viernes, 13 de junio de 2025

EL CANAL DE CASTILLA. Historia de su construcción

 





    

    

 

     Índice                                                                                                           

1. Introducción

2. El ramal de Campos: 1753-1757

2.1 Carlos Lemaur y Antonio de Ulloa

2.2 Silvestre Abarca

2.3 Fernando de Ulloa

3. El ramal del Norte: 1759-1791

3.1 Antecedentes

3.1.1 Las propuestas de Antonio de Ulloa

3.1.2 El proyecto de Silvestre Abarca

3.2 El proyecto de Fernando de Ulloa: proyecto general y proyectos parciales

3.2.1 Características generales del proyecto

3.2.2 Primer tramo: Estrecho de Nogales – presa de San Andrés

3.2.3 Segundo tramo: Presa de san Andrés – río Abánades

3.2.4 Tercer tramo: Río Abánades- Requena

3.2.5 Cuarto tramo: Requena – río Carrión

4. El ramal de Campos: 1791-1792

5. El ramal del Sur: 1792-1806

5.1 El proyecto de Juan de Homar

5.2 Observaciones al proyecto

5.3 El progreso en la ejecución de las obras

6. La paralización de las obras: 1806-1831

6.1 1806 – 1808

6.2 1808 – 1820

6.3 1820 – 1823

6.4 1823 – 1831

6.5 La Real Cédula de marzo de 1831

7. El ramal del Sur: 1831-1835/37

7.1 La reanudación de los trabajos. El punto de partida

7.2 De las esclusas de Soto Albúrez al acueducto de Puertas de Villa en Dueñas

7.2.1 El cambio de diseño en las esclusas 34,35 y 36

7.2.2 El enfrentamiento entre Epifanio Esteban y Antonio Prat

7.2.3 El desarrollo de las obras

7.2.3.1 Las primeras obras de excavación y de relleno

7.2.3.2 Las obras de fábrica o de cantería

7.2.4 La ceremonia de la echada de las aguas

7.3 De Dueñas a la ciudad de Valladolid

7.3.1 De Dueñas a la venta de Trigueros

7.3.2 De la venta de Trigueros a Santovenia

7.3.3 De Santovenia a la ciudad de Valladolid

7.4 La incidencia de la Guerra Carlista y de la epidemia de cólera en los trabajos del canal

7.5 El largo y complicado final de las obras

8. El ramal de Campos: 1835-1849

8.1 La reanudación de las obras en 1835

8.2 La nueva paralización de las obras y el nuevo contrato

8.3 La reanudación definitiva de las obras y su conclusión (1842-1848)

8.3.1 Primer tramo: Sahagún el Real – Fuentes de Nava

8.3.2 Segundo tramo: Fuentes de Nava – Abarca

8.3.3 Tercer tramo: Abarca – Capillas

8.3.4 Cuarto tramo: Capillas – Castil de Vela

8.3.5 Quinto tramo: Castil de Vela – Villanueva de San Mancio

8.3.6 Sexto tramo: Villanueva de San Mancio – Medina de Rioseco

8.4 La constitución definitiva de la Compañía anónima del Canal de Castilla

8.5 Balance

 

Apéndice 1. Las obras de tierra del canal

Apéndice 2. Las obras de cantería

 

 

 Introducción

El plan del marqués de la Ensenada, consistente en la construcción de canales de navegación y carreteras pavimentadas, se puso en marcha en 1749 con los inicios de las obras del camino en el puerto de Guadarrama, que facilitaría la comunicación de las dos Castillas, y en el camino real de Reinosa a Santander, que habría de posibilitar el tráfico entre Castilla y el mar. El camino del puerto de Guadarrama se concluyó en 1749 y el de Reinosa a Santander en 1753.

Mientras tanto, a principios de noviembre de 1751, Carlos Lemaur recibió «las órdenes de marchar a Castilla para trabajar en un proyecto de canales cuyo objeto principal era facilitar hacia Santander el transporte de los géneros que se recogen en la parte de esta provincia situada a la derecha del río Duero» [1]. Por las mismas fechas, Antonio de Ulloa, que estaba en Estocolmo, recibió la orden de regresar a España para hacerse cargo, entre otros asuntos, de la formación del proyecto y de la dirección de los canales de Castilla [2].

Parece ser que los documentos originales del proyecto del canal de navegación y riego concebido por Antonio de Ulloa han desaparecido o no se localizan en los archivos consultados. El mapa más antiguo de los que reproducen el proyecto es el de Miguel Sánchez Taramas [3]. Lo que ocurre es que este mapa, como indica el propio autor, reproduce a menor escala el facilitado por Fernando de Ulloa, de manera que desde Nogales a Calahorra sigue la traza del mapa correspondiente al proyecto de Ulloa de 1760. Precisamente es en este último mapa en el que se puede ver representado, en línea discontinua, el «antiguo proyecto de D. Carlos Lemaur y D. Silvestre Abarca» [4]. 

 


Existe otro mapa, bastante posterior, que lleva el título de «Mapa de los Canales de Navegación y Riego para los Reynos de Castilla y de León.  Copiado del que formó el Capitán de Navío D. Antonio Ulloa» [5].  Su autor fue Ignacio Ordovás que ingresó en el Cuerpo de Ingenieros en 1803 y fue ayudante de Juan Ordovás en el Museo Militar. A pesar de presentarse como copia del formado por Antonio de Ulloa, incluye el trazado de Fernando de Ulloa desde Nogales hasta Calahorra de Ribas.    



En ausencia, pues, de los documentos originales, recurro a las fuentes disponibles para describir el contenido del proyecto que tendría como objetivo principal dar salida a los trigos y vinos de Campos dado que este territorio no produce otros frutos ni tiene industria de que poder subsistir cuando ellos le falten [6].

Tanto Carlos Lemaur como Antonio de Ulloa precisan que el proyecto de los canales de Castilla estaba formado por dos ramas o canales fundamentales: el «canal grande de Castilla» y el «canal de Campos». Lemaur, tras realizar el proyecto parcial desde Palencia a Villamuriel, elaboró su primer proyecto general de los canales de navegación que constaba de dos ramales con sus extremos en Herrera de Pisuerga, Medina de Rioseco y Valladolid, con un punto intermedio en Grijota, donde se unían los dos ramales [7]. El primer ramal, denominado canal de Campos, tomaba sus aguas del río Carrión a su paso por Monzón, seguía hasta Grijota y desde aquí, atravesando sobre un puente de 26 arcos el valle por donde se desagua la Nava, pasaba por las inmediaciones de Revilla, Vaquerín, Villerías y Meneses hasta llegar a Medina de Rioseco. Esta parte del proyecto, presupuestada en 3.036.954 reales, fue remitida a la Corte el 22 de junio de 1752. El segundo ramal arrancaba en la orilla derecha del río Burejo, remansado mediante una presa, y seguía bordeando la cuesta situada al oste del río Pisuerga hasta llegar al río Abanades, que se salvará mediante otra presa, para seguir hasta Lantadilla; desde aquí el canal atravesará la rambla de la Vallarna mediante un puente-acueducto y penetrará en una mina de unas 3 000 varas para salvar la cuesta de Somonton; a la salida de la mina el canal se dirigirá por los términos de Santoyo, Támara, Piña, Amusco  hasta entrar en el río Carrión en Monzón, y de aquí a Grijota.  En esta parte del proyecto, entre el río Burejo y Monzón, se proyectaron 15 esclusas. El presupuesto de esta parte del proyecto ascendía a 3.115.250 reales. Lemaur lo remitió a la Corte el 15 de agosto de 1752. Durante el mes siguiente elaboró el proyecto desde Villamuriel a Valladolid y al Duero. Con ello Lemaur daba por concluido el proyecto total del canal desde Herrera hasta el Duero, y el de la otra rama que, apartándose del canal grande en Grijota, iba a Medina de Rioseco

Con posterioridad, Lemaur decidió modificar sus proyectos para transformar el canal de navegación también en canal de riego. Así, el gran canal arrancaría en el estrecho del Congosto, en Aguilar de Campoo, y el trazado desde Melgar de Yuso se dirigía por Boadilla, Frómista y las Amayuelas para concluir en Calahorra. En este tramo se proyectaron 28 esclusas. Por su parte, el curso del canal de Campos desde la presa de calahorra sería por Villaumbrales, Becerril, Paredes, Fuentes de Nava, Abarca, Capillas y Castil de Vela. El presupuesto total desde el estrecho del Congosto hasta Castil de Vela ascendía 4.708.682 reales. Estas modificaciones se enviaron al ministerio el 28 de noviembre de 1752 [8].

Los cambios no fueron aceptados provisionalmente y, a principios de enero de 1753, se le comunicó a Lemaur que Antonio de Ulloa le esperaba en Segovia para iniciar conjuntamente un viaje de reconocimiento de todos aquellos territorios comprendidos en los proyectos de Lemaur, realizado desde finales de enero hasta el 3 de abril de 1753.

Tras este reconocimiento, Ulloa pudo perfilar el proyecto del canal de navegación y riego tomando de los proyectos de Lemaur todo aquello que fuera practicable en esos momentos. A lo largo de ese mismo mes de abril ya debe estar tomada la decisión de iniciar las obras por el canal de Campos pues el 24 de dicho mes el ingeniero delineador, Jorge Sicre y Béjar, que estaba a las órdenes de Antonio de Ulloa, fue empleado en la nivelación general y mapa para el proyecto de los canales de Castilla [9].

Las líneas maestras de este proyecto están definidas en los documentos referenciados con los números 1, 5 y 11 y en las aportaciones de Sánchez Taramas. Dado que en 1754 y 1755, fechas de dichos documentos, ya se ha construido una parte del canal de Campos, la información referida al proyecto se centra en el llamado canal grande de Castilla. Los datos del primer tramo deben proceder de Antonio de Ulloa pues Carlos Lemaur reconoce que no había visto antes el valle desde Olea hasta Aguilar. Según Sánchez Taramas, hasta la ría de Suances llegaban los navíos mercantes, en el paraje situado entre los pueblos de Campuzano y Santiago. En el mismo lugar, estaba proyectado la construcción de un almacén, que contendría los frutos y efectos que debían introducirse por el mar en las Castillas. Desde este almacén se transportarían dichos productos mediante carros tirados por bueyes hasta el lugar de Olea, distante unas ocho leguas del desembarcadero. «En esta Población (donde también se ha de construir otro Almacén, para los mismos usos que el anterior) debe tener su principio el Canal de Castilla, aprovechando las aguas del pequeño río Camesa, por cuyos márgenes ha de seguir hasta Villaescusa, en donde se encuentra con el río Pisuerga, y le acompaña, ya por sus orillas, o ya introduciéndosele en su proprio cauce, hasta Nogales» [10]. Desde Aguilar, según lo proyectado por Lemaur, continúa el canal por  los términos de Herrera, Lantadilla, Ítero de la Vega, Melgar de Yuso, Guadilla, Frómista, Piña, Amusco, Ribas y Grijota. Desde este punto el canal, pasando por cerca de Palencia y de Valladolid, va a caer en el Duero más adelante de Simancas; allí se debe juntar con otro que tiene su origen en las cercanías de Segovia o del Espinar. Antonio de Ulloa denomina canal del Norte al que se dirige desde Olea a Calahorra y canal del Sur al que se inicia en Grijota y concluye en Segovia o en El Espinar, aunque en este canal Sur suele distinguir el que va desde Grijota al Duero y el que naciendo en Segovia se une con el anterior en el Duero [11].

Si el diseño general del denominado proyecto general de los canales de Castilla y León estaba claro en los inicios de su ejecución, no así la dirección que habían de seguir las obras tras su paralización temporal en junio de 1754. Las dudas se mantuvieron, tras las sucesivas paralizaciones, hasta 1841, como se verá en los capítulos siguientes de este trabajo.

 

Referencias

[1]     lemaur, c (1754).: «Relación histórica del proyecto de los Canales de Castilla y de la ejecución del de Campos hasta hoy», f. 87. [AGMM. CGD. R.28. Sign. 3-3-12-4, ff. 85-129].

[2]    Relación de servicios del teniente general de la real Armada, Dn. Antonio de Ulloa [AHA-JSE- PET 474 Antonio de Ulloa]

[3]    muller, J (1769): «Tratado de Fortificación. Arte de construir los Edificios Militares y Civiles». Traducido y aumentado con notas, adiciones y láminas por Miguel Sánchez Taramas. (Barcelona, 1769) t. II, pp. 244-251 y lámina 22.A.

[4]     ULLOA, F. (1760): «Plano y Proyecto General de el [sic] Canal de Navegación y Riego que da principio en el estrecho de Nogales…».  [AGMM. Signatura: ESP-7/10].

[5]    Ordovás, I: «Mapa de los Canales de Navegación y Riego para los Reynos de Castilla y de León.  Copiado del que formó el Capitán de Navío D. Antonio de Ulloa». [AGMM. Signatura: ESP-8/1].

[6]     ulloa, a. (1754): «Representación y memoria sobre el estado actual del Canal de Campos…», f.78. [AGMM. CGD. R.28. Sign. 3-3-12-4, ff. 75-84].

[7]      Lemaur, C (1752). Proyecto de Canal de Castilla la Vieja. [AGMM. CGD. R.28. Sign. 3-3-12-4, ff. 29-40].

[8]    lemaur, c (1754).: «Relación histórica del proyecto de los Canales de Castilla y de la ejecución del de Campos hasta hoy», f.96. [AGMM. CGD. R.28. Sign. 3-3-12-4, ff. 85-129]. «Relación de operaciones para emplazamiento del Canal de Campos» (en francés), 1753. [AGMM. CGD. R.28. Sign. 3-3-12-4, ff. 66-69].

[9]       Hoja de servicio del ingeniero militar Jorge Sicre y Béjar. [ACA_DIVERSOS_Comandancia de ingenieros_148]

[10]     Obra citada en la referencia 3.

[11]    Ulloa, A. (1755): «Dictamen sobre la continuación de los Canales de Castilla, en que se exponen las razones que se ofrecen sobre esta determinación». [AGMM. CGD. R.23. Sign. 3-2-1-1 (Parte 2), ff. 1-8].

 

     

 

2.              El ramal de Campos: 1753-1757

 

2.1 Carlos Lemaur y Antonio de Ulloa (1753-1754)

El conocimiento que se tiene de esta primera etapa de la construcción del Canal de Castilla se basa, en gran medida, en el documento escrito por Calos Lemaur en octubre de 1754, sin que puedan contrastarse los datos y opiniones en él vertidos con otras fuentes [1]. La información sobre la etapa se completa con la ofrecida por Antonio de Ulloa en su Memoria de diciembre de 1754 [2]. Antes de entrar en la descripción de los hechos más significativos ocurridos durante el proceso de construcción de este primer tramo del ramal de Campos, se comentarán brevemente algunos aspectos que parecen importantes sobre el contenido de dichos documentos y sobre sus autores.

En el relato que hace Lemaur sobre las tareas realizadas en el canal de Campos desde finales de junio de 1753 predomina el cuestionamiento de la cualificación técnica de Antonio de Ulloa, así como de sus decisiones y actuaciones en la ejecución de las obras. Por esta razón, son escasos los datos concretos sobre las obras realizadas, salvo la enumeración de los fallos, en su opinión, cometidos por Antonio de Ulloa y la cuantificación económica de dichos errores. De la lectura detenida del documento manuscrito se puede deducir que la animosidad de Lemaur con respecto a Ulloa comienza cuando este le comunica que asume «la Dirección e Inspección total de los canales de Castilla». Si se tiene en consideración que Lemaur escribe su Relación cuando ya se había producido el cese del marqués de la Ensenada, principal apoyo de Ulloa, puede interpretarse como una especie de ajuste de cuentas.

El documento de Antonio de Ulloa es más preciso en los datos que aporta sobre las obras realizadas en la parte del canal ejecutado, al tiempo que informa sobre las razones de la suspensión de los trabajos de excavación. Después expone unas interesantes consideraciones sobre la dirección que pudiera tomar la continuidad de las obras y su visión estratégica sobre el conjunto del canal. Ulloa no se refiere a Lemaur en ningún momento, aunque es posible que conociera el documento que este remitió a las nuevas autoridades.

La apertura del canal de Campos, según Antonio de Ulloa, tuvo lugar el 16 de julio de 1753. Anteriormente, en concreto el 7 de junio de ese mismo año, Carlos Lemaur recibió la orden de que abandonara los trabajos que estaba realizando en el proyecto del canal de Segovia al Duero y comenzara la traza del canal de Campos según el último proyecto que él mismo había elaborado. Al respecto, parece oportuno recordar que el primer proyecto de Lemaur cubría una distancia de 55 mil varas frente a las 80 mil previstas en el nuevo proyecto, cuya ejecución se iba a iniciar.  Según la instrucción de 25 agosto del mismo del año, conforme con el proyecto de Lemaur, el primer tramo de canal que se iniciaba se extendería desde Calahorra de Ribas hasta Castil de Vela, pasando por Grijota, Villaumbrales, Becerril de Campos, Paredes de Nava, Fuentes de Nava, Abarca, Castromocho y Capillas [3].

Una vez que Lemaur hubo llegado a Calahorra de Ribas, inició una nueva nivelación desde este lugar hasta Castil de Vela, que se concluyó en seis días. Después empezó a trazar formalmente el canal desde la presa de Calahorra. La primera parte fue una gran línea recta, que tomaba como referencia el campanario del convento de Recoletos Franciscos, de 5000 varas de largo. Después trazó otro tramo, del que Lemaur no indica su longitud, formado por diferentes curvas, que se dirigía por la pendiente de la cuesta de Valdemudo. Antonio de Ulloa, por su parte, precisa que cuando se inicia la excavación el 16 de julio de 1753 se tenía ya trazado un tramo de canal de 8000 varas [4], lo que supondría que la traza habría llegado más allá del puente de Valdemudo.

Camino de Valdemudo

Según Lemaur, una vez concluida la traza de la parte indicada del canal, se presentó Antonio de Ulloa a inspeccionar el trabajo realizado y le puso al corriente de la instrucción que estaba elaborando, que se publicaría el 25 de agosto, por la que se encargaba a Ulloa la dirección e inspección total de los canales de Castilla. Lemaur se mostró contrariado ante la noticia pues «hasta aquí había recibido inmediatamente las órdenes del ministro y no había conocido otro superior en el encargo».

Ulloa hizo modificar la traza realizada por Lemaur en su segundo tramo, a quien ordenó cortar la cuesta de Valdemudo para evitar las curvas del anterior trazado, lo que supondría, según Lemaur, un gasto de 140 000 reales por encima de lo necesario. Por su parte, la percepción que tenía en esos momentos Ulloa de sus relaciones con Lemaur queda de manifiesto en el siguiente párrafo contenido en la carta dirigida a Ordeñana, en ese momento secretario del Consejo de Estado y de Guerra: «Amigo y señor: Las cosas hasta el presente van bien por aquí; Lemaur se va aviniendo a la razón y observa lo que le digo». En la misma carta Ulloa informa que, de momento, había poca gente trabajando y que se habían adquirido las casas para tesorería y provisión en Villaumbrales, donde se van haciendo las cañoneras [tiendas de campaña] y se tienen los almacenes [5].

A partir de la intervención de Ulloa, Lemaur abandonó la traza del canal y se centró en el gobierno de la obra y en el método económico establecidos en la instrucción. El propio Lemaur relata que Ulloa pretendía utilizar el sistema de asiento (contrato entre el gobierno y particulares) para la ejecución de las obras de excavación y que él lo convenció para que utilizara el método de trabajo a destajo, que fue el que se incluyó en la instrucción.

La organización del trabajo y el precio que se debía pagar por el mismo, establecidos en la instrucción, plantearon problemas a la hora de llevarlo a la práctica, tal y como lo describe Lemaur. Concebida la excavación a destajo, no se pagaba por día sino una vez que se hubieran concluidos los tramos y medido el trabajo realizado. Para que los trabajadores pudieran sobrevivir mientras tanto, se les proporcionaría, a cuenta, una porción de pan y de vino que «prudentemente necesiten para su consumo y seis cuartos en dinero [poco más de 1,5 reales] para cada persona» Por otra parte, el método que debería seguir Lemaur en la excavación consistía en dividir la traza del canal en tramos de 200 varas y a cada tramo se asignaría una compañía integrada por 25 trabajadores, uno de los cuales actuaría de capataz. Según el cálculo que se realiza en la instrucción, si cada trabajador excava 4 varas cúbicas al día, en 40 días los 25 trabajadores de la compañía habrían excavado las 200 varas lineales.

El sistema de pago establecido no fue bien recibido por los trabajadores y los capataces se resistían a tener que reunir un número fijo de trabajadores y tampoco aceptaban emprender una extensión superior a las 60 varas. Ante esta situación, se decidió anticipar a los trabajadores dos reales y medio, a cuenta, y reducir el tramo para cada compañía de 200 a 100 varas, con lo que se reduciría el tiempo de espera para percibir el resto de la paga, según el trabajo realizado.

Aunque la excavación se había iniciado el 16 de julio, la escasez de mano de obra, ocupada en las tareas de la recolección de las cosechas, como señala Antonio de Ulloa, determinó que el trabajo en serio de la excavación empezara en octubre de 1753. Mientras tanto, el reducido número de trabajadores (27 inicialmente, que se fueron incrementando hasta los 500 en los meses de agosto y septiembre, aunque permanecieron pocos días en el trabajo) fue empleado en las obras para calibrar los precios justos que se debía pagar la vara cúbica de excavación en función de la mayor o menor dureza del terreno, así como en los preparativos.

Zona de Valdemudo

Al finalizar el verano, concluidas las tareas del campo y asentado el método de cobro, los obreros llegaron en gran número para trabajar en la obra del canal, de manera que en poco tiempo hubo mil quinientos hombres trabajando, acelerando así los trabajos de excavación. Sin embargo, esta nueva situación acarreó un nuevo problema. Distribuidos los trabajadores de cien en cien varas de distancia, se extendió tanto la obra que el sobrestante encargado de elaborar la lista de quienes realizaban el trabajo apenas lo podía hacer en un día. Estas listas figuran en el inventario de entrega de Lemaur desde septiembre de 1753 hasta el 15 de septiembre de 1754.

A principios de septiembre Antonio de Ulloa se marchó a París dejando a uno de los ingenieros el encargo de cortar la madera necesaria para construir una barca y un Jac y para las puertas de una esclusa que se debía construir para la toma de las aguas. Por su parte, Lemaur debería proseguir las obras del canal con el otro ingeniero y un sobrestante cuya ocupación continua, como se ha señalado, era hacer la lista de los trabajadores que en cada día se hallaban en la compañía de cada capataz, a fin de distribuirles los dos reales y medio previstos para el socorro. Estos dos ingenieros mencionados por Lemaur, cuyos nombres no indica, podrían ser Jorge Próspero de Sicre y Agustín de Herrera, aunque las referencias que hace Lemaur a la extranjería del ingeniero que le acompañaba continuamente no encaja con los datos biográficos de los ingenieros indicados.

En estas circunstancias, según Lemaur la calidad de las obras dejaba mucho que desear «por ser ejecutadas por hombres poco instruidos y a los que pocas personas que los cuidan, de donde ha provenido que las tierras de los diques estén tan mal dispuestas y el gasto doble que se ha hecho en lograr la excavación de la cuesta de Valdemudo, por haberse puesto las tierras demasiado cerca del borde, que ha sido menester retirarlas». Es posible que esta queja de Lemaur esté detrás de la decisión adoptada de que progresivamente se incorporaran al canal de Campos los  ingenieros Joaquín Casaviella, Antonio de Córdova, José Cito, Juan Courtoy y Tomás Sanz [6].

Por otro lado, el anticipo a cuenta de dos reales y medio (el llamado socorro) estaba creando situaciones en las que este pudiera ser superior a lo que debería percibir el trabajador. Para evitarlo, Lemaur procedió a reducir en medio real el anticipo y contrató a otros dos sobrestantes para que con cuidado vigilasen que el socorro de cada compañía fuese correspondiente al número de hombres que en ella existía. El ministro desautorizó esta última decisión, ante lo que Lemaur decidió contratarlos por su cuenta durante los meses de octubre, noviembre y diciembre.

Camino de El Serrón

A pesar de todos estos inconvenientes, cuando Antonio de Ulloa regresó de París, a finales de noviembre, las obras habían avanzado 6 000 varas más de lo que estaban cuando él marchó, con lo que la excavación habría llegado cerca del Serrón. Ulloa consideró que las excesivas curvas del último tramo se apartaban de lo que se establecía en el artículo cuarto de la instrucción: «siempre que el nivel del terreno se lo permita procurará sacar el canal en distancias derechas y lo más largas que sea posible». Para evitar que esto se volviera a repetir, Ulloa ordenó a Lemaur que no colocara a los trabajadores en las nuevas partes trazadas hasta que no recibiera su expresa autorización.

Informa Lemaur que, como todo lo que se había trazado cuando llegó Ulloa estaba ocupado por las compañías, continuó la traza más allá, pero haciendo grandes líneas rectas, de la que formó un plano con las nivelaciones, que fue aprobado. Con la información que aporta Lemaur en el documento de referencia resulta difícil fijar el punto en donde concluía la excavación en esa fecha y hasta dónde llegaba la traza aprobada por Antonio de Ulloa. La duda se resolvería fácilmente si se tuviera acceso a la documentación que integraba el inventario que Lemaur entregó el 21 de febrero de 1755, en el que figura una amplia relación de planos, documentos y enseres topográficos. En ese inventario hay un dato que permite esclarecer, en parte, la cronología del avance de las obras: en enero de 1754 estaba construido el acueducto de Cavarrosa [Corbejones], pasada la cuesta del Serrón.

Una vez que de nuevo se machó Antonio de Ulloa, a los ocho días de haber llegado, Lemaur trató de resolver de una vez por todas el problema del socorro diario en varias compañías. El medio que encontró fue el de reducir dicho socorro a un solo pan en la primera semana, asegurando a los capataces que al fin de cada una de ellas se les mediría su obra y que el domingo se les daría una suma proporcionada a lo que hubieran devengado. Para calcular las obras realizadas por cada trabajador y lo que correspondía recibir por ello, Lemaur elaboró unas tablas tan útiles que permitieron remitir a la corte cada semana un estado de lo que cada uno había recibido sobre la obra emprendida y de la que estaba totalmente concluida. En el inventario de entrega de Lemaur [7] figuraban estas plantillas desde enero de 1754 hasta el 15 de febrero de 1755.

Resuelto definitivamente el problema, Lemaur pudo poner toda su atención en la traza del canal, así como en los proyectos de puentes, acueductos y de la esclusa que se debía construir cerca de Calahorra.


Acueducto de Cavarrosa

Al llegar la primavera, la traza aprobada se fue llenando de trabajadores de manera que Lemaur consideró que debía realizar el trazado del nuevo tramo del que elaboró un plano que remitió a Ulloa. Pero como seguían llegando trabajadores y Ulloa tardaba en devolver el plano con su aprobación, decidió distribuir a las compañías en la nueva parte trazada, que en un solo día se llenó de trabajadores y que adelantaron mucho su obra. Entonces llegó el mapa en el que Ulloa había señalado tres derrotas para que Lemaur eligiera la que considerara más idónea.

Antonio de Ulloa llegó a principios de mayo y lo primero que decidió fue hacer parar la obra emprendida y mudar la dirección del canal, de modo que a los 7 mil reales ya gastados en la excavación terminada había que sumar los 9 mil que se emplearon en la nueva excavación. Por la información que suministra Lemaur se puede suponer que esta doble excavación se produjo en la zona anterior a Villaumbrales.

Antonio de Ulloa se hizo cargo de la traza desde Villaumbrales hasta la ermita llamada de Trasmuro, en la que empleó ocho días y con una derrota cuya ejecución, siempre según Lemaur, costaría 34 mil reales en vez de los 10 mil que podría haber costado con una derrota no sujeta al trazado rectilíneo. Por las mismas fechas, Ulloa encargó al ingeniero Joaquín Casaviella el desvío de tierras, ensanche y escarpes de la cuesta de Valdemudo, así como la composición de diques.

Por otra parte, Ulloa ordenó que desde este punto se diera a la excavación diez pies de modo que el canal, aunque no corriera el agua, tuviera siempre 10 pies de profundidad, con lo que se aseguraba la navegación. Según los cálculos de Lemaur, esta decisión de Ulloa supondría un incremento del gasto, entre la ermita de Trasmuro y Sahagún, de unos 486 mil reales.

Al fondo, Villaumbrales

Informa Antonio de Ulloa en su «Representación y memoria» que, en el mes de julio, tras el cese del marqués de la Ensenada, se recibió la orden de parar la excavación. Las dos razones para tomar la decisión fueron la de perfeccionar lo ya ejecutado, haciendo las obras de cantería que faltaban y levantando los diques en aquellos parajes que lo requirieran, y la de sacar provecho a lo ya ejecutado. En relación con estas órdenes, el ingeniero Pedro Fernando de Ara fue destinado al canal de Campos para comandar las obras de cantería. En todo caso, la excavación continuó hasta finales de noviembre en que se llegó a su conclusión a un cuarto de legua de Paredes de Nava.

La obra ejecutada durante 13 meses, según informa Antonio de Ulloa, fue la de 33 800 varas de excavación. En esa distancia se cortaron las cuestas de Valdemudo, con 600 varas de longitud y 36 pies de altura, la de Grijota, con 200 varas de longitud y 36 de altura, y otras varias de menor altura. De los 4 puentes de comunicación y varios acueductos proyectados, solo se había construido el puente de Valdemudo, así como los acueductos de Casablanca y el de Cavarrosa. 



Puente de Valdemudo

De cara a la navegación, en Villaumbrales había un puerto de forma cuadrada, en Becerril había otro, de forma circular, delante de la parroquia de San Juan.  Por otra parte, en Becerrilejos se había construido un astillero para fabricar las embarcaciones y hacer todas las obras de carpintería que fueran necesarias. Delante, se encontraba un puerto de forma cuadrada preparado para conservación de madera.

La excavación desde Villaumbrales se encamina hacia Becerril y lleva el curso por entre la parroquia de San Juan y la población; sigue contorneando la misma, próxima a sus casas, hasta la parroquia de Santa María desde donde, después de haber dado una vuelta de casi tres cuartos de legua a un gran valle, se encamina hacia Paredes y, a la distancia de un cuarto de legua de la población, se termina frente a ella lo ejecutado.

En el mismo documento en el que informa de las obras indicadas en los párrafos precedentes, Antonio de Ulloa ofrece interesantes reflexiones sobre la conveniencia de continuar el gran proyecto del canal de navegación de Castilla, bien dirigiéndolo hacia el Norte hasta Olea o bien hacia el Sur, dado que los proyectos de la parte del Norte hasta Aguilar y la del Sur hasta el Duero estaban hechos desde hacía tiempo y presentados al ministerio. También presentó la dimisión de su cargo para volver a su servicio en la Marina.

En un documento escrito en 1771 [8], Lemaur da información, de forma poco precisa y con errores de fechas, sobre sus últimos enfrentamientos con Antonio de Ulloa. Según el autor del documento, escrito en tercera persona, a finales de 1754 Ulloa le hizo trazar el trozo de canal comprendido entre el término en que quedó lo ejecutado cerca de paredes de Nava hasta el arroyo Carropadilla, cuyo coste de excavación había de importar más de 1 400 000 reales, siendo así que dirigiéndose el canal según lo proyectado la parte correspondiente había de costar solo 140 000 reales y un centenar de varas más corto. Esta información entra en clara contradicción con lo manifestado por Ulloa en su representación y memoria de diciembre de 1754. Por otro lado, Lemaur no dice nada de dicha orden en su documento de 1754.

Siempre según Lemur, también Ulloa le dio la orden de cortar en línea recta un contorno cerca de Valdemudo cavando un nuevo canal. Lemaur denunció ante el conde de Valdeparaíso «la injusticia del proceder de Ulloa, así como la inutilidad del nuevo gasto».  Valdeparaíso pidió a Lemaur que justificase ante Ulloa la perfección y economía de la obra realizada anteriormente. Aquel lo ejecutó por escrito y, en consecuencia, Ulloa retiró la orden de proceder a la nueva excavación. Desde entonces, «este no paró hasta lograr la separación de Lemaur [del canal] que se ejecutó en febrero de 1755».

Precisamente, el trazado sinuoso entre los acueductos de Valdemudo y Casablanca fue objeto de deliberación en la junta constituida por el conde de Valdeparaiso y cuyo resultado se recogió en el artículo 21 de la Instrucción de 1758: «Las revueltas que hace el canal desde el acueducto de Valdemudo al de Casablanca podrán quedar así hasta la unión de canales pues entonces se verá el modo de corregirlas con una línea recta…» [9].


El canal a su paso por Becerril

 

2.2 Silvestre Abarca (1755)

Las Reales Instrucciones de marzo de 1755 ordenan la apertura del canal del Norte, tras los correspondientes reconocimientos y elaboración del proyecto. Mientras tanto, se continuarían las obras de cantería y diques que faltaban en el canal de Campos. Al tiempo, según la propuesta realizada por Antonio de Ulloa en la memoria de diciembre de 1754, se nombraba a Juan de Miranda y Oquendo, fiscal de la Chancillería de Valladolid y juez privativo del canal de Campos, como superintendente del Canal de Navegación de Castilla. Así mismo, se nombró a Silvestre Abarca, capitán e ingeniero en segunda, para que se encargase de la excavación y formación de los proyectos en lugar de Carlos Lemaur. Otros ingenieros, que estaban encargados de la cantería y de los diques y el revestimiento del canal, continuaron en sus encargos con dependencia de Silvestre Abarca como ingeniero principal y del detalle. De estos ingenieros se menciona, directa o indirectamente, al ingeniero ordinario Pedro Fernando de Ara, al ingeniero extraordinario, Juan Courtoy, a los dos delineadores Jorge Sicre y Tomás Sanz y al voluntario José Cito. A cada uno de los principales encargados se les dio su instrucción particular para su gobierno como así mismo al teniente de Navío, Gaspar Rial, responsable del astillero y a José Mozo de la Torre, encargado de tesorería. Estas instrucciones específicas se conservan en los  fondos del AGMM y del ACHD [10].     

Abarca elaboró un informe, firmado en Villaumbrales el 22 de mayo de 1755, sobre el reconocimiento realizado al canal de Campos el 30 de abril de ese mismo año. Lo primero que llama la atención de dicho informe es que en él plantea la conveniencia de reflexionar sobre la posibilidad de dedicar el canal de Campos exclusivamente al riego, al menos hasta que estuviera concluido el proyecto del canal desde Olea hasta su unión con el de Campos [11].

En el informe se pueden diferenciar tres partes fundamentales. En la primera se hace un repaso de los principales defectos detectados en las obras efectuadas en el canal. En la segunda se ofrecen los datos del coste económico de dichas obras, y en la tercera se señalan las obras de cantería concluidas y los diques reparados.

Abarca considera que el origen de todos los errores que se detectan en la construcción del canal está en la precipitación y en la brevedad con la que se realizó. Se formaba la traza al paso que los obreros iban excavando y, como no se miraba más que a la brevedad, los trabajadores dejaron las tierras que sacaban del canal como les resultaba más cómodo, sin que nadie pensase en dirigirlos. Y como no tuvieron tiempo para examinar el terreno, la dirección fue por lugares tan bajos, que quedaron muchos necesitados de proteger con diques con greda, cuya recomposición tendría un coste de más de 300 mil reales. Y si se hubiera mirado con un poco de más atención, se pudiera haber abierto el canal más arriba con el mismo coste, con más rectitud, ganando mucho más terreno para regar y ahorrando algunos acueductos que costaron muchos caudales y tiempo.

No se construyeron contrafosos para dirigir las aguas de lluvia a los lugares donde hubiera acueductos, salvo en dos casos y, por lo demás, muy pequeños. Se contentaron con poner al borde del canal tierra sobrepuesta lo que provocó que las aguas se acumularan en las zonas bajas de forma que terminaron por romper el borde de las tierras sobrepuestas, afectando gravemente al canal, o que los propietarios de las heredades inundadas abrieran desaguaderos para conducir las aguas al canal, con lo que se podría cegar con la tierra que entrara en él o habría que limpiarlo cada año.

A los caminos de sirga se les dio poca extensión y en muchos lugares se destruyeron por las lluvias de forma que en poco tiempo no quedaría camino para tirar de las barcas. La ampliación de los caminos hasta los 14 pies y la construcción de los contrafosos necesarios requeriría remover las tierras sacadas del canal y extenderlas de forma que no fueran perjudiciales. Todo ello tendría un coste superior a la que había supuesto la apertura del canal. Por esta razón, Abarca pensaba que era mejor no tocar las tierras por el momento hasta que no estuviera concluido el canal que se proyectaba.


                                                        Acueducto de Casablanca

Abarca consideraba que, por el contrario, debían construirse con la mayor brevedad posible los acueductos, con el objetivo de que el territorio disfrutara en el año siguiente del riego, recomponiendo solo los caminos necesarios para que los hombres pudieran tirar de las barcas que debían conducir los materiales para la mampostería y la greda para los diques, pues con ellas se ahorraba mucho en los transportes.

La mayor parte de las críticas formuladas por Abarca fueron puestas en cuestión por Fernando de Ulloa, quien también manifestó su desacuerdo con las propuestas realizadas por Abarca en su informe. Por otra parte, Ulloa defiende la labor de los ingenieros en este periodo: «En obsequio de la verdad diré que en aquel tiempo había aquí una porción de ingenieros tan impuestos y tan a propósito para todo lo correspondiente al Canal que sería de desear que en todas partes se encontrasen iguales» [12].

El coste de las obras del canal construido, desde su inicio hasta el día del reconocimiento, fue el siguiente:

-      Excavación: 1 935 359 reales y 28 maravedíes

-      Cantería: 337 661 reales y 25 y medio mds.

-      Diques: 67 590 reales y 21 y medio mds.

-      Astillero, fraguas, panaderías, tiendas, empleados y otros gastos: 1 430 269 reales y 10 mds.

Total: 3 770 881 reales y 20 mds.

En cuanto a las obras de cantería ejecutadas no se presentan novedades importantes con respecto a las indicadas por Antonio de Ulloa. En relación con los acueductos se indica que ya se habían realizado los cimientos del de Valdemudo y se cita otro del que no hay referencias: «de los Calzes». También se informa de que se habían concluidos los diques hasta el puente de Valdemudo.



Acueducto de Valdemudo

Una vez que Abarca dio las instrucciones de lo que había que hacer en las obras, se dirigió al Norte para iniciar el reconocimiento y formación del proyecto desde Olea a la unión con el canal de Campos en el río Carrión. El proyecto elaborado por Abarca, que se resumirá más adelante, no será aceptado por la secretaría de Estado y, según consta en las instrucciones firmadas por el conde de Valdeparaíso el 26 de enero de 1756 [13], se pospuso la apertura del canal del Norte y, de nuevo, se decidió la prolongación del canal de Campos hasta Castil de Vela.

 

2.3 Fernando de Ulloa (1756-1757)

En el artículo tercero de las instrucciones señaladas se indican los nuevos nombramientos de los encargados de ejecutar las obras de continuación del canal de Campos: a Francisco Ibarrola como ministro de Hacienda en el canal, a Fernando de Ulloa como ingeniero principal de la obra, a Joaquín Casaviella, Juan Courtoy y Jorge Próspero de Sicre como ingenieros ayudantes y a José Mozo de la Torre como tesorero. En las instrucciones también se establecía que antes de emprender la continuación del canal de Campos había que concluir las obras que faltaban en las 33 800 varas ya abiertas. Aunque hubo mucho que hacer, se dieron por concluidas dichas obras a finales del año de 1757.


Puente de Villaumbrales

Mientras tanto, Ibarrola y el propio Ulloa reconocieron el curso del canal hasta Castil de Vela y la situación del terreno hasta Medina de Rioseco y de allí hasta León para tener una idea clara de lo se debía hacer. Sorprendentemente, realizaron otro viaje para reconocer el curso del canal desde Calahorra hasta Olea y de allí continuaron hasta Reinosa y Santander. Como resultado de estos reconocimientos, a finales de 1757, una vez concluidas las obras del canal de Campos, Ibarrola y Ulloa resolvieron marchar a Madrid para comunicar su parecer de que sería más útil construir el canal del Norte que continuar el canal de Campos.

Las obras de cantería realizadas, desde que se iniciaron en 1753 hasta finales de 1757, fueron 13 acueductos (aunque Ulloa indica 17), 3 puentes de sillería y 5 casetas de regadío. También estaban terminadas las acequias principales para el riego de todo el territorio al que llegaban las aguas. De este conjunto de obras no se puede precisar cuáles de ellas se ejecutaron durante el año escaso en que Silvestre Abarca estuvo al frente de las mismas, pues no hay información al respecto. En todo caso, el plano del acueducto de las Palomas, que sigue al de Cavarrosa o Corbejones ya ejecutado en enero de 1754, está firmado por Fernando de Ulloa el 19 de marzo de 1756.

Estas obras se pueden contemplar en la actualidad, aunque las arquetas de riego se encuentran en muy mal estado. Entre Calahorra de Ribas y El Serrón se localizan el puente y el acueducto de Valdemudo, así como el acueducto de Casablanca; entre El Serrón y Villaumbrales, el acueducto y la arqueta de Corbejones, el acueducto de las Palomas, el puente de Villaumbrales y el acueducto del Serení o Tres Casas; entre Villaumbrales y Becerril, el acueducto y la arqueta de Antanillas, el acueducto de la Barquilla, el acueducto de San Pelayo, el puente de Becerril, la arqueta y el acueducto de Santa María; entre Becerril y Sahagún el Real, el acueducto de Santocilde, la arqueta y el acueducto de Arenales, el acueducto del Belloto, el acueducto del Real y la arqueta de Sahagún.


Puente de Becerril

Tras el reconocimiento realizado por el mariscal de Campo, Antonio Flobert, y el coronel Carlos Devit a las obras iniciadas en el ramal Norte y a las ya ejecutadas en el ramal de Campos, en el verano de 1761, Flobert valoró que las obras de cantería de este último ramal estaban «bastante bien trabajadas y en buen estado». Por el contrario, en cuanto a la traza de la excavación, se cometieron errores por no haber seguido la prescrita por Antonio de Ulloa «además de ser defectuosa por los muchos senos y vueltas, que son contrarios a la brevedad y conveniencias de la navegación» [14].

Aunque las obras de continuación del canal de Campos desde Paredes de Nava no llegaron a iniciarse, si tuvieron lugar otras actuaciones. En el año de 1767 se regaron unas 700 obradas de tierra (la obrada equivalía, según localidades, a unos 4000 metros cuadrados), consiguiendo una gran cosecha y lamentado no haber aplicado el riego más generalmente y con más tiempo.

Años antes se iniciaron reclamaciones relacionadas con la toma de aguas del canal de Campos en el río Carrión que no se cerraron hasta el 19 de mayo de 1778. En el artículo primero de la Instrucción de 26 de enero de 1756 se ordenaba que las aguas tomadas del Carrión se debían aprovechar para regar todo el territorio que se haya más bajo que los lugares por donde pasa que son Grijota, Villaumbrales, Becerril, Paredes, Fuentes de Nava, Capillas y Castrillo de Vela. A partir de esta manifiesta intención de poner en marcha los riegos, varios importantes propietarios de los molinos que también utilizaban las aguas del Carrión iniciaron un proceso de quejas y denuncias contra la toma de aguas por el canal de Campos.


Acueducto del Belloto

El pleito más sonado fue el protagonizado por los propietarios de los molinos de la ribera de Perales. En mayo de 1769 tiene lugar la cesión voluntaria que el concejo, vecinos y comunidad eclesiástica de la villa de Paredes de Nava hicieron a S.M. para sacar las aguas del río Carrión para el recebo, riego y demás que necesitase el canal.  Por la Real Resolución de septiembre de ese mismo año se ordena que se tomen las aguas que haya menester el canal de Campos en el término de la villa de Paredes, colocándose en la parte que se considere más a propósito unas compuertas que las comunique al referido canal por la acequia que para este fin debería construirse. 

El 12 de marzo de 1770, José Mozo de la Torre y Fernando de Ulloa se reunieron para determinar el lugar donde realizar la toma de agua en el río Carrión para la acequia que conduciría las aguas desde este río hasta el canal de Campos. Ulloa señaló como el lugar idóneo la parte inferior del molino de Paredes. Se inició la nivelación y la traza del lugar para que, dirigiéndola por todo el término de Paredes hasta entrar en la Cañada Real, de donde seguía por los de Perales y los demás intermedios hasta introducirse en el canal de Campos.

Tras un largo proceso judicial, finalmente el Auto de 10 de septiembre de 1776 manda que se establezcan las compuertas en el puerto y sitio llamado de la Cocinilla, señalado por Fernando de Ulloa, director de los reales canales de Castilla. Sin embargo, el 10 de enero de 1777 José A. Mozo de la Torre comunica a Fernando de Ulloa que los apoderados de la villa de Paredes y los dueños de las cuatro primeras casas de molinos de la ribera de Perales habían llegado a un acuerdo para surtir de aguas a dichos molinos. En virtud de ese acuerdo, Ulloa propone realizar la acequia desde el último molino llamado de Requejo al canal y, en consecuencia, ordena al capitán e ingeniero ordinario, Juan de Homar, encargado del detalle de las obras, para que iniciase la ejecución de dicha acequia [15].

 

 

 

Referencias

[1]   lemaur, C (1754).: «Relación histórica del proyecto de los Canales de Castilla y de la ejecución del de Campos hasta hoy», f. 87. [AGMM. CGD. R.28. Sign. 3-3-12-4, ff. 85-129].

[2]    Ulloa, A (Madrid, 24 de diciembre de 1754): «Representación y memoria sobre el estado actual del Canal de Campos…». [AGMM. CGD. R.28. Sign. 3-3-12-4, ff. 75-84].

[3]  Ulloa, A. (1753): «Instrucción de lo que el ingeniero ordinario, Carlos Lemaur, deberá practicar en la ejecución del Canal de Campos…», n.o 56. [CHD/CCHC0084-04].

[4]   Rodríguez Villa, A. (1878): Don Cenon de Somodevilla, Marqués de la Ensenada: ensayo biográfico…, pág. 359. Madrid: Librería de M. Murillo..., 1878. Enlace: Biblioteca Digital Hispánica.

[5]    Rodríguez Villa: Don Cenón de Somodevilla…, pág. 359.

[6]    Documento sin autor ni fecha: «Origen del Canal de Castilla» [CHD/CCHC0085-36].

[7]   Cese de Carlos Lemaur: «inventario y entrega de los documentos y planos que estaban en su poder. 21 de febrero de 1755. [CHD/CCHC0009-02].

[8]   Breve relación de las operaciones, sucesos y persecuciones que ha padecido el ingeniero Carlos Lemaur…  dirigida al secretario de Hacienda Miguel de Muzquiz en 14 de agosto de 1771. [Archivo de Campomanes, 19-14].

[9]    El Conde de Valparaiso. «Instrucción de lo que el Rey manda se observe en la apertura del Canal del Norte en Castilla...» Aranjuez, 7 de julio de 1758. [ACH/CCHC0002-35].

[10]  Buen Retiro, marzo de 1755: Instrucciones particulares…  [AGMM. CGD. R.28. Sign. 3-3-12-4, ff. 164-229, 290-309, 330-408].

[11]  Silvestre Abarca: «Relación de la situación del canal (…) y del estado en que se halló el día 30 de abril de 1755, en que se hizo el primer reconocimiento.» Villaumbrales, 22 de mayo de 1755. [AGMM. CGD. R.28. Sign. 3-3-12-4, ff. 230-235].

[12]       Fernando de Ulloa: «Relación de la situación del canal (…) y del estado en que se halló el 30 de abril de 1755, en que se hizo el primer reconocimiento». 20 de julio de 1780. [AGMM. CGD. R.23. Sign. 3-2-1-1 (parte 2), ff. 145-155].

[13]  Fernando de Ulloa: «Copia de la Instrucción que el Rey manda se observe en la apertura del Canal de Campos en Castilla». Villaumbrales, 27 de febrero de 1756. [AGMM. CGD. R.23. Sign. 3-2-1-1 (Parte 2), ff. 9-16].

[14] Expediente sobre advertencias y prevenciones (…) presentadas al Rey por el mariscal de Campo Antonio Federico de Flobert tras el reconocimiento que hizo de las obras del Canal de Castilla. [CHD/CCHC0006-16].

[15]   Documento citado: «Origen del Canal de Castilla», págs. 10-13. [CHD/CCHC0085-36].

 

 

 

 

3.              El ramal del Norte: 1759-1791

 

3.1 Antecedentes

3.1.1 Las propuestas de Antonio de Ulloa

Antonio de Ulloa, en la memoria [1] en la que presentó la renuncia a su cargo al nuevo secretario de Estado, Conde de Valdeparaíso, valorando cual sería la opción más conveniente en cuanto a la continuidad de las obras, consideraba prioritario dar salida a la producción de Tierra de Campos mediante la apertura de la navegación hacia los centros de consumo en el Norte o en el Sur. Y ya en su «dictamen» de febrero de 1755 [2] Ulloa se inclina claramente por la construcción del «Canal del Norte» ya que era más corto que el del Sur, estaba menos expuesto a contingencias indeseadas y permitía dar salida por mar a los cereales de Castilla o importar los granos en caso de épocas de malas cosechas.

Ulloa considera en el dictamen que, si se mantiene la dotación mensual de 140 mil reales, se emplearían 29 años en concluir el canal del Norte y muchos más años en la conclusión del canal del Sur por su mayor longitud. Por ello propone una asignación mensual de 334 mil reales para realizar el canal del Norte en un plazo razonable de 12 años y el del Sur hasta el Duero en 5 años. En cuanto a la prolongación de las obras propone comenzarlas por el canal del Norte, empleando el primer año en el perfeccionamiento de los planos y en el señalamiento sobre el terreno de los parajes por donde debe pasar; al tiempo, se concluirán las obras de cantería del canal de Campos. Concluido el canal del Norte puede emprenderse el del Sur hasta el Duero y después el de Segovia.

3.1.2   El proyecto de Silvestre Abarca

Silvestre Abarca, nombrado para sustituir al cesado Carlos Lemaur según las instrucciones dadas por el conde de Valdeparaíso en marzo de 1755 y, una vez indicado a los ingenieros ayudantes lo que se debería de hacer en las obras del canal de Campos, se dirigió al Norte para iniciar el reconocimiento y formación del «Proyecto general del Canal de Navegación y Riego que se propone hacer en la parte septentrional de Castilla la Vieja, con las aguas de los ríos Camesa, Rubregón y Pisuerga» [3] desde Olea a la unión con el canal de Campos en el río Carrión.

Abarca debía tener en cuenta la instrucción particular dictada para «el ingeniero encargado del Proyecto, nivelaciones, traza y excavación». El artículo segundo de esta instrucción dictaba que se había de perfeccionar el proyecto elaborado por Lemaur entre el estrecho del Congosto y Calahorra de Ribas y realizar el proyecto del canal desde Olea hasta el estrecho, dado que Lemaur solo había hecho el mapa de este tramo. Por su parte, en el artículo 33 se indicaba que la excavación del canal se había de empezar por el punto donde atraviesa el río Pisuerga y continuar hasta Calahorra; después el tramo entre el estrecho de Congosto y el punto donde el canal atraviesa el Pisuerga; y, finalmente, el tramo entre Olea y el estrecho de Congosto.

 Silvestre inició las nivelaciones el 2 de julio y las concluyó el 31 de agosto del año en curso. Seguidamente dio comienzo a la elaboración del proyecto. Este se acompañó de un plano muy detallado [4].



Abarca proyecta construir, en las proximidades de Olea, un estanque de 400 varas de largo por 200 de ancho, con el objeto de abastecer al río Camesa durante el verano, y así asegurar la alimentación del Canal de Castilla que, precisamente, debía tomar sus aguas de este río. A partir del desembarcadero, el trazado del canal sigue paralelo al Camesa hasta la confluencia de este con el río Pisuerga, a través de las localidades de Barriopalacios, Mataporquera, Quintanilla, Porquera de los Infantes, Villallanos y Villaescusa. En este punto el canal entra en el río para atravesar el estrecho de Congosto y a su salida sigue por la margen izquierda hasta que, poco antes de llegar a Herrera, lo cruza y ya sigue por la margen derecha, tras haber entrado otras dos veces en el río Pisuerga.  El canal también atraviesa el arroyo Burejo y continua por los términos de Ventosa, Olmos, Naveros y San Llorente. Tras atravesar el río Abánades, el canal se dirige hacia el barranco de Lantadilla, cruza la Vallarna y antes de llegar a Melgar de Yuso gira hacia el oeste para alcanzar Calahorra, una vez atravesada la cuesta de Somontón mediante una mina y recorriendo los términos de Santoyo, Támara, Piña y Amusco.

A lo largo de este trazado, de 134 887 varas, Abarca proyectó  un total de 72 esclusas, 158 puertas para las esclusas y los pasos del río, 2 puentes grandes (uno de 350 varas, a espaldas de la iglesia de Lantadilla, y otro de 700 varas para el paso de la Vallarna), 7 puentes pequeños de piedra, 20 puentes de madera, 103 acueductos (5 triples, 14 dobles y 84 sencillos), 12 presas, 48 vertederos, una mina de 716 varas de largo, para atravesar la cuesta de Somontón, entre Melgar de Yuso y Santoyo, y el depósito de agua ya señalado. Este conjunto de obras fue presupuestado por Abarca en más de 32,2 millones de reales.


                        Detalle del plano con la representación del puente de 700 pies.

Dada la magnitud del presupuesto, Silvestre Abarca consideraba que sería preferible iniciar el canal en Aguilar de Campoo por las siguientes razones:

- La ventaja de proseguir el canal hasta Olea se reduce al ahorro del transporte en 4 leguas por el camino real, con un canal de 6 leguas cuyo coste será superior a 8 784 730 reales, sin contar los molinos y zonas de pastos que se destruyen en un territorio eminentemente ganadero.

- En estas 6 leguas de distancia, en los cuatro meses de invierno, se puede helar el canal y tener que suspender la navegación.

- Con el coste de las 6 leguas de canal desde Aguilar a Olea se podría construir el canal desde Grijota a Valladolid, lo que supondría mayores comodidades y utilidades.

Presentado el proyecto en la corte, debido a su elevado coste y a la cantidad y complejidad de las obras propuestas, no fue aprobado. El conde de Valdeparaíso decidió entonces posponer la apertura del canal del Norte y reemprender la prolongación del canal de Campos hasta Castil de Vela. Para este nuevo cometido, como ya se ha indicado, nombró a Francisco Ibarrola y a Fernando de Ulloa en sustitución de Juan de Miranda y Oquendo y Silvestre Abarca, respectivamente. Tras el reconocimiento que realizaron ambos de los proyectados cursos del canal de Campos y del canal del Norte, trasladaron a la corte su parecer, a finales de 1757, de que sería más útil construir el canal del Norte que continuar el canal de Campos. Con los nuevos datos aportados por Ibarrola y Ulloa, el conde de Valdeparaíso resolvió constituir una comisión para que le asesorara sobre la decisión que se debía tomar. La junta, reunida a partir del día 27 de marzo de 1758, estuvo integrada por el teniente general Juan Martín Cermeño, antiguo comandante general del Cuerpo de ingenieros, el mariscal de Campo Maximiliano de la Croix, comandante interino del citado Cuerpo, el coronel e ingeniero director Pedro Lacuce, director de la Academia de Barcelona y el teniente coronel e ingeniero en segunda Pedro Padilla, director de la Academia de Guardias de Corps. También asistieron, como técnicos y conocedores del terreno, los ingenieros ordinarios Carlos Lemaur y Fernando de Ulloa, los ingenieros extraordinarios Joaquín Casaviella y Jorge Sicre, así como el ministro de Hacienda de la obra Francisco Ibarrola.

Las principales indicaciones contenidas en el dictamen de la junta, emitido el 14 de abril de 1758, se recogieron en la Real Instrucción de 7 de julio de mismo año [5]. Entre los aspectos más significativos de la instrucción cabe destacar la decisión de iniciar la construcción del canal del Norte, comenzando los trabajos en el estrecho de Nogales y tratando de evitar la mina y el escarpado de Lantadilla proyectados por Silvestre Abarca. De forma similar a como se estableció en la instrucción de 1755, se señala en la nueva instrucción que, concluida la parte desde Nogales a Calahorra, se comenzará el trabajo a la entrada del estrecho de Congosto, según la dirección del proyecto, hasta unirlo con lo abierto en Nogales; la parte desde Olea hasta el principio del estrecho de Congosto será la última en ejecutarse. En el dictamen previo de la comisión se plantea la duda de si, una vez producida la unión de los canales del Norte y de Campos, convendría proseguir este hasta León o bien si desde Grijota sería mejor abrir el otro tramo por Palencia, Dueñas, etc. hasta Segovia y El Espinar.

  

3.2 El proyecto de Fernando de Ulloa: proyecto general de 1860 y proyectos parciales 

3.2.1 Características generales

Fernando de Ulloa relata en «la relación histórica…» [6] los pormenores del proceso que condujo a la elaboración del proyecto, así como las diferencias del mismo con respecto a los anteriores. A principios de septiembre de 1758, una vez confirmado en la dirección de la obra, se dirigió a Herrera de Pisuerga, en compañía de los ingenieros Joaquín Casaviella y Jorge Próspero de Sicre, para comenzar el reconocimiento y la elaboración del plano. Tras muchos reconocimientos y nivelaciones efectuadas, llegaron a la conclusión de que los proyectos de Carlos Lemaur y de Silvestre Abarca no se podían seguir por los grandes inconvenientes que se encontraron, pues además de aumentar el gasto del canal, serían muchas las reparaciones que de continuo había que hacer por la mala calidad del terreno por donde dirigían el canal y siempre estaría presente la amenaza de una gran avenida que provocaría grandes estragos, dada la cercanía del Pisuerga. Por ello Ulloa optó por cambiar la dirección prevista del canal en los proyectos de Lemaur y de Abarca y orientarla a cruzar el río Abanades en las proximidades de Osorno, salvando así el barranco de Lantadilla y la mina.



Otra diferencia señalada por Fernando de Ulloa de su proyecto con respecto al de Silvestre Abarca es la de que en los tres valles que han de atravesarse, el de Abánades, la Vallarna y el de Ucieza, se pasan por medio de puentes proporcionados a la posibles avenidas y el resto de las vegas se hace con los diques formados con las tierras de las excavaciones en vez de emplear grandes puentes que podían alcanzar las 700 varas, con el peligro añadido que representarían los hielos en las numerosas juntas.

El proyecto de Ulloa también presenta las ventajas de evitar atravesar el río Burejo, la disminución considerable de las obras de cantería, así como la menor longitud del canal proyectado.

Fernando de Ulloa fija en el proyecto general de 1760 [7] cinco puntos principales porque eran  los que más obligaban a cuidar que el nivel no se apartase mucho de ellos: el primero, donde el canal atraviesa el río Pisuerga en las inmediaciones de la ermita de San Andrés; el segundo, cuando atraviesa el río Abánades cerca de Osorno; el tercero, cuando atraviesa el arroyo Vallarna; el cuarto, cuando atraviesa el río Ucieza, entre Frómista y Piña; y el quinto, cuando el canal entra en el río Carrión y se comunica con el de Campos. En el conjunto de estos cinco tramos se preveía la construcción de las siguientes obras: 25 esclusas, 4 puentes acueductos (solo están señalados tres: Abánades, Vallarna y Ucieza), 7 puentes de comunicación, además de los de las esclusas, 24 acueductos separados de las esclusas y una presa en el río Pisuerga. Las tomas de agua para el riego no se realizarían hasta que no se concluyera el canal. También se dejaba para más adelante la construcción de tres pequeños diques para la reparación de las barcas.

En su «relación histórica de los canales de Castilla», Fernando de Ulloa indica que habiendo sido aprobado el proyecto por S.M. se dio principio a la excavación el 25 de septiembre de 1759, aunque tanto el proyecto como el mapa general llevan la fecha de 1 de diciembre de 1860. Esta diferencia en las fechas puede explicar que en el mapa aparezca un tramo señalado como ya concluido.

A lo largo de la ejecución de las obras, Fernando de Ulloa fue elaborando proyectos parciales que modificaron en parte la traza prevista y la distribución de las obras de cantería. A continuación, se señalan los tramos en los que se dividió el proyecto general con sus respectivas longitudes y obras de cantería proyectadas, así como el resultado final de lo ejecutado.

 

3.2.2 Primer tramo: Estrecho de Nogales - Herrera de Pisuerga

 

Este primer tramo tiene una longitud de 11 500 varas, en cuya distancia se proyectaron seis esclusas, dos acueductos y una presa.

 


Nacimiento del canal en el río Pisuerga

Las seis esclusas se localizaron en los siguientes lugares: la primea en Barrio, la segunda y tercera en San Quirce y las otras cuatro en Herrera. Salvo la tercera y la quinta esclusas, el resto estaría dotada de un puente de comunicación. En la primera esclusa, como había de contener las aguas del río y asegurar el canal de posibles avenidas, sus compuertas superiores se subirían 5 pies y las de abajo 2 pies y medio.

Los dos acueductos se situarían uno en Barrio y otro en el valle de San Quirce. El resto de las aguas de los otros valles se dirigirían al río mediante un contrafoso que comenzaría en la segunda esclusa.

La presa se construiría en las inmediaciones de la ermita de San Andrés para contener las aguas del río Pisuerga y que el canal pudiera atravesarlo. Su construcción requeriría cortar el río mediante un malecón y desviarlo por un barranco próximo.

De este primer tramo que se extiende desde el estrecho de Nogales a la presa de San Andrés no se realizó proyecto específico, probablemente porque no se introdujeron cambios con respecto al proyecto general. Tras el reconocimiento realizado, Antonio Flobert, describe el estado de las obras de este primer tramo en julio de 1861 de la siguiente manera: toda la excavación del canal está hecha, faltando el arreglo del terraplén; y en cuanto a las obras de cantería, están trazadas 6 esclusas y una presa, teniendo cada una de ellas a sus lados todos los materiales labrados y correspondientes a su construcción. Las dos primeras esclusas y la presa están empezadas y podrán ser acabadas en el mes de octubre próximo [8].



 

Primera esclusa

 

La primera construcción de la presa se concluyó el 24 de noviembre de 1761. Del resto de estas obras de cantería carezco de datos concretos. Hay que esperar a que el propio Fernando de Ulloa informe en la «Relación del Canal de Castilla y el de Campos» [9], de noviembre de 1767, que ya estaban concluidas la seis primeras esclusas, el desagüe de 4 arcos entre la esclusa sexta y el río Pisuerga, gran parte de la presa y dos derrames a un lado y otro de la misma. Se describe esta presa con una longitud de 200 pies, toda de sillería y con trece gradas para asegurar la caída suave de las aguas.

Más adelante, el propio Fernando de Ulloa indicará que, como siempre pareció pequeña, se alargó cuanto se pudo, pero con ocasión de la gran avenida que se produjo en abril de 1769, que rompió una parte de los diques y descarnó el lado derecho de la presa, se resolvió alargarla hasta los 366 pies y cerrar los desagües abiertos a un lado y otro de la misma. El 20 de octubre de 1769 se concluyeron las obras.

Ulloa también comunica, en la relación indicada, que se han construido sobre diques de 12 pies de altura desde el estrecho de Nogales a la primera esclusa y desde la sexta a la séptima para que las avenidas del Pisuerga no dañen al canal.

En relación con los dos acueductos previstos en este tramo, finalmente se ubicaron bajo la primera y la segunda esclusa, respectivamente.

Tras el reconocimiento de las obras del canal efectuado por Antonio Flobert y el coronel Carlos de Witte, se elaboró un cuaderno de advertencias y prevenciones, aprobadas el 18 de octubre de 1861, que incluían los siguientes apartados: el método conveniente en la ejecución de las obras, la traza, las tierras, los cimientos de las obras de cantería y las proporciones de sus partes más esenciales. Fernando de Ulloa las consideró advertencias generales, pero destacó la sugerencia de aumentar la capacidad de las esclusas y el ancho de las compuertas (de 19 pies previstos a 21) para dar cabida a dos barcas de las mayores, con lo que se incrementó el coste de las esclusas proyectadas [10]. Estas esclusas estarían ya dotadas, en 1767, con 4 arcos de sillería con el objetivo de dar salida del agua hacia el riego o los molinos que con el tiempo se pudieran hacer.


 

La presa de San Andrés

 

 

3.2.3 Segundo tramo: Presa de San Andrés - río Abánades

 

El proyecto parcial de esta parte del canal, elaborado 22 de enero de 1764 [11], introduce algunas modificaciones sobre lo planteado en el proyecto general de 1860. A lo largo de las 29 955 varas de que consta este tramo, se plantea construir 8 esclusas, una más que en el proyecto general, 6 acueductos, frente a los 10 previstos inicialmente, y un puente-acueducto sobre el río Abánades.  

La séptima esclusa se situaría entre Herrera y Ventosa con el objetivo de contener las aguas al mismo nivel que las del río Pisuerga. La esclusa debía tener puente y sus compuertas superiores elevarían su altura en 7 pies para contener las aguas del río en las avenidas. Desde el río a esta esclusa se debían elevar sobre diques de 12 pies de altura con la tierra salida de la excavación.

La octava y la novena esclusas, localizadas respectivamente en las proximidades de Ventosa y del arroyo de San Lorenzo, estarían dotadas de puente y de acueducto para dar salida a las aguas de lluvia de las cuestas vecinas y del arroyo, respectivamente.

En la ladera del barranco de Olmos se habían de construir tres esclusas unidas (10-11-12) con un puente y un acueducto para el arroyo. Entre la novena esclusa y las tres unidas de olmos se propone construir tres acueductos para dar salida a los arroyos de Pradojo, de San Juan y al del camino de Olmos a su molino para dar salida a las aguas del llano.

Esclusas de Olmos

Desde las tres esclusas de Olmos el proyecto parcial cambia la dirección del canal con respecto a la prevista en el proyecto general con vistas a obtener las mejoras siguientes. En Naveros se construiría la esclusa 13 más proporcionada para hacer en ella el puente de comunicación. En San Llorente de la Vega se propone construir la esclusa 14 no prevista, dotada con puente y acueducto. Esto permitiría algunas ventajas con respecto al proyecto general: desde esta esclusa se dirige el canal por un terreno más llano y de mejor calidad, se eliminan dos acueductos, la distancia es más corta y más recta, se evita una buena parte de diques y se suprimen los dos puentes de comunicación previstos en San Llorente y a la entrada del páramo de Osorno. Entre las esclusas 13 y 14 se construiría el acueducto sobre el arroyo ¿Benil? y entre la 14 y Abanades, los de Colmenar y San Cristóbal.

El río Abánades había de pasarse mediante un puente de cinco arcos y no por medio de una presa por dos razones principales: para evitar el riesgo de inundaciones de la vega de Osorno y para no incrementar considerablemente la excavación en la vecina cuesta de Cenizales. Para calcular la altura que debía tener el puente se debería considerar que el desnivel entre la superficie de los ríos Pisuerga y Abánades es de 132 pies y 36 centésimas, a los que se restarían los 99 pies y 50 centésimas que suman las caídas de las 8 esclusas, los 7 pies de la caja del canal, incluido el pie del declive, y los 7 pies y medio de las dovelas con el hormigón y la greda. Tras esa operación quedarían 18 pies y 36 centésimas para el claro del arco central, que serían suficientes para dar salida a las aguas del río en tiempo de las mayores avenidas.   

El ritmo de las obras de este segundo tramo fue lento. Es probable que, entre otras razones, influyeran los cambios de los titulares de la secretaría de Hacienda de la que dependía la financiación del canal. Cuando Fernando de Ulloa elaboró el proyecto parcial de este tramo el nuevo secretario de Hacienda era el marqués de Esquilache, sustituido por Miguel de Múzquiz el 1 de junio de 1766. Según un documento existente en el AGCHD [12], el 4 de diciembre de 1766, Fernando de Ulloa remitió el plano y proyecto a Miguel de Múzquiz, pidiendo licencia para pasar a la corte. La licencia se concedió y por Real orden de 10 de mayo de 1767 se aprobó el plano y proyecto elaborado en 1764. No obstante, el retraso burocrático no impidió que las obras, aunque lentamente, siguieran adelante.

Por la información que suministra Fernando de Ulloa en su «relación del Canal de Castilla y de Campos», en noviembre de 1766 se estaba trabajando en la excavación de 15 000 varas hasta Olmos, de las cuales ya se habían concluido 5000 varas, y se había iniciado la construcción de la séptima esclusa. Según informes de Juan de Homar [13] y Francisco Sabatini [14], en 1775 ya se habían construidas 7 esclusas de las previstas en este tramo, iniciada la 14 y concluidas las esclusas de retención de Alar y de San Andrés (Sabatini). Por su parte, en el documento citado en la referencia 12 (págs. 14-17) se indica que «en 1777 quedaron levantados los cimientos del puente-acueducto de Abánades hasta el arranque de sus arcos». Este puente-acueducto no se concluirá hasta 1780. También se señala en el mismo documento que cuando llegó la línea del canal a Abánades ya se habían iniciado la construcción de la iglesia y la del parque con sus talleres de carpintería y herrería.

Acueducto de Abánades

La iglesia se construyó con una planta rectangular de cincuenta y ocho pies de longitud, veinte y cinco de latitud, incluido el grueso de las paredes, y doce de alto con su correspondiente sacristía y una espadaña sobre la fachada.  En cuanto al parque, hay que señalar que, sobre todo, en el año de 1781 se realizaron muchos carretillos y carros de todas clases, puertas de diferentes dimensiones y todo tipo de herrajes para el servicio de las obras y barcas destinadas a la conducción de tierra y greda para formar, consolidar y asegurar la permanencia de los elevados diques de aquel territorio de Abánades y los de la vega de Osorno.             

Tras su visita de reconocimiento de las obras del canal, valoradas muy positivamente, Francisco Sabatini, director comandante del Cuerpo de ingenieros, remitió un escrito al secretario de Hacienda Múzquiz (ver referencia 14, folios 152-153) en el que proponía el incremento de la dotación económica en 2.5 millones durante cuatro años para concluir las obras de unión entre lo ya construido en el canal de Campos y en el canal del Norte. Como informa Fernando de Ulloa en «la relación de los canales de Castilla, folio 263», el incremento concedido se concretó en 200.000 reales mensuales en 1776, que se rebajó en un tercio en 1777 y 1778 para volver a los 80 000 mensuales en 1779. En el mismo informe señalado, Francisco Sabatini propone construir siete u ocho molinos en la orilla del canal «para que los vecinos de los pueblos inmediatos, y aún apartados, pudiesen moler sus granos sin las extorsiones y gastos que les causa el haberlo de ejecutar a cuatro y cinco leguas». El coste total de estas obras ascendería a unos quinientos mil reales. Animado por la propuesta del incremento de la dotación económica, Ulloa elaboró el proyecto del Canal de navegación desde las inmediaciones de Reinosa hasta la unión en Alar que remitió a la Corte en enero de 1777. Las expectativas de Ulloa se vieron frustradas con la rebaja progresiva de las asignaciones.

Durante la ejecución del proyecto parcial se introdujeron las siguientes modificaciones: el acueducto de la octava esclusa no se construyó; las tres esclusas unidas de Olmos se dividieron en la 10 de Castrillo, con puente y acueducto, y en las 11 y 12 unidas de Olmos, también con puente y acueducto; en la esclusa 14 no se construyó acueducto; en Carrecalzada se construyó un puente de comunicación (1779-1780); de los 6 acueductos separados de las esclusas previstos solo se construyó el de Valderramino o Carrecalzada (1774). No se hace mención al derrame de Abánades.

Puente de Carrecalzada

 

3.2.4 Tercer tramo: Río Abánades – Requena

 

Mientras se sigue trabajando en el tramo anterior, Ulloa elaboró el proyecto parcial del tramo que se extiende entre el río Abánades y el lugar de Requena, el 22 de septiembre de 1774, y en la misma fecha remitió el proyecto y el plano al secretario de Hacienda, Miguel de Múzquiz [15]. Como ya ocurriera en 1767, y una vez aprobados por el rey, Múzquiz ordena el 25 de febrero de 1775 a Juan de Homar, encargado del detalle de las obras, que ejecute el proyecto, en ausencia de Fernando de Ulloa, hasta su incorporación [16].

En las 21 000 varas de que consta este tramo del canal, el proyecto general tenía previsto construir, entre el río Abánades y el arroyo de la Vallarna, dos esclusas unidas a la salida de la cuesta contigua de Cenizales, dos acueductos y un puente de comunicación frente a Osorno. Y entre el arroyo de Vallarna y Requena, 4 acueductos y el puente de las Cabañas de Castilla.


Esclusa número 15

 

El proyecto parcial introdujo las siguientes modificaciones:  la esclusa doble queda reducida a la esclusa 15.a con puente, al haberse construido la 14 en el tramo anterior; desaparece el acueducto sobre el arroyo de Trasotero; y se precisa que el puente-acueducto sobre el Vallarna es dos arcos.

La greda para los diques que han de hacerse en la vega de Osorno hasta el puente-acueducto de Abánades, procedente de las tierras que salen de la excavación de la cuesta de Cenizales, se ha de conducir en las distancias largas con barcas, para cuyo fin se introducirá el agua del cuérnago de los molinos de Osorno. Se mantienen los 4 acueductos previstos y los puentes de Osorno y de las Cabañas.

De estas obras previstas, con posterioridad solo se introdujeron en este tramo dos modificaciones: el puente-acueducto del Vallarna se realizó con tres arcos y se construyeron 2 casetas de regadío y otra para la introducción de las aguas del río Abánades al canal a través del cuérnago de los molinos. Por el contrario, en septiembre de 1785 faltaban por concluir 1300 varas de diques en la vega de Osorno y 650 varas en la cuesta de Cenizales. Sí se había concluido en esa fecha la obra de cantería prevista [17].

 

3.2.5 Cuarto tramo: Requena - río Carrión

 

El proyecto parcial de este último tramo del canal del Norte fue elaborado el 12 de noviembre de 1780 [18]. En las 31 325 varas que comprende este tramo del canal, el proyecto general de 1860 tenía planificado construir 10 esclusas, 9 acueductos y 3 puentes de comunicación, además de los de las esclusas. El proyecto parcial se diferencia del general en que se suprimen una esclusa y dos acueductos; en que las esclusas se sitúan de forma más equilibrada y se agrupan más (la 16, las unidas 17-18-19-20, la 21 y las también unidas 22-23 y 24), de forma que se reduce el gasto y se facilita la navegación.

 


Esclusas de Frómista

 

El río Ucieza, aunque lleva poco caudal en verano, puede ser temible en tiempo de crecidas por la poca madre que tiene y la escasa altura de la vega, lo que obligaba a levantar un dique de 1900 varas de largo y de 16 pies de alto. El Puente-acueducto de Ucieza, de tres arcos, tendría una altura de 22 pies y 37 centésimas. Además de las esclusas y del puente-acueducto sobre el Ucieza, otras obras de cantería previstas eran 7 acueductos (Carremarsilla, Valdecornete, del Val, Arroyales, Fuentemimbre y dos más sin denominar), tres puentes de comunicación (se mantuvo el número - Piña, Amusco y Ribas- pero no se incluye el de Requena:) y 6 casetas de regadío desde Abánades al rio Carrión, sin determinar su ubicación.

El 30 de junio de 1785 visitó las obras Pedro Joaquín de Murcia, consejero de Estado, quien ponderó las obras ejecutadas ante la Corte y, como resultado, según señala Fernando de Ulloa [19], el rey decidió incrementar la dotación mensual a 200 mil reales. De hecho, como se indica en la instrucción real de octubre de ese mismo año, en la decisión regia también pesó lo que «ha expuesto el Director de ellas [las reales obras] Don Fernando de Ulloa de lo útil que sería su adelantamiento para que se lograse el fin que S.M. se ha propuesto del beneficio de dichos Reynos en la navegación y riego, de que resulta además el socorro tan oportuno de la Corte y las Andalucías en los años de cortas cosechas…» [20]. Por otra parte, la instrucción ordena comenzar la porción del canal desde Quintanillas de las Torres hasta la unión con la iniciada en Alar, al tiempo que se continua la porción en ejecución hasta la unión del canal de Campos. Antes de que concluya la porción del canal desde Quintanillas de las Torres a Alar se pasará a la porción desde Golmir hasta Quintanillas de las Torres. Tras la unión del que está en ejecución con el de Campos, y una vez realizada su habilitación, se pasará a la porción de canal que va desde Grijota al Duero. Y concluidas estas dos porciones o cualquiera de ellas empezar las dos que faltan el completo del Proyecto desde Segovia al Duero y la continuación del de Campos a Medina de Rioseco.  

El aumento de la dotación económica no permitió, sin embargo, emprender la prolongación del canal Norte desde Quintanilla de la Torres hasta Alar, pero si posibilitó el adelanto de las obras que se estaban ejecutando. Si en 1785 la excavación llegaba hasta Piña, un años después concluía la excavación abierta en el valle de las Atalayas y se habían emprendido la excavación de 1100 varas desde este valle hasta el de Bezana. Por lo que se refiere a las obras de cantería, en septiembre de 1785 solo se habían construido el puente de Requena, el acueducto de Carremarsilla y la esclusa 16, y se habían iniciado las cuatro esclusas de Frómista y la 21. En julio de 1786, en cambio, ya estaban concluidas estas cinco esclusas y el acueducto de Valdecornete. No obstante, Fernando de Ulloa informa [21] que aún faltan por hacer, en los tramos anteriores, 850 varas de diques en la vega de Osorno y 530 varas en la cuesta de Cenizales. Y hasta la unión con el ramal de Campos quedan por abrir 6725 varas y ejecutar 860 varas de diques en la vega del río Ucieza, el puente-acueducto de tres ojos arcos sobre dicho río, 3 acueductos de un arco para la salida de los arroyos de Valdeprades, Arroyales y Fuentemimbre, 3 puentes de comunicación en las inmediaciones de Piña, Amayuelas y páramo de Ribas, las tres esclusas unidas antes del río Carrión con su puente y 8 casetas de regadío desde la Vallarna al río Carrión. La localización prevista para estas ocho casetas de regadío coincide prácticamente con la que tienen en la actualidad.

Acueducto sobre el río Ucieza

Con el objetivo de adelantar los trabajos, además del incremento ya señalado de las asignaciones económicas, en la primavera de 1876 se destinaron a las obras del canal los regimientos de infantería de América y de León, y para el gobierno de esta tropa se nombró al brigadier José de Urrutia como inspector de la obra y visitador general. Este además tenía el cometido de determinar los lugares en los que más conviniera adelantar los trabajos, cuya ejecución se realizaría con el acuerdo, todavía en ese momento, de Fernando de Ulloa. [22]

A la excavación de la cuesta de cenizales se destinó el regimiento de León y una brigada de paisanos. Además, por el plan de operaciones que formaron José de Urrutia y la dirección e intendencia de las mismas se dotó al departamento de Abánades con el número de 20 barcas que habían de transportar la tierra, desde la cuesta de Cenizales, para continuar los diques de la vega de Osorno. Se incrementaba así la dotación de 12 barcas existentes hasta el momento y la numerosa carretería [23]

En este último tramo final se ajustan mucho las obras proyectadas con las ejecutadas finalmente: 9 esclusas, 1 puente-acueducto, 6 acueductos, 3 puentes de comunicación y 8 casetas de riego.

Fernando de Ulloa ya no dirigirá estas obras pues se jubila en esas fechas y es sustituido por Juan de Homar como nuevo director de las mismas, según orden de 23 de junio de 1786, y a quien el 21 de julio del mismo año hace entrega del «inventario de los planos, perfiles y cartas órdenes […] correspondientes a las obras de los Reales Canales de Castilla [24].  En esta fecha Fernando Ulloa aún confiaba en que se pudiera emprender el tramo desde Quintanilla de la Torres hasta Alar al tiempo que proponía una idea llamativa sobre la continuidad del canal de Campos: retomar el primer proyecto de Lemaur en vez de hacerlo con el nuevo, dado que «todavía hay 9 mil varas menos a Medina de Rioseco desde Grijota que desde Paredes de Nava. No obstante, el secretario de estado de Hacienda, Pedro López de Lerena, quien había propuesto la anterior instrucción de septiembre de 1785, será el impulsor de las reales órdenes de febrero y mayo de 1789 por las que se ordenaba al nuevo director de los reales canales de Castilla la Vieja, Juan de Homar, que redactara el proyecto del canal desde el de Campos en el punto del Serrón hasta la ciudad de Valladolid.

Todavía pasarán 5 años para que se concluyan las obras en ejecución, acontecimiento que tendrá lugar en agosto de 1791. Así lo recoge la Gaceta de Madrid: «…dispuso el Ingeniero Director de estas obras D. Juan de Homar soltar el 25 de Agosto último, en obsequio de los días de la Reyna nuestra Señora, las [aguas] de la presa de la Villa de Herrera de Pisuerga, habiéndose conseguido la deseada unión, y por este medio la perfecta conclusión de un canal de navegación y riego de 125 900 varas lineales, útil a la nación en general, y a la Castilla en particular» [25]. El monumento conmemorativo de este acontecimiento se puede contemplar en Calahorra de Ribas.

Esclusas de Calahorra de Ribas

En estos cinco últimos años, además de las obras de excavación y de cantería, se llevó a cabo en el conjunto de canal del Norte, entre Herrera y Frómista, la construcción de 7 molinos harineros, 3 batanes y un molino de papel, según el testimonio de Jovellanos recogido en su diario de viajes por el canal en el mes de septiembre de 1791 [26]. Dos años más tarde, las instalaciones industriales del Canal ascendían ya a «doce casas de molinos harineros de tres piedras cada una y las tres de batanes para ropa, cada una de dos ruedas y seis pilas». El arriendo total de los doce molinos y los tres batanes ascendía a 67 325 reales. Seguían administrados por cuenta de la Real Hacienda el molino de papel de cuatro ruedas y 24 pilas y el batán de antes de dos ruedas y cuatro pilas [27].  

Monumento conmemorativo

 

Referencias

[1]    Antonio de Ulloa (Madrid, 24 de diciembre de 1754): «Representación y memoria sobre el estado actual del Canal de Campos…». [AGMM. CGD. R.28. Sign. 3-3-12-4, ff. 75-84].

[2]  Madrid, 13 de febrero de 1755. Antonio de Ulloa: «Dictamen sobre la continuación de los Canales de Castilla, en que se exponen las razones que se ofrecen sobre esta determinación». [AGMM. CGD. R.23. Sign. 3-2-1-1 (Parte 2), ff. 1-8].

[3]  Silvestre Abarca. Palencia, 1755: «Proyecto del Canal del Norte». [AGMM. CGD. R.28. Sign. 3-3-12-4, ff. 136-163].

[4]  Plano de Silvestre Abarca «Mapa de el [sic] Canal que se proyecta en la parte septemptrional [sic] de Castilla la Vieja (1755)». [AGMM. ESP-7/8].

[5]   El Conde de Valparaíso. «Instrucción de lo que el Rey manda se observe en la apertura del Canal del Norte en Castilla...» Aranjuez, 7 de julio de 1758. [ACH/CCHC0002-35].

[6]   Fernando de Ulloa, 1786: «Relación histórica de los Canales de Castilla», ff.244-255. [AGMM. CGD. R.23. Sign. 3-2-1-1 (Parte 2), ff. 250-264].

[7]  Herrera de Pisuerga, 1 de diciembre de 1760. Fernando de Ulloa: «Proyecto general del Canal de Navegación y riego, que da principio en el estrecho de Nogales…». [AGMM. CGD. R.23. Sign. 3-2-1-1 (Parte 2), ff. 33-45].

[8]  Antonio Federico de Flobert, 1761: «Expediente sobre advertencias y prevenciones para su cumplimiento en las obras de ejecución de una porción del Canal de Castilla desde el estrecho de Nogales sobre el río Pisuerga hasta el río Carrión».  [AGCHD-CCHC0006/16].

[9]   Herrera de Pisuerga, 26 de noviembre de 1767. Fernando de Ulloa: «Relación del Canal de Castilla y el de Campos». [AGMM. CGD. R.23. Sign. 3-2-1-1 (Parte 2), ff. 91-92].

[10]  Fernando de Ulloa, 1786: «Relación histórica de los Canales de Castilla», f. 263.

[11] 22 de enero de 1764. Fernando de Ulloa. «Proyecto de continuación de las obras del Canal de Castilla en 25.955 varas desde Herrera hasta pasar el río Abánades, en las inmediaciones del páramo de Osorno». [AGCHD-CCHC0006-17].

[12] Diciembre de 1766. Fernando de Ulloa remite proyecto y plano de 1763, tras un nuevo reconocimiento del terreno al Secretario de Hacienda Miguel de Múzquiz. [AGCHD-CCHC0093-02].

[13] Herrera de Pisuerga, 19 de enero de 1775. Juan de Homar: «Relación de los Canales de Castilla». [AGMM. CGD. R.23. Sign. 3-2-1-1 (Parte 2), ff. 134-135].

[14]  3 de octubre de 1775. De Francisco Sabatini al secretario de Hacienda, Miguel de Múzquiz. [AGMM. CGD. R.23. Sign. 3-2-1-1 (Parte 2), ff. 136-144].            

[15] Herrera de Pisuerga, 22 de septiembre de 1774. «Proyecto de 21.000 varas del canal de navegación y riego que parte del río Abánades por Osorno, Santillana y Cabañas hasta Requena». [AGCHD-CCHC0006-21].

[16] Encargo a Juan Homar de que se ocupe temporalmente de la ejecución de las obras en ausencia de Ulloa desde marzo de 1775. [AGCHD-CCHC0001-02].

[17] San Ildefonso, 6 de septiembre de 1785. Fernando de Ulloa: «Memoria sobre el proyecto del Real Canal de Castilla…». [AGMM. CGD. R.23. Sign. 3-2-1-1 (Parte 2), ff. 244-249].     

[18]  Frómista, 12 de noviembre de 1780. Fernando de Ulloa: «Proyecto de la parte del Canal (…), desde el lugar de Requena al río Carrión, …». [AGMM. CGD. R.23. Sin. 3-2-1-1 (Parte 2ff. 161-167].

[19]  Fernando de Ulloa, 1786: «Relación histórica de los Canales de Castilla», f. 263.

[20] Instrucción de lo que el rey manda se observe en la apertura de los canales de los reinos de Castilla y León, f. 17. [AGMM. CGD. R.28. Sign. 3-3-12-4, ff. 17-27].

[21]  Frómista, 21 de julio de 1786. Fernando de Ulloa: «Memoria del estado actual que faltan para su conclusión». [AGMM. CGD. R.23. Sign. 3-2-1-1 (Parte 2), ff. 279-284].

[22] Frómista, 22 de junio de 1786. Oficio de Fernando Ulloa a José de Urrutia. [AHNob. Osuna CT. 285. D.72].

[23]  Plan de operaciones aprobado por S. M. [AGCHD-CCHC0093-01].

[24] Oficio de Fernando de Ulloa al intendente Roque Carrasco remitiéndole el inventario de planos y documentos entregados a Juan de Homar. [AGCHD-CCHC0005-02. Pág. 15].

[25]  «Los Reyes ordenan un vasto proyecto de canal en Castilla». Gaceta de Madrid: núm. 85, de 25/10/1791, páginas 783 a 787.

[26] Diarios de Jovellanos (memorias íntimas): 1790-1801, Gijón. Págs.38-45. Instituto de Jovellanos, 1915 (Madrid: Imp. de los Sucesores de Hernando). Biblioteca virtual del Principado de Asturias.

[27]  Intercambio de oficios entre el secretario de Estado, Diego de Gardoqui, y Juan de Herrera y Juan Mozo Mozo de la Torre. [AGCHD-CCHC002/09. Págs. 9-

 

 

4.              El ramal de Campos: 1791-1792

 

Fernando de Ulloa informa en la Memoria escrita en septiembre de 1785 [1] que, una vez que se haya producida la unión de los ramales del Norte y de Campos, «conviene habilitar este haciendo su entrada y la esclusa de retención que falta». En la memoria escrita en julio del siguiente año [2] Fernando de Ulloa precisa que antes de empezar las tres esclusas unidas era menester hacer el desagüe de la presa del río Carrión que había se servir en lo sucesivo para facilitar la limpia de la porción del río y del canal desde las tres esclusas unidas a la inclusa de retención, así como para reparar tanto las esclusas como la presa cuando se requiriese. Para hacer el desagüe era necesario bajar las aguas del río en verano mediante un portillo realizado al lado de la presa.  En ese tiempo se empezarían los cimientos de las tres esclusas unidas y los de la retención, así como los muros que han de servir para defender la caída de las aguas del canal al río y los que han de acompañar en su entrada al canal de Campos.

En el proyecto del ramal Sur proyectado en 1789, Juan de Homar se refiere al solado de la esclusa de retención para establecer el nivel de las esclusas del Serrón [3]. Este dato indicaría que, por aquellas fechas, la esclusa de retención ya estaba construida o estaba en construcción.

La Gaceta de Madrid, en su número 85, de 25 de octubre de 1791, se hace eco del acontecimiento producido en agosto de ese mismo año: la definitiva unión de las aguas del Pisuerga y del Carrión en Calahorra de Ribas. Al tiempo, ofrece información importante de las obras concluidas hasta el momento y de las ya iniciadas en el ramal Sur.  Por lo que se refiere al ramal de Campos, concreta que ya estaban construidos muelles en el punto de unión de los dos canales en el rio Carrión, un desagüe con bóvedas y compuertas para registro y limpia del canal, un derrame para dar salida a las aguas sobrantes del rio Carrión en tiempo de avenidas y la llamada tercera esclusa de retención [4].

Tercera esclusa de retención

Jovellanos, en sus conocidos Diarios describe los viajes que realizó al Canal de Castilla. El 25 de septiembre de 1791 visita Calahorra y, al tiempo que pondera las tres esclusas unidas como «las más altas de todas y mejores», ofrece datos sobre un ladrón de tres arcos, con tres pies de caída para el desagüe en caso de necesidad de limpia y de la «esclusa de retención para cebar el canal de Campos, que antes se abastecía por el cauce o cuérnago de Perales (que hoy entra en ella) por medio de una caseta de entrada ya demolida» [5].

La Biblioteca Nacional conserva un documento titulado «Memoria sucinta de la parte o sección del Canal de Castilla llamado de Campos…» [6] que ofrece información relevante sobre las obras de rehabilitación realizadas durante los años 1791 y 1792 en el ramal de Campos. En el año de 1791, tras la unión de ambos ramales, Juan de Homar hizo construir una inclusa de precaución junto al puente de Valdemudo y arreglar los diques y márgenes del canal que se habían deteriorado por su deficiente ejecución. En Villaumbrales se estableció un dique o astillero para la elaboración de barcas y carretas y para labrar las maderas para las compuertas de inclusas y demás obras de carpintería. También se construyeron embarcaderos y almacenes en Paredes, Valdemudo y otros puntos con el objetivo de auxiliar la navegación por el canal que quedó abierta en toda su línea desde Alar a Paredes en el año de 1792.

 

Sahagún el Real

 

 

Referencias

[1] Fernando de Ulloa: «Memoria sobre el proyecto del Real Canal de Castilla y de lo que considero más conveniente para su adelantamiento y continuación» 6 de septiembre de 1785, folio 247. [AGMM. CGD. R.23. Sign. 3-2-1-1 (Parte 2), ff. 244-249].

[2]  Fernando de Ulloa: «Memoria del estado actual de las obras que faltan para la conclusión». 21 de julio de 1786. [AGMM. CGD. R.23. Sign. 3-2-1-1 (Parte 2), ff. 279-284].

[3] Juan de Homar: «Proyecto que forma el coronel de infantería, D. Juan de Homar… con arreglo a las órdenes de S.M. de 27 de febrero y 26 de mayo de 1789 del Canal de Navegación y riego…». [ACHD-CCHC0006-05].

[4]  Gaceta de Madrid: núm. 85, de 25/10/1791: «Los Reyes ordenan un vasto proyecto de canal en Castilla».

[5] Jovellanos, M.G.: Diarios. (memorias íntimas): 1790-1801, pág. 45. Gijón: Instituto de Jovellanos, 1915 (Madrid: Imp. de los Sucesores de Hernando). Biblioteca virtual del Principado de Asturias.

[6] Canal de Castilla (1834): Reglamento para las direcciones económicas y facultativas del Real Canal de Castilla y sus dependencias [y otros documentos]. Biblioteca Digital Hispánica (BNA). [Signatura: MSS/20574]

 

 

            El Ramal del Sur: 1792-1804

 

5.1 El proyecto de Juan de Homar

Las reales órdenes de 27 de febrero y 26 de mayo de 1789 dispusieron que Juan de Homar elaborara el proyecto del canal de navegación y riego desde el canal de Campos, en el punto del Serrón, hasta la ciudad de Valladolid, con una distancia de 67 443 varas [1].

Homar sigue el modelo empleado por Fernando de Ulloa, en su proyecto del canal del Norte, de establecer una serie de puntos importantes para determinar el nivel al que deberá atenerse la traza. El primer punto lo sitúa Homar en donde el canal atraviesa el desagüe de la laguna de la Nava, en el término de Grijota, a 4202 varas del punto de unión con el de Campos. El segundo, cuando el canal atraviesa la calzada de Dueñas, a 23 593 varas del primer punto. El tercero lo sitúa Homar a la entrada de Valladolid, frente al espolón viejo, a la distancia de 39 648 varas desde el segundo punto.

Se describen a continuación los detalles de los dos primeros tramos, tal como los formula Juan de Homar. 

·     En el primer tramo, a unas 324 varas del punto de unión del nuevo canal con el de Campos el desnivel del terreno facilitará la construcción de tres esclusas unidas, la 25, 26 y 27, con 42 pies y medio de caída.

Esclusas de El Serrón

Siguiendo con el nivel bajo de la esclusa 27, continua el canal en línea recta por un terreno plano hacia el rollo de la villa de Grijota. A 372 varas de este rollo se localiza un desnivel que posibilita la construcción de una esclusa doble, la 28 y 29, con una caída de 24 pies y con desagüe para molinos y puente de comunicación para el camino real y para el uso de los habitantes de Grijota y sus heredades. Continúa el canal con el nivel bajo de la esclusa 29 hasta el desagüe de la laguna de la Nava, en la distancia de 2506 varas y con una excavación de 5 a 6 pies. La diferencia de nivel del canal con el del desagüe, de 19 pies, se salvará con un puente-acueducto.

·         En el segundo tramo, el canal sigue con el nivel del puente-acueducto, con una excavación de 4 a 5 pies, hasta la distancia de 2303 varas donde se localiza un desnivel salvado por la esclusa 30, de 14 pies de caída.

Con el nivel del solado de la 30 continúa el canal por una ladera frente a la ciudad de Palencia, con una excavación media de 5 a 6 pies, y en la distancia de 4685 varas hay un desnivel que permite construir dos esclusas unidas, la 31 y la 32, de 26 pies de caída, con puente de comunicación y de desagüe para molinos. Aguas arriba de las esclusas se construirá un puerto para el comercio de Palencia.

Esclusas 31 y 32

Con el nivel bajo de la esclusa 32 sigue el canal en la distancia de 7778 varas, con una excavación de 5 a 6 pies, y en las 3545 varas siguientes la excavación es de 4 a 5 pies, en cuyo punto hay una quebrada que se salva con tres esclusas unidas, la 33, la 34 y la 35, de 44 pies y medio de caída.

Sigue el canal con el nivel del solado bajo de la esclusa 35 hasta que a las 1135 varas existe un estrecho que hace el terreno con el río Carrión en el Soto de Albures, en cuyo paraje se debe construir un muro de 191 varas de largo y 38 pies de alto. Para construir este muro se hace necesario cambiar al río de madre, lo que podrá hacerse fácilmente valiéndose de la madre antigua, haciendo en ella una excavación de 300 varas de largo, 6 de ancho y uno y medio de profundo.

Continúa el canal con el nivel del solado de la esclusa 35 la distancia de 4147 varas a cortar la calzada de Dueñas, cuyo desnivel se salvará con la esclusa 36 con algo más de 13 pies de caída.

En la distancia de este segundo tramo se han de construir 5 acueductos, 2 puentes de comunicación además de los de las esclusas y un puente acueducto.

 

5.2 Observaciones al proyecto

En el mismo documento en el que se recoge el proyecto del canal del Sur se añaden unas «observaciones sobre este proyecto» que ofrecen información importante sobre la ejecución del mismo. La excavación, según dichas observaciones, llegaba hasta el Camino real próximo a Dueñas. Se había modificado la ubicación de las últimas esclusas proyectadas: la esclusa 33, se situó aislada frente a Villamuriel, y las esclusas 34, 35 y 36 se ubicaron unidas en el barranco del Soto de Albures, con la idea de evitar la gran excavación que había que realizar en el tramo desde Villamuriel al Soto de Albures.

También se informa en estas observaciones que, ante la escasez de caudal para atender el riego en los ramales de Campos y del Sur, se proyectaba construir una toma se agua en el río Pisuerga, antes de su confluencia con el Carrión, que se derivaría hasta el canal tras haber salvado el río Carrión mediante un puente-acueducto. De este proyecto hay testimonio gráfico en los mapas de Homar tanto de 1798 como de 1806.

 

5.3 El progreso en la ejecución de las obras

·         Las noticias más tempranas sobre la evolución de las obras las ofrecen el plano de Tomás Rifa y los Diarios de Jovellanos. En el plano de Rifa, fechado el 12 de abril de 1795, la excavación llega a la altura del desagüe de la Nava y se informa de que aún no se había iniciado ninguna de las obras proyectadas [2].  Por su parte, Jovellanos, en el diario correspondiente al 6 de junio, ofrece bastante información tanto sobre el progreso de la excavación como de las obras de cantería y edificios proyectados. En cuanto a la excavación, indica que esta concluía en el término de Grijota y que se dirige hacia la falda de las colinas que pasan por el Oeste de Palencia. Sobre las esclusas proyectadas indica que ya está cortada la piedra para las cinco primeras esclusas y que se va a trabajar en ellas. «A su lado están proyectados molinos, batanes y, según me dijo un vecino, una tenería y una fábrica de harinas in hoc non laudo, pues dice que se trata de hacer la guerra a la de Monzón». Jovellanos también ofrece el dato de que en las obras trabajarán como quinientas personas en destajos [3].

 

·    En el mapa que representa los canales de Castilla, fechado el 12 de mayo de 1789, se notifica que en el canal de Sur «hay ya construidas seis esclusas y la excavación y diques hasta Villamuriel. Un año más tarde, Juan de Homar ofrece precisa información sobre las obras ejecutadas en el documento que lleva su firma y que está fechado el 6 de abril de 1800: «Incluyo a V.S.S. la Relación adjunta. En ella se comprenden todos los edificios, máquinas y demás que tiene la Real Hacienda en estos Canales, y las obras emprendidas en ellos, de cuya dirección estoy encargado» [4]. La excavación emprendida desde la unión del canal Sur con el de Campos hasta el Soto de Abures cubre una distancia de 22 400 varas. En las primeras 10 500 varas de excavación concluidas se han construido, como se verá, las esclusas previstas en el proyecto de Homar, así como el puente-acueducto de cinco arcos de 18 pies de diámetro sobre el desagüe de la Nava.

Junto a las tres esclusas unidas del Serrón está formada una fábrica completa de harinas integrada por los siguientes edificios: cuatro molinos harineros, sobre los que se colocarían las máquinas de ventiladores y cribas, un gran almacén y el edificio para los cedazos.

En la doble esclusa de Grijota, dotada de puente comunicación y otro sobre el cauce de los molinos, se han instalado tres molinos harineros.

Esclusas y ruinas de los molinos de Grijota

Al lado de la esclusa 30, con puente de comunicación y dos más sobre el cauce de derivación, se tiene previsto construir un batán de antes y curtidos sobre los cimientos ya realizados y con los materiales preparados para su levantamiento.

Antes de llegar a las esclusas unidas 31 y 32, se ha construido un pequeño acueducto [El Tesoro]. La doble esclusa tiene puente de comunicación y otros dos sobre el cauce de derivación, a la entrada y salida de las aguas. Sobre dicho cauce se están construyendo los cimientos para un molino de papel. También hay un gran almacén con un puerto capaz de contener seis barcas y tres cargando o descargando.

Frente a Palencia se ha construido un gran puente de comunicación que al tiempo sirve para el paso de las cañerías de las fuentes de la ciudad. En el resto de la excavación emprendida deben construirse dos acueductos [de las Gatillas y del Cigarral] y una esclusa con su molino harinero. Esta última previsión indicaría que en 1800 ya se había modificado la ubicación de la esclusa 33, con respecto a la prevista en el proyecto de 1789.

El 12 de noviembre de 1800 Juan Homar remite un oficio al inspector general de Caminos y Canales, Conde de Guzmán, en el que le expresa que, al tiempo que se introduzcan las aguas del canal de Campos en el del Sur, se debe instalar una inscripción como se hizo en 1791, con ocasión de la unión de las aguas de los ríos Pisuerga y Carrión. En su contestación al oficio de Homar, el Conde de Guzmán propone el siguiente texto para la inscripción: «Reinado de Carlos IV. En este punto se unieron los dos canales, el de Campos y el de Sud. A expensas del Real Erario. Año de MDCCC» [5]. Sin embargo, la crisis financiera que aquejaba al Estado imposibilitó culminar las obras para la apertura de la navegación en la parte construida del canal Sur. La asignación de ese mes de noviembre se quedó en 40 mil reales y en los siguientes 13 meses no hubo asignación para el canal [6].

Nacimiento del ramal del Sur

·   Agustín de Betancourt y Juan López de Peñalver, en el informe que dieron al gobierno sobre el canal de Castilla, con fecha de 20 de setiembre de 1801, indican que «tres son los puntos en que en el día remata el canal, que son Paredes de Nava, Villamuriel, cerca de Palencia, y Alar del Rey» [7]. También precisan que entre las principales obras realizadas hasta el momento en el Canal de Castilla están las treinta y dos esclusas comunes. Es decir, todavía no se había construido la esclusa número 33. En la memoria sobre el estado de caminos y canales que Betancourt envía a Pedro Cevallos el 28 de abril de 1803 se expone que con la asignación recibida en el año anterior (1.582.878 reales.) «se ha llegado a verificar la importante unión del canal del Sud con el del Norte, formando 20 leguas de canal navegable, y cuyas obras se hallan bien reparadas y todo enteramente limpio y corriente, y para ello se han hecho obras de consideración, tanto en las ocho esclusas que contiene como en acueductos y alcantarilla y además se han concluido siete molinos harineros que producen ya más de 200.000 rs. al año; y con lo que han permitido los fondos se ha ido siguiendo el canal, y se ha empezado y adelantado la excavación y acopio de sillería para la esclusa 34 [debería decir esclusa 33]» [8].

 

 ·  Las observaciones al proyecto del Canal Sur de Juan de Homar reproducen la mayor parte de la información que se describe en la relación del citado ingeniero. No obstante, ofrecen algunos datos no señalados en la misma. En las esclusas del Serrón se menciona el embarcadero y en las esclusas 31 y 32 se precisa que «hasta cuyo punto llega la navegación por esta parte», así como que para facilitar la comunicación se construyó un ramal de camino en línea recta hasta la ciudad de Palencia. También se avanza información sobre el progreso de las obras al indicar que se han construido 9 esclusas y que se pueden dar por concluidas las obras proyectadas de este ramal hasta el barranco del Soto de Albures «que dista de Dueñas 4000 varas en las que está ejecutada la excavación para las cajas de las esclusas números 34, 35 y 36 del canal y construidos grandes porciones de diques, el solado de estas y casi toda la excavación del canal». Entre las obras concluidas podrían incluirse los acueductos de Prado Redondo y El Corral.


Esclusa 33

·    Juan de Homar elabora un plano parcial del canal Sur que lleva como título «Plano de una porción de canal desde el Soto de Albures hasta pasar el arroyo de Puertas de Villa en Dueñas», con fecha de 6 de noviembre de 1803. Se reproduce el tramo del canal de Castilla dibujado en verde desde Villamuriel hasta las esclusas de Soto de Albures y en amarillo desde aquí hasta Dueñas.  En Villamuriel se rotula el lugar donde se ubica la esclusa 33. En el plano se incluyen también la planta y perfil longitudinal del acueducto de Puertas de Villa y el perfil transversal del canal por el barranco inmediato al Soto de Albures y por el escarpado de Dueñas [9].

·    En el «Perfil General de los Reales Canales de Castilla…» [10], con fecha de 22 de diciembre de 1806, Juan de Homar comunica que la esclusa 33 se halla ya construida y que en la triple esclusa 34, 35 y 36 «está ya construido el solado y tres hiladas de los muros de esta inclusa».

·   «El Universal» con fecha de 1 de septiembre de 1821 publica un comunicado del jefe político de la provincia de Palencia en el que se puede leer lo siguiente: «Después de formado este avance se han concluido las obras hasta el barranco del soto de Albures, inmediato á Dueñas, y se ha abierto la caja hasta este mismo pueblo; de modo que está ya construida una tercera parte de la obra indicada en el avance anterior [11].

A partir de los datos suministrados por las distintas fuentes, se puede concluir que, cuando quedan suspendidas las obras, la excavación se extiende entre las iniciadas esclusas de Soto Albúrez y el Camino Real, con dos tramos concluidos, uno de 400 pies aproximadamente y otro de 1200 pies.

·   Mientras tanto, Juan de Homar estaba también ocupado en otras tareas vinculadas con el canal. En el verano de 1804 el Gobierno había determinado que se concluyera el trayecto del camino carretero en ejecución (de Quintanilla de las Torres a Herrera de Pisuerga) por cuenta de la Administración Central y bajo la dirección de Juan de Homar [12].  Según el Mercurio de España, «en este año se han concluido las cuatro leguas de camino, que median entre aquellos dos puntos [Quintanilla de las Torres y Alar del Rey], quedando expedita la comunicación desde Palencia á Alar por agua, y desde aquí al puerto de Santander por tierra [13]. Por otra parte, en ese mismo año, Homar elaboró un informe relacionado con el desagüe de la laguna de la Nava [14]. 

 

 

Referencias

[1]   Homar, Juan de: «Proyecto del canal de navegación y riego desde el Canal de Campos, en el punto del Serrón, hasta la ciudad de Valladolid». [ACHD- CCHC0006/05].

[2] Rifa, Tomás de: Plano, «parte del Canal del Sur donde actualmente se trabaja en la excavación». [AGMM-P-1/1].

[3] Jovellanos, Gaspar Melchor de: «Diarios (memorias íntimas): 1790-1801», pág. 241. Gijón: Instituto de Jovellanos, 1915 (Madrid: Imp. de los Sucesores de Hernando). Biblioteca virtual del Principado de Asturias.

[4]  Homar, Juan de: «Incluyo a V.S.S. la Relación adjunta. En ella se comprenden todos los edificios, máquinas y demás que tiene la Real Hacienda en estos Canales, y las obras emprendidas en ellos, de cuya dirección estoy encargado». [ACHD-CCHC0077/1]. «Plano general del Proyecto executado y por executar…», 1798. [ACHD-CCHPH006].

[5]   Conde de Guzmán: oficio dirigido a Juan de Homar. [ACHD-CCHC0005-03].

[6]   Razón de los gastos causados en los canales de Castilla. [ACHD-CCHC0103-27].

[7]  Betancourt, Agustín de y López Peñalver, Juan de: «informe dado en el año de 1801», extracto recogido en la Memoria de la comisión de Caminos y Canales sobre las comunicaciones generales de la Península. Apéndice I, págs. 180-234 de la Memoria sobre el estado de las obras públicas en España, 1856.

[8] Informe de Agustín Betancourt a Pedro Cevallos sobre el mal estado de las carreteras españolas, la mala inversión realizada y los nuevos planes para la dirección de las obras de los canales y caminos. [Archivo Histórico de la Nobleza. Signatura: VALENCIA, C.3, D.33. PARES. Portal de archivos españoles].

[9]  Homar, Juan de: «Plano de una porción de canal desde el Soto de Albures hasta pasar el arroyo de Puertas de Villa en Dueñas». [Archivo general del MITMA, signatura: OH-525].

[10] Homar, Juan de: El Canal de Castilla. Cartografía de un proyecto ilustrado. Estudio  preliminar por Juan Helguera Quijada. Madrid: Ministerio de Obras Públicas y Transportes,  y Turner Libros S.A .

[11] «El universal», pág. 940. 1/09/1821. Hemeroteca digital, Biblioteca Nacional.

[12]  Palacio Atard, V. (1960): «El comercio de Castilla y el puerto de Santander en el siglo XVIII». Pág. 103. CSIC, Madrid.

[13] «El Mercurio de España», págs. 43-44, 15 -01-1805. Biblioteca Nacional.

[14] Real orden de 27 de enero de 1815. Decretos del Rey don Fernando VII, tomo 2.o. Imprenta Real. Madrid, 1819.

 

 

 

6.   La paralización de las obras: 1806-1831

 

6.1 1806 - 1808

Los problemas financieros de la Real Hacienda terminarían provocando la interrupción definitiva de los trabajos en el canal Sur, sin poder determinar la fecha segura. Tampoco se puede precisar la fecha de la jubilación de Homar como director de los Canales de Castilla, aunque por los documentos que se señalan a continuación dicha jubilación debió producirse a finales de 1806 o principios de 1807.

En un documento manuscrito custodiado en el archivo de la CHD se da información sobre dicha jubilación pero sin la fecha exacta: «Poco antes de estallar la guerra con el numeroso ejército que introdujo en nuestra Península Napoleón, varió el supremo gobierno con mudanza de ministros del Estado que fueron trascendentales al canal, jubilando al director de las obras D. Juan de Homar y al intendente D. Juan Mozo Mozo de la Torre, reemplazando a estos un juez protector y conservador que, aunque inteligente en la judicatura, no entendía los negocios prácticos del establecimiento ni sabía los que estaban pendientes para promoverlos con utilidad del Estado; la dirección y conservación de las obras quedó abandonada tanto por la jubilación de Homar, por cuanto también se dio de baja a D. José María de Homar, que era ayudante de su padre en virtud de nombramiento» [1].

Ese nombramiento había tenido lugar en febrero de 1803.  Agustín de Betancourt comunica a Juan de Homar en esa fecha que el secretario de Estado, Pedro Cevallos, había aceptado su solicitud de nombrar un ayudante a la dirección de los canales en la persona de su hijo José María. [2] En esos momentos la dirección se extendía tanto a las obras del canal como a los caminos agregados a él. Así pues, desde esa fecha, José María de Homar, como ayudante-director de los reales canales, sirvió en este empleo y en el encargo de la oficina del Detall, dirigiendo las obras del canal y caminos agregados en las ausencias y enfermedades de su padre Juan de Homar, así como en dar instrucciones para la mejor administración de los artefactos [3].  

Camino de El Serrón a Villaumbrales

El 12 de enero de 1807 tuvo lugar el nombramiento de Juan López de Peñalver para la dirección general de los canales imperial y real de Tauste en los reinos de Aragón y Navarra y de los de Castilla la Vieja, según se recoge en su expediente de clasificación de jubilación [4] y en la Gaceta de Madrid de 1.o mayo de 1807. Poco pudo hacer Peñalver con respecto al canal de Castilla pues marchó a Zaragoza a finales de abril, donde permaneció hasta principios del mismo mes del año 1808 en que regresa a Madrid.

Poco tiempo después de que Peñalver se encaminara hacia Zaragoza, en concreto el 1.o de mayo de 1807, José María de Homar fue cesado como ayudante en la dirección del canal de Castilla. Las razones que le trasmitió Pedro Cevallos para la adopción de dicha medida fueron las siguientes: «Suspendida en el año de 1800 la asignación de doscientos mil reales mensuales para la continuación de sus importantes obras, y reducida esta empresa de resultas al cortísimo producto que rinde por sí, que no es capaz de mantener las ya construidas, ha sido de necesidad la reforma de algunos de sus empleados…» [5].   

Como ya ocurriera en el canal de Aragón, también en el canal de Castilla Peñalver compartiría la dirección con un «Juez Protector y Conservador del canal de Castilla», el Conde de Castañeda de los Lamos [6].

Ante la falta de dotación por parte de la Real Hacienda, el canal tuvo que autofinanciarse con los ingresos proporcionados por la navegación, el principal ramo que dejaba grandes intereses, el canon de regadío y el arriendo de molinos y paradores, limitando la actividad a trabajos de conservación y mantenimiento. De todas formas, el Gobierno intentó que se continuaran las obras del canal, aunque sin éxito: «en 1806 se aumentó el precio de las cartas con 4 mrs. cada una para continuar el canal de Castilla, obra interesantísima para la prosperidad de España, y nada se hizo, y todo quedó en embrión» [7].

 

6.2 1808-1820

Los recursos del canal se vieron gravemente afectados por los efectos de la Guerra de Independencia: los paradores o posadas, que daban en arriendo de tres a cuatro mil reales anuales, fueron incendiados en el mes de noviembre de 1808, a la entrada de los ejércitos por Alar del Rey y Herrera; las fábricas y los molinos interrumpieron muchas veces su trabajo y  sufrieron repetidos saqueos; de sus manufacturas se dieron porciones de consideración para surtir a las tropas nacionales y extranjeras, y con el mismo fin se entregaron más de tres mil fanegas de trigo y otros efectos de bastante valor; la navegación estuvo enteramente paralizada; los parques que se hallaban provistos de cuantos efectos podían necesitar las obras sufrieron un terrible menoscabo; de suerte que todo cuanto pudo contribuir a la decadencia del canal  tuvo lugar [8] .

Términos similares, aunque con matices, se pueden leer en la Real orden de principios de junio de 1815. Aunque la guerra provocó graves desperfectos en algunas de sus obras e inutilizó sus barcas y diferentes utensilios para la navegación, cuya falta impedía tenerla corriente, sin embargo, el Canal de Castilla fue uno de los establecimientos que acaso se resintiera menos de los estragos de la guerra. En efecto, una vez que la provincia de Palencia se vio libre del enemigo, «la navegación tardó poco en habilitarse en gran parte y hacerse útil al estado en el transporte de granos y otros artículos para el ejército que se hallaba entonces en Guipúzcoa y Navarra» [9].

De Villaumbrales a Becerril de Campos

 

Después de la guerra, con la vuelta de Pedro Cevallos a la primera secretaría de Estado y de Despacho se toman algunas medidas para recuperar la actividad del Canal de Castilla. Así, la Real orden de 27 de enero de 1815 plantea que se promuevan las obras del canal, no obstante los pocos recursos con que se cuenta, y se proceda a la desecación de la laguna de la Nava con el objeto de ganar para la agricultura cerca de 9.000 obradas [10]

Por su parte, la navegación siguió en activo como se recoge en los documentos ya citados anteriormente. En la Real orden de principios de 1815 se indica que la navegación «se halla en el día expedita y en la mejor disposición de repetir servicios tan importantes con un ahorro inmenso de gastos de conducción, y evitando los perjuicios que de hacerla por acarreo o a lomo se ocasionan a la agricultura, ocupando en ella brazos y ganado en el tiempo que más escasean». Por su parte, el documento indicado en la referencia número seis se afirma que «La felicidad de este Canal ha consistido, muy principalmente, en que en los cuatro últimos años se han transportado con las barcas crecidas porciones de granos y harinas, con dirección al Puerto de Santander. Por consiguiente, se han aplicado sus productos a la construcción de puertas de esclusas y otras obras de igual necesidad».

Las buenas intenciones expresadas en la legislación citada anteriormente no debieron concretarse satisfactoriamente tal y como se recoge en la R.O. de 30 de agosto de 1819. El entonces Protector del canal de Castilla, el marqués de Monsalud, denuncia «el estado de nulidad en que se halla aquella interesantísima obra por falta de auxilios que den motivo a sus trabajos».  A la vista de la misma, se decide «aplicar para la continuación de las indicadas obras el producto de los diez y seis maravedís en cada baraja» [11].

Sin embargo, como se reconoce en el preámbulo de la Real Cedula de 1831, los propósitos del Gobierno de impulsar las obras en el canal de Castilla no se vieron cumplidos por el estado de la Hacienda y la independencia de las posesiones americanas.

 

6.3 1820-1823

Durante el Trienio Liberal, a pesar de los esfuerzos del nuevo gobierno por mejorar la situación, la persistencia de las dificultades de la Hacienda los frustró como se verá.

Por Real Decreto de 14 de junio de 1820 se creó una comisión para formar un sistema general de comunicaciones interiores del reino, integrada por cuatro prestigiosos ingenieros y presidida por José Agustín de Larramendi. Esta comisión elaboró una memoria que se adjuntó a una propuesta de ley en la que se incluían parte de los planes diseñados en dicha memoria. En la propuesta de ley también se incluían la intención de «destinar al canal de Castilla dos millones de reales, por lo menos, a fin de poder continuar el cauce de dicho canal en lo que resta del presente año económico» [12].

En Becerril de Campos

La Comisión hizo suyo el contenido del informe particular de Agustín de Betancourt (de 30 de noviembre de 1803), sobre la prolongación del ramal Sur hasta Valladolid y de cara al año 1821 planteó las siguientes previsiones: «la dotación de este canal desde el año de 1785 era de 200.000 reales mensuales, y con 100.000 más que quería Betancourt serían 300.000 reales. Considerando la suma importancia de que el canal alcanzara Valladolid cuanto antes, y las dificultades que había que vencer en el paso de Dueñas, se podrían emplear útilmente en el año 4 millones de reales» [13].

Con estos proyectos de la Comisión deberá relacionarse el informe que Agustín de Larramendi, nombrado director general de Caminos y Canales el 1.o de agosto de 1821, elaboró a raíz del reconocimiento realizado al canal en ese mismo año para su puesta en marcha [14].

A pesar de la propuesta de la Comisión, el Gobierno reconoce que sus dificultades económicas no le permitirán dedicar fondos al canal, por lo que invita a las Diputaciones y a los particulares a financiar las obras, según consta en la Real Orden de 15 de agosto de 1821, mediante «la formación por acciones, o de otro modo, de una compañía o empresa que se quiera encargar de la continuación de estas obras, con la obligación de concluirlas en tiempo determinado. A este fin se le concederán todas las ventajas y seguridades que concilien sus intereses y los del Estado» [15].

De conformidad con esta real orden, las diputaciones se reúnen en Palencia y acuerdan repartir cuatro millones y medio de reales entre las seis provincias de la demarcación como medio para financiar la continuidad del canal de Castilla. Pero la Diputación de Valladolid no está de acuerdo con las conclusiones de la Junta y presenta como una posible solución de financiación: «… destinar los descubiertos de la contribución que con cualquier motivo tengan todos los pueblos de las seis provincias y por los años desde 1814 hasta el 1820, ambos inclusive» [16]. De esta propuesta de la Diputación de Valladolid se hacen eco las Cortes que, por la Orden de 29 de junio de 1822, resuelven «que de los atrasos correspondientes a las contribuciones territoriales y de consumo de los años 1820 y 1821, que deban los pueblos de las provincias de Valladolid, Zamora, Burgos, Santander, León, Salamanca, Palencia, Ávila y Segovia, se destine la cantidad que corresponda al canal de Castilla en los presupuestos de dichos dos años a las obras de dicho canal» [17]

De Becerril a Sahagún el Real

Mientras tanto, se hace necesario efectuar labores de mantenimiento y conservación en los tramos ya realizados. Las obras más urgentes para la rehabilitación del «Canal Nacional de Castilla» eran: la reedificación de la parte arruinada del derrame de Calahorra, el arreglo de diques, la limpia de contrafosos y acueductos en toda la extensión del canal y la construcción de varias compuertas de esclusas de los departamentos de Herrera y de Campos, aprovechando los herrajes de las que se desmontan.  Aunque sería necesario también construir las compuertas de las ocho esclusas que hay en la parte navegable del ramal Sur, se pospuso su ejecución dada el poco uso de la navegación en este corto trecho.

La llegada de los «Cien mil hijos de San Luis» y el restablecimiento del absolutismo pusieron fin a las expectativas creadas durante el Trienio Liberal.

6.4 1823-1831

En la Real orden de 9 de marzo de 1824 se recoge la pretensión de fomentar las obras de los canales de navegación y riego. Con el objetivo de formarse una idea del estado en que se encuentran en ese momento, se resuelve remitir una circular a todos los directores o juntas encargadas de los canales que dependen de la primera secretaría de Estado y del Despacho para que cada una forme y remita una memoria del estado respectivo de cada empresa, sus fondos y productos, sus costos de conservación y continuación, los obstáculos que se opongan a sus adelantamientos, el número de empleados y sus ocupaciones, los méritos y servicios de estos y todo lo demás que consideren necesario y conveniente [18].

En los decretos, órdenes y resoluciones emitidos por la primera secretaría de Estado en los años siguientes no figura mención alguna a los resultados de la información recabada. Solamente en el Real decreto dirigido a la mayordomía mayor, el 10 de septiembre de 1828, se informa que el rey, superado el trienio constitucional, mandó «que se continuasen las reparaciones del Canal [de Castilla] con sus propios recursos, por cuyo medio restablecido la navegación después de penosos desvelos, se ha empezado lograr que los granos de las fértiles llanuras del país de Campos vuelvan a presentarse en los mercados de la costa española del Mediterráneo y a los de la isla de Cuba». Se hacía, pues, imprescindible la continuación de las obras del canal, si se quería incrementar la riqueza del país. Con ese convencimiento, el rey Fernando VII dispuso que, tras una visita a las provincias catalanas (1827), el regreso a la corte se realizara por Palencia y Valladolid para inspeccionar las obras personalmente y enterarse de los medios necesarios para completar el proyecto de la construcción del canal [19].

Desde el puente de las Cabañas hacia el norte

En su estancia en Palencia, Fernando VII realizó un recorrido por el canal desde Grijota a Villaumbrales a bordo del barco llamado San Fernando. Desembarcó en El Serrón para contemplar las maniobras en las esclusas y visitar los molinos, fábricas de harinas y almacenes. Embarcado de nuevo, llegó a Villaumbrales en donde reconoció el dique de carenar las barcas, las maderas de construcción y almacenes [20].

La visita al canal reafirmó en el monarca la imperiosa necesidad de reanudar los trabajos, pero persistía la incapacidad del Erario público para hacer frente a los enormes gastos que suponía la continuidad del proyecto. Por aquella época, cierto espíritu de progreso administrativo y material comenzaba otra vez a elevarse en el mismo Consejo del monarca [21]. Entonces se pensó, como ya se hiciera durante el Trienio Liberal, en encomendar el remate de la construcción del canal de Castilla a una empresa de particulares.

Con este objetivo, la Real Orden de 10 de septiembre de 1828 dispone, a propuesta del capitán general de Castilla la Vieja, la constitución de una junta preparatoria de la formación de un proyecto articulado de condiciones para que, conocido por los licitadores, hiciesen las proposiciones que creyesen oportunas.

Esta junta reunida en Valladolid estaba integrada por el siguiente grupo de hacendados y hombres ilustres: Don José Berdonces, el marqués de Villatorre, D. José Díaz Ovejero, el Bailío Frey D. José Cabeza de Vaca, D. José Homar, D. Diego M. Nieto y D. Roque Delgado. Es de interés señalar que José Homar es el hijo de Juan de Homar. En la certificación que realizó José Berdonces en 1835, como juez jubilado del Real canal de Castilla la Vieja, se indica que José María Homar, «…nombrado por S.M. Vocal de la Junta Directiva del mismo canal por Real Orden de diez de septiembre de 1828, sirviendo dicho D. Homar la Intendencia de este Establecimiento como la dirección de sus obras y otras comisiones que puso a su cargo la Junta, sin sueldo ni gratificación alguna…» [22]

 

 

El canal a su paso por el término de Lantadilla

Por el Real Decreto de 27 de diciembre de 1829 se ordena al director facultativo del «Real Canal de Castilla la Vieja», Antonio Prat (nombrado en enero de ese año), que expusiera su parecer sobre las bases presentadas por la «Junta del Real Canal» para la continuación de sus obras por la empresa particular. En el informe remitido por Antonio Prat, el 15 de enero de 1830, se confirma que «faltan los multiplicados planos que se levantaron a consecuencia de los repetidos reconocimientos y operaciones facultativas, y la Junta se ha visto en la necesidad de fundar sin ellos las bases que ha presentado para el conocimiento de los licitadores. No han tenido a la vista más que algunas memorias y simples copias de los presupuestos formados por Juan de Homar» [23].

Antonio Prat proponía que la condición primordial de las bases que debían darse al conocimiento de los licitadores era la siguiente: «todas las operaciones preliminares y fundamentales que deben preceder a la ejecución de las obras deben costearse por los empresarios y ejecutarse por facultativos de su confianza, bajo la inspección y satisfacción del ingeniero inspector gubernamental. No podrá darse principio a las obras sin que antes se presenten los planos particulares de cada uno de los tres ramales». Esta condición se recoge en gran medida en el contenido del artículo 4.o de la Real cédula de marzo de 1831.


Camino hacia Requena

En la Real Cédula también se incluirían algunas otras propuestas recogidas en el informe de Antonio Prat que sería premiado con el nombramiento de ingeniero inspector de las obras del Canal en abril de 1831. Prat estimó que el presupuesto calculado por Homar de 35.925.356 reales y en los que la Junta fundó el coste total de la empresa, ascendería hasta aproximadamente los 40 millones de reales. Por otra parte, estableció, con cálculos precisos, que la duración de la concesión para cubrir los intereses del capital de 40 millones y la amortización progresiva del mismo alcanzaría los 60 años, que se ampliaron en la Real Cédula a los 80 años.

Resulta interesante resumir el relato que hace en las Cortes el marqués de Casa Irujo sobre el modo en que llegó a constituirse la empresa del canal de Castilla. El ministro de Hacienda, Luis López Ballesteros, aprovechó la presencia en Madrid de Alejandro Aguado, marqués de las Marismas de Guadalquivir, para comunicarle el deseo del Rey de que participara con parte de los capitales obtenidos de los negocios desarrollados en España en la conclusión del canal de Castilla. Aguado contestó que, no viviendo en España y no conociendo a fondo el negocio, aceptaría la propuesta del Rey siempre que capitalistas y personas notables que residiesen en la capital se interesasen por la mitad de las acciones de la empresa. Con este motivo, el ministro reunió en su despacho a Gaspar Remisa, entonces director general del Real Tesoro, Javier de Burgos, vocal de la Junta de Fomento, y al marqués de Casa Irujo, que era entonces director del Banco español de San Fernando [24]. De esta forma, en la Real cédula de 17 de marzo de 1831, el Rey concedió a «D. Alejandro Aguado, Marques de las Marismas del Guadalquivir, y a la Compañía de accionistas que representa, la Empresa de los tres Canales que, reunidos en uno, llevan la denominación del de Castilla, y la del desagüe de la laguna de la Nava…»

El canal en las proximidades de Grijota

 

6.5 La Real cédula de 17 de marzo de 1831 y entrega del canal a la empresa privada

6.5.1 Resumen de su contenido

La Real cedula se compone de 45 artículos distribuidos en 4 capítulos, titulados de la siguiente manera: obligaciones de la compañía, concesiones temporales en favor de la compañía, concesiones perpetuas en favor de la compañía y disposiciones generales.

Los aspectos más relevantes del articulado son los siguientes. La compañía se encarga de terminar por su cuenta y a sus expensas en el término de siete años los tres ramales del Real Canal de Castilla: el llamado del Sur, desde los prados de Albures a Valladolid, el llamado de Campos, desde Paredes de Nava hasta Rioseco y el llamado del Norte, desde Alar del Rey hasta Golmir (art. 1.o).

La compañía se obliga a construir en dichos tres ramales las obras de fábrica (puentes, acueductos, etc.) propuestos por la Junta directiva del Real Canal (art. 2.o). Se obliga asimismo a desaguar la laguna llamada de la Nava lindante con el Real Canal (art. 3.o).

Se cede a la compañía el canal hoy abierto con todas sus esclusas, puentes, astilleros, almacenes, etc.  por tiempo y espacio de ochenta años contados desde el día en que se den por concluidas las obras (art. 14.o).

Pertenecerán a la compañía, por espacio de veinte y cinco años el impuesto de cuatro maravedís en cántara de vino que paga la provincia de Palencia y una consignación de trescientos mil reales anuales (art. 16.o).

Se pondrán a disposición de la compañía dos mil y cuatrocientos presidiarios sacados de los depósitos más cercanos (art. 20.o).

Cerca de Viñalta

Serán propiedad perpetua de la compañía y de los hijos y sucesores las tres o cuatro mil obradas de tierra que deben resultar laborables por efecto de la desecación de la laguna de la Nava; los molinos u otros artefactos que la compañía haga construir en las nuevas esclusas o en aquellas cuyos saltos no se han aprovechado hasta el momento; los almacenes u otros edificios que la compañía haga construir para el más completo aprovechamiento de los beneficios del canal (art. 33.o).

6.5.2 La entrega del canal y todas sus dependencias a la empresa privada

Según se dispone en los artículos 14, 38 y 39 de la Real Cédula, se debía hacer entrega a la compañía de los fondos y pertenencias del Real Canal, en el plazo de un mes. Las personas elegidas para dirigir las operaciones de entrega y recepción fueron José Berdonces, comisario regio, y Joaquín María Márquez, propuesto por los socios de la compañía. El acto oficial de entrega tuvo lugar el día 13 de mayo de 1831, comenzando por los fondos que existían, en ese momento, en metálico y papel en la tesorería del Real Canal, a cuenta de la consignación de 300.000 reales anuales que recibiría la empresa por parte del Estado.

A partir de entonces se inicia el proceso de reconocimiento del canal y de todos sus bienes que, transcurridos los 80 años de concesión, la empresa debía devolver al Estado «los edificios y enseres que ahora reciba en el mismo estado en que hoy resulten hallarse con arreglo al inventario que se formará al efecto». Para realizar dicho inventario, José Berdonces y Joaquín M. Márquez nombraron a los respectivos peritos evaluadores de cada uno de los efectos del canal que habían de ser entregados a la empresa.

A lo largo del mes de junio estos peritos fueron compareciendo ante José Berdonces y Joaquín M. Márquez pare entregarles el resultado del su reconocimiento y el inventario correspondiente. Así, los arquitectos Pedro García González y Manuel Isidro Caballero presentaron el inventario y la descripción de todos los edificios, artefactos y demás obras pertenecientes al canal, pero sin tasación. Martín Llorente y presentó el resultado del recuento de los árboles del canal en el día, con una tasación de 28.930 reales. Por su parte, Manuel Regaliza y Frutos Martínez dijeron que, tras recorrer toda la línea del canal, hallaron en ella y en los puntos señalado en la relación adjunta piedra sillería, piezas de busco, mampostería y demás materiales de cantería, con una tasación: 265.824 reales y 24 m. Asimismo, dijeron que habían reconocido y evaluado los efectos existentes en los parques cuyo pormenor entregaron en un informe prolijo de herramienta e instrumento de todo tipo, barcas, etc. La tasación de todo ello alcanzó la cifra de 615.427 reales de vellón.

Otros efectos que se entregaron fueron las resmas de papel existente en el almacén de Viñalta, procedente de la fábrica de las esclusas 11 y 12, y tasadas en 73.320 reales y 27 maravedíes; la existencia de trigo y morcajo en el Serrón, Sahagún el Viejo, Calahorra, Frómista, Alar y Palencia, tasada en 17.820 reales y 28 m; 10 parejas de bueyes, con un valor de 900 reales cada una de las parejas.

El día 13 de diciembre de 1831, José Berdonces y Joaquín M. Márquez dan por concluido el inventario de entrega de los efectos, enseres y demás pertenencias de los canales de Castilla a falta de poner en práctica lo prescrito en la Real orden de 15 de junio del presente año, la cual no se ha verificado por la ausencia de Sr. Inspector de S.M. D. Antonio de Prat. Efectivamente, no llegó a realizarse en esa época lo indicado en la Real orden: «que se haga descripción de las esclusas desde la primera hasta la última, de los puentes, acueductos, presas, muros, malecones, derramadores y demás obras…» [25]. Habrá que esperar al inventario de José Rafo de 1850 para ver reflejadas dichas descripciones.

Mientras tanto, la publicación de la Real cédula en la Gaceta de Madrid, el 26 de abril de 1801, abría el plazo para reemprender las obras del Canal de Castilla en el ramal Sur.

 

 

Referencias.

[1]  Manuscrito sin autor ni fecha, pág. 20. [ACHD-CCHC0093-02]

[2]  Expediente de clasificación de jubilación de José María de Homar Vélez, Ayudante del Director del Real Canal de Castilla. Signatura: [AHN_FC- Mº_HACIENDA, 1544, Exp.33_0031].

[3]  «Instrucciones dadas por José María de Homar…». [ACHD-CCHC00067/003].

[4]  Expediente de clasificación de Juan López de Peñalver. [AHN_FC-M.o HACIENDA, 1249, Exp.96].

[5]  Expediente de clasificación de jubilación de José María de Homar Vélez, Ayudante del Director del Real Canal de Castilla. Signatura: [AHN_FC- Mº_HACIENDA, 1544, Exp.33_0032].

[6] Real Orden de 27 de enero de 1815. Decretos del rey don Fernando VII, tomo 2.o Fermín Martín de Valmaseda. Madrid, Imprenta real, 1819.

[7]  Diario de sesiones, Legislatura 1820. 10-10-1820. N.o 98 (de 1535 a 1549).

[8]  Anónimo: «Manifiesto del origen del Canal de Castilla…» [ACHD- CCHC0131/01].

[9] Real orden de principios de junio de 1815. Decretos del rey don Fernando VII, tomo 2.o Fermín Martín de Valmaseda. Madrid, Imprenta real, 1819.

[10] Real Orden de 27 de enero de 1815.

[11] Real orden de 30 de agosto de 1819. Decretos del rey don Fernando VII, tomo 6.o Fermín Martín de Valmaseda. Madrid, Imprenta real, 1823.

[12] cortes generales (1820):  Propuesta de ley que hace S.M. a las Cortes sobre caminos y canales del reino: mandada imprimir de orden de las Cortes: con los oficios del secretario de Estado y del despacho de la gobernación de la península;

[13]  y juntamente la Memoria de la Comisión de Caminos y Canales. Imprenta que fue de García, Madrid: [s.n.].

[14]  Sáenz Ridruejo, F.: Comentarios al artículo «Notas sobre Agustín de Larramendi» de Carlos Domínguez. ROP, 1991_septiembre_3305_5

[15]  Real orden de 15 de agosto de 1821 sobre promover las obras y el canal de Campos en Castilla.  Colección de decretos y reales órdenes de la Secretaría de Despacho de la Gobernación de la Península. Años 1820 y 1821, Pág. 127. Ayuntamiento de Madrid, [sig.: R/128.675].

[16] Anta Muñoz, Antonio de (2012): La Diputación provincial de Valladolid en el siglo XIX. Tesis doctoral. Universidad de Valladolid.

[17] La Orden de 29 de junio de 1822 de las Cortes. Colección de decretos y órdenes generales de las Cortes. Tomo IX. Real Academia de Jurisprudencia y Legislación.

[18] Real orden de 9 de marzo de 1824. Real orden para que todas las Direcciones o Juntas de los varios canales remitan a la Secretaría una memoria del estado de cada empresa. Decretos del rey nuestro señor don Fernando VII, tomo 8.o José María de Nieva. Madrid, Imprenta real, 1824.

[19]  Real orden de 10 de septiembre de 1828. Real orden disponiendo la formación de una junta que entienda en el plan de condiciones para la empresa de los canales de Castilla y demás que expresa. Gaceta de Madrid de 16 de septiembre de 1828.

[20] Sevillano Calero, Francisco y Soler Pascual, Emilio (eds.) (2013), Diarios de viaje de Fernando VII (1823 y 1827-1828), estudio introductorio de Emilio La Parra López, Alicante, Publicaciones de la Universidad de Alicante.

[21] Madoz, Pascual (1850): Diccionario Geográfico-Estadístico-Histórico de España y sus posesiones de Ultramar. T.VI. Madrid. Est. Literario-Tipográfico de P. Madoz y L. Sagasti.

[22]  Certificación que realizó José Berdonces en 1835, como juez jubilado del Real canal de Castilla la Vieja. [AHN/ FC-Mº_HACIENDA,1544, Exp.33_0014]. 

[23]  Prat, Antonio (1830): Informe en virtud de la Real orden de 27 de diciembre de 1830 sobre las bases presentadas por la Junta del Canal. [ACHD-CCHC0126/01].

[24]  Sesión 19-01-1839. Diario de sesiones. Serie histórica: Dictámenes e intervenciones. Acceso en línea.

[25]  «Expediente formado en consecuencia de la Real Cédula de 17 de marzo de 1831». AHPP. Protocolos. Sign. 7544

 

  

7.  El ramal del Sur: 1831-1835/37

 

7.1 La reanudación de los trabajos. El punto de partida.

Varias son las fuentes que nos ofrecen información sobre el lugar o lugares en los que las obras del canal quedaron interrumpidas. La propia Real cédula de 17 de marzo de 1831 indica que en el llamado ramal del Sur falta por concluir la parte proyectada desde «los prados de Albures a Valladolid» [1]. Efectivamente, en Soto Albúrez no se concluyeron en su momento las tres esclusas unidas. En las observaciones añadidas probablemente por Juan de Homar en su proyecto del ramal Sur de 1789 se afirma que está ejecutada la excavación para las cajas de las esclusas 34, 35 y 36 y el solado de estas [2]. El propio Juan de Homar precisa en su Perfil General de los Reales Canales de Castilla… de 1806 que «está construido el solado y tres hiladas de los muros de esta inclusa [esclusas de Soto Albúrez]» [3]. Por último, el ingeniero facultativo nombrado por la empresa del canal para la continuidad de las obras, Epifanio Esteban, informa que inicialmente la construcción de las esclusas de Soto Albúrez se hizo a partir de lo ya ejecutado y con los materiales esparcidos junto a las mismas [4].

En cuanto a las obras de excavación, las observaciones citadas anteriormente aclaran que estas llegan hasta el camino real, próximo a Dueñas. Esta información se haya corroborada por los croquis militares del 24 y 26 de octubre de 1812 en los que se reproduce el trazado del canal de Castilla hasta las cercanías de Dueñas [5]. Asimismo, según el plano topográfico de Epifanio Esteban de 1831, las obras de excavación habían llegado hasta cerca del lugar donde se construiría la esclusa 37, en trozos discontinuos; el más importante de los cuales es el que aparece en el plano indicado como «el trozo de 1.200 varas construido» [6].



7.2 De las esclusas de Soto Albúrez al acueducto de Puertas de Villa en Dueñas, un recorrido por su construcción

Tras la publicación de la Real Cédula de 17 de marzo de 1831 por la que se concede a D. Alejandro Aguado y a sus socios la empresa del canal de Castilla, los directores de la nueva empresa proponen al ingeniero Epifanio Esteban como director facultativo en jefe de las obras de prolongación del ramal Sur.

En un oficio de 10 de julio de 1831 dirigido a los directores de la Empresa, Epifanio Esteban les comunica que, tras largas pesquisas en Madrid y Valladolid, no ha encontrado los planos de los proyectos realizados anteriormente y que solo ha localizado una breve memoria de Juan de Homar y otra de José Agustín de Larramendi, ambas alusivas al canal del Sur [7]. La queja de Esteban aparece confirmada por el mismo Larramendi cuando, en oficio de 2 de junio de 1831 dirigido al ministro de Hacienda, López Ballesteros, quien había ordenado que se entregase a la empresa concesionaria la documentación que sobre el canal existiera en la Dirección General, le contesta que en dicha dirección no existía nada [8].

En las memorias de Homar y de Larramendi detecta Esteban algunos errores, según él, y la imposibilidad de realizar sus proyectos con el presupuesto previsto por la empresa para la realización de la obra y en el tiempo fijado. Según Esteban, los ocho millones de reales calculados para todo el tramo comprendido entre Albures y Valladolid se gastarían en el paso de Dueñas. Se requeriría, por otra parte, duplicar el número de confinados entregados por el Gobierno.

Mientras tanto, Esteban ha iniciado con los ingenieros a sus órdenes el levantamiento del plano de la parte más urgente que comprende desde donde cesaron los trabajos hasta pasada la villa de Dueñas, y para ello se ha tomado como referencia, a la hora de realizar las nuevas nivelaciones, el solado de la esclusa 36. Este plano tiene fecha de realización de 1831.[9]

Esclusas de Soto Albúrez

 

7.2.1 El cambio en el diseño de las esclusas 34, 35 y 36

Antes de que estuviera concluido el plano, ya se iniciaron las obras de prolongación del ramal del Sur en las esclusas de Soto Albures. A principios del mes de agosto, Epifanio Esteban tenía concluidos el plano y elevación de las mismas, así como el pliego de condiciones para la realización de la subasta de la contrata de las obras. Para entonces, conocía las observaciones contenidas en la Real Orden referidas a la construcción de las esclusas; en concreto, que no estuvieran agrupadas, que tuvieran meno saltos y que sus costados adoptaran una figura recta y no curvada. Según Esteban, las dos primeras observaciones eran impracticables en el caso de Soto Albúrez porque los cambios indicados hubieran requerido el replanteamiento de todo el tramo anterior ya construido, y en cuanto a la tercera, aunque sí podía llevarse a efecto, no compensaba el cambio. Por estas razones, Esteban decidió no introducir modificaciones ni en los planos ni en las bases para la subasta y, por tanto, continuar la construcción de las esclusas con las dimensiones y las figuras que tenían. Para esta decisión contaba, además, con el acuerdo de Larramendi. Sin embargo, Esteban recibe una notificación de la dirección de la Empresa en la que se le insta a que todo lo que haga y proponga al Gobierno debe contar con la conformidad del inspector facultativo del gobierno, Antonio Prat [10].

A tenor de las decisiones tomadas posteriormente, parece ser que Prat cedió en las dos primeras condiciones, pero no en la tercera.

 

Puente en la esclusa 36

 

7.2.2 El enfrentamiento entre Epifanio Esteban y Antonio Prat y sus consecuencias

En el capítulo anterior ya quedó de manifiesto la opinión de Prat sobre la función que debería desempeñar el inspector del Gobierno en el desarrollo de las obras: «todas las operaciones preliminares y fundamentales que deben preceder a la ejecución de las obras deben (…) ejecutarse bajo la inspección y satisfacción del ingeniero inspector gubernamental». Epifanio Esteban, después de un tiempo de someterse a los dictámenes del inspector del Gobierno, no quiso seguir bajo la dependencia de Antonio Prat. Surgieron entonces continuas desavenencias entre ambos hasta el punto de poner en peligro la continuidad de las obras. Ante este panorama la empresa del canal solicitó la intervención del Gobierno en el conflicto. A estos efectos, el ministro Luis López Ballesteros citó en su despacho al director de Caminos y Canales, a los directores de la empresa y a los ingenieros del Gobierno y de la empresa, Prat y Esteban. Allí tuvo lugar un tenso debate en el que Prat decía que todo estaba mal hecho y Esteban sostenía que lo que había proyectado era lo mejor y que las actuales afirmaciones de Prat se contradecían con lo que anteriormente había manifestado de palabra y por escrito.

Ante la amenaza de que los enfrentamientos entre ambos ingenieros obligaran a paralizar las obras, el ministro abrió un expediente y le encargó al director general de Correos, Caminos y Canales, José Agustín de Larramendi, la elaboración de un informe sobre el asunto. Tras el análisis de memorias, planos y observaciones presentados por ambos personajes y el reconocimiento sobre el terreno practicado por el propio Larramendi, este eleva un informe en que el que hacía hasta nueve prevenciones para la rectificación, consolidación y perfeccionamiento de las obras. Como consecuencia de este informe, por Real Orden de 25 de marzo de 1832, fueron cesados tanto el inspector Prat como sus subalternos José Eugenio Rojas y Raimundo Ibáñez. Al tiempo se encargaba a Larramendi que asumiera las funciones de inspector de las obras del canal [11].

Una de las primeras decisiones que adoptó Larramendi fue la de ordenar que las esclusas que restaban por hacer desde el Soto de Albúrez hasta Valladolid se proyectasen rectangulares, de cien pies de largo por dieciocho de ancho, entre las compuertas.

Se desconoce si el enfrentamiento de Epifanio Esteban con el inspector del Gobierno tuvo algo que ver con la decisión de la empresa del canal de subcontratar con su director facultativo las obras de prolongación del ramal del Sur, según escritura de 29 de marzo de 1832.

7.2.3 Desarrollo de las obras

Aunque Epifanio Esteban y Agustín de Lanuza, ingeniero del «detall», ofrecen información periódica del progreso de las obras en cada uno de los sectores del ramal Sur, creo que puede resultar más interesante resumir las obras de excavación realizadas y ver la evolución de las obras de fábrica que se fueron construyendo en el tramo comprendido entre Soto Albures y el acueducto de Puertas de la Villa [12].

7.2.3.1 Las primeras obras de excavación y relleno

La ejecución de las obras desde Soto Albures hasta pasado Dueñas se dividió en tramos, en los que se podía trabajar simultáneamente. En estos tramos, y hasta mediados de septiembre de 1831, los trabajos se centraron en tareas de excavación y relleno. Como aspectos más destacados se pueden señalar los siguientes: obras de nivelación y reparación del trozo de 1.200 varas construido anteriormente por el Estado; excavación de la caja de la esclusa 37 de 100 pies de longitud, 30 de ancho y 10½ de profundidad; excavación de la caja de la esclusa 38 de 100 pies de longitud, 30 de ancho y 8 de profundidad; inicio de la demolición del puente viejo de Dueñas; descubrimiento de una presa antigua enterrada en la arena y el limo depositado por el Pisuerga tras su retirada, entre el torreón del puente y la aceña del duque de Medinaceli, que servirá de base para la construcción del murallón; y construcción del cimiento de muros y solera del acueducto de Puertas de Villa, aprovechando los tajamares del molino del duque.

 

7.2.3.2 Las obras de fábrica o de cantería

·         Las esclusas 34, 35 y 36

Las indicaciones del inspector del Gobierno, Antonio Prat, forzaron el derribo de los muros que se hallaban construidos hasta los 9 pies de altura para dar a la cámara la figura rectangular en lugar de los costados curvos que tenían, y el proceso de macizar el hueco que quedaba entre el muro nuevo y el viejo, así como el inicio de la reconstrucción de todo el conjunto, comenzando en la esclusa 36.

A finales de noviembre de 1831 se suspendieron las obras en las esclusas, por culpa de las continuas heladas, para reiniciarlas en la segunda quincena del mes de marzo de 1832. Se continúan las obras en la esclusa 36 y en su puente de comunicación y se levanta el solado de la esclusa 35 para sentarlo con mortero hidráulico, obras que siguen en la siguiente quincena del mes de abril con la eliminación de la mampostería que rodeaba la primera hilada, el asentamiento de la segunda y la canalización fuera de la esclusa de las filtraciones provenientes de la 34. Entre mediados del mes de abril y el mes de mayo se concluye la esclusa 35, se asienta el solado de la 34 y se elevan algunas hiladas de sus muros laterales. A lo largo del mes de septiembre de 1832 se concluyen las esclusas de Soto Albúrez y se echan las aguas desde estas esclusas hasta la zona de Culdeque, para comprobar la resistencia de los diques.

 

Las esclusas de Soto de Albúrez

·         El acueducto de Raya

La construcción del pequeño acueducto de Raya está convenida desde noviembre de 1831, pero su ejecución se paralizó porque el comisario de obras no permitió el uso de piedras que no hubieron sido medidas por el maestro mayor. Sin embargo, en la primera quincena de abril de 1832 se estaba colocando la primera hilada de dovelas y el acueducto se concluye en el mes de mayo del mismo año. Presenta un cañón o bóveda de 100 pies de longitud, 4 de diámetro y 6 de altura en la clave y termina con alas rectas en la embocadura superior e inferior.

·         El acueducto de Culdeque

El acueducto de Culdeque, cuya caja se abrió en la primera quincena de abril de 1832, tiene ya colocados sus cimientos y las primeras hiladas de sus muros a lo largo de la segunda quincena de abril y mayo. Concluido en el mes de septiembre, presenta un cañón o bóveda escarzana de 100 pies de fondo, 8 pies de claro y alas superiores e inferiores rectas.

·         Las esclusas 37 y 38

En la primera quincena de septiembre de 1831 se llevó a cabo la excavación de las cajas de las esclusas 37 y 38, con unas dimensiones de 100 pies de longitud y 30 de ancho; la profundidad varía en ambas esclusas: 10½ pies en los 37 y 8 pies en la 38. En mayo del año siguiente están concluidos sus cimientos y, en septiembre, ya solo faltan 6 pies para su coronación y realizar el arco del puente de la 38.  Cuando el 10 de noviembre corrieron las aguas por todo este tramo aún quedaba por colocar la última hilada en la esclusa 37 y se estaba ejecutando el arco del puente de la 38. Aguas abajo, se había construido un puente provisional de madera para facilitar el tránsito sobre el canal.

 

La esclusa 38 y al fondo el puente de la 37

 

·         El Murallón de Dueñas

La obra del Murallón de Dueñas se inicia en la segunda quincena del mes de marzo de 1832 y para ello se aprovecha como basamento la antigua presa descubierta en el proceso de excavación. Los trabajos avanzan y a finales del mes de mayo se han concluido las partes contiguas al acueducto y están a falta de 4 pies en el resto, que se concluirán en septiembre de ese mismo año.

 ·         Acueducto de Puertas de Villa

Los tajamares y otras partes del molino del duque de Medinaceli van a ser aprovechados para la construcción del cimiento de los muros y los macizos de la solera del acueducto de Puertas de Villa, en la segunda quincena del mes de marzo de 1832. A finales de mayo se han asentado 8 hiladas de dovelas y estarán concluidas a finales de septiembre. El acueducto presenta un arco escarzano de 22 pies de claro y 3 de altura, coronados sus frentes con imposta y cornisa. Permitirá dar salida al arroyo de San Juan y a las aguas de las vertientes superiores de Dueñas.

7.2.4 Ceremonia de echada de las aguas

Concluidas las obras de prolongación desde las esclusas de Soto de Albures hasta la zona situada frente a la ermita de las Candelas, incluido el temido paso de Dueñas, Epifanio Esteban dispuso echar las aguas en todo este recorrido el día 10 de noviembre de 1832. Para la ceremonia invitó, entre otras autoridades, al capitán general de Castilla la Vieja y a los obispos de Palencia y Valladolid. Antes de proceder a la ceremonia principal de la suelta del agua en el paso de Dueñas, los invitados navegaron desde la esclusa 37 a las del Soto Albures [13]. 

A las dos y media de la tarde, el capitán general y el obispo de Valladolid levantaron las compuertas dispuestas en la esclusa 38 y se introdujo el agua en todo el vaso restante desde la calzada de Burgos hasta la salida de Dueñas.

 

El canal protegido por el Murallón de Dueñas

7.3 De Dueñas a Valladolid

Meses antes de concluidas las obras desde Soto Albúrez hasta pasado Dueñas, Epifanio Esteban había procedido a la conclusión de los planos para continuar el canal desde Dueñas a Valladolid, y formado para esto tres proyectos; uno que se aproximaba a un proyecto anterior de Juan Homar, y que iba por el lado derecho del Pisuerga hasta el puente de Valladolid; otro que cruzaba el río cerca de Cabezón, y otro que hacía descender el canal al río, que hacía navegable. Estos tres proyectos, acompañados de una memoria instructiva, se pasaron al Gobierno por la empresa, quien los remitió al director general de Caminos y Canales, José Agustín de Larramendi, quien manifestó, el 1 de abril de 1832, que el proyecto que ofrecía menos inconvenientes e inspiraba más confianza y seguridad era el antiguo que va por la derecha del río Pisuerga hasta el puente de Valladolid, modificándolo según proponía el propio Esteban [14].

La exposición que sigue a continuación se apoya en lo proyectado en los planos de Epifanio Esteban [15], en un croquis de la línea del canal desde la esclusa 34 a la esclusa 42 [16], y en el progreso de las obras expuesto por Agustín Lanuza [17]. No siempre los datos son plenamente coincidentes.

7.3.1 De Dueñas hasta la Venta de Trigueros

Según Agustín Lanuza, a finales de 1832, toda la llanura desde Dueñas hasta la Venta de Trigueros se encontraba en labor y muchos tramos concluidos. En la esclusa 39 se había ejecutado todo el solado, hechos los macizos de los muros laterales y levantadas dos hiladas en los mismos. Todo el tramo desde la esclusa 39 hasta las excavaciones de Palazuelos estaba, también, concluido. Por su parte, en el croquis de fecha de 31 de enero de 1833 se señala que la esclusa 39 está concluida, aunque algunos sectores de este tramo están aún en obras o sin ejecutar, como el punto de la Calderona.

Esclusa 39

El terreno de esta llanura desde Dueñas a Palazuelos es de grava y arena por lo que las filtraciones se hacen casi inevitables. Por esta razón, Epifanio Esteban profundizó la excavación en esta zona para alcanzar la capa de greda de carácter casi impermeable. No obstante, según se recoge en los informes de los ingenieros destinados al reconocimiento de las obras ejecutadas, las filtraciones ocasionaron el abandono de la Venta de Trigueros, la inundación del Campo de los santos y de las bodegas del monasterio que pasan por debajo de sus cimientos, lo que podría provocar ruina [18].

7.3.2 De la Venta de Trigueros a Santovenia

En el plano en el que se representa el tramo comprendido entre la Venta de Trigueros y el lugar de Santovenia [OH-49] se «marcan las diferentes direcciones que pueden darse al Canal». Estas distintas direcciones se definen pasado el puente de Palazuelos. Desde la Venta de Trigueros al puente de Palazuelos la esclusa número 40 ya estaba concluida el 31 de enero de 1833 y, según los informes de los ingenieros supervisores, no presentaba defectos y la sillería era de la de mejor calidad. Por su parte, el puente de Palazuelos tiene un arco escarzano muy rebajado, de 26 pies de diámetro, y una sola sirga en el lado derecho; en el pavimento no había capa de hormigón y los carruajes rodaban sobre las mismas dovelas.

Desde Palazuelos a Santovenia, a comienzos de 1833, hay tramos del canal ya ejecutados y otros que están en obras como el escarpado de Sopeña. El puente de Cigales tiene arco de figura inclasificable, de 33 pies de diámetro, y dos caminos de sirga. El acueducto de Mucientes estaba en ejecución y, una vez terminado, presentaba defectos como el no estar bien cimentado, sus dos aletas occidentales estaban desplomadas, lo que podría amenazar ruina, y la aleta oriental superior estaba reconstruida; la bóveda es esviajada o esviada (oblicua).

El puente de Cigales

La mayor dificultad que se tuvo que afrontar en la zona de Sopeña fue la de habilitar espacio para la caja del ramal entre el escarpe muy pronunciado de la primera terraza del Pisuerga y un páramo contiguo de conglomerado de gran dureza y difícil extracción situado en el borde de aquella. Epifanio Esteban decidió por su cuenta pasar el canal por la ladera del escarpado próximo al Pisuerga, modificando el proyecto presentado a la dirección de la empresa y al Gobierno. Aunque se indicaba que era un proyecto provisional sujeto a la dirección que se diese al canal desde este punto a Valladolid, el caso es que en mayo estaban colocadas las estacas y se había iniciado el acopio de material para las obras de mampostería indispensables para asegurar la caja del canal. A todas luces, este aparecía como un proyecto expuesto y aventurado, dada la proximidad del río y la mala calidad del terreno al no poder situarse en firme. Así se lo advirtió el marqués de Casa-Irujo y, como resultado de la advertencia, Epifanio Esteban cambió la traza abandonando la ladera y desplazándola hacia el páramo, a una distancia de 20 varas del punto anterior. En todo caso, la nueva traza seguía sin ajustarse al plan y perfiles presentados en su día. Por esta razón, de nuevo el 2 de octubre, la dirección de la empresa descalificó la alteración del proyecto que podría acarrear graves inconvenientes y advirtiendo a Esteban que se reservaba las reclamaciones a que pudiera dar lugar el incidente [19].

En su informe de reconocimiento de las obras de prolongación del ramal Sur, los ingenieros pronosticaron que tarde o temprano habría que modificar la traza de este sector de Sopeña, como así sucedería años más tarde.

Otras modificaciones llevadas a cabo en el proyecto inicial fue la supresión de la esclusa prevista y la construcción de otros dos acueductos, el denominado Pequeño de Sopeña y el de Fuensaldaña. El acueducto de Sopeña es de mampostería por la parte oriental con aristones de sillería; los estribos y el arco son también de mampostería. Hubo que reconstruir las aletas orientales. El acueducto de Fuensaldaña tiene fábrica de sillería en sus paramentos y aletas, mampostería en los estribos y ladrillo en la rosca muy mal construida. Presentaba muchas filtraciones por los huecos existentes en los estribos que más tarde serían taponadas con yeso.

 

7.3.3 Desde Santovenia a la ciudad de Valladolid

En el último tramo proyectado, que va desde Santovenia hasta la ciudad de Valladolid, a finales de enero de 1833 solo se habían iniciado las obras de fábrica correspondientes a las esclusas 41 y 42 y al acueducto del Berrocal. Los trabajos de excavación aún no habían comenzado.

Esclusa 42

El acueducto del Berrocal comenzó pronto a mostrar las deficiencias en su construcción con la ruina de la aleta occidental superior que continuó con la ruina sucesiva de otras dos aletas y parte del paramento occidental del puente. Era mala la posición del acueducto con respecto al puente antiguo pues la dirección de la corriente chocaba oblicuamente contra uno de sus estribos; las filtraciones provocaron la ruina de un contrafuerte. En 1837 se modificó, según el plano firmado por los ingenieros Echanove [20]. Por lo que se refiere a las esclusas 41 y 42, los ingenieros que realizaron el reconocimiento en octubre de 1835 indican que la esclusa 41 presenta el pretil y una dovela movidos en el puente, que se comunica en lado inferior y que la esclusa 42 ofrece bastantes quiebras cubiertas con betún.

A diferencia de lo que ocurrió años después en Medina de Rioseco, en el muelle de Valladolid no se había construido ninguna instalación auxiliar cuando se concluyeron las obras del ramal Sur; ni siquiera la alcantarilla para el desagüe por debajo del camino de Zaratán.

Dársena de Valladolid

 

7.4 La incidencia de la guerra carlista y de la epidemia de cólera en los trabajos del canal

Si la ejecución de las obras había sido relativamente rápida hasta finalizar el año de 1833, el desarrollo de los trabajos se vio entorpecido a partir de 1834 por el estallido de la primera guerra carlista y la epidemia de cólera. De ambos acontecimientos ofrecen importante información los boletines oficiales de Valladolid y Palencia.

Ya el boletín de julio de 1833 se hace eco del temor de que la epidemia de cólera-morbo se propagara desde Portugal a España. En septiembre se tienen noticias de la manifestación del cólera-morbo en territorio hispano: primero en Huelva y después en Ayamonte, Sevilla, Olivenza y Badajoz. Como consecuencia, se acordonó la villa de Huelva y se establecieron sucesivas líneas de seguridad. En las distintas provincias se constituyen juntas de sanidad y diputaciones parroquiales, encargadas de ejecutar las medidas sanitarias adoptadas por las Juntas.

En julio de 1834 se deja sentir la amenaza de la propagación de la epidemia en el interior de Castilla la Vieja. Tanto en Valladolid como en Palencia se dan instrucciones que han de observarse en las guardias de Sanidad en las puertas de ambas ciudades que se cerrarán al toque de oración, se elaboran reglamentos para el gobierno interior de los lazaretos y se refuerzan las medidas de prevención y de auxilio en los pueblos

Hay que esperar al boletín de 27 de septiembre de 1834 para que la Junta Provincial de Sanidad de Valladolid comunique que «tiene la satisfacción de anunciar al vecindario de esta capital que considera ha desaparecido la plaga destructora que por dos meses nos ha consternado y sumido en la desolación y el llanto» [21]. Por su parte, el 17 de octubre de 1834, Gobierno civil de la provincia de Palencia anuncia que «…tras largos días de luto y desconsuelo, ya podemos respirar sin temer el duro azote que ha arrancado de nuestro lado, de nuestros propios hogares a los objetos de nuestra amistad y de nuestra afección (…) Todos hemos estado al borde del sepulcro, y todos debemos mirar la vida como un nuevo don del cielo. Por eso he venido en mandar (…) que mañana jueves se cante en la catedral un solemne Te-Deum…»  [22].

En cuanto a la incidencia de la epidemia de cólera entre los penados que trabajaban en las obras del canal, Epifanio Esteban declaró en la sesión de las Cortes de 21 de septiembre de 1839 que, en la época del cólera, cuando murieron dos mil y tantas personas en Valladolid, en el presidio no murieron más que 200 por los cuidados y precauciones que se tomaron, sin omitir gasto alguno. Esta información no tuvo réplica por parte de ninguno de los diputados presentes en la sesión [23].

Los efectos de la guerra civil en las obras del canal durante los años 1834 y 1835 fueron menores de lo que representaron en años posteriores. En todo caso, se expone a continuación un elocuente testimonio del impacto de la presencia de los rebeldes carlistas en el territorio vecino a las obras del canal: «Siendo muy conveniente al mejor servicio de S.M., y al sosiego público de este distrito, contener de un modo vigoroso las repetidas tentativas de sublevación experimentadas en el Real Canal de algún tiempo a esta parte, de que han resultado varios excesos desagradables y continuas deserciones, vengo en mandar los siguiente: Artículo 1.o Todo confinado de dicho Real Canal que, en lo sucesivo, para fugarse violentase a la tropa destinada a su custodia, en cualquiera manera que lo verifique, será pasado por las armas delante de la Brigada que pertenezca inmediatamente quo sea aprehendido e identificada su persona ...» [24]

A pesar de la amenaza, las órdenes de busca y captura de los desertores del presidio del canal se sucedieron a lo largo de toda la guerra y más allá.

7.5 El largo y complicado final de las obras

En principio, las obras del ramal Sur habían llegado a su fin: «el ramal del Canal de Castilla que viene a esta Ciudad ha sido al fin concluido, y hemos visto ya los primeros ensayos de navegación. El lunes 16 del corriente se echó el agua que ha llegado sin inconvenientes de filtración, ni ninguno otro notable hasta fin de dicho ramal que termina al pie del cerro llamado de la Maluquesa, y casi tocando con la calzada de León y Galicia. Por la tarde de dicho día 16 una de las barcas construidas en Palencia a la venida del Rey en 1828 bajó hasta el extremo de dicho Canal, coronada de gente, y trayendo una cantidad considerable de dinero en vellón…» [25]. Sin embargo, los problemas continuaron y la navegación regular por el canal no fue posible hasta comienzos de 1837.

En enero de 1835 la empresa del canal había solicitado al director general de Caminos y Canales, Agustín de Larramendi, el nombramiento de inspectores para que se realizara el reconocimiento preceptivo, dado que la obras estaban a punto de su conclusión. En respuesta a la solicitud anterior, Larramendi comunica a la empresa los nombres de los ingenieros que habían de realizar el reconocimiento: el comisario de Caminos y Canales e intendente honorario de provincia, D. Francisco Javier van Baumbenghen, y el ayudante primero D. José Ribelles. En un primer informe de estos ingenieros se indica la mala construcción de los acueductos de Fuensaldaña y del Berrocal, con la posibilidad de que este último deba de ser reconstruido. En el comunicado a la empresa se pide que se advierta a Esteban de que no inicie reparaciones por su cuenta antes de que resuelva la Dirección General de Caminos y Canales.

Las aletas del acueducto del Berrocal y el río Pisuerga

En junio del año en curso, la empresa del canal traslada a la Dirección General la respuesta de Epifanio Esteban al primer informe de los ingenieros comisionados. En dicha respuesta se echa en cara que el informe de los ingenieros no se basa en mediciones propias ni en datos fidedignos sobre el caudal de agua que recibirán los puentes-acueductos y de no pedir explicaciones al constructor sobre su actuación. La empresa espera de la imparcialidad de la Dirección General las órdenes precisas a los inspectores para que estos inspeccionen las obras personalmente, haciendo las operaciones sobre el terreno, basando sus cálculos en datos positivos y atendiendo a las explicaciones del director facultativo de las obras. Sospecha la empresa de que los inspectores pueden haberse dejado influir por campañas difamatorias. Larramendi promete a la empresa que dará a los ingenieros comisionados las indicaciones oportunas para que en el reconocimiento de las obras actúen con todo rigor e imparcialidad. En agosto del mismo año, en un nuevo oficio dirigido a la empresa, Larramendi les trasmite la información recibida de los inspectores en la que se precisa que  el día 24 de julio vieron trabajar a numerosos confinados en el derribo de la aleta oriental del puente-acueducto de Berrocal; que debajo del arco llueve todavía aunque hace tiempo que la caja del canal no tiene agua, y que una de sus grietas estaba tapada muy chapuceramente; que se estaban labrando sillares para la clave y parte de la dovela contigua, según el encargado de obra. Larramendi advierte que esta actuación del ingeniero de la empresa contraviene lo indicado en el oficio de 27 de mayo y que será responsable de lo que pueda derivarse de esta forma de actuar.

Entre las esclusas 41 y 42

Concluido el reconocimiento de las obras de prolongación del ramal Sur, los ingenieros comisionados elevan los informes preceptivos a la Dirección General que Larramendi remite a los socios de la empresa del canal en noviembre de 1835. En dichos informes se indican las composturas, reconstrucciones, correcciones y enmiendas que son indispensables ejecutar para poner las obras en estado de recepción. Algunos de los defectos detectados en el reconocimiento ya han sido recogidos en la relación de las obras ejecutadas entre Dueñas y Valladolid.

A principios de marzo de 1836 la empresa del canal remite un oficio a la Dirección General de Caminos y Canales al que se adjunta la respuesta de Esteban a los informes de los ingenieros comisionados para el reconocimiento del canal, y en el que se manifiesta la opinión de la propia empresa sobre dicha respuesta y de la que se deducen tres consideraciones:

-    Que los defectos supuestos en el ramal tienen contestaciones demostrativas de que o necesitan nuevas mediciones o experimento práctico tras la echada de las aguas.

-    Que algunas objeciones tienen únicamente el apoyo de opiniones personales sin la comprobación de su certeza por parte de los reconocedores.

-    Que las obras que sufrieron al echar las primeras aguas han sido posteriormente recompuestas y perfeccionadas otras que no las sufrieron antes.

Por lo expuesto, se reclama un nuevo reconocimiento realizado por otros dos ingenieros, uno en representación del Gobierno y otro en representación de la empresa [26].

Tanto en la Gaceta de Madrid como en el Boletín Oficial de Valladolid  y otros medios de 3 de mayo del mismo año  se publica el oficio que José Manso, capitán general de Castilla la Vieja, remite el día 24 de abril al secretario de Estado y del Despacho de la Guerra, que dice así: «De los 4000 fusiles que por Real orden de 29 de marzo último se han mandado conducir desde Santander se hallan ya en estos almacenes 3580 que han venido por el canal de Castilla desde Herrera de Rio Pisuerga, en virtud de las indicaciones que al efecto tenía hechas al director local D. José Cruz Muller, y al facultativo del ramal del Sur D. Epifanio Esteban. El 21 del corriente llegó la primera barca con 1400 fusiles (…). Yo salí acompañado de mis ayudantes y otras personas; y efectivamente vi este primer ensayo de trasporte que con el tiempo ha de producir la riqueza de Castilla. (…) El 22 llegó la segunda barca con 2180...» [27].

De la noticia precedente se deduce que la navegación desde Soto Albúrez a Valladolid era posible. Sin embargo, como se verá, el estado de las obras en distintos puntos no permitía una navegación regular y segura.

En los primeros días del mes de junio de 1836, Larramendi remite distintos oficios al marqués de Casa-Irujo, director de la empresa del canal, en los que se le comunicaba que había sido aceptada por Real Orden la propuesta de la empresa de proceder a un nuevo reconocimiento de las obras y que en representación del Gobierno se había nombrado al subinspector de Caminos y Canales, D. José García Otero, para verificar el reconocimiento del canal de Castilla.  Por su parte, en representación de la empresa fue autorizado por el ministerio de la Guerra, por R.O. de 27 de junio, el brigadier director subinspector D. Francisco Bustamante para que pudiera practicar el reconocimiento de la parte última del ramal Sur.

Mientras tanto, el director local de la empresa, José de la Cruz Muller, comunica a los socios directores la rotura del Murallón de Dueñas como consecuencia del desbordamiento del canal en Soto Albúrez, Villamuriel y Viñalta.

Caseta de desagüe en el Murallón de Dueñas

El 13 de julio de 1836 los ingenieros directores García Otero y Bustamante se reúnen y acuerdan las pruebas de navegación y de resistencia de las distintas obras últimamente ejecutadas, imprescindibles para proceder a la recepción del ramal Sur, y requisitos necesarios para su realización. Entregado el escrito al director local de la empresa, este les responde que se remite el plan de pruebas a la dirección central de la empresa para que esta decida sobre la cuestión de la responsabilidad en caso de accidente en la realización de alguna de las pruebas proyectadas. Según el director local, es Epifanio Esteban quien debe responder por ser el director facultativo de las obras y quien tiene los planos o borradores y quien tiene que prestar los auxilios necesarios para la realización de las pruebas, según consta en la contrata. En la dirección local no existe plano alguno ni borrador de aquellas obras en las que no ha tenido intervención y espera que no se realice ninguna prueba que pueda tener consecuencias negativas hasta que no tenga la contestación de la dirección central.

El asunto de las responsabilidades ante posibles accidentes en la realización de alguna de las pruebas planteadas y la falta de respuesta por parte de la empresa ocasionarán la paralización del reconocimiento previsto y una dispar forma de actuación de los dos ingenieros responsables del mismo. García Otero, mientras se aclara la situación, decide realizar una visita particular al canal antiguo y al recién construido. A su regreso a Valladolid comunicó al brigadier Bustamante que no participaría en las pruebas previstas hasta no tener respuesta al oficio que había remitido a la Dirección General de Caminos y Canales. Bustamante, decide no esperar y realizar por su cuenta el reconocimiento que se llevaría a cabo en la segunda quincena de agosto, sin la autorización de la Dirección General de Caminos y Canales [28]. Del contenido de este reconocimiento se da cuenta en el BOV: «El Sábado 20 del pasado salieron embarcados desde esta Capital con dirección a Dueñas para hacer un reconocimiento práctico del ramal nuevamente construido hasta aquel último punto (…) Desgraciadamente ese mismo día fue el de la entrada de la facción de Gómez en Palencia, y a pesar de esto llegaron hasta Dueñas reconociendo prolijamente todas las obras, sin que la barca cargada para la prueba tuviese el menor tropiezo en su viaje. Regresaron en muy poco tiempo por el mismo Canal, habiendo andado por consiguiente doce leguas con rapidez, y teniendo que pasar dos veces cada una de las cuatro esclusas que hay en el espacio que recorrieron… [29]

Y entre tanto, Epifanio Esteban solicita que se pongan a su disposición una o más brigadas del presidio para completar las obras del ramal. El director local de la empresa expresa a los propietarios de la misma su deseo de mantenerse al margen de cualquier decisión por la desconfianza que le inspira el Sr. Esteban, dado su encausamiento por el maltrato causado a los confinados en el traslado de la 4.a y 8.a brigadas desde el ramal del Sur al de Campos.

En los últimos meses de 1836 se precipitan los acontecimientos que dificultan tanto la realización del reconocimiento como poner en funcionamiento la navegación desde Soto Albúrez a Valladolid. En el mes de septiembre fallece el brigadier Bustamante y se decide poner en seco el último tramo del canal para iniciar la construcción de los almacenes en el muelle y reparar los defectos detectados en Sopeña. En el mes de diciembre se producen problemas en la apertura de las compuertas; se retrasan las obras de Sopeña; el encargado de obras comunica que el Sr. Esteban debe proceder a realizar la rebaja de la solera del vaso del último tramo del canal y clavar una estacada en apoyo de una de las aletas del acueducto de Mucientes por lo que debe suspenderse la salida de las aguas hasta el día 24; el director local encarga al ingeniero director de estas obras, Echanove y Guinea, que disponga la ejecución de la alcantarilla que debe construirse en la carretera de Zaratán para el desagüe del cuérnago, pues el Sr. Esteban se ha contentado con abrir un agujero por debajo de la carretera.

Acueducto de Mucientes

Finalmente, José de la Cruz Muller dio la orden para que se soltaran las aguas desde la esclusa 40 con el objetivo de que se llenasen los vasos hasta Valladolid, lo que sucedió en la noche del día 24. Aunque debido a las bajas temperaturas, las aguas se helaron, quedando interceptado el paso de las barcas que bajaban hasta el embarcadero donde se tenía preparada la exhibición de las operaciones de carga y descarga.

La empresa informa de la puesta en funcionamiento de la navegación en el canal de esta manera: «Terminada la ejecución del ramal del Sur del Canal de Castilla hasta Valladolid ha llegado el momento de abrirse la navegación y que la Provincia de Castilla la Vieja empiece á disfrutar de los beneficios que debe proporcionar á su comercio y agricultura este medio de trasporte rápido y económico que tanto puede contribuir á mejorar la suerte de sus habitantes. La Empresa del Canal no ha perdonado medios ni fatiga para conseguir este importante resultado, y en medio de las contrariedades de toda especie que ha sufrido, y que solo ha podido vencer su perseverancia y sacrificios, ve coronados sus esfuerzos, y presenta al público una línea de Canal navegable desde las puertas de Valladolid hasta Alar del Rey que comprende el espacio de 28 leguas próximamente. El ramal de Campos hubiera estado también navegable en este día hasta Rioseco, pero los trastornos políticos que de tres años a esta parte han afligido al país no ha permitido que se continúen los trabajos más allá de Fuentes de Nava. La Empresa ansía el momento de ver restablecida la tranquilidad para continuar estas importantes obras, suspendidas por disposición de las Autoridades superiores de la Provincia, en atención á las circunstancias críticas que han transcurrido y que aún subsisten...» [30]. Siguen las condiciones para contratar el transporte por el canal.

Resulta muy interesante el oficio que el director local de la empresa dirigió a los socios directores el día 25 de diciembre: Una vez que se han dado por concluidas las obras, echadas las aguas e inaugurada la navegación, creo mi deber manifestar que «nunca se hizo este ramal en un estado que ofrezca confianza y seguridad. (…) En el escrito del ingeniero Echanove con fecha de ayer se puede leer, con respecto al acueducto del Berrocal, “que la poca base que tiene el dique y lo abierto de las aletas dan muy poca seguridad al canal, amenazará un próximo rompimiento y para evitarlo conceptúo necesario dos muros que sirvan de contrafuertes y otras obras imprescindibles…” Corroborada mi opinión con este informe, dejo a la consideración de Uds. el pesar las consecuencias que acarrearía un rompimiento en el Berrocal si desgraciadamente sucediese después de anunciar al público el estado navegable del ramal según acaba de hacerse».

El año termina con un nuevo oficio de Muller a los socios directores en el que les informa que en la proximidad del acueducto de Sopeña se ha producido un derrumbe de tierra y cascajo que impide el paso por la parva derecha, por lo que ha pedido al director facultativo Echanove Guinea que ejecute todo lo que sea necesario para asegurar la navegación por el lugar [31]. 

Como conclusión de este largo proceso de finalización de las obras del ramal Sur, se resume lo que comunica la empresa del canal a la Dirección General de Caminos, Canales y Puertos en el oficio de 25 de marzo de 1837: Ante las dificultades para encontrar un ingeniero que sustituya al fallecido Sr. Bustamante, se propone suspender el reconocimiento hasta la primavera del próximo año, a la espera de que la navegación desde Valladolid permita detectar los posibles fallos en las obras de tierra y de fábrica para repararlos y proceder con garantías al reconocimiento definitivo. Mientras tanto, la empresa se compromete a llevar a cabo las obras de mejora propuestas por el subinspector D. José García Otero que se ejecutarán bajo la dirección de los ingenieros Echanove.

Con respecto al reconocimiento aludido, conviene reseñar que, cuando ya se había aprobado la nueva contrata de 1841, aún seguía suspendida la recepción de las obras concluidas por la empresa del canal «a causa de los defectos de solidez y otras faltas de arte, que en ellas encontraron los Ingenieros comisionados por el Gobierno» [32].

 

Referencias

[1]     Real cédula de 17 de marzo de 1831, Gaceta de Madrid de 36 de abril de 1831.

[2]    Homar, Juan de: «Proyecto del canal de navegación y riego desde el Canal de Campos, en el punto del Serrón, hasta la ciudad de Valladolid». [ACHD- CCHC0006/05].

[3]  Homar, Juan de: El Canal de Castilla. Cartografía de un proyecto ilustrado. Estudio preliminar por Juan Helguera Quijada. Madrid: Ministerio de Obras Públicas y Transportes, y Turner Libros S.A. 

[4]     Esteban, E.: referencia del solado de la esclusa 37 para las nivelaciones, págs.4-5. [ACHD-CCHC0080/09]

[5]    Croquis sobre la posición de Dueñas el 24 de octubre de 1812. Ministerio de defensa. [SG. Ar. E-T.7-C.1-285]

[6]    Esteban, E. (1831): Plano topográfico del terreno que media desde las tres esclusas del Soto de Albures hasta pasado la Villa de Dueñas. [Archivo General del MITMA, OH-338].

[7]     Esteban, E.: Oficio de 10 de julio de 1831 de [ACHD-CCHC0080/09]

[8]  sáenz  ridruejo, F. (1991): Comentario al artículo “Notas sobre José Agustín de Larramendi”… ROP, septiembre_3305_05

[9]     Plano desde Soto de Albures a Dueñas. [Archivo General del MITMA, OH-338]

[10]  Esteban, E. (1831): Oficio sobre la ejecución de las esclusas de Soto Albures. [ACHD- CCHC0080/12]

[11]  Expediente sobre el enfrentamiento Antonio Prat-Epifanio Esteban. [ACHD- CCHC0089/22].

[12]  Esteban, E. (1831): Progreso de las obras del Canal desde el 22 de agosto al 15 de septiembre de 1831. [ACH-CCHC0080/21]. Lanuza, A. (1832): Relaciones del progreso de las obras de prolongación del ramal Sur. [ACHD- CCHC0053/05]

[13]  Esteban, E. (1832): Oficio en el que comunica a los directores de la empresa su decisión de echar las aguas en el tramo Soto Albures-Capilla de las Candelas (Dueñas). [ACGD-CCHC0080/60].

[14]  Documento sobre la elección de tres proyectos presentados para la terminación del ramal Sur. [ACHD-CCHC0126/08].

[15]   Planos. [Archivo General del MITMA. OH-340, OH-351 y OH-355].

[16]   Croquis de la línea del canal desde la esclusa 34 a la esclusa 42. [A.G. MITMA - OH-533].

[17]   Lanuza, A. (1832): relaciones de progreso de las obras [ACHD- CCHC0053/05].

[18] Expediente general del reconocimiento de las obras del ramal del Sur. [ACHD-CCHC0084/33].

[19]  Advertencia del directivo de la empresa del canal, Gaspar Remisa, a Esteban sobre la modificación de la traza en el sitio de Sopeña. [ACHD-CCHC0048-01].

[20]  Acueducto del Berrocal. Plano del Ingeniero Francisco Antonio Echanove. [A.G. MITMA, OH-537].

[21] Boletín Oficial de Valladolid (BOV): 27/07/1733; 26/09/1833; 5/10/1833; 5/07/1834; 26/07/1834; 27/09/1834

[22]   Boletín Oficial de Palencia (BOP): 17/10/1834

[23]  DIARIO DE SESIONES. Serie histórica: Dictámenes e intervenciones. Acceso en línea. https://app.congreso.es/est_sesiones/

[24]   BOV: 6/12/1834

[25]   BOV: 21/02/1835

[26]   Contestación a los reparos presentados por los ingenieros encargados del reconocimiento y actuaciones posteriores. [ACHD-CCHC0084/34].

[27]   Gaceta de Madrid: n.o 493, 27 abril de 1836. Boletín Oficial de Valladolid: 3/05/1836.

[28]  Expediente sobre el reconocimiento de las obras del ramal sur, practicado por José García Otero, subinspector de Caminos y Canales y Francisco Bustamante, brigadier. [ACHD-CCHC0084-35].

[29]   BOV: 1/09/1836

[30]   BOV: 24/12/1836

[31]  Correspondencia sobre el presidio y terminación en las obras del ramal Sur a cargo de José Cruz Muller, director local de la empresa [ACHD-CCHC0085/19].

[32] areitio, Toribio de (1860): Noticias sobre la vida y servicios públicos de Don Pedro Miranda, Director general que fue de Caminos, Canales y Puertos, recogidas y ordenadas después de su fallecimiento. Madrid. Imprenta de D. José C. de la Peña, Atocha 149.

 

 

 

 

 

 

8.   El ramal de Campos: 1835-1849

 

Como bien se sabe, las obras del ramal de Campos quedaron interrumpidas en 1757 y, tras las obras de habilitación de lo construido anteriormente, permanecieron paralizadas desde 1792 hasta 1835.

8.1 La reanudación de las obras en 1835

Antes de que se concluyera el ramal Sur, ya se estaba preparando el proyecto de la continuidad de las obras en el ramal de Campos. «El 16 de septiembre de 1833 dimos principio ambos primos a las nivelaciones del Canal de Campos, y en ellas nos ocupamos hasta el 2 de octubre [...] desde el 17 al 20 de octubre nos ocupamos en demarcar sobre el terreno algunos puntos de Canal dando principio desde Sahagún» [1]. Ambos primos eran los ingenieros Francisco Echanove y Echanove y Francisco Echanove y Guinea, quienes en su día fueron propuestos por José Agustín Larramendi a la empresa del canal.

En «Apuntes para el proyecto del Canal de Campos» se recogen las dimensiones para el canal y esclusas por Real Orden de 5 de febrero de 1834. En el mismo documento se fijan las características que han de tener los vasos del canal, diques, puentes-canales, acueductos, puentes de paso, derrames, aliviaderos y desagües, barcas y esclusas. Lamentablemente, el documento queda inconcluso [2].

Mientras se concluían las obras del ramal Sur, se reanudaron las obras del de Campos bajo la dirección de los ingenieros ya citados, Francisco Echanove y Echanove y Francisco Echanove y Guinea. Ellos firman el «Plano topográfico que manifiesta el proyecto de la prolongación del Canal de Campos desde Sahagún a Río-Seco», fechado en Palencia el 8 de febrero de 1835 [3].

Desde el puente de Sahagún el Real

Antes del otoño de 1835 se personaron en Paredes de Nava los ingenieros Javier van Baumberghen y José Ribelles para emprender el reconocimiento de la continuación proyectada del canal de Campos desde el punto de Sahagún el Viejo hasta Medina de Rioseco. Allí los recibieron los Echanove proporcionándoles planos, relación de obras y de todos aquellos datos y explicaciones requeridos. La valoración positiva percibida de lo que vieron los ingenieros comisionados se puede resumir con sus propias palabras: «… si en la realización de su plan y en la construcción de todas las obras indispensables no se omite ninguna de las circunstancias que tienen detalladas, y se ejecutan con el esmero que hemos advertido en la parte de canal hecha ya, el resultado será satisfactorio» [4]. Aún no se había emprendido ninguna obra de fábrica, salvo la excavación de los cimientos del acueducto sobre el arroyo Dujo.

En el recorrido efectuado por toda la línea proyectada del canal, los ingenieros comisionados fueron acompañados por los dos o por uno de los Echanove. En el informe elaborado al finalizar el reconocimiento se recoge el trazado y las obras previstas en que cada uno de los tramos proyectados. En el primer tramo proyectado y ejecutado por los Echanove, entre Sahagún y Fuentes de Nava, coincidente con el proyectado por Fernando de Ulloa, llama la atención la elección de la dirección más larga en vez de haber optado por la línea recta. Tras haber recorrido ambas direcciones los ingenieros consideraron que el trazado propuesto, aunque más largo, resultaba menos costoso, más breve en su ejecución, ocupaba menos terreno, evitaba las filtraciones y se acercaba a Paredes donde se podría construir un embarcadero. En el tramo de Fuentes a Abarca el trazado va casi en línea recta.

De la valoración del resto de los tramos proyectados no se hace mención aquí dado que fueron modificados a partir de 1842 por los nuevos directores del canal, como ya se tendrá ocasión de comprobar.

Entre los acueductos Dujo y Carrular

 

8.2 La nueva paralización de las obras y sus causas. El nuevo contrato

A mediados de 1836, cuando las obras de excavación habían llegado hasta Fuentes de Nava, hubo que interrumpir los trabajos debido a las frecuentes incursiones de los ejércitos carlistas por la región. Ya en julio de 1835, el comandante principal del Presidio trasladó a Don Francisco A. de Echanove, como facultativo del Real Canal de Campos, una orden que dio el gobernador civil de Palencia porque «amenazando el rebelde Merino una excursión a toda esta provincia, (se hallaba el famoso Cura guerrillero en las inmediaciones de Baltanás) era preciso tomar disposiciones conducentes para repeler cualquier ataque y evitar sublevaciones o movimientos de los confinados» [5].

El canal en el término de Fuentes de Nava

La manera en la que la guerra incidió negativamente en las obras del canal queda de manifiesto en el siguiente testimonio que recoge algunos de los aspectos ya señados por José Cruz Muller  en otros comunicados: «Separado de su verdadero objeto y destino el presidio del canal desde que por disposición de las autoridades se emprendieron los trabajos de fortificación de esta ciudad y de la de Palencia, y dispersadas últimamente todas las brigadas a largas distancias por consecuencia uno y otro de los acontecimientos de la guerra, se vio privada la empresa de los medios auxiliares con que debía contar para la construcción de los canales …» [6]. En lo que resta del comunicado, José Cruz describe la secuencia de los acontecimientos: en el ramal Sur se producen filtraciones que requieren reparación por lo que hay que suspender la navegación; poco después de iniciados los trabajos, tiene lugar la diseminación del presidio, seguida de la invasión de los enemigos y la llegada del invierno, estación complicada para realizar las obras hidráulicas; ante esta situación, la empresa recurre a operarios y peones a jornal para que puedan realizar los trabajos antes de la época de las grandes heladas; cumplido el objetivo se anuncia al público que desde el 23 de diciembre de 1837 la navegación queda abierta hasta Alar del Rey.

A los problemas señalados habría que añadir la nueva situación política creada con la llegada al poder de los liberales progresistas, que abrieron pronto las hostilidades contra la empresa del canal. Esto dio lugar a un intenso debate en la Cortes que se prolongó hasta 1841, año en el que se aprobó en el Congreso y el Senado el Proyecto de ley por el que se autorizaba al Gobierno para transigir con la empresa del canal de Castilla. La autorización de los Cuerpos legisladores de las Cortes fue sancionada por el Regente del Reino el 29 de mayo de 1841 y elevada a Ley el 10 de junio del mismo año. En virtud de esta ley, el Gobierno acordó someter la decisión de los puntos pendientes con la empresa del Canal al juicio de árbitros nombrados por el propio Gobierno y por la Empresa.

Para facilitar la tarea de los árbitros, el Regente aprobó las bases a las que debían atenerse y que fueron comunicadas por Real orden de 7 de julio de 1841. En la base 8.a se dispone el nombramiento de un ingeniero por parte del Gobierno y otro por parte de la Empresa para que procedan a un reconocimiento tanto de las obras ejecutadas por la empresa como las obras antiguas. Los nombrados fueron el subinspector de ingenieros José García Otero, por parte del Gobierno, y el coronel Joaquín de Loresecha, procedente del Cuerpo de Ingenieros del Ejército, por parte de la empresa.

Conforme a lo establecido en la Base décima, transcurridos los cuarenta días de habérseles comunicado el resultado del reconocimiento de las obras del Canal efectuado por los ingenieros, en la sesión celebrada el trece de setiembre de mil ochocientos cuarenta y uno, la comisión arbitral aprobó por unanimidad el proyecto del nuevo contrato en el que se fijaban las condiciones bajo las cuales deberían continuar las obras, haciendo en la Real Cédula primitiva las modificaciones que se consideraban convenientes. También se acordó entregar el proyecto al ministro de la Gobernación. Este dio cuenta del Laudo al Consejo de ministros y, según aparece en la Real orden de diez y nueve del corriente, lo aprobó el Regente del Reino. La misma conformidad dio la Empresa, según aparece en la comunicación de diez y seis de septiembre. El nuevo contrato entre el Gobierno y la Empresa se elevó a escritura pública el 28 de septiembre de 1841 [7].

Los principales cambios introducidos en el nuevo contrato, con respecto a la Real Cédula de 1931, consistieron en la renuncia a construir el tramo entre Bolmir y Alar del Rey, así como la devolución de la laguna de la Nava a los pueblos que la poseían antes de 1831. El contrato iba acompañado de los cinco acuerdos tomados separadamente por la misma comisión arbitral: reglamento de navegación; acuerdo sobre las obras; acuerdo sobre la Laguna de la Nava; acuerdo sobre el puente de Dueñas; y artículo único, sobre liquidación de cuentas.

Tras el conocimiento del contenido del contrato, el director general de Caminos, Canales y Puertos, Pedro Miranda, ejerció una fuerte presión sobre el Gobierno que concluyeron con la introducción de modificaciones en la escritura de 1841 y la redacción de una nueva escritura en 1842. Las modificaciones introducidas se centraron en el reforzamiento del papel que habían de jugar el ingeniero inspector del Gobierno y la Dirección General de Caminos, Canales y Puertos en la supervisión de las obras, así como en el incremento de la responsabilidad de la empresa en las obras propuestas, modificando ampliamente el acuerdo sobre dicha materia [8].

Un simple cotejo del acuerdo de la comisión arbitral sobre las obras a realizar por la Empresa y el finalmente incluido en la escritura adicional, a propuesta del director general de Caminos, pone en evidencia la irresponsabilidad del Gobierno al aceptar los acuerdos de la comisión arbitral sin haber oído a la Dirección General de Caminos, Canales y Puertos, que era la que tenía la mayor y mejor información sobre el conflicto de intereses en juego.

El Reglamento de navegación, de 18 de marzo de 1842, fue publicado a instancia del ministro de la Gobernación de la Península en el Boletín Oficial de Valladolid, el día 22 de marzo del mismo año. Su contenido se distribuye en 34 artículos repartido entre los asuntos que afectan a las barcas de la empresa del canal y los que se refieren a las barcas de los particulares [9].

El acuerdo sobre la laguna de la Nava, adoptado el 25 de setiembre de 1841, establecía en su artículo 1.o que dos peritos nombrados por parte del Gobierno y de la Empresa reconocerían la laguna y designarían el número de obradas de primera, segunda y tercera calidad y señalarían el precio de cada una de estas obradas, deduciendo así el verdadero valor de la laguna. Los peritos nombrados respectivamente por el Gobierno y la Empresa fueron Santos Hernández Calzada y Marcelino Bueno, quienes realizando los cálculos oportunos concluyeron que el valor de la laguna alcanzaba la cifra de 2. 675.462 reales y 17 maravedís. En el artículo 2.o se proponía el nombramiento de dos peritos que realizarían el justiprecio de los edificios y artefactos del canal. Para ello tendrían en cuenta el valor intrínseco de los mismos y la renta que produjeron en el último quinquenio de la administración. Los peritos nombrados fueron el ingeniero jefe del distrito de Valladolid, Antonio Arriete, por parte del Gobierno, y el ingeniero director de las obras del ramal de Campos, Andrés Mendizábal, por parte de la Empresa. Para realizar el cálculo del valor intrínseco de los artefactos del canal, a falta de la tasación de los mismos en el inventario de 1831, los ingenieros recurrieron a la tasación elaborada por el Gobierno en 1828, modificándola en razón de los desperfectos sufridos desde entonces. Por su parte, el quinquenio elegido para calcular los rendimientos de los artefactos fue el de 1826-1830. El documento de tasación quedó firmado y entregado en Palencia el día 20 de diciembre de 1842.

Para hacer efectivo el mandato del artículo 3.o de que se adjudicaran «a la Empresa en propiedad perpetua los artefactos que importen una suma de igual valor» que el de la laguna de la Nava era preciso determinar cuáles debían ser dichos artefactos. Esta asignación se realiza en el oficio que el director local de la empresa, Miguel de Imaz, remite al jefe político de Palencia, Jacinto Manrique. Esta asignación incluye 7 molinos harineros (los de Alar, los de las esclusas 9.a, 14.a, 17.a, 18.a, 23.a y 25.a), 4 batanes (Alar, esclusas 19.a, 20.a y 24.a) y el almacén del cedazo del Serrón. Todos ellos suman una tasación de 1.371.905 reales de vellón.

En el artículo único de los acuerdos de 28 de octubre de 1842 sobre la liquidación de cuentas, la comisión arbitral determinó un saldo de 1.300 000 reales a favor del Estado, imputables en el valor de la laguna de la Nava. Con todos los datos precedentes, se pudo hacer la liquidación en los términos siguientes:

-        Valor de las 4.016 obradas y 221 palos de los terrenos de la Nava según el justiprecio pericial: 2.675.462 reales y 17 maravedís.

-        Saldo favorable al Estado en la liquidación de cuentas: 1.300.000 reales.

-        Diferencia:  1.375. 462 reales y 17 maravedís.

-        Valor de los artefactos que han de adjudicarse a la Empresa, según el justiprecio pericial:  1.371.905 reales.

-        Saldo que debe abonarse a la Empresa: 3.557 reales y 17 maravedís [10]

 

8.3 La reanudación definitiva de las obras y su conclusión (1842-1849)

En previsión de la reanudación de las obras la empresa del canal procede a la contratación de acopio de leña para el presidio, a finales de diciembre de 1841. Las propuestas no pueden superar el precio de 26 maravedíes por arroba y la leña habrá de entregarse en los almacenes del muelle del canal en Valladolid [11].

Así mismo, la empresa del canal anuncia la subasta del suministro de pan para el Presidio destinado a la prolongación del Canal de Campos desde Fuentes de Nava a Rioseco; como también el del Hospital de confinados establecido ahora en el convento de los Ángeles (…) Lo que se anuncia para conocimiento de los licitadores. Valladolid 29 de junio de 1842. Miguel de Imaz [12].

Las obras del canal de Campos se reanudaron a mediados de 1842  bajo la dirección conjunta de los ingenieros Calixto Santa Cruz, Andrés Mendizábal y José Rafo, que fueron asimismo los autores del proyecto. Este proyecto debía tener como referencia, según el artículo primero de la contrata de 1841, los planos levantados por los Ingenieros de la Empresa D. Francisco Echanove y Guinea, y D. Francisco Echanove y Echanove, y aprobados por el Gobierno.

Los nuevos ingenieros dividieron el recorrido entre Sahagún el Viejo y Medina de Rioseco en seis trozos o tramos: Sahagún-Fuentes; Fuentes-Abarca; Abarca-Capillas; Capillas-Castil de Vela; Castil de Vela-Villanueva de San Mancio; y Villanueva de San Mancio-Medina de Rioseco.

 

8.3.1 Primer tramo: Sahagún el Real – Fuentes de Nava

El plano del primer tramo, Sahagún-Fuentes, tiene fecha de 2 de agosto de 1842 y está firmado, en Fuentes, por Calixto de Santa Cruz y José Rafo y aprobado el 1 de septiembre del mismo año por Pedro Miranda, director general de Caminos, Canales y Puertos [13]. En este tramo, como las obras de excavación ya estaban realizadas, la actividad se centró en las obras de cantería. Esto explica que, con las mismas fechas y los mismos firmantes existan varios planos con los proyectos de los acueductos de los arroyos Dujo, Carrular, Melgar, Mayor, Pescador, etc. y los puentes de Sahagún y Paredes. En todos estos planos parciales figura la firma de aprobación del director general de Caminos [14]. De cara a la construcción de los puentes de paso y los acueductos en la línea desde Paredes a Fuentes de Nava, la empresa convocó, en mayo del mismo año, la contrata de la saca y desbaste de ciento ochenta y cuatro mil trescientos cincuenta y dos pies cúbicos de sillería de corte, y ciento sesenta dos mil novecientos cincuenta de mampostería [15].

En febrero de 1843, el director general de Caminos, Canales y Puertas, Pedro Miranda, comunica la respuesta dada por la Junta Consultiva a la propuesta de modificación de las obras de cantería presentada por los ingenieros directores de las obras. La decisión fue favorable a la propuesta de modificación, pues no afectaban en lo fundamental a las obras ya aprobadas en su día [16].

Puente de Sahagún el Real

 

8.3.2 Segundo tramo: Fuentes de Nava - Abarca

Al tiempo que se construían los acueductos y puentes previstos del primer trozo, se iniciaban las obras de excavación del segundo tramo. El plano que representa este «trozo del Canal de Campos comprendido entre Fuentes de D. Bermudo y Abarca», está ya firmado por los tres ingenieros citados, en Paredes de Nava, con fecha de 5 de enero de 1843 y aprobado en julio de ese mismo año [17]. En este tramo, las obras de fábrica o de cantería previstas son el acueducto de Carracea, el puente de Fuentes y el acueducto del Valdeginate.

La dirección local de la empresa del canal sacó, el 12 de marzo de este mismo año, una pública subasta al suministro del pan para el presidio destinado a las obras, estacionado en esos momentos en Fuentes [18].

El día 12 de abril del mismo año, los directores de las obras comunican al ingeniero inspector de las mismas que se halla muy adelantada la apertura de los cimientos de las obras de fábrica en este tramo y que debe emprenderse en breve el asiento de la cantería [19].

El día 1.o de junio, los ingenieros presentaron un proyecto de modificación del plano de 1835, entre Abarca y Villanueva de San Mancio, variando el trazado y la localización de las esclusas [20]. En el plano antiguo, las seis esclusas previstas estaban concentradas entre Castil de Vela y Villanueva de san Mancio. En el nuevo, las seis esclusas se espaciaban entre Abarca y Villanueva de San Mancio, localizadas en los lugares en que hoy aparecen. Como tardaba en llegar la respuesta de la dirección general, el director local de la empresa del canal comunica al ingeniero inspector de las obras, Antonio Arriete, que los confinados están concluyendo los trabajos en el trazado que termina en Abarca y que si la dirección no resuelve a tiempo las observaciones planteadas por los inspectores puede darse la circunstancia de tener sin ocupación al Presidio hasta que se decida cuál de las trazadas del canal sea la que deba seguirse. El motivo del retaso en la respuesta por parte de la dirección general se debió a que la documentación remitida por los ingenieros directores de las obras no estaba completa. Finalmente, el proyecto con el nuevo trazado y distribución de las esclusas fue aprobado por el Gobierno con fecha de 30 de agosto de 1843 [21].


Acueducto sobre el río Valdeginate

8.3.3 Tercer tramo: Abarca - Capillas

En julio de 1844, la construcción del canal había llegado al pueblo de Abarca y se estaba acabando el acueducto de Valdeginate. En este tercer tramo proyectado, entre Abarca y Capillas, se estaban abriendo, más o menos adelantados, varios trozos de bajo terraplén ejecutados por las diferentes brigadas de confinados que, establecidos en Abarca y Capillas, y en número de unos dos mil se dedican a estos trabajos. En cuanto a las obras de fábrica, por aquellas fechas se estaban haciendo dos esclusas, una en Abarca y otra en Capillas en la que todavía se estaba excavando su forma, y se llevaba adelantado el puente de Castromocho y se ejecutaban los cimientos del puente de Capillas [22].  El remate para la construcción de estas obras de cantería se había fijado para el primero de abril, aunque hubo que repetirlo el cinco de mayo. [23]. Además de las obras de cantería indicados, en el plano también se marcan los pequeños acueductos de Pozo Martín y el de Arroyal, en los que ya se emplea tubería de hierro colado.

Unos meses antes, en concreto el día 1 de febrero de este año, el director local de la empresa del canal anunciaba al inspector de las obras que la empresa había determinado que el día 5 de dicho mes se echaran las aguas en la parte del canal nuevo construido, desde Paredes de Nava y el término de la Villa de Abarca. En dicho día tendría lugar la bendición de las aguas en el punto de Sahagún el Viejo, a cuyo acto era invitado el inspector acompañado de los ingenieros que estaban a sus órdenes [24]. Desde el día primero del mes mayo quedó autorizada la navegación en las cuatro leguas de canal abierto desde Sahagún el Viejo hasta cerca del pueblo de Abarca [25]  

«La dirección central de la Empresa, el 1 de abril de 1842, queriendo recompensar los buenos servicios del director local, D. Miguel de Imaz, le cedió un salto de aguas para construir una fábrica y optó por este, empezando el contrato de 36 años y a pagar un canon de 4000 reales anuales el 1 de julio de 1846...» [26]

José Rafo, director de las obras y también nuevo director local de la empresa del canal en Valladolid, anuncia que «a la inmediación de la villa de Abarca se ha construido por la empresa sobre las aguas del Canal un molino harinero destinado a la molienda a maquila para el consumo del país; cuya maquinaria y demás se halla enteramente concluida y corriente al fin indicado. Y atendida la conveniencia que de esto resulta a los pueblos de Campos, cuyos vecinos pueden encontrar donde moler sus granos sin tener que acudir á puntos distantes, se anuncia al público para su conocimiento. Valladolid 15 de diciembre de 1845» [27].

La primera esclusa del ramal de Campos en Abarca

Como se puede comprobar, el plazo de 30 meses fijado en el contrato de 1841 para concluir las obras se ha sobrepasado con creces. José María Ramón de San Pedro, en el «esbozo de biografía» del marqués de Remisa [28], ofrece información que puede explicar, en parte, las causas de la tardanza en la conclusión de las obras.  Señala el autor citado que cuando la empresa del Canal de Castilla se convirtió en sociedad anónima se esperaba la entrada de nuevos capitales que, sin embargo, no abundaron, «viéndose obligado Remisa a efectuar y negociar nuevos anticipos», aprovechando la circunstancia de su presidencia del «Banco de Isabel II». La crisis financiera que sobrevino en 1847 provocó la desaparición de este banco, fusionado con el de San Fernando, y el quebranto de la fortuna y la salud de Remisa, quien moriría a finales de ese mismo año.

Ramón de San Pedro también informa que en el mes de mayo de 1843 Remisa había viajado a Barcelona con el objeto de promover la constitución de una compañía concesionaria del canal de Urgel, cosa que se hizo en 1844. «Remisa aportó su acreditada experiencia en empresas de esta clase, trasladando a los Campos de Urgel técnicos y capataces procedentes de las obras del canal de Castilla, que dieron notable impulso a los trabajos». Personalmente no creo que esto influyera mucho en el retraso de las obras de este canal, pues a su frente seguían estando los ingenieros principales, José Rafo y Andrés Mendizábal. Por el contrario, pienso que sí debió tener su importancia la probable aplicación de lo previsto en los artículos 28 y 29 del Contrato de 1841: «… los treinta meses se entenderán por un millón ochocientas mil peonadas de presidiarios dedicados a las obras, de modo que si el Gobierno diese menor número de plazas se entenderá prorrogado el plazo en la proporción del número que falte, calculado por el tiempo convenido (…)  Si el gobierno por espacio de dos meses completos dejase de facilitar así el número de presidiarios necesarios como, el importe de sus haberes, la Empresa no podrá ser obligada a la continuación de las obras sino en proporción de los medios que se la entreguen».

8.3.4 Cuarto tramo: Capillas – Castil de Vela

Los ingenieros directores de las obras del canal entregaron la memoria y plano por triplicado del tramo del ramal de Campos comprendido entre Capillas y Castil de Vela con el fin de que sean remitidos a la dirección general de Caminos y Canales para su aprobación. Esta tuvo lugar el 13 de marzo de 1845, aunque con la advertencia de que la empresa deberá construir un paso, o más si fuere necesario, para evitar los perjuicios que se originan al no haber ninguno en la distancia de 5658 varas que resultan entre la 2.a y la 3.a esclusas. Como en dicha distancia, solo hay terrenos agrícolas, el puente o los puentes podrán ser de madera. En el plano se incluyen, además de las esclusas tercera y cuarta, los pequeños acueductos del prado de Villa, Parporquero y del camino de Castrillo [29].


La cuarta Esclusa del ramal de Campos

8.3.5 Quinto tramo: Castil de Vela – Villanueva de San Mancio

El 12 de diciembre de 1845 se remitió a la dirección general de Caminos y Canales la memoria y el plano por triplicados correspondientes al tramo quinto que comprende el trazado que va desde Castill de Vela a Villanueva de San Mancio, con una longitud de 19.262 pies. En la memoria se expone la necesidad de hacer variaciones con respecto al proyecto aprobado en su momento. Los cambios venían obligados por el problema que planteaba el paso del canal por el río Sequillo. De seguir el proyecto aprobado habría que construir un acueducto de sifón para el paso de las aguas que, en tiempos de crecidas, provocarían inundaciones en los campos circundantes. La solución encontrada por los ingenieros consistió en variar el trazado hacia la derecha y construir un puente-canal sobre el río Sequillo y un terraplén de 1.500 pies de longitud, de los cuales 200 pies tendrán una altura de 16 pies sobre la solera y el resto unos tres pies de altura sobre el terreno. Además del terraplén del río Sequillo habría otro, a la altura de la 4.a esclusa, de 100 pies de longitud y una altura de 3 pies sobre la solera. El mayor y único desmonte, de 1.000 pies de longitud y 22 de altura sobre la solera, estaría entre la 5.a y 6.a esclusas

En este tramo además del puente-canal debían establecerse dos esclusas con puente de comunicación y dos pequeñas alcantarillas acueductos para dar paso a las aguas de lluvia. La memoria y el plano fueron aprobados por la Junta consultiva el día 5 de febrero de 1846 [30].

El director local de la empresa, José Rafo, anuncia el día 3 de octubre de 1847 que la línea del ramal de Campos se extendía ya hasta frente de Villanueva de San Mancio y que la navegación en los tres ramales quedaría abierta al público el día 15 de dicho mes [31].

8.3.6 Sexto y último tramo: Villanueva de San Mancio – Medina de Rioseco

El 10 de noviembre de 1846, José Rafo y Andrés de Mendizábal remitieron al director general de Caminos, Canales y Puertos, Manuel Varela y Limia, la memoria y el plano [32] del sexto tramo entre la orilla derecha del río Sequillo y Medina de Rioseco, con una longitud de 29.504 pies. El proyecto fue aprobado en 21 de enero de 1847. Se introducían dos variaciones importantes con respecto al proyecto de 1835: la construcción de la esclusa séptima, a pesar de la proximidad de la sexta, y la ubicación de la dársena. Las obras de fábrica previstas en este recorrido eran la esclusa séptima, los puentes de Villanueva de San Mancio y Villalón, cinco pequeños acueductos y la dársena.

Pascual Madoz debía conocer este nuevo proyecto pues en el  tomo VI del Diccionario se anuncia la construcción del puente de la esclusa 7.a, no prevista en el proyecto inicial, y los aislados de Villanueva de San Mancio y Villalón.

José Rafo remite a los socios directores de la compañía del canal la Memoria sobre la terminación de Canal de Campos en Medina de Rioseco, con fecha del día 25 de abril de 1848. En ella se expone que «estando próximas a su conclusión las obras del nuevo Canal de Campos (…) resta solo ocuparse de las dimensiones del muelle, del desagüe del canal y de la posición de las fábricas y almacenes que deban establecerse». De todo ello hace Rafo una descripción minuciosa, parte de la cual se recogerá en el apéndice 2 de este trabajo. Llama especialmente la atención la parte dedicada a los cálculos sobre la ubicación de los saltos para las fábricas que se habían de construir como la detallada explicación de las ruedas hidráulicas que se han de utilizar en ellas. Resultan también de interés las sugerencias de Rafo sobre la apertura de algunas comunicaciones, ya proyectadas, que facilitarían el transporte de cereales y «pondrían al canal en contacto con gran parte del territorio de Castilla, en el cual se cosecha con gran abundancia el mejor trigo del país» [33].

 

La séptima esclusa

José Rafo como director local de la empresa del canal comunica que desde el día 15 del mes de enero de 1849 se permitirá la navegación en el último vaso del Canal de Campos hasta la inmediación de la ciudad de Rioseco [34].

Con anterioridad, hubo que resolver el problema de la reubicación del cementerio próximo al lugar donde se había previsto localizar la dársena. El proceso de las negociaciones se alargó más de un año, aunque la diligencia e interés de José Rafo logró de la Compañía la promesa y después construcción de un nuevo cementerio a costa de sus fondos [35]. El nuevo cementerio fue entregado al Ayuntamiento el 2 de abril de 1849.

El día 8 de noviembre de 1849 José Rafo remite un oficio a los socios directores de la compañía del canal en el que les comunica que «en el día de ayer se han echado las aguas al muelle de esta ciudad, término del Canal de Campos, en medio de un concurso extraordinario y sin que haya ocurrido accidente alguno desagradable al romperse el malecón». Sigue exponiendo Rafo que «hoy a las 11 del día se ha cantado un solemne Te-Deum en acción de gracias en la iglesia parroquial…» y enumera a las autoridades y demás asistentes al acto, que es seguido con el agasajo a los invitados mediante un refresco en los barcos D. Pedro Ansúrez y Trovador, dando un paseo por las nuevas aguas y «abriendo enseguida la navegación del público este cómodo y espacioso muelle». También informa Rafo que, como la estación no era la adecuada, se han suplido las fiestas con limosnas a distintas instituciones y particulares que se indican [36].    

Del acontecimiento se hizo eco la Gaceta de Madrid, donde se reproduce el oficio que el gobernador de la provincia de Valladolid remite al ministro de Gobernación del Reino: «Excelentísimo Sr.: Tengo el honor de participar a V. E. que el día 8 del actual se ha concluido el ramal del canal de Castilla hasta Rioseco, y que en el mismo llegaron las aguas al muelle de dicha ciudad. Con tan plausible motivo se cantó un solemne Te Deum en la iglesia mayor, a cuyo acto asistieron el Ayuntamiento y demás Autoridades de la población. Dios guarde a V. E. muchos años. Valladolid 10 de Noviembre de 1849» [37].

 

La dársena de Medina de Rioseco

José Rafo dirigió el 24 de noviembre del año en curso un oficio al obispo de Palencia solicitando autorización para fijar en alguna pared interior de la iglesia parroquial una placa conmemorativa de la conclusión de las obras del ramal de Campos. En respuesta a este oficio, el obispo de la diócesis comunica, el día 27 del mismo mes, que concede la licencia a la fijación de la placa, al tiempo que recomienda que en la inscripción correspondiente se haga «mención de dichos actos de humanidad, piedad y religión que han movido a dar la expresada licencia» [38].

8.4 La constitución definitiva de la Compañía anónima del Canal de Castilla

El día 12 de diciembre de 1849, tras haber realizado un reconocimiento de inspección de las obras durante los días 8, 9 y 10 de dicho mes, con asistencia de José Rafo y la de cuatro ingenieros subalternos del distrito, el ingeniero jefe del distrito de Valladolid, Ramón del Pino, entregó a la Empresa un certificado en el que se hacía constar que las obras estaban concluidas conforme a los planos y pliego de condiciones establecidos [39]. En virtud de esta certificación y otros informes, por Real orden del 11 de noviembre de 1850 se declaró a la empresa del canal «en el goce del canal indicado, sus obras, artefactos y útiles de navegación por el término de setenta años a contar desde el día 12 de diciembre de 1849 en que fueron aprobadas dichas obras» [40].

En estas circunstancias los directores de la empresa del canal de Castilla estaban en condiciones de solicitar al Gobierno que se declarase constituida la sociedad anónima, solicitud que fue atendida según Real orden de 15 de febrero de 1850 por la que se declara constituida definitivamente la compañía anónima del canal de Castilla [41]. A tenor de lo establecido en dicha orden, el día 2 de marzo, la dirección de la empresa convocó a los socios con derecho a voto a concurrir a la primera junta general que se habría de celebrar el día 7 del mes corriente [42]. En dicha junta, se procedió  «al nombramiento de los individuos que con arreglo á los Estatutos de la misma deben componer la Junta de gobierno de la Compañía; habiendo recaído la elección en los Señores socios siguientes. Señores Directores: Excmo. Sr. Duque de Sotomayor, Sr. D. José Casals y Remisa. Señores Vocales: Sr. Marqués de Remisa, Excmo. Sr. Duque de Riansares, Sr. D. Segismundo Moret, Sr. D. Sebastián Suit, Ilmo. Sr. D. Manuel Pérez, Sr. D. Dámaso Cerragería, Sr. D. Aureliano Beruete» [43].

Se comprueba que en esta lista figuran personas vinculadas por lazos familiares con el fallecido marqués de Remisa: Jesús Muñoz y Sánchez, nuevo marqués de Remisa, casado con su hija mayor, Segismundo Moret Quintana, casado con su segunda hija, Aureliano de Beruete y Larrinaga, casado con una hermana de Segismundo Moret, y José Casals y Remisa, primo, socio y albacea testamentario del marqués.

El 30 de noviembre de 1850 se reúne la Junta de Gobierno y acuerda nombrar comisionados para la toma de posesión del canal de Castilla. Con ese objeto el 3 de febrero de 1851 comparece Casals y Remisa, como socio-director de la extinguida Empresa del Canal de Castilla, ante escribano y testigos para otorgar su poder especial a D. José Rafo para que en su nombre y en representación de la extinguida empresa haga formal entrega del canal de Castilla a los comisionados de la sociedad anónima que lleva el propio nombre y debe suceder a la Empresa en todos sus derechos y obligaciones. El día 28 de febrero se reúnen los comisionados Casals y Remisa, Dámaso de Cerrajería y Aureliano Beruete para tomar posesión del Canal de Castilla en nombre de la Sociedad Anónima titulada Compañía del Canal de Castilla, una vez examinado y confrontado el inventario general de los tres ramales denominados del Norte, Campos y Sur, que unidos llevan el nombre de Canal de Castilla la Vieja, elaborado por José Rafo [44]. 

 

8.5 Balance

Al hacer un balance de las obras realizadas en el ramal de Campos, entre Sahagún el Real y Medina de Rioseco, parece oportuno comparar la valoración que de estas obras hicieron los distintos ingenieros que las supervisaron en comparación con la opinión negativa generalizada sobre la calidad de las obras ejecutadas en el ramal Sur, entre las esclusas de Soto Albúrez y la dársena de Valladolid. Como botón de muestra se puede señalar lo que indican, al respecto, el capitán e ingeniero, Fermín Pujol, y el ingeniero- Inspector D. Pedro Cortijo, en sus respectivas memorias o informes.

Puente de Capillas

Fermín Pujol, en su memoria redactada tras el viaje realizado al canal de Castilla en julio de 1844, señala que las obras de fábrica realizadas entre Soto Albúrez y Valladolid «están hechas por contrato y así se han ejecutado con toda economía y bastante poco cuidado». Por contra, las obras modernas del ramal de Campos «son notables por el buen aparejo de la sillería y la inteligencia y precisión con que están ejecutadas, siendo notables además de los diferentes puentes los varios acueductos que existen y entre ellos el del arroyo Melgar digno de todo elogio» [45]. Al tiempo que hacía esta valoración positiva sobre las obras realizadas, expresaba su reconocimiento al buen hacer de los ingenieros José Rafo y Andrés Mendizábal, directores de las mismas, con quienes compartió conocimientos y experiencias.

El ingeniero-Inspector D. Pedro Cortijo, al dar cuenta del resultado del reconocimiento practicado en el canal de Castilla en los meses de mayo, junio y julio de 1848,  compara las obras de los distintos ramales de esta manera: «las obras del ramal Norte tienen toda la solidez necesaria y bastante perfección para la época en que se construyeron; las del ramal del Sur son en general defectuosas en los aparejos y en la construcción de sus obras de fábrica; y las de Campos reúnen toda la solidez, hermosura y perfección que pueden conseguirse, mediante la aplicación de los conocimientos modernos, de que han dado pruebas relevantes los Ingenieros que las dirigen»  [46].

En relación con estos ingenieros, conviene recordar que Calixto Santa Cruz fue el número uno de la primera promoción (1839) de la Escuela de Caminos, Canales y Puertos, tras su reapertura definitiva en 1834. Santa Cruz será su director entre 1856 y 1865. De esta primera promoción formó parte también José Rafo. A la segunda (1840) perteneció Andrés Mendizábal.


Puente de la quinta esclusa

 


 

Referencias

[1]  Canal de Castilla: Reglamento para las direcciones económicas y facultativas del Real Canal de Castilla y sus dependencias [y otros documentos] - Manuscrito -, folio 62.  ¿1834? Biblioteca Digital Hispánica.

[2] Canal de Castilla: Reglamento para las direcciones económicas y facultativas del Real Canal de Castilla y sus dependencias [y otros documentos] - Manuscrito -, folio 67.  ¿1834? Biblioteca Digital Hispánica.

[3] Plano topográfico que manifiesta el proyecto de la prolongación del Canal de Campos desde Sahagún a Río-Seco.  [Archivo General del MITMA, OH-536].

[4] Francisco Javier van-Baumberghen – José Ribelles: Expediente de reconocimiento de las obras del Canal de Castilla.  [ACHD//CCHC0084/33].

[5]  Sanz y díaz, José (1957):  Don Francisco Antonio de Echánove y Echánove: (1797-1895). Editorial: Institución Fernán González.

[6]  Gaceta de Madrid: núm. 1132, de 04/01/1838, página 3.

[7] Canal de Castilla (1842): Fundación de una sociedad anónima por acciones. Biblioteca Digital Hispánica.

[8] areitio, Toribio de (1860): Noticias sobre la vida y servicios públicos de Don Pedro Miranda, director general que fue de Caminos, Canales y Puertos, recogidas y ordenadas después de su fallecimiento. Madrid. Imprenta de D. José C. de la Peña, Atocha 149

[9] Boletín Oficial de Valladolid (BOV): 18/03/1842

[10]  Valoración y tasación de los artefactos del Canal de castilla. [AHPV-                    CANAL00034/008].

[11]  Boletín Oficial de Valladolid (BOV): 4/01/1842

[12]  BOV: 2/VII/1842

[13]  Plano del trozo del Canal de Campos comprendido entre Sahagún el Viejo y Fuentes de D. Bermudo. [Archivo General del MITMA, OH-538].

[14]  Modelos de acueductos y puentes. [Archivo General del MITMA, OH-539,          OH-540, OH-541 y OH-542].

[15]  BOV: 4/01/1842

[16]  Oficio de Pedro Miranda, 15-02-1843. [AHPV-CANAL00106/005].

[17]  Plano del trozo del Canal de Campos. Comprendido entre Fuentes de D.             Bermudo y Abarca. [Archivo General del MITMA, OH-543].

[18]  BOV: 16/03/1843

[19] Oficio de los directores de las obras, 12-04-1843. [AHPV- CANAL00106/005]

[20]  Plano que representa la línea del proyecto antiguo, en la parte comprendida entre Abarca y Villanueva de S. Mancio, y la que se propone variando las esclusas. [Archivo General del MITMA, OH-546].

[21]  Oficio del director local de la empresa, 7-06-1843. [AHPV- CANAL00106/005]

[22]  Pujol, Fermín (1844): Memoria sobre el viaje que Dn. Fermín Pujol, Capitán graduado, Teniente de Ingenieros y ayudante profesor de la Academia del Cuerpo, practicó al Canal de Castilla... Guadalajara. Biblioteca Virtual de Defensa.

[23]  BOV: 14/03/1844

[24]  Oficio del director local, 01.02-1844. [AHPV- CANAL00106/005]

[25]  BOV: 7/05/1844

[26]  Artefactos del ramal de Campos. [ACHD-CCHL0001/01]

[27]  BOV: 20/12/1845

[28]  San Pedro, José María Ramón de (1953): Marqués de Remisa. Un banquero de la época romántica. Barcelona. Publicaciones del Banco Atlántico.

[29]  Oficio del director general de Caminos y Canales, 18-03-1845. [AHPV-CANAL00106/005]. Plano del trozo del Canal de Campos comprendido entre Capillas y Castil de Vela.  [Archivo General del MITMA, OH-550].

[30]  Oficio del director general de Caminos y Canales, 02-03-1846.. [AHPV-CANAL00106/005]. Plano del trozo del Canal de Campos. Comprendido entre Castil de Vela y Villanueva de S. Mancio. [Archivo General del MITMA, OH-554].

[31]  BOV: 5/10/1847

[32]  Andrés Mendizábal – José Rafo: Memoria que acompaña a los planos del     Canal de Campos. [ACHD//CCHC0064/06]. Plano del trozo de Canal de         Campos. Comprendido entre Villanueva de S. Mancio y Medina de Rioseco    [Archivo General del MITMA, OH-556].

[33]  Memoria sobre la terminación de Canal de Campos en Medina de Rioseco [AHPV- CANAL00062/003]

[34]  BOV: 3/01/1849

[35]  Benito Arranz, Juan (2001): El Canal de Castilla (memoria descriptiva). Valladolid. Editorial Maxtor Librería.

[36]  Oficio de José Rafo a los socios directores. [AHPV- CANAL00062/007]

[37]  Gaceta de Madrid: 14/12/1849

[38]  Oficio de José Rafo a los socios directores. [AHPV- CANAL00062/007]

[39]  Oficio de José Rafo a los socios directores. [AHPV- CANAL00062/007]

[40]  Real orden de noviembre de 1850. [AHPV- CANAL00062/007]

[41]  Colección legislativa de España. Primer cuatrimestre de 1850. Tomo XLIX.

[42]  Gaceta de Madrid: núm. 5694- 3 de marzo de 1850.

[43]  Boletín Oficial de Valladolid, de 28 de marzo de 1850.

[44]  Inventario general valorado que la empresa antigua del Canal de Castilla presenta a la compañía anónima para toma de posesión. [ACHD//CCHL0003/03].

[45]  pujol, F. (1844): Memoria sobre el viaje al Canal de Castilla, pág. 34.

[46]  Gaceta de Madrid: núm. 5242- 19 enero 1849.

 

 

 

Apéndice 1

Las obras de tierra en el Canal de Castilla

 

En la construcción del canal se distinguen dos tipos de obra: las obras de tierra y las de fábrica o de cantería. Aunque resultan más llamativas las segundas no olvidemos la relevancia que tienen las de tierra para la conformación del canal.

El mariscal de Campo Antonio de Flobert indica en el «papel n.o 3» de su cuaderno de advertencias y prevenciones que «las tierras del canal comprenden excavaciones, fondo, costados, diques, terraplenes, con sus declivios» [1]. 

Las primeras directrices sobre este tipo de obras se encuentran en la instrucción redactada por Antonio de Ulloa [2] y aprobada el 25 de agosto de 1753. En los capítulos segundo y tercero de la misma se fijan las dimensiones y la forma de la caja del canal y los diques que la bordean. La anchura del canal debía ser de 30 pies, la profundidad de 6 pies como mínimo y el fondo de 20 pies, lo que originaba unos escarpes o declivios de 5 pies a cada lado. En el caso de encontrase con alguna zona rocosa se reduciría la anchura a flor de agua a los 21 pies.

Con las tierras sacadas de la excavación se formarían dos diques a los lados de canal cuya altura y anchura dependería de la cantidad de tierra extraída. Entre la base de los diques y el borde del canal se dejaría un espacio de cinco o seis pies para los caminos de sirga. En los costados exteriores de los diques se realizarían plantíos de árboles, cuyas raíces contribuirían a asegurar la construcción.

Las posteriores instrucciones que se aprobaron para el canal del Norte modificaron algunas de las dimensiones fijadas por Antonio de Ulloa para el canal de Campos. Así, las instrucciones firmadas por el conde de Valdeparaíso de marzo de 1755 mantienen las dimensiones de la profundidad y el fondo de la caja, pero aumentan la anchura de la superficie del agua a los 36 pies y los escarpes a 8 pies. También se incrementa la anchura de los caminos de sirga hasta los 8 pies. En los terrenos elevados se hará necesario aumentar la profundidad de la excavación que, cuando exceda de los 20 pies, la anchura a flor de agua será de 30 pies y la del fondo de 16 pies [3].

La nueva instrucción del conde de Valdeparaíso, de 7 de julio de 1758, modifica ligeramente las dimensiones previstas para la caja del canal. En el artículo noveno de la misma se mantienen los 20 pies para el ancho del fondo del canal, pero se fijan 38 pies a flor del agua y, en partes, 40, con lo que el escarpe de cada lado tendrá 9 o 10 pies [4].

Tras el reconocimiento realizado por Antonio de Flobert, en julio de 1761, a la parte ya ejecutada del canal del Norte elabora un informe en el que precisa, en lo que se refiere a la excavación, lo siguiente: «En esta primera parte, respecto a las tierras, toda la excavación del canal está hecha, faltando solo que arreglar la colocación de las tierras del terraplén en la forma que se ha prevenido en el papel número 3.o». En este documento, ya citado, se desarrolla lo previsto en la Instrucción de 1758, diferenciando las dimensiones de la caja en terrenos llanos, montañosos o en valles.

En «terreno bueno y poco desigual» las dimensiones de la caja del canal son las ya fijadas en la Instrucción de 1758, aunque incluye los dos pies de la altura de las banquetas, de forma que la anchura entre los bordes de las banquetas será de 44 pies y los declivios tendrán 12 pies, resultando una excavación total de 256 pies cuadrados. Las banquetas tendrán 14 pies de cada lado del canal, cuya superficie «servirá para piso de los caballos y de la gente al servicio de los barcos». Bordeando las banquetas se levantarán sendos terraplenes de 3-4 pies de altura y con el ancho inferior de 47 pies, incluyendo los declivios, y el superior de 40 pies. El conjunto del canal tendrá pues una anchura de 166 pies.


Por su parte, en los terrenos montañosos, Antonio de Flobert propone alejar el centro del canal unos 300 o 400 pies de la ladera de la montaña, dar más altura al terraplén de ese lado, aunque reduciendo su grosor proporcionalmente, y elevando un sobre dique frente a la avenida de las aguas de lluvia.

Dentro de un valle, para que sea factible la construcción del canal, será imprescindible que los costados del valle estén lo suficientemente apartados como para permitir la anchura de 166 pies correspondiente al canal (caja, banquetas y terraplenes) como al espacio para los contrafosos indispensables en este caso.

Las instrucciones que se dictaron con posterioridad no entran tanto en el detalle como el «cuaderno» de Antonio de Flobert y dan un mayor margen de actuación a los ingenieros del canal. En la Instrucción Real de septiembre de 1785, dirigida a impulsar las obras del canal norte en ejecución y a la apertura, que finalmente no tendrá lugar, de «la porción de canal desde Quintanilla de las Torres hasta la unión con el actual en Alar», se precisa que el ancho del fondo del canal sea de 20 pies, salvo en los parajes donde se sostenga el canal con diques que podrá ser de 40 pies o más. En estos casos los escarpes tendrán de uno y medio a tres pies por uno de altura, según la calidad y consistencia del terreno. Por el contrario, en los terrenos altos y en las cuestas donde se hubieran de construir banquetas se daría a los diques, a partir de ellas, solamente un pie de escarpe, o a lo sumo uno y medio, por cada uno de altura [5].

Es de suponer que estas instrucciones estuvieron vigentes hasta la conclusión de las obras en el ramal Norte y en el ramal Sur hasta el parón de las mismas. No obstante, cabe recordar que en el informe que Betancourt y Peñalver remitieron al secretario de Estado Pedro Cevallos en septiembre de 1801 se proponía rebajar las dimensiones del canal según los siguientes datos: fondo del canal, 16 pies; superficie del agua, 34, pies; escarpes, entre 32 y 35; y profundidad, 6 pies [6]. 

Por su parte, en la ejecución de canal Sur desde las esclusas de Soto Albúrez hasta la ciudad de Valladolid las dimensiones establecidas fueron las siguientes: fondo, 20 pies; superficie del agua, 48 pies; escarpes, 28 pies; altura o profundidad del agua, 7 pies. Sobre esta parte del canal se conservan planos que ofrecen varios perfiles de la excavación realizada en distintos lugares significativos [7].



Por último, las dimensiones para el canal de Campos aprobadas por Real Orden de 5 de febrero de 1834 fueron las que se indican: Solera, 16 pies; flor de agua, 37; profundidad de las aguas, 7 pies. En el documento que cita dicha orden se ofrecen dos figuras con los perfiles de dos situaciones distintas. En el primer perfil se muestra la caja del canal excavada 5 pies y 8 pulgadas en el terreno y el resto formada con los diques que se sitúan a ambos lados. Los diques, compuestos con la tierra de la excavación, tienen 4 pies y 4 pulgadas de altura sobre el terreno y 3 pies sobre la superficie del agua. Su anchura en la base, incluyendo los escarpes, es 29 pies y 4 pulgadas y en la parte superior, que sirve de camino de sirga, es de 10 pies.

El segundo perfil ilustra el supuesto en que el conjunto del canal sea artificial. En este caso, se abrirá un foso a cada lado del futuro canal que tendrán de ancho 53 pies en la parte superior y 45 en la parte inferior, con una altura de 4 pies. Cada foso proporcionará 196 pies cúbicos de tierra con la que se formará el dique correspondiente, que tendrá unas dimensiones de 33 pies en la base, 8 pies en el camino de sirga y 10 pies de altura sobre el terreno natural [8].

En varios de los perfiles recogidos en distintos planos se comprueba la gran diversidad de situaciones que se dieron en la construcción de la caja y los terraplenes y diques del canal. En primer lugar, hay que distinguir los casos en los que el conjunto del canal, caja y terraplenes, está sobre el terreno natural, y los casos en los que el canal, en parte o en su totalidad, está excavado en el terreno. También se dan situaciones intermedias en las que la caja del canal está en parte excavada en el terreno y parte formada en los terraplenes. En cada uno de estos tres supuestos las múltiples soluciones adoptadas se acomodaron a las características del terreno [9].

Para ilustrar la importancia de los movimientos de tierra en el canal se ofrecen algunas cifras significativas. En el ramal Norte se señalan 6.026.013 varas cúbicas de excavación y 4.401.679 varas cúbicas de diques y terraplenes. Entre las excavaciones se destacan las realizadas en las cuestas de Cenizales y de Requena y las del páramo de Calahorra. En lo que se refiere a la construcción de diques y terraplenes se indican los levantados en la vega de Abánades, en la Ballarna y en la vega de Ucieza [10].   

 

Referencias

[1] Flobert, A. (1761): «Papel N.o3, de las tierras del Canal». [ACHD-CCHC0006-16].

[2] Ulloa, A. (1753): «Instrucciones para los ingenieros del Canal».  [ACHD-CCHC0084-04].

[3] Conde de Valdeparaíso (1755): «Instrucción que el Rey manda se observe por el ingeniero que se halle encargado de las proyecciones (…) del canal de navegación que debe abrirse desde las cercanías de Reinosa hasta el río Carrión…». [AGMM. CGD. R.28. Sign. 3-3-12-4, ff. 164-229].

[4] Conde de Valdeparaíso (1758): «Instrucción de lo que el rey manda se observe en la abertura del Canal del Norte…». [ACHD-CCHC0002-35].

[5] Flobert, obra citada.

[6] Cortes Generales (1820): «Memoria de la Comisión de Caminos y Canales». Imprenta que fue de García, Madrid: [s.n.].

[7] Planos. [Archivo General del MITMA. OH-355. OH.561]. 

[8] Canal de Castilla: Reglamento para las direcciones económicas y facultativas del Real Canal de Castilla y sus dependencias [y otros documentos] - Manuscrito -, folio 67. ¿1834? Biblioteca Digital Hispánica.

[9] Planos. [Archivo General del MITMA. OH-538. OH.548]. 

[10] «Los Reyes ordenan un vasto proyecto de canal en Castilla». Gaceta de Madrid: núm. 85, de 25/10/1791, páginas 783 a 787.


 

 

Apéndice 2

Las obras de cantería

El marco cronológico de este capítulo abarcará preferentemente el que se extiende entre 1753 y 1850. En cuanto a las obras que contiene, su descripción se centrará en las que prescriben las diversas instrucciones que se fueron publicando: esclusas, puentes, acueductos, presas, almenaras y dársenas. Dado el gran número de ejemplares que se construyeron de cada uno de estos tipos, sobre todo de esclusas, acueductos y puentes, solamente se describirán las variantes de cada uno de ellos. De las edificaciones que se levantaron en el entorno del canal, se indicarán las que se construyeron en las dársenas o embarcaderos en el periodo señalado.

Las esclusas

La evolución de sus dimensiones y de su forma

La primera mención a las esclusas en el canal de Castilla se encuentra en la Instrucción redactada por Antonio de Ulloa y publicada el 25 de agosto de 1753, en la que se insta a que las esclusas que se puedan construir en el canal tengan la misma anchura, longitud y profundidad que las previstas en los lugares en los que haya que tomar las aguas del río, con capacidad para dos barcas y con la profundidad suficiente para que se asegure la navegación en todas las épocas del año [1].

Una vez suspendida la construcción del canal de Campos, en marzo de 1755, se emite un conjunto de instrucciones con el objetivo de iniciar la construcción del canal del Norte. En las específicas para el ingeniero encargado de las obras de cantería se establecen pautas precisas para la construcción de las esclusas. El salto no ha de exceder de once pies ni ser inferior a seis; el ancho interior será de treinta pies en el centro, disminuyendo hacia la entrada y la salida hasta los 20 pies porque los muros que la formen no han de ser rectos sino en forma arqueada para que resistan mejor el empuje que en ellos hacen las tierras, y es mayor cuando con las lluvias se esponjan más que en su estado natural. La entrada por entre los quicios, y lo mismo la salida, tendrá de hueco quince pies justos de claro; y en cuanto a la profundidad será de seis pies que el canal debe tener de agua, más la altura desde el agua al alto de los muros. En cuanto a lo largo, se les dará sesenta pies sin incluir en esta distancia las entradas y el espacio que en ellas ocupan las puertas. Será conveniente que, siempre que se pueda, las esclusas estén unidas, dos, tres o más para ahorrar en su construcción [2].

Estas instrucciones no llegaron a ponerse en ejecución, pues se pospuso la apertura del canal del Norte dada la inviabilidad del proyecto elaborado por Silvestre Abarca. Tras la conclusión de las obras de cantería y afianzamiento de los diques en el canal de Campos, bajo la dirección facultativa de Fernando de Ulloa, se decidió de nuevo la apertura del canal del Norte cuya dirección corrió también a cargo de este ingeniero.    

Según el propio Fernando de Ulloa [3], las esclusas estaban proyectadas para contener una sola barca de las mayores o dos de las pequeñas, por lo que las compuertas tendrían una luz de 19 pies. Sin embargo, el mariscal de Campo, Antonio de Flobert, comisionado por el rey para reconocer las obras que se estaban ejecutando en la primavera de 1761, propuso ampliar la capacidad de las esclusas para dos barcas de las mayores y que las compuertas tuvieran, por tanto, 21 pies. Flobert también insta a que los encastres practicados en cada lado en la cantería tengan el grueso de los batientes de la puerta que evite el menor estorbo al salir y al entrar de las barcas, a que se dé a la cámara de la esclusa el ensanche competente en forma cóncava y a que su largo sea proporcionado a la mayor longitud de las barcas. Así mismo, requiere que, sin necesidad, no se pase de 12 pies la altura de la caída de las aguas y señala que es preferible hacer más inclusas con menor caída que menos esclusas con mayor caída, aunque se debe de unir unas con otras cuanto se pudiese, para ahorro de la cantidad de obras y de los empleados aún mismo tiempo [4].



Las dimensiones y la forma cóncava de las esclusas se mantuvieron hasta las modificadas en el Soto de Albúrez en los primeros años del siglo XIX. Todas ellas tienen dimensiones parecidas, con ligeras variaciones. La longitud entre los tranqueros se sitúa en torno a los 83 pies, la anchura en su centro es de unos 33 pies y la altura de 22-24 pies y de 12 sobre el busco.

Las esclusas 34,35 y 36 de Soto Albúrez constituyen un caso aparte. Como señala Juan de Homar, en 1806, «está ya construido el solado y tres hiladas de los muros de esta Ynclusa» [5]. Tras la larga paralización de las obras, cuando la empresa privada bajo dirección facultativa de Epifanio Esteban, procede a la continuidad en la ejecución de estas esclusas se hizo en la forma y las dimensiones realizadas en tiempo de Juan de Homar. Fueron las rígidas instrucciones del ingeniero inspector facultativo del Gobierno, Antonio Prat, las que obligaron a derribar lo ya construido para que las esclusas adoptaran la forma rectangular y las dimensiones suficientes para una sola embarcación [6]. Estas ideas sobre la forma y dimensiones de las esclusas no eran nuevas. Ya tanto en el informe de Agustín de Betancourt y Juan López Peñalver de 1801 como en la Memoria de la Comisión de caminos y canales sobre las comunicaciones generales de la Península de 1820 se propone construir esclusas de forma rectangular y más estrechas por su menor coste económico. 

 


Las esclusas que se construyeron a partir de las de Soto Albúrez adoptaron les dimensiones propuestas por José Agustín de Larramendi: 100 pies de longitud por 18 de ancho entre las compuertas [7]. Por su parte, las que se ejecutaron en el canal de Campos se ajustaron a lo establecido en la Real orden de 5 de febrero de 1834: 90 pies de longitud por 17 de ancho entre las compuertas [8].

Las nuevas modificaciones experimentadas por las esclusas tuvieron lugar en 1959, cuando se decide que el uso del riego sea la actividad principal, junto al abastecimiento de agua, suspendiéndose definitivamente la navegación en el Canal de Castilla. Es a partir de entonces, y como consecuencia de las exigencias que impone el regadío, cuando comienzan a sustituirse los elementos técnicos ligados a la navegación por aquellos otros que hacen posible el riego, como se verá más adelante [9].

Seguidamente se describirán los rasgos originales que se conservan actualmente en las esclusas y los elementos que las han modificado.

 

Planta de la esclusa

La caja de boquillas

En una de las dos aletas de la embocadura se abre la caja de boquillas o, como dice Sánchez Taramas, el «conducto con sus tajaderas por donde se dejan salir las aguas del Canal cuando no trabajan las Ynclusas; y llevándolas por una acequia, se vuelven a introducir [en el Canal], después de aprovechar su desnivel en el uso de molinos o batanes». Fernando de Ulloa añade a estas funciones la de dar «salida a las aguas que desde luego han de emplearse en el riego a cuyo fin están abiertas las acequias principales…» [10].

Este tipo de boquillas solo existen en el ramal Norte, y en algunas esclusas han sido modificadas. En las esclusas de Calahorra de Ribas, al disponer el puente delante de las mismas, la toma de la derivación se realiza en el propio puente a través de un arco muy rebajado. En los ramales Sur y de Campos, el Inventario de 1851 las denomina entradas del cuérnago.

Las recatas

A continuación, en ambas aletas, en los denominados «morros», se tajan sendas acanaladuras verticales, llamadas recatas, que en palabras de Juan Muller tienen como destino «introducir por ellas diferentes cuartones horizontalmente, los unos sobre los otros, los cuales formando una presa de cada lado, facilitan y dan lugar para recomponer el suelo y puertas de la esclusa, siempre que sea necesario» [11].

Las cajas o guardapuertas

Seguidamente de las recatas, los muros de la esclusa se retranquean para acoger las puertas cuando están abiertas. Este rebaje en el muro recibe distintas denominaciones: telar, caja, encasamento y guardapuertas. Como señala Sánchez Taramas, en la misma caja «se ha de hacer otra (…) para que reciban las taxaderas y guías con que se cierran los postiguillos» [12]. Esta segunda caja solo aparece en las esclusas del ramal Norte y en las primeras del ramal Sur, así como en la esclusa de la tercera retención.

Las puertas

Las puertas constituían el elemento fundamental para posibilitar la navegación por el canal. Solo se conservaban, si no recuerdo mal, las metálicas de la retención de san Andrés, las superiores de la tercera retención y las de la esclusa 42. Se han repuesto las de las esclusas 6, 14 y 22-24 en el ramal Norte; y las de la sexta y séptima del ramal de Campos. Las puertas de doble hoja son de tipo mitra, provistas de unas portanas de desagüe con cierre de guillotina en la parte inferior.

Las puertas se abrían a brazo en los primeros tiempos del Canal; a principios del pasado siglo se cambiaron las de madera existentes por otras metálicas y un nuevo sistema de apertura por medio de un torno movido por un timón que accionaba un sistema de poleas y palancas. En muchas esclusas se conservan los apoyos de piedra o cabrestantes utilizados para fijar los tornos con los que se manejaban los portones de la esclusa. En la sexta del ramal Norte se ha reproducido un torno.

El busco

En relación con las puertas está el busco, umbral de la esclusa con forma de bloque triangular sobre el que asientan las puertas al cerrarse. Habitualmente está cubierto por las aguas.

Los vasos, balsas o cámaras

Los vasos o balsas de las esclusas son, lógicamente, los elementos fundamentales de las mismas. La balsa tiene forma oval o elíptica en las construidas en el siglo XVIII. Como ya se ha visto, este tipo de balsas tiene las ventajas de ofrecer una mayor resistencia a los empujes de la tierra envolvente y la de permitir el paso a la vez de dos embarcaciones, con lo que se gana tiempo en el proceso de subida o bajada por el Canal [13].

En las esclusas que se construyeron en el siglo XIX se sustituyó la forma oval de los vasos por la rectangular que solo permite el paso de una sola barca cada vez. Esta desventaja se compensa con el ahorro de tiempo y de volumen de agua en la maniobra, así como en el coste de la construcción de la esclusa.

La mayor parte de las esclusas (31) tienen un solo vaso o cámara, pero, como explica Sánchez Taramas, cuando la caída o desnivel es superior a los 14 pies se hace necesario dividir la caída en dos, tres o más balsas. En este sentido, se recuerda el parecer favorable en el siglo XVIII sobre la unión de las esclusas. En el conjunto del Canal de Castilla se agruparon 18 escusas de la siguiente forma: 4 en Frómista; 3 en Calahorra de Ribas, El Serrón y Soto Albúrez; 2 en Olmos de Pisuerga, Grijota y Viñalta.  A partir de 1831 ya no se realizan estos agrupamientos. Al número total de esclusas ordinarias señalado hay que incluir las tres esclusas de retención.

Triple esclusa de Calahorra de Ribas

El puente                                                                                                                                                         

Flobert indicaba que, cuando se pudiera, se deberían ubicar los puentes que eran precisos construir sobre el canal, para la comunicación de caminos y lugares, en las esclusas para el ahorro de los estribos. Que los ingenieros directores de las obras del canal siguieron la indicación de Flobert se demuestra con los datos de que todas las esclusas disponen de un puente de comunicación, salvo la tercera y la quinta del ramal del Norte que carecen del mismo.

Solamente en el agrupamiento de Calahorra de Ribas el puente se sitúa aguas arriba de la esclusa 22; en el resto de las esclusas, el puente se ubica aguas abajo de las mismas. Los puentes de las esclusas del ramal Norte y las del ramal Sur hasta las de Soto Albúrez, inclusive, presentan un arco de medio punto. A partir de la esclusa 37, los arcos son escarzanos. En el caso de las esclusas del ramal de Campos, los puentes integran el arco de la esclusa y el correspondiente al canal de derivación.

Puente de la cuarta esclusa de Campos

En los pretiles destaca el bloque central que servía de guía para los barqueros. No están presentes en los puentes de las esclusas del ramal de Campos.

Las esclusas de retención

A lo largo del canal se construyeron cuatro de estas esclusas, dos en el ramal Norte y otras dos en el ramal de Campos. Estas esclusas tienen la función de regular las tomas de agua de los ríos o del propio canal. La primera, en Alar, y la segunda o de San Andrés, en Herrera de Pisuerga, fueron construidas en 1775. Ambas tienen una estructura y dimensiones casi semejantes. Se componen de un muro o compuerta de retención, según el caso, dos casetas que albergan los mecanismos de regulación del agua y un puente de paso. Estos disponen de un arco de medio punto y un arquillo en cada estribo.

La tercera esclusa de retención, en Ribas de campos, fue construida entre 1786 y 1891. Es más compleja que las dos anteriores pues, además de los elementos señalados en aquellas, incorpora una cámara sin salto y una caja de tomas, situada entre la cámara y el puente de paso, que sirve para regular la entrada del agua del arroyo Perales y la toma de la llamada acequia de la retención. Pegadas a esta caja están las aletas del puente, que también conserva los estribos, pero no la caja original, sustituida por una plataforma metálica.

Por último, en la prolongación del ramal de Campos se encuentra una retención moderna, constituida por pasarela y compuertas metálicas de guillotina, sobre la base de sillares, bien labrados, en los que se aparecen talladas las cajas de las puertas primitivas. Su función es la de regular la distribución del caudal entre los ramales de Campos y del Sur.

Los puentes en los cuérnagos o canales de derivación

Estos puentes son los más numerosos dado que en las esclusas donde existía instalación industrial se construyeron dos e incluso tres, como en Frómista o Viñalta para permitir la continuidad de los caminos de sirga. Son puentes más pequeños y no siempre cuentan con pretiles. El tipo de arco y la localización del puente varían según el ramal en el que se construyeron.

En el ramal norte, todos los arcos de los puentes de este tipo son de medio punto o rebajados y la localización del puente de desagüe en el curso principal se ubica aguas abajo de la esclusa.

En el ramal de campos, como ya hemos señalado al referirnos a los puentes de las esclusas, estos incluyen dos arcos escarzanos, correspondiendo el pequeño al canal de derivación.

En el ramal Sur, los puentes de desagüe suelen disponerse en línea con los de las esclusas. En cuanto a la forma del arco, es de medio punto en los construidos hasta 1804 y escarzanos en los del resto.

Puentes de la esclusa y de la derivación en Grijota

 

Los acueductos bajo el busco

Esta infraestructura hidráulica solo está presente en cinco esclusas del canal del Norte (1ª, 2ª, 9ª 10ª y 11ª). Tienen en común que en todos los casos se realizan bajo el busco superior de las esclusas y que son de pequeñas dimensiones.

 

Los puentes de comunicación

La información sobre los puentes del canal, contenida en la instrucción de marzo de 1855 y en el cuaderno de Flobert de 1861, ya citados, no resulta suficiente para describir a los que finalmente se ejecutaron. La instrucción aludida pone como modelo a seguir en el canal del Norte el puente que en esos momentos se estaba construyendo en Villaumbrales, modelo que desde luego no se siguió. Por su parte, Flobert se limita a proponer líneas generales sin aportar datos concretos.

Los llamados por Juan de Homar «puentes grandes de comunicación», se construyen en los tramos entre esclusas para permitir el paso de un lado al otro del Canal. En el ramal Norte existen siete puentes de este tipo; seis de ellos (Cabañas, Requena, Piña, Bezana y El Gallo) siguen el modelo definido en el puente de Carrecalzada, construido entre 1779 y 1780. El puente presenta un arco de forma elíptica, con 48 pies de luz y 19 de altura, desde la flor de agua hasta la clave del arco. La anchura o luz del arco abarca tanto la caja del canal (35 pies) como los dos andenes, de 5½ cada uno. Por encima de las dovelas del arco, una línea de imposta y sobre ella un pretil recorren cada uno de los frentes del puente. La caja de este tiene 15 pies entre los dos pretiles y las aletas se abren hacia los extremos en una anchura de 29 pies. Las medidas máximas de este puente son 27 pies de altura y 121 de longitud [14].


Puente de Carrecalzada

La elección del arco de forma elíptica no es casual. Como señala Juan Muller en su Tratado de fortificación, cuando los puentes «tienen demasiada anchura se construyen elípticos para evitar que se eleven mucho. (...) De los arcos rebajados se saca otra utilidad y consiste en que la cantidad de sillería necesaria para formar los arcos se reduce en la misma proporción, disminuyendo el coste de estas obras».  Precisamente, como en el puente de Osorno se necesita salvar un amplio desnivel se opta por el arco de medio punto.

En el ramal de Campos se construyeron los tres primeros puentes de todo el Canal de Castilla, entre 1754 y 1757: los de Valdemudo, Villaumbrales y Becerril de Campos. El de Valdemudo, además de ser el primero de la serie, es el único que presenta un arco apuntado entre los construidos en el Canal de Castilla. Jovellanos se refiere al mismo como «puente de comunicación, obra del buen Lemaur, como esta parte de canal; creo ser el único que hizo, sin cimbras, y sobre la misma tierra» [15]. Esta última afirmación de Jovellanos ha sido matizada por el ingeniero de Caminos, Fernando Rosell Campos, al señalar «que sí debió usarse una cimbra ligera para sostener el dovelado, aunque no para el relleno posterior» [16]. El plano del puente, elaborado por Lemaur, se conserva en el archivo de la Confederación Hidrográfica del Duero, fechado el 8 de enero de 1754. Curiosamente, el arco del puente que se representa tiene forma de medio punto.


Puente de Valdemudo

Los puentes de Villaumbales y Becerril tienen una estructura semejante y también única en todo el canal. En ellos se opta por un arco central de medio punto y un arquillo, también de medio punto, en cada uno de los estribos. Estos dos puentes, carecen de andenes para los caminos de sirga.

El resto de los puentes del ramal de Campos (Sahagún, Nevilla, Fuentes, Castromocho, Capillas, El Moral y Villalón), son los últimos construidos entre,1842 y 1848, ya por la Compañía del canal. Todos ellos presentan una estructura semejante y de una gran calidad técnica. Sirva de modelo la descripción, que se hace en la Instrucción de 1815, del puente de Sahagún el Real, en Paredes de Nava: presenta un arco escarzano (60 gados) que se apoya en estribos verticales; tiene 36 pies de luz, correspondiendo 20 a la caja del canal y 8 a los andenes; 14 pies de altura desde la superficie del agua a la clave; las aletas se unen a los estribos por debajo de la imposta en ángulo obtuso; los pretiles tienen la misma longitud que el puente, 43 pies y 9 pulgadas; y la calzada 18 pies.

Puente de Sahagún el Real

En el ramal Sur solo hay cuatro puentes: el de las Arcas, semejante a los del ramal Norte y construido antes del mes de abril de 1800; el de las Candelas, con arco de medio punto y un solo andén en su margen derecha; el de Palazuelos, con arco escarzano y el de Cigales, con arco carpanel, característicos estos últimos de la etapa de construcción de la empresa privada. Las obras de cantería del ramal Sur, ejecutadas bajo la dirección facultativa de Epifanio Esteban, no fueron bien valorados por los distintos ingenieros que las supervisaron con posterioridad a su conclusión.

 

Los acueductos

La instrucción de 25 de agosto de 1753 ya señala los dos tipos de acueducto que se van a construir a lo largo del Canal de Castilla. El más numeroso es el que conduce las aguas de los pequeños arroyos por debajo de la caja del canal. El segundo tipo, más complejo, es el denominado puente-acueducto. En este caso, el canal transcurre por un puente construido sobre el curso de un río o camino.

Por su parte, la instrucción de marzo de 1755, en lo que se refiere a los pequeños acueductos, establece que se sigan las formas y requisitos practicados en el canal de Campos, cuidando de que en el lado de la salida de las aguas sean más capaces que en el de la entrada, para evitar que en los casos de crecida las aguas puedan dañar la obra por causa de la presión que ejerzan sobre ella. Con el mismo objetivo, se dará al suelo de estos acueductos la pendiente necesaria.

Dado que no es fácil ver el interior de estos acueductos, parece interesante reproducir el plano del acueducto de las Palomas firmado por Fernando Ulloa en 1756 y que se describirá más adelante.

Fuente: Archivo de la Confederación Hidrográfica del Duero. Sign.: CCHPH005

La misma instrucción precisa los datos sobre la construcción de los puente-acueductos que tendrán varios arcos. La caja del canal que corre sobre ellos tendrá 20 pies de ancho a flor de agua y 16 en el fondo, de manera que los muros que formen la caja tendrán dos pies de talud hacia el interior. La altura de estos muros desde el fondo del canal será de siete pies. Por la parte exterior se levantará un pretil a lo lardo de todo el puente de un pie de ancho y otro de altura, y quedará entre él y el agua un camino de cinco pies de ancho. Con estas medidas, el ancho del puente tendrá 32 pies.

La lámina 2.1.A de Sánchez Taramas permite visualizar la estructura de este tipo puente-acueducto.

 Flobert en su Cuaderno de advertencias de 25 de junio de 1761 sugiere que se busquen todas las maneras posibles para reducir el número de acueductos, dado que su construcción requiere más cuidado y atención que cualquier otra obra del canal, en cuanto a los cimientos de los estribos, y de las alas, pies derechos, bóveda, y capa que han de sostener el peso del canal, por la dificultad de repararlo una vez que quede cubierto.  También indica que han de tener 5 pies de altura y que el ancho de la boca se determinará en relación con la cantidad de agua que puedan recibir.

Se expone a continuación la relación de los acueductos construidos en cada ramal del canal y una muestra de los principales tipos.

Ramal Norte

En este ramal se computan 18 acueductos. Los primeros construidos se ejecutaron en las esclusas 1, 2, 9, 10 y 11-12.  Tienen en común que en todos los casos se realizan bajo el busco superior de las esclusas y que son de pequeñas dimensiones. Tomando como ejemplo el acueducto de la esclusa 10o, sus medidas son las siguientes: 11 pies de luz, 77 de fondo y 20 de altura.

Antes de llegar al espectacular puente-acueducto de Abánedes, el canal se sirve del acueducto de Carrecalzada o Valderramino, para salvar el paso del arroyo de Quintanilla.

El acueducto de Abánales es con todo merecimiento el más famoso, como diría Jovellanos. Proyectado por Fernando de Ulloa, es una de las grandes obras de ingeniería del Canal. Se construyó (1775-1780) para salvar la vaguada del río Abánales o Valdavia. Se trata de un puente de sillería calcárea de cinco arcos de medio punto, distintos en su diámetro (entre 30 y 31,6 pies), apoyado sobre cuatro robustos pilares (9,6 pies) con altos tajamares de forma curva. El puente soporta la caja del canal y los andenes (45 pies), flanqueada en sus extremos por dos anchas aletas (86 pies) para dar continuidad a los caminos de sirga. Una cornisa recorre todo el paramento en la base de los pretiles que coronan tanto la caja como las aletas. Debajo de la cornisa, en el punto de unión entre la caja y las aletas, existe un elemento decorativo que aparece en otros acueductos del ramal Norte. Como se puede comprobar, las dimensiones del acueducto son superiores a las previstas en la instrucción de marzo de 1755.



Entre Abánades y Frómista se construyeron 7 acueductos: Los puentes-acueductos de Vallarna, de Fuente Pedro, de Valdealas, y de Valdegara, y los pequeños acueductos de Requena, Carremarsilla y Valdecornete.

El puente-acueducto de la Vallarna se construyó entre 1777 y 1779, realizado con sillería de piedra caliza. Consta de 3 arcos de medio punto, cuyo diámetro es de 17 pies por 84 de fondo, y pilas intermedias con tajamares que llegan a la altura de las claves de los arcos.

Los acueductos de Fuente Pedro (Correyuela), Valdealas (Valdemujermuerta) y Valdegara (Bocabalbuena), construidos también entre 1777 1779, tienen características comunes: están realizados con sillería caliza; constan de un solo arco de medio punto; sobre el arco presentan un frente muy desarrollado  y coronado  con una imposta sobre la que se apoyan los pretiles o mojones, según los casos; debajo de la imposta, allí donde se unen el frente y las aletas, dos molduras y una piña forman una especie de triángulo ornamental, resultante de una simplificación del adorno presente en el acueducto del Vallarna; y, finalmente,  las aletas están muy abocinadas. Las medidas del acueducto de Valdegara son las siguientes: arco de 17 pies de diámetro por 86 de fondo; la altura desde la clave hasta la imposta es de 21 pies, y desde el solado al arranque del arco hay tres pies.


Acueducto de Valdegara

Los tres restantes acueductos señalados en este tramo, Requena, Carremarsilla y Valdecornete, construidos entre 1780 y 1783, también constan de un solo arco, pero tienen dimensiones más reducidas que los anteriores (de 10 a 12 pies de diámetro) y las aletas están menos abiertas. Presentan frentes diferentes entre sí.

Entre Frómista y Calahorra de Ribas se localizan el puente-acueducto de Ucieza y los tres pequeños de un solo arco: del Val, Arrayales y Fuente Mimbre.

El puente-acueducto de Ucieza fue construido entre 1785-1787 y realizado con sillería de piedra caliza. Presenta 3 arcos de medio punto, de 21 pies de diámetro por 97 de fondo, separados por pilas intermedias con tajamares que llegan a la altura de las claves de los arcos. La altura desde la clave hasta la imposta es de 19 pies.

 

Ramal de campos

Hay que recordar que varios de los acueductos que se localizan en este ramal son también los primeros que se construyeron en el Canal de Castilla, entre 1753-1757: Valdemudo, Casablanca, Corbejones, Palomas o Villaumbrales, Tres Casas, Antanillas, Barquilla, San Pelayo, Santa María, Santo Cilde, Arenales, Belloto y El Real.

Salvo el acueducto de Valdemudo, que presenta tres arcadas rebajadas y separadas por dos pilares con tajamar, el resto de los acueductos existentes en este tramo del canal tienen un solo arco con distintas configuraciones. Se ejemplifica esta diversidad con los acueductos de las Palomas y del Belloto.

Por su parte, el acueducto de las Palomas, construido según plano ya expuesto de Fernando de Ulloa de 19 de marzo de 1756, presenta cierta complejidad y sirve de modelo a los de Antanillas y Arenales. A la entrada de las aguas, en la parte derecha, y para salvar el desnivel entre el terreno y el solado del canal, hay una escalinata enmarcada por las aletas. El arco de entrada es rebajado y de pequeñas dimensiones: 7 pies de ancho y 5 de alto, desde el solado a la clave. Desde esta al pretil hay unos 23 pies. En la margen izquierda, debajo del camino de sirga, hay un doble arco concéntrico de medio punto. El exterior tiene unas dimensiones de 15 pies de ancho y casi 19 de alto. Los pretiles de ambos lados tienen una longitud de unos 18 pies, y el acueducto en travesía tiene algo más de 101 pies.

A continuación de sus aletas se encuentra una estructura de piedra caliza con arco. El Inventario de 1851 indica que sobre esa estructura había un canal «que conduce las aguas para el riego que vienen desde la anterior almenara de Corbejones».


Acueducto de las Palomas, salida

Por su peculiaridad, destaca en este tramo del canal el acueducto del Belloto. En su lado derecho, tras una embocadura escalonada, presenta un arco escarzano de 10 pies de ancho y 6½ de altura desde el solado a la clave. Desde la misma a la parte superior del pretil hay 11½ pies. Dicho arco tiene una longitud en dirección al canal de 20 pies.  En la travesía del canal hay dos arcos de sifón de 59 pies. Debajo de la sirga izquierda se suceden dos arcos de medio punto de 10 pies de ancho por 8½ de altura y un arco escarzano de 11 pies de ancho por 16 desde el solado a la clave. Desde dicha clave a la parte superior del pretil hay 6 pies y 9 pulgadas. Sobre los dos arcos de sifón, a la altura del solado del canal, se dispone una compuerta de desagüe.

Fuente: Biblioteca Virtual de Defensa, p-2-7. Detalle



Entre Sahagún el Real y Fuentes de Nava, aunque la excavación se había realizado en 1835 y 1836, las obras de fábrica se construyeron tras la reanudación de las obras, en 1842, según los planos de Calixto de Santa Cruz y José Rafo. De esta época son los siguientes acueductos: Dujo, Carrular, Arroyo Melgar, Arroyo Mayor, camino de Frechilla a Paredes, Pescador, Requena, Santa Casilda, senda de Autillo y Carracea.

El acueducto de Carrular inaugura una tipología que en el Inventario de 1851 recibe el nombre de «acueducto de tapa» y se señala que tiene como objeto principal dar paso a las vertientes de lluvias y evitar inundaciones de las tierras inmediatas al canal y socavones en los diques.

El acueducto de arroyo Mayor fue construido entre 1842 y 1843, tras la reanudación de las obras, lo que se deja sentir en la forma de sus arcos. Presenta sillería de piedra caliza y está formado por 3 arcos escarzanos de 14 pies cada uno, separados por dos pilas con tajamar de 5 pies de altura, con amplios frentes terminados en alas redondeadas, que facilitan la entrada de los caminos de sirga de fábrica a los de tierra, y rematados en potentes pretiles. Los andenes y los bordes, así como la cimentación y el cauce, son de hormigón. El suelo entre pilas y estribos está empedrado. A la salida del acueducto se instalaron en su momento unas compuertas modernas de guillotina que permiten regular el agua del cauce. Las dimensiones del conjunto son: 72 pies y 29 pulgadas de longitud, 47 de fondo y 23 de altura.

Acueducto de arroyo Mayor

En el último tramo construido en el Canal entre 1844 y 1849 se incluyen los puentes-acueducto de Valdeginate y Riosequillo y pequeños acueductos construidos con tubos de hierro colado o de fundición (Pozo Martín, Arroyal, Villa, y Parporquero) y otros de tipo tapa incluidos en el Inventario de 1851 (las Moras, camino a Castil de Vela, camino de Palacios, pradillo de San Pedro, Tajero, senda de la Cordera, prado de Arroyos, Fuente león y fuente del Barro).

El acueducto de Riosequillo se encuentra casi a mitad de camino entre la sexta y la séptima esclusas del ramal de Campos. Este acueducto se construyó en torno a 1486 con sillería de piedra caliza. Presenta 5 arcos escarzanos de 60 grados y de 20 pies de luz cada uno. Las pilas intermedias, con tajamares redondeados, tienen 8 pies de altura hasta el arranque de los arcos y 6 de anchura. La profundidad del cañón es de 83 pies. Los frentes, entre las claves de los arcos y la imposta, constituyen un gran muro de sillería bien labrada, formado por 6 hiladas de casi 2 pies de altura. Las aletas se prolongan 40 pies de longitud. La cimentación se ha realizado con hormigón ciclópeo (hormigón al que, una vez vertido, se le añaden piedras de gran tamaño). El cauce se encuentra protegido en esta zona por gaviones (mallas rellenas de piedra).

El acueducto de Riosequillo

Ramal Sur

En este ramal se construyeron 12 acueductos.  Entre 1795 y 1804 se realizaron los de Cinco Ojos (desaparecido y reemplazado por uno moderno), Tesoro, Gatillas, Cigarral, Prado Redondo y Salguero. Entre 1831 y 1835, los de Culdeque, San Juan, Mucientes, Sopeña, Pedrosilla y Berrocal.

Dejando a un lado el acueducto desaparecido se Cinco Ojos, el resto de los acueductos de la primera de las etapas presentan características comunes y otra que identifican a algunos de ellos. Todos ellos tienen un solo arco de dimensiones más amplia a la entrada y salida y más reducida en la travesía del acueducto. Los del Tesoro, las Gatillas, Prado Redondo y Salguero tienen en la entrada aletas de forma curva. Por su parte, los acueductos de las Gatillas y del Cigarral tienen dos arcos paralelos en la travesía debajo del canal.

Acueducto del Tesoro

El acueducto de Salguero o del Corral ofrece en la entrada y lado derecho dos aletas de forma curva, de 46 y 48 pies de longitud por 11 de altura media, que enmarcan un muro con un talud inclinado. Debajo de la sirga derecha hay un arco de medio punto de 20 pies de fondo, 7 de luz y 19 de altura desde el solado a la clave, y desde esta a la parte superior del pretil, 11 pies. En la travesía del canal el arco de medio punto tiene unas dimensiones de 84 pies de fondo, 7 de ancho y 6 de altura. Bajo la sirga izquierda, el arco de medio punto tiene las mismas dimensiones en longitud y anchura que el de la derecha, salvo la altura que en este caso es de 8 pies y 3 pulgadas, de forma que la altura desde la clave a la parte superior del pretil es de 24 pies y 3 pulgadas. El pretil del lado izquierdo tiene 22 pies de longitud, tres más que el del lado derecho y las aletas de 36 pies.

El acueducto de Salguero

De los acueductos construidos por la empresa privada se describen los de San Juan y del Berrocal.

El acueducto de San Juan se integra en el murallón de Dueñas. Construido con sillería de piedra caliza, presenta un único arco escarzano con 24 pies de luz y 9 de altura desde el solado a la clave. Desde dicha clave a la parte superior de la cornisa hay 12 pies. El fondo del cañón del arco es de 48 pies y 6 pulgadas.  Las aletas se apoyan en una base de hormigón.

El acueducto de San Juan

El acueducto del Berrocal, construido con sillería de piedra caliza, tiene un solo arco de medio punto, con una luz de 17 pies con 9 pulgadas y una altura de casi 10 pies. La altura desde dicha clave hasta la parte superior de los pretiles es de 34 pies, configurando unos frentes muy amplios. El arco tiene en travesía del canal 100 pies. Por su parte, las aletas presentan unas dimensiones de unos 56 pies de largo. Este acueducto, construido bajo la dirección facultativa de Epifanio Esteban, pronto comenzó a mostrar deficiencias constructivas hasta el punto de que en 1837 hubo de modificarse, según el plano firmado por los ingenieros Echanove.

Fuente: Archivo del MITMA, OH-537

 

Las presas

Las tres presas vinculadas al Canal de Castilla, la de Alar, la de San Andrés en Herrera de Pisuerga y la de Calahorra de Ribas, cumplen la función de regular el caudal del río (el Pisuerga o el Carrión) donde se realiza la toma, o la de asegurar un nivel constante cuando el canal atraviesa el río Pisuerga. En esta función juegan un papel complementario las esclusas de retención ya descritas.

La presa de San Andrés fue la obra de ingeniería más importante de las realizadas en el primer tramo del ramal del Norte entre 1761 y 1769. La elección del lugar de su construcción estuvo condicionada por el descubrimiento de un banco de piedra que serviría de apoyo para la misma. La longitud de la presa se fue incrementando a lo largo de su construcción. Inicialmente se ejecutó con unas dimensiones de unos 200 pies de longitud, por 34 de base y 9 de altura. Toda ella era de sillería bien escuadrada y con trece gradas para asegurar la caída suave de las aguas. Como siempre pareció pequeña, se alargó cuanto se pudo y, en torno a 1763, se hicieron dos derrames a derecha e izquierda de la presa, de pie y medio más altos que la superficie del agua regular del canal. Sin embargo, con ocasión de la gran crecida que se produjo el 10 de abril de 1769, que rompió una parte de los diques y descarnó el lado derecho de la presa, se resolvió alargarla hasta los 366 pies y cerrar los desagües abiertos a un lado y otro de la misma [17].

La presa de San Andrés

 

Las almenaras

En la instrucción de 25 de agosto de 1753 se establece la necesidad de determinar los lugares donde parezca oportuno establecer los surtidores de riego con la prevención de que puedan cerrarse por medio de compuertas para que no salga por ellos más agua de la necesaria.   

Por su parte, en su cuaderno de advertencias de 25 de junio de 1761, Flobert denomina a estos surtidores boquillas o almenaras, al tiempo que recomienda que en el canal del Norte se realicen en la misma forma con la que se han ejecutado en el canal de Campos.

Se completa la información con los datos ofrecidos por Fernando de Ulloa en su relación del Canal de Castilla y el de Campos, de 1767: «… hay cinco casetas de regadío, como asimismo las acequias principales para el riego de todo aquel territorio…» [18].

Las tres citas precedentes ponen de manifiesto las instalaciones necesarias para el aprovechamiento del agua del canal para el regadío de los campos circundantes, así como las distintas denominaciones utilizadas para identificar el conjunto: la toma del agua del canal, el cauce de conducción, los mecanismos de control del agua y la edificación que cubre y protege los mecanismos de control. Así se comprueba que, en un mismo documento, el Inventario de 1851, se utiliza el término de alcantarilla en el ramal Norte y el de almenara en el ramal de Campos para denominar la misma instalación de regadío.  

Se exponen a continuación las características que presentan estos elementos en los ramales de Campos y Norte del Canal de Castilla. En el ramal Sur no se construyó ninguno por la escasez de caudal.

Las almenaras o arquetas de riego, tanto las del ramal de Campos como las del ramal Norte, se sitúan en los caminos de sirga de la margen izquierda del Canal. Sin embargo, mientras en el ramal de Campos se ubican próximas al canal, en el ramal Norte se colocan en el lado opuesto.

Las Almenaras del ramal de Campos son las primeras que se construyeron en el conjunto del Canal de Castilla, entre 1756 y 1757. Se conservan, más o menos deterioradas las siguientes: Corbejones, Antanillas, Santa María, Arenales y Sahagún. Las cinco aparecen dibujadas en el famoso Perfil General de los Reales Canales de Castilla de Juan de Homar.

Todas ellas tienen forma cuadrada con dimensiones muy similares: 2 o 2,5 pies de lado por 13 o 15 pies de altura, incluida la cubierta. El cerramiento de los muros se efectúa con ladrillo prensado y piedra caliza en el basamento y en la cornisa. Las esquinas se refuerzan con machones también de ladrillo. La cubierta se realiza con cúpula interior de ladrillo, forro exterior a cuatro aguas también de ladrillo, y rematada con un adorno de piedra. Los elementos que aparecen más deteriorados son la cubierta y la cornisa, aunque la ruina es la tónica dominante.


Almenara de Antanillas

Las alcantarillas que cruzan por debajo de estas arquetas presentan, conforme a lo señalado por el Inventario de 1851, unas dimensiones reducidas de 2 por 2 o por 2½; sin embargo, se prolongan más allá del camino de sirga, de forma descubierta, para enlazar con otras a derecha e izquierda. Ya se han señalado estas canalizaciones al referirse al acueducto de las Palomas. En el interior de la caseta, se localizan los mecanismos de cierre y apertura del agua, tras su toma en el canal. Hoy día solo se puede ver parte de ese mecanismo en la arqueta de Santa María en Becerril de Campos.

 


Las almenaras construidas en el ramal Norte son las siguientes: Abánades, El Hueso, Cabañas, Conejeras, Requena, Carreboadilla, Carrabacas, Fuentemanías, El Gato y Carrealbar o Atalayas. La primera en construirse fue la del Hueso, en 1780; la de Abánedes, entre finales de 1785 y principios de 1786; el resto fueron construidas ya bajo la dirección de Juan de Homar entre julio de 1786 y agosto de 1791, con las localizaciones fijadas por Fernando de Ulloa en su Memoria de 21 de julio de 1786 [19]. 

Salvo la arqueta del Hueso, realizada con ladrillo sobre basamento de piedra, en el resto el cerramiento de sus muros se forma con sillería de piedra caliza en el exterior y un revestimiento de ladrillo prensado en el interior. Todas tienen forma cuadrangular.

La almenara de Requena se puede tomar como modelo de las ocho construidas en el canal entre el arroyo de Vallarna y el río Carrión por ser la mejor conservada. Tiene unas dimensiones de 11 por 11 pies de lado y 12 de altura, sin incluir la cubierta. La almenara es una construcción proporcionada y que presenta un perfil de sabor clásico. El cuerpo principal se asienta en un basamento destacado y se culmina con una cornisa perimetral que recoge las aguas de la cubierta, vertidas al exterior mediante una gárgola. La cubierta del edificio, con forma piramidal, se compone de una bóveda de ladrillo prensado y forrada al exterior con losas de piedra. El remate del conjunto se realiza mediante una pequeña pilastra coronada con una esfera.

El remate de la arqueta de Requena solo se conserva parcialmente en las de El Gato y Carrealbar. Otro elemento que no se mantiene en todas las arquetas es el forro de piedra de la cubierta: falta en las de Abánades y Fuentemanías; la del Hueso carece de cubierta en su totalidad.

Arqueta de Requena

Las alcantarillas que canalizan el agua desde el canal hasta las zonas de riego están construidas también con piedra caliza y tienen unas dimensiones de 2 pies de luz por 5 pies y 7 de altura; el fondo bajo la sirga varía entre los 41 pies en Abánades o los 28,5 pies en Carrealbar.  En el interior de las almenaras o arquetas se alojaba el mecanismo de regulación de cierre o apertura de la salida de agua del Canal. Este mecanismo solo se conserva en algunas de ellas; al menos en las de Abánades, Cabañas y Carrevacas. En la parte de la arqueta opuesta al canal, la alcantarilla desagua entre aletas laterales.

Mecanismo de regulación de la almenara de Abánades


Las dársenas y embarcaderos

Antonio de Ulloa establecía en la Instrucción de 25 de agosto de 1753 que «los pueblos por donde pasa el canal deben considerarse como puertos en donde se detienen las barcas para cargar o descargar por lo que hay que formar un estanque donde puedan estar dos barcas amarradas sin que estorben al tráfico». Efectivamente, el propio Antonio de Ulloa informa que se construyeron sendos puertos en Villaumbrales y Becerril de campos. Sin embargo, habría que esperar a que se llevara a cabo la deseada unión del canal del Norte con la parte concluida del canal de Campos, en agosto de 1791, para que se iniciase el proceso de la construcción de dársenas y embarcaderos.

 La dársena de Alar del rey en sus orígenes

La dársena que se contempla actualmente se construyó entre 1857 y 1758. Por tanto, se hace necesario conocer sus antecedentes.

Una vez que se había llevado a cabo la ansiada unión del canal del Norte con el canal de Campos en agosto de 1791, se hacían necesarias dos actuaciones fundamentales para poner en marcha la navegación desde Paredes de Nava a Alar. En primer lugar, se requería proceder a la habilitación del tramo ya concluido del canal de Campos desde finales de 1757. Al tiempo, había que conseguir el control de la cabecera del canal en Alar. En este sentido, el 19 de junio de 1792, Juan de Homar, ingeniero director del Canal de Castilla, y Juan Mozo, tesorero de dicho canal, remiten un oficio al secretario de despacho de Hacienda, Diego de Gardoqui, en el que exponen, entre otros asuntos, la conveniencia de convertir en una nueva población el despoblado de Alar. Y dado que dicho término era propiedad de la comunidad de religiosas del monasterio de San Andrés de Arroyo convendría, para evitar los ulteriores recursos que pudiera plantear dicha comunidad, negociar con la misma la compra del despoblado de Alar con todos sus derechos. [20] Tras la pertinente negociación, el 30 de octubre del mismo año se formaliza la escritura de compraventa, escritura que fue aprobada por el rey en enero de 1793.

Poco después, Homar y Mozo firmaron un contrato con el comisionado de los Cinco gremios mayores de Madrid, José Mozo Mozo, para transportar por el Real Canal las partidas de trigo que fuese posible para el ejército y la armada desde Valdemudo. Pero este transporte solo llegó a la sexta esclusa, pues aún no se habían instalado las compuertas en las primeras seis esclusas del canal del Norte. [21]

Mientras tanto se trabajaba en Alar para que cuando llegaran las embarcaciones tuvieran donde guardar las mercancías transportadas. Así, por los diarios de Jovellanos se sabe que en abril de 1795 ya se habían construido almacenes en Alar.  No obstante, según el propio Jovellanos «…cada barco lleva doscientas cargas de trigo. Se carga en Paredes de Nava y sube hasta Herrera».

Juan de Homar, en su famosa Memoria de 1800 ofrece alguna información más sobre cómo se estaba configurando el nuevo poblamiento del ya denominado Alar del Rey. Además de otros interesantes datos, Homar señala la existencia de «tres grandes almacenes, los dos contiguos al puerto con máquinas de economía para descarga, y el otro para maderas de compuertas» [22].

Otra memoria, en este caso la que escribió el capitán e ingeniero Fermín Galán en julio de 1844 tras un viaje de reconocimiento del Canal de Castilla, aporta datos sobre el puerto mencionado por Homar. Precisa Galán que «…pasado este punto [la esclusa de retención] hay una derivación que forma como una ensenada y sirve de depósito a los barcos. Alrededor hay paneras o almacenes de granos, harinas y demás efectos y son unos edificios sencillos a manera de grandes salas sin más divisiones» [23]. Esta descripción se corresponde con lo representado en el plano que, en agosto de 1856, elabora Francisco J. Saiz sobre Alar. 

Fuente: Archivo de la CHD- CCHC0112_22

Por otra parte, en el Inventario de 1851 se encuentra la descripción de otro elemento interesante, denominado puente de paso a los almacenes: «Está formado por dos estribos de sillería y mampostería cuyo frente es de 12½ pies por 20 de altura, las aletas tienen 43 pies unas y 21½ otras; la luz de este puente es de 38½ pies para el paso de las barcas y le cubre una armadura de madera por medio de tirantes, sopandas y jabalcones con su antepecho del mismo material». Este puente, que se conserva, aparece en una fotografía sobre el muelle del canal realizada en 1857 por el fotógrafo e ingeniero inglés, Willians Atkinson, que vino a España para trabajar en la construcción del ferrocarril de Isabel II, en el tramo Alar del Rey-Reinosa. 

Fuente: Patrimonio Nacional (número 10174543)

En el mismo año de 1857, Leopoldo Brockmann elaboró el «proyecto de muelle de Alar». La necesidad del nuevo muelle vino determinada por la incapacidad del viejo para dar servicio al creciente tráfico de barcas. Además, la próxima puesta en funcionamiento de la primera sección del ferrocarril de Isabel II, que uniría Alar con Santander, hacía del todo indispensable la construcción de un nuevo muelle. Como señala Brockmann en el proyecto, la anchura del canal en Alar en ese momento era la misma que en los demás puntos de la línea, sus orillas estaban formadas también por el terreno natural y solo existía un pequeño ramal al que se le daba el nombre de muelle, que no reunía las condiciones necesarias para funcionar como tal [24].

Las obras necesarias para la construcción del muelle fueron el levantamiento de un muro, de 3,60 m, ejecutado con mampostería forrada con sillería y el desmonte de toda la parte necesaria para ensanchar el canal. Parte de la tierra procedente del desmonte se emplearía para rellenar el ramal que constituía el muelle viejo.

 

La dársena de Valladolid

El Boletín Oficial de la Provincia de Valladolid, de 21 de marzo de 1835, publica «el fin de las obras del ramal del Canal de Castilla que finaliza en Valladolid». Sin embargo, en esa fecha las obras de cantería en el muelle no habían comenzado. Todavía el 14 de septiembre de 1836 una autoridad local de la empresa del canal comunicaba a los directores de la misma que esperaba que en 20 días se podría haber levantado ya el muro de frente de los almacenes hasta la altura del agua. Por otra parte, encargaba al ingeniero Echanove Guinea la gestión de ajustar los materiales necesarios para que diera comienzo a la construcción de los almacenes. Para ello, acordó con Epifanio Esteban dejar en seco el último tramo del canal. Al mismo tiempo que se estén haciendo los almacenes, dicho representante de la empresa haría que se recompusiera la rampa que sube al canal y que los presidarios echasen cascajo en los caminos de sirga [25].

Una nueva referencia a las obras que se estaban ejecutando a finales de 1836 en esta parte final del canal se concreta en el oficio que José Cruz Muller, director local de la empresa del canal, remite a los socios directores de la misma, en el que les comunica  que había  encargado al ingeniero director de estas obras, Echanove y Guinea, que dispusiera la ejecución de la alcantarilla que debía construirse en la carretera de Zaratán para el desagüe del cuérnago, pues el Sr. Esteban se había contentado con abrir un agujero por debajo de la carretera [26].

El día 22 de diciembre de 1836 se dieron por finalizadas las obras y dado orden para que se soltasen las aguas desde la esclusa 40, con el fin de que se llenasen los vasos del canal hasta Valladolid. Con ello quedaba abierta la navegación desde esta ciudad hasta Alar del Rey.

Por lo que se refiere a los edificios que se fueron instalando en el entorno de la dársena los primeros datos los ofrece José Ortega Zapata. Según este autor, mientras se ejecutaban en 1835 las obras del semicírculo del muelle, el paseo de los vallisoletanos se dirigía a este lugar para ver estas obras y las de echar los cimientos a lo que se creyó que iba a ser una plaza de toros, por la forma circular que los cimientos, y que luego resultó ser el almacén de granos, levantado al oeste del muelle. Mas adelante, José Ortega informa que «en 1836 o 37, D. Félix Aldea, riquísimo propietario y capitalista de Villalón, y Doctor de la Universidad Pinciana, construyó, al lado de la retesusodicha cabeza, una soberbia fábrica de harinas» [27]. Según el autor, esta fábrica fue reducida a escombros y cenizas ocasionado en la noche del 10 de octubre de 1846.

Un testimonio gráfico, publicado el 29 de noviembre de 1840 por el Semanario pintoresco español, ilustra el avance de las distintas edificaciones surgidas en este espacio de la dársena. En la cabecera de la misma, próxima a su concha, se localizan a uno y otro lado sendos almacenes gemelos con una especie de castillete. Junto al almacén de la margen izquierda se distingue el edificio que se podría identificar con la fábrica de harinas de Félix Aldea.  Frente a la concha se distinguen otros dos edificios que por sus apariencias se han denominado el griego y el gótico. Otras siluetas de edificios podrían representar al molino de harinas del segundo salto. En el texto que acompaña al grabado se hace mención a las fábricas; también se indica que «los almacenes que rodean la concha o puerto del canal en Valladolid son espaciosos y bien dispuestos y su ornato exterior simétrico y de buen gusto. Estos edificios se aumentan diariamente y tenemos entendido que se va a construir un arsenal de carena para las que, aumentadas considerablemente por el tráfico, requieren esta dependencia para sus reparaciones».


El «Plano de Valladolid y sus contornos», realizado por Carlos Juan y Victoriano Ma de Ameller en 1844, representa el canal sin ampliación en la margen izquierda, un almacén a la derecha y la fábrica a la izquierda, el astillero en proyecto, el almacén circular y, al otro lado del camino de Zaratán, tres edificaciones sin identificar, que podrían coincidir con las indicadas en el plano de Juan Repesa: los almacenes griego y gótico y la fábrica del 2.o salto.

 


Finalmente, con la intención de respetar el marco cronológico de este trabajo, me referiré a la información facilitada por el Inventario de 1851. En el mismo aparecen descritos algunos de los edificios señalados anteriormente y otros de nueva construcción. Por el contrario, se advierte la no mención de otros, lo que indicaría sus desaparición o transformación.  

Para proteger los márgenes del muelle se construyeron dos muros rectos y uno circular de unión, de longitudes diferentes y anchos y altos iguales. El muro derecho (o barbacana según el término utilizado en el Inventario) se extendía frente a los almacenes del Miguel Imaz y la plaza existente entre estos y el almacén de embarque, con una longitud de 482 pies por 4 de ancho y 6 de alto; el muro izquierdo estaba unido a la fábrica quemada y tenía una longitud de 117 pies; y el muro circular o concha tenía 140 pies de longitud. La construcción de estos muros estaba realizada con cimientos de mampostería y coronamiento de sillería.

Resulta interesante reproducir la descripción que se hace en el Inventario de 1851 de unos de los edificios más antiguos que se conservan en la dársena. Según el Inventario, en la margen derecha del muelle y próximo a su concha se halla un almacén destinado al depósito público. Tiene 119 pies de longitud y 27 de anchura, construido sobre cimientos de sillería. En su cerramiento se utiliza también la piedra en ángulos y pilares, mientras que en el resto se emplea el ladrillo y cajones de tierra acerados de cal. El edificio dispone en su parte central de una segunda planta destinada a vivienda que ocupa el encargado del lugar. [Este segundo elemento no existe en la actualidad].

A la izquierda de la concha del muelle se encuentran los cimientos y las paredes hasta el primer piso de la fábrica incendiada en 1847.

Entre los restos de la anterior fábrica y el astillero de halla la fábrica de fundición de hierro, con una superficie de 15645 pies, construida con cimientos de mampostería, los ángulos y pilares de ladrillo y el resto de tapial. Tiene un solo piso, salvo la parte dedicada a vivienda y oficinas que tiene dos.

A continuación de la fundición se encuentra el astillero con capacidad para tres barcas a la vez. La entrada y salida de las aguas se refuerza con muros de sillería. Junto al astillero se localiza un almacén que sirve de obrador para la carpintería del astillero.

Frente a la concha del canal y lado izquierdo de la carretera Valladolid-León se halla el almacén denominado el gótico, de 119 pies de longitud y 35 de ancho, con un portalito de entrada y dos columnas de madera. Consta de tres pisos. Pegado al anterior almacén se halla una cuadra para el ganado de arrastre de las barcas, de 214 pies de longitud y 17 de ancho. A continuación de la cuadra se encuentra una fábrica de harinas, de 67 pies de longitud y 70 de ancho, dotada con 8 pares de piedras francesas, movidas por maquinaria de rueda hidráulica y un rodete de hierro que da movimiento a la limpia y el cernido. Consta de tres pisos con un castillete.

Apartado del muelle, a su derecha aparece el conjunto de almacenes en forma circular con un patio en medio de un diámetro de 175 pies. Se compone de 7 departamentos destinados a depósitos de grano. En la cuesta de la Maruquesa y detrás de los almacenes circulares se hallan tres hornos.

 

La dársena de Palencia 

Moreno Lázaro considera que la excavación en 1849 de una pequeña dársena en Palencia tuvo su origen en la congestión del tráfico por el Canal en la década de los 40 y en la carencia de dársenas [28].

El «proyecto de un trozo de canal para enlazar el del Sur con la ciudad de Palencia», elaborado por Juan Moreno Robles el 7 de julio de 1946, fue aprobado por la Junta consultiva el 20 de agosto del mismo año. En el Boletín oficial de la provincia, del 16 de mayo de 1847, el gobernador civil anuncia que «el día 31 del actual a las once de su mañana se rematará en la Secretaría de este Gobierno político, ante mi autoridad, la ejecución por contrata del Ramal de Canal que debe unir el de Castilla, con esta Ciudad» [29]. Según Fernando Rosell Campos, el ramalillo de 1100 metros de longitud fue construido en el mismo año de 1747 y fue la solución para hacer llegar el canal y la navegación hasta la dársena que se situó en la propia ciudad de Palencia, origen o destino de buena cantidad de mercancías y viajeros [30].  Así se recoge en el Diccionario de Madoz (T.XII, de 1849): los barcos-diligencia saldrán de la dársena y llegarán a la misma a través del ramal que llega «a la cabeza del Puente Mayor, que es el embarcadero para los efectos y transeúntes en el barco que pasa a Valladolid» [31].

La dársena tiene una longitud de 135 m y una anchura de 40 m y realizada con sillería de piedra caliza. Fue entregada a la Compañía del canal en 1881. Por su parte, los dos almacenes que la flanquean, inicialmente almacenes de grano, datan de la primera mitad del siglo XX.

 

La dársena de Medina de Rioseco

El grueso de la información que se facilitará seguidamente procede de la Memoria sobre la terminación del Canal de Campos en Medina de Rioseco, obra de José Rafo, [32] y del Inventario de 1851 [33] formado por el mismo ingeniero que, junto con Calixto Santa Cruz y Andrés Mendizábal, dirigió las obras de terminación del canal de Campos desde 1842 a 1848. En este año era, además, director local de la Compañía del Canal de castilla. Los datos del Inventario se completan con los procedentes del Itinerario General del Canal de Castilla [34].

Vinculado a la dársena, a unos 400 metros antes de su bocana, en la margen izquierda, se localiza el dique de carena. Es de tierra, aunque la entrada y la salida es de sillería y el solado de mampostería. Está dotado de puertas de esclusa y alcantarillado de desagüe. Tiene capacidad para contener dos barcos a la vez. Sus dimensiones son de 44 pies de longitud y 40 de anchura.

La dársena de Medina de Rioseco, popularmente conocida como «la concha», constituye el punto final del ramal de Campos. Prevista su ubicación junto al camposanto, este hubo que trasladarse a otro lugar y construido a cuenta de la empresa.

Inicialmente Rafo reservó 2000 pies de longitud para el muelle y fijo en 200 pies su latitud, terminado en cada costado con un muro de sillarejo interpolado con cadenas de sillería y de poco talud para que las barcas pudieran atracar fácilmente. El macizo del muro sería de mampostería y mezcla cal hidráulica y revestido en su contacto con las tierras con una capa de hormigón fe pie y medio de grueso para impedir las filtraciones. Su coronamiento sería de mampostería en los 10 pies que sobresale de la superficie de las aguas para la comodidad de las cargas. La profundidad del agua será de 8 pies en vez de los 7 que tiene el canal para que quede el suficiente calado para las barcas. La terminación o extremo del muelle será en semicírculo    

En el inventario no se ofrecen datos sobre las dimensiones de la dársena, mientras Ventura García Escobar sí los se indica en el Semanario pintoresco español de 25 de junio de 1854: «1.080 pies de longitud, 180 de anchura y 10 de profundidad, cerrando en su perímetro una superficie de 194.400 pies superficiales» [35]. El texto se acompaña de la siguiente ilustración.

Fuente: Semanario pintoresco español de 26-VI-1856

Entre las edificaciones anejas a la dársena destacan los almacenes, cuya construcción ya se había iniciado antes de concluirse el canal, contrariamente a lo ocurrido en la dársena de Valladolid. Se construyeron seis líneas de almacenes a lo largo de las dos márgenes, de las que solo se conservan las de la margen derecha. Como cinco de ellas tienen las mismas características, en el Inventario se describe solo una y se señalan las diferencias de la sexta. Constituyen una serie de tres almacenes (conocidos popularmente como “paneras”) con unas dimensiones de 300 x 56 x 15 pies cada almacén, y construidos con sillería de piedra caliza en zócalo, recercado de huecos y machones, con ladrillo prensado en dinteles de huecos y con tapial con verdugadas de ladrillo en el resto. La cubierta es a cuatro aguas. Cada almacén se divide en seis locales, de forma que todos poseen un hueco de iluminación y una puerta, tanto por el lado del camino de sirga como de la calle de las carretas. El almacén próximo a la concha contaba con una puerta más que daba a la población, pero poco después fue modificado para incluir la vivienda. Por su parte, el almacén del lado izquierdo próximo al desagüe del muelle tenía dimensiones más reducidas: 164 x 57 x 15 pies y solo 6 puertas.

Aunque no se señalan en el Inventario sí se tuvieron en cuenta las recomendaciones de José Rafo de dejar calles de unos 40 pies entre las líneas de almacenes para facilitar las cargas y descargas en barcas y carros y con objeto de proporcionar ventilación y precaver en caso de incendio la propagación del fuego de un almacén a otro. Por otra parte, la fachada de cada almacén estaría a 20 pies del coronamiento del muelle para el camino de sirga y por la fachada posterior se formaría un camino de 40 pies para poner los almacenes en comunicación con la carretera general.

Al lado izquierdo del muelle, próximo a su conclusión y paralelo y contiguo a la alcantarilla de desagüe de fondo del canal se hallan los tres saltos de agua de 11 pies de caída cada una y 18 de anchura, con el desagüe de superficie para los mismos.

Frente al centro del semicírculo que forma la conclusión del muelle había una cuadra que servía para los arrastres de las barcas, de 90 pies de longitud y 17 de anchura y 15 de altura; su construcción era de cimiento de mampostería, ángulos y pilares de sillarejo y el resto de tapial de tierra y adobe, tejado a un agua. Contaba con su pesebrera corriente y tres puertas de entrada y una ventana.

 

Los embarcaderos

En algunos puntos intermedios en los que se adivinaba una importante actividad y trasiego de mercancías se crearon embarcaderos. Este fue el caso de Frómista, del Serrón, de Sahagún el Real y de Viñalta. La descripción se centrará en Sahagún el Real por ser el que conserva un mayor patrimonio arquitectónico.

El almacén-embarcadero de Sahagún el Real

Juan de Homar denomina este lugar como Sahagún el Real en su Memoria de 1800, pero en el Perfil de 1806 lo nombra «nueva población de San Fernando». Tanto en la Memoria como en los dibujos del Perfil aparecen indicados las edificaciones presentes en este lugar: un parador, un almacén, una casa con su huerta y una iglesia.

Dada su vinculación con las dársenas o embarcaderos, se destaca el almacén.  En este sentido, José Luis García Grinda señala que el almacén hace las veces de punto de atraque, pues en la fachada que da al Canal aparecen las argollas para el amarrado de las embarcaciones y los accesos directos desde el propio almacén [36].

El mismo autor afirma en su trabajo que el almacén de Sahagún el Real es un prototipo de los almacenes de esta época que todavía perviven en los ramales Norte y de Campos. Su organización responde a un modelo único, en el que se emplean zócalos, esquinazos y recercados de huecos de accesos construidos en piezas de sillería caliza, constituyéndose el resto de la fábrica en ladrillo visto, donde los distintos elementos de la construcción están perfectamente regularizados y ordenados de modo simétrico.

Se completa y matiza esta descripción con algunos otros datos que suministra el Inventario de 1851. El edificio es de una sola planta y está subdividido en 6 paneras con 3 puertas de entrada y 4 de embarcadero, dos de ellas cegadas en la actualidad. Aunque no lo indica el Inventario hay una puerta en cada uno de las fachadas menores. La fachada posterior se sitúa al borde del canal, construida con sillares de piedra hasta la altura de 6 pies sobre el nivel de las aguas. Por encima, las paredes en origen se formaban con pilares de ladrillo de 3 pies de grueso, distantes unos de otros 3 pies, y los intermedios con tapias de tierra calicastradas [reforzadas] con verdugos de ladrillo.  En la actualidad, solamente la fachada que da a la capilla mantiene esta forma de revestimiento de las paredes, aunque con mayor distancia entre los pilares de ladrillo. Las dimensiones del conjunto son 343 x 39 x 15 pies.




  

 

Referencias .

[1] Ulloa, A. (1753): «Instrucción de lo que el ingeniero ordinario, Carlos Lemaur, deberá practicar en la ejecución del Canal de Campos…», n.o 56. [CHD/CCHC0084-04].

[2] Buen Retiro, 18 de marzo de 1755. Instrucción del rey para que se observe por el Ingeniero encargado AGMM. CGD. R.28. Sign. 3-3-12-4, ff. 164-229.

[3] Ulloa, F. (1786): «Relación histórica de los Canales de Castilla», f. 260. [AGMM. CGD. R.23. Sign. 3-2-1-1 (Parte 2), ff. 250-264].

[4] Flobert, A. F. de (1761): «Expediente sobre advertencias y prevenciones para su cumplimiento en las obras de ejecución de una porción del Canal de Castilla desde el estrecho de Nogales sobre el río Pisuerga hasta el río Carrión».  [AGCHD-CCHC0006/16].

[5] Homar, J. (1806): «El Canal de Castilla. Cartografía de un proyecto ilustrado. Estudio preliminar por Juan Helguera Quijada». Madrid: Ministerio de Obras Públicas y Transportes, y Turner Libros S.A.

[6] Esteban, E. (1831): Oficio sobre la ejecución de las esclusas de Soto Albúrez. [ACHD- CCHC0080/12]

[7] Sáenz Ridruejo, F. (1991): «Comentario al artículo “Notas sobre José Agustín de Larramendi”…». ROP, septiembre_3305_05

[8] Canal de Castilla: «Reglamento para las direcciones económicas y facultativas del Real Canal de Castilla y sus dependencias [y otros documentos]» - Manuscrito -, folio 67.  ¿1834? Biblioteca Digital Hispánica.

[9] Jiménez Espuelas M. (1960): «Proyecto de transformación del Canal de Castilla». Javier Arribas (1990) «Modelo vivo de ingeniería hidráulica» en Actas del congreso sobre conservación y desarrollo de los recursos del Canal de Castilla», pp. 49-53. Palencia.

[10] Ulloa, F. (1767): «Relación del Canal de Castilla y el de Campos». [AGMM. CGD. R.23. Sign. 3-2-1-1 (Parte 2), ff. 91-92].

[11] Muller, J. (1769): «Tratado de Fortificación. Arte de construir los Edificios Militares y Civiles». Traducido y aumentado con notas, adiciones y láminas por Miguel Sánchez Taramas. T.II, pág. 189 (Barcelona, 1769).

[12] Sánchez Taramas, M. obra citada, pág. 270.

[13] Sánchez Taramas, M. obra citada, pág. 281.

[14] Rafo, J. (1851): «Inventario general del Canal de Castilla…». ACHD_CCHL0003-3

[15] Jovellanos, B.: Diarios. (memorias íntimas): 1790-1801, Gijón: Instituto de Jovellanos, 1915 (Madrid: Imp. de los Sucesores de Hernando). Biblioteca virtual del Principado de Asturias.

[16] Rosel Campos, F. (2008): El Canal de Castilla, capítulo V de La historia de las obras públicas de Castilla y León. Ed. Colegio de ingenieros de Caminos, Canales y Puertos, demarcación de Castilla y León.

[17] Ulloa, F. (1786): «Relación histórica…», folio 256.

[18] Ulloa, F. (1767): «Relación del Canal de Castilla y el de Campos», obra citada.

[19] Ulloa, F. (1786): «Memoria del estado actual que faltan para su conclusión». [AGMM. CGD. R.23. Sign. 3-2-1-1 (Parte 2), ff. 279-284].

[20] Homar, J. Correspondencia dirigida por Juan Mozo y Juan de Homar al ministro de Hacienda sobre la compra del territorio denominado el despoblado de Alar. [ACHD-CCHC0002/08]

[21] Homar, J. Intercambio de oficios entre el secretario de Estado, Diego de Gardoqui, y Juan de Herrera y Juan Mozo Mozo de la Torre. [AGCHD-CCHC002/09. Págs. 9-10]

[22] Homar, J. (1800): «Incluyo a V.S.S. la Relación adjunta. En ella se comprenden todos los edificios, máquinas y demás que tiene la Real Hacienda en estos Canales, y las obras emprendidas en ellos, de cuya dirección estoy encargado». [ACHD-CCHC0077/1].

[23] Puyol, F. (1844): «Memoria…», obra citada, páginas 21-22.

[24] Brockmann, L. (1857): «Proyecto del muelle del Alar». [ACHD-CCHC0068-09] 

[25] Oficio a los socios directores de la empresa.  [ACHD-CCHC0084/35]

[26] Oficio del director local de la empresa del canal, José Cruz Muller.  [ACHD-CCHC0085/1]

[27] Ortega Zapata, J. (1895): «Solaces de un vallisoletano sesentón». Valladolid

[28] Moreno Lázaro, J. (1998): «La industria harinera en Castilla la Vieja y León 1778-1913», pág. 387. Tesis doctoral. Universidad de Valladolid

[29] Boletín Oficial de Palencia,

[30] Rosell Campos. Obra citada

[31] Madoz, P. (1850): Diccionario Geográfico-Estadístico-Histórico de España y sus posesiones de Ultramar. Madrid. Est. Literario-Tipográfico de P. Madoz y L. Sagasti,

[32] Memoria sobre la terminación del Canal de Campos… [AHPV- CANAL00062/003]

[33] Inventario general que la empresa antigua del Canal de Castilla presenta a la compañía anónima para toma de posesión. [ACHD//CCHL0003/03].

[34] «Itinerario General del Canal de Castilla». [ACHD- CCHL0005-04].

[35] García Escobar, V.: «El Canal de Campos» en Semanario Pintoresco Español (25-VI-1854), pág. 203.

[36] García Grinda, J.L. (..): «El Canal de Castilla. Programas de recuperación arquitectónica y planeamiento urbanístico de su entorno»


 [JGH]