de Albures hasta pasar el arroyo de Puertas de Villa en Dueñas, 6 de noviembre de 1803 (35) y Plano del canal alto en Castilla la Vieja, desde Quintanilla de las Torres al ya abierto en Alar del Rey, 28 de agosto de 1802 (36)

Suele darse por buena la fecha de 1804 como la de la jubilación de Juan de Homar. Sin embargo, considero que esta ha que posponerse, al menos, hasta 1806. Efectivamente, en el verano de 1804 el Gobierno determinó que se terminara el trayecto del camino carretero en ejecución (de Quintanilla de las Torres a Herrera de Pisuerga) por cuenta de la Administración Central y bajo la dirección de Juan de Homar. Pero ya desde 1792 Homar apoyaba la propuesta del Consulado de Santander de dirigir el camino nuevo no hacia Burgos, sino hacia Palencia, por Aguilar de Campoo y Herrera de Pisuerga (37). Por otra parte, esta incursión de los ingenieros del Canal de Castilla en otros destinos no suponía ninguna novedad y, además, en ese mismo año Homar estaba ocupado en la desecación de la laguna de la Nava: «De Juan de Homar nos da noticias Betancourt en una comunicación a Julián Rodríguez en la que, en octubre de 1804, le ordena que se traslade en comisión a Palencia para auxiliar a Homar en la obra de desagüe de la laguna de la Nava» (38). No se sabe si Homar se había incorporado a la Inspección General de Caminos y Canales creada en 1799 o si seguía como ingeniero militar comisionado en los canales de Castilla, como lo permitía la ordenanza de 1803 del Real Cuerpo de Ingenieros del Ejército.



En el archivo de la Confederación Hidrográfica del Duero existe un documento en el que  se puede leer lo siguiente: «Poco antes de estallar la guerra con el numeroso ejército que introdujo en nuestra Península Napoleón, varió nuestro gobierno supremo con mudanza de ministros de Estado que fueron trascendentales al canal de Castilla, jubilando al Director de las obras D. Juan de Homar Aguirre Echea y al intendente D. Juan Mozo Mozo de la Torre, reemplazando a estos dos un juez Protector y Conservador que, aunque inteligente en la judicatura, no entendía los negocios prácticos del establecimiento ni sabía los que estaban pendientes para promoverlos con utilidad del Estado; la dirección  y conservación de las obras quedó abandonada tanto por la jubilación de Homar, cuanto porque también se dio de baja a D. José María de Homar, que era ayudante de su padre en virtud de nombramiento». No he podido localizar en los distintos archivos consultados la fecha concreta de la jubilación de Juan de Homar. Sin embargo, sí he dado con documentos que indican que tanto Juan Mozo Mozo de la Torre (39) como José María Homar (40) seguían ocupados en asuntos del Canal de Castilla en el año de 1806. Y no se olvide que el famoso «Perfil General de los Reales Canales de Castilla…» lleva la fecha de 22 de diciembre de 1806.

Otro asunto que conviene aclarar es que a Juan de Homar no le sucede Juan López de Peñalver en la dirección del Canal de Castilla, como lo atestiguan el fragmento transcrito más arriba y el nombramiento de Peñalver en 1807 para la dirección general de los canales imperial y real de Tauste en los reinos de Aragón y Navarra y de los de Castilla la Vieja, según se recoge en la Gaceta de Madrid de 1.o mayo de 1807 y en su expediente de clasificación de jubilación (41)

El fallecimiento de Homar tiene lugar tras unos sucesos para él angustiosos. Durante la guerra de Independencia, huyendo del trasiego de las tropas que pasaban por Herrera de Pisuerga se retiró al lugar de Payo, situado a legua y media de Herrera. Una noche le sorprendieron en la cama unos diez soldados franceses comandados por un sargento de caballería y guiados por un lugareño que le había denunciado como general insurgente. El propio sargento detuvo a los sodados que le habían puesto las pistolas en el pecho para matarlo, mostrándoles que en la soledad y retiro de aquella aldea no podía haber dirigido ninguna insurgencia.  Los franceses se marcharon de la casa, pero la indisposición que padecía debió agravarse con la angustia sufrida pues, pasados unos pocos días, Juan de Homar fallecía el 8 de diciembre de 1808 (42).

Referencias

 

(1)        Pruebas para la orden de Caballero de la orden de calatrava de D. Juan Bautista Homar. AHN_00002217\OM-CABALLEROS_CALATRAVA, Exp.1227BIS

(2)        Expediente personal de Juan de Homar. AGS_SGU, PER, 26, 80.

(3)        Hoja de servicios de Juan de Homar.  AGS-SGU, LEG,3793,1

(4)        Canal de Castilla. Cuaderno de la primera y segunda medición realizadas en las heredades que ocupa el ramal Norte en el término de Alar del Rey, en 1759. ACH-CCHC0150/1

(5)        Arroyo Rodríguez, L. A. (2004): «Nacimientos, bodas y defunciones de empleados en el Canal de Castilla. 1759-1799». Apuntes Históricos- Herrera del Pisuerga, N.o 82.

(6)        Documento sin título ni fecha. CHD-CCHC0093-02.

(7)        Hoja de servicios de Joaquín Casaviella. ACA. DIVERSOS. Comandancia de ingenieros_126, 71206.

(8)        Documento sobre los destinos de los ingenieros a la orden de Sabatini (1774). AGS-SGU, LEG, 3002, S.F.

(9)        Oficio de Miguel de Múzquiz a Jorge Astraudi. ACHD-CCHC0001-02.

(10)     Pruebas para Caballero de la orden de Calatrava de D. Juan Bautista Homar. AHN_00002217\OM-CABALLEROS_CALATRAVA, Exp.1227BIS.

(11)     Origen del Canal de Castilla, pág. 93. ACHD- CCHC0085/36.

(12)     Lista de ingenieros que deben ascender (1778). AGS-SGU, LEG, 3002, S.F.

(13)     Hoja de servicios de Juan de Homar.  AGS-SGU, LEG,3793,7.

(14)     Espin Rael, J. (1926). «El arquitecto Martínez de Lara y el famoso pantano de Lorca». Madrid

(15)     Capel, J y otros (1988): «De Palas a Atenea». Serbal y CSIC.

(16)     Oficio de Fernando de Ulloa al intendente Roque Carrasco en el que le comunica la entrega a Juan de Homar del inventario de planos, perfiles y cartas órdenes...  ACHD-CCHC0005/03

(17)     Cartas de José Urrutia, Pedro de Lerena, marqués de Peñafiel, Joaquín Oquendo y Félix Buriel, sobre los problemas surgidos por las tropas del regimiento de América. AHNOB/1//OSUNA, CT.285, D.64-75.

(18)     Carta de Juan de Homar al marqués de Peñafiel. AHNOB/1//OSUNA, CT.285, D.60-63.

(19)     Homar, J. (1789): «Proyecto del canal de navegación y riego desde el Canal de Campos, en el punto del Serrón, hasta la ciudad de Valladolid». ACHD- CCHC0006/05.

(20)     Gaceta de Madrid: núm. 85, de 25/10/1791: «Los Reyes ordenan un vasto proyecto de canal en Castilla».

(21)     Ver supra.

(22)     Canal de Castilla (1834): Reglamento para las direcciones económicas y facultativas del Real Canal de Castilla y sus dependencias [y otros documentos]. Biblioteca Digital Hispánica (BNA). Signatura: MSS/20574

(23)     Homar, j. (1800): «Incluyo a V.S.S. la Relación adjunta. En ella se comprenden todos los edificios, máquinas y demás que tiene la Real Hacienda en estos Canales, y las obras emprendidas en ellos, de cuya dirección estoy encargado». ACHD-CCHC0077/1.

(24)     Conde de Guzmán: oficio dirigido a Juan de Homar. ACHD- CCHC0005-03

(25)     3 de octubre de 1775. De Francisco Sabatini al secretario de Hacienda, Miguel de Múzquiz. AGMM. CGD. R.23. Sign. 3-2-1-1 (Parte 2), ff. 136-144.

(26)     Jovellanos, M.G.: Diarios. (memorias íntimas): 1790-1801, Gijón: Instituto de Jovellanos, 1915 (Madrid: Imp. de los Sucesores de Hernando). Biblioteca virtual del Principado de Asturias.

(27)     Oficios y reales órdenes cruzadas por Juan de Homar, ingeniero director del Canal de Castilla, y Juan Mozo Mozo de la Torre, tesorero del canal, con Diego de Gardoqui, secretario del Despacho de Hacienda. ACHD-CCHC0002/09.

(28)     Ver referencia número 23.

(29)     Ver referencia número 27.

(30)     Escritura de venta al rey Carlos IV del despoblado de Alar y su término dada por la abadesa y monjas bernardas.  CHD-CCHC0012/04.

(31)     Razón de los gastos causados en los canales de Castilla. ACHD-CCHC0103-27

(32)  Informe de Agustín Betancourt a Pedro Cevallos sobre el mal estado de las carreteras españolas, la mala inversión realizada y los nuevos planes para la dirección de las obras de los canales y caminos. Archivo Histórico de la Nobleza. Signatura: VALENCIA, C.3, D.33.

(33)   Ver referencia número 19.

(34)   Homar, J. (1806): «El Canal de Castilla. Cartografía de un proyecto ilustrado». Estudio preliminar por Juan Helguera Quijada. Madrid: Ministerio de Obras Públicas y Transportes, y Turner Libros S.A.

(35)   Homar, j. (1803): «Plano de una porción de canal desde el Soto de Albures hasta pasar el arroyo de Puertas de Villa en Dueñas». Archivo general del MITMA, signatura: OH-525.

(36)   Homar, j. (1802): «Plano del canal alto en Castilla la Vieja, desde Quintanilla de las Torres al ya abierto en Alar del Rey». Archivo general del MITMA, sig.: OH-339.

(37)   Palacio Atard, V. (1960): «El comercio de Castilla y el puerto de Santander en el siglo XVIII». Pág. 103. CSIC, Madrid.

(38)   Sáenz Ridruejo, F. (1983): «Los primeros ingenieros de Caminos», pág. 375. Revista de Obras Públicas.

(39)   Oficios del alcalde de Alar sobre el importe de 4 maravedíes del cuartillo del vino, para que sea administrado por cuenta de los reales canales. ACHD- CCHC0067/04.

(40)   Instrucciones dadas por José María de Homar a Antonio Herrera y Ventura Díez, para la administración de la fábrica de antes y curtidos de Alar. ACHD-CCHC0067/03.

(41)   Expediente de clasificación de Juan López de Peñalver. AHN//FC-M.o HACIENDA, 1249, Exp.96.

(42)   Documento anónimo. ACHD-CCHC0093-02